GALLARDON
PARIO A LA MUJER
Gallardón no tiene pinta de
Adán. Cambió la hoja imprescindible de parra por unos slips punto blanco que sujetan mejor eso que llaman paquete
aunque nadie me haya explicado nunca por qué eso de paquete. Traje Emidio
Tucci, gafas con cristal al aire y unas cejas que le sirven de tejadillo para
días de lluvia. Se compró una sonrisa profidén entre tímida e hipócrita y unos
andares de seminarista incapaz de masturbarse por aquello de la ceguera. Jamás
cena queso ni duerme boca arriba porque le decían de pequeño que ese postre y
esa postura inducían erecciones nocturnas y uno soñaba con muslos de amapolas y
pubis maduros como cerezas y fresas dulces.
Gallardón dice que sus hijos
son un regalo de Dios (no se atreve a decir que son obra del Espíritu Santo
porque recuerda los gemidos de la hija de Utrera Molina y aquel ruego de ella
gritando “no te salgas, no te vayas”)
Pero en sus ratos de oración y meditación olvida aquellos jadeos
pecaminosos y llega fácilmente a la conclusión de que sus hijos son un don del
Altísimo conseguidos por recomendación y tráfico de influencias entre Rouco y
el Todopoderoso.
Fue siempre lo que fue
porque supo estar donde había que estar. Presidente de Madrid, Alcalde de
Madrid con una Esperanza a la que nunca quiso hacer emperatriz de Lavapiés.
Rodeó la Moncloa con la M-30 y cuando se descuidó era ministro de justicia
porque Mariano lo adelantó por la M-40. Rajoy le tapó los ojos y por ahí va, a
tientas, palpando tasas togadas, engarzando cadenas perpetuas revisables para
cambiar el aceite a los grilletes y arengando ovarios, poniendo firmes a óvulos
y espermas, entrepiernas pecadoras que se irán al infierno sólo por disfrutar
del amor que dicen, pero que en realidad les queman los genitales porque satanás se
retuerce de alegría porque están ganando en la cama las oposiciones para un
infierno seguro, eterno, irredento, y este sí, con cadena perpetua.
Y Gallardón sufre. Y ha
construido un nuevo paraíso. La mujer debe ser protegida y en consecuencia
nunca saldrá de ese jardín que Alberto ha sembrado con el sudor de su frente.
Ninguna nacerá de la costilla de Adán sino que brotarán del pecho del propio
ministro. Así se convierte en el gran protector de la mujer. Y todo lo que su
cartera ministerial haga en el futuro será para ampararla hasta de su propia
libertad. Porque la libertad, lo tenía muy claro Franco y el catecismo de
Ripalda, no lleva más que al pecado y la condena eterna.
Cuando en la cama ella se
duerme de alegría y él se fuma el cigarrillo, Dios ha soplado en el interior
del útero y ahí está ya el chaval, hecho y derecho, listo para la mili, para
ser un parado, un desahuciado, un camarero en Alemania o un detergente humano
en los retretes ingleses. Y Gallardón se erige en guerrero del antifaz de ese
vientre, en Pelayo que reconquista zigotos hasta la rendición del paritorio. La
mujer es mala. La manzana siempre está ahí, la víbora reptando, el adán siempre
dispuesto a prescindir de la hoja de parra y ella ofreciendo el fruto de sus
ingles.
La mujer no tiene derechos.
Cocina, plancha, lavadora y estar guapa por si a él se le antoja cuando vuelve
del trabajo excitado por esta compañera de pechos relucientes. Y junto a ella,
indefensa y consentidora de sus instintos, está Gallardón, guardia de seguridad
privatizado mediante ley de protección ciudadana de Fernández-opus-ministro-interior.
Gallardón no está
prohibiendo nada, penalizando nada, concediendo nada a la Conferencia episcopal,
sino que está defendiendo a la mujer de sí misma, velando por ella, liberándola
de su propia libertad. Y sobre todo está cuidando zigotos de ojos azules, los
brazos talidomídicos, los premios nobel, los paralíticos cerebrales…Porque
Rajoy está volcado en los más pobres. Porque ha suprimido el hambre, los
desahucios, las oficinas del INEM con el pleno empleo, porque ya no hay pobres
pidiendo en los semáforos, porque la ley de dependencia ampara, porque…
La mujer ya no será nunca el
hueso descarnado de un jardinero pervertido. Un ángel del señor se apareció a
Gallardón, concibió en su seno y la humanidad le proclamó como bendito el fruto
de su vientre. Amen.
1 comentario:
¡Uno y mil olés, Maestro! Pero creo que El Gallardon, que está por encima del bien y del mal, no entenderá, el rosario de arte que usted le ha propinado. Claro que siempre les quedará decir, como consuelo de tontos: "que la culpa la tiene Zapatero" y asi hasta el fin de la legislatura.
Un abrazo amigo.
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