OLOR
A TI
Huelen tus ojos a hierba
recién segada,
a luz de aquella tarde.
Busco la verdad cuando te
nombro
y el tiempo me remite a tu
vientre de raíces.
No intento definirte,
instalarte en palabras
herméticas.
Ancha te necesito
con fronteras derrotadas.
Ilimitada te quiero
para no llegarte al fin,
para que no te acabes
al nivel de tus caderas.
Huele tu carne a primavera
recién hecha,
a cerezos, a almendros.
Busco el amor cuando te
nombro
más allá del tacto,
de tus pechos marítimos,
de tu pubis oceánico.
Tengo que confesarte: a
veces
extravía la brújula el
camino
y escarbo la tierra
como si fuera la piel
equivocada
de tu risa entreabierta.
Ni siquiera a veces busco lo
que busco.
Tu cuerpo se aleja
y no me huele a hierba,
ni a primavera huele.
Lejanía,
distancia,
trayecto.
Porque no sé dónde, tú,
si más allá de todo,
si más acá de nada,
si alguna vez o nunca,
si ayer o siempre.
Regresarás tal vez.
Ando tejiendo esperanzas
para darle horizonte a los
pinares,
futuro a los montes y a los
mares.
Vamos a esperarnos
por si vienes,
por si voy,
por si vamos,
por si regresamos
a cerezos,
a almendros,
a hierba mojada,
segada
cualquier tarde.
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