VEINTE
AÑOS
Veinte años son nada. Sale
sola la voz tanguera. Carlos Gardel al lado, desde la garganta de cada cual.
Carlos, el del lumfardo bonaerense, desde el vientre mismo de su Calle
Corrientes, diciendo que veinte años son nada, que feliz la mirada.
España está deshuesada. A
trozos cae su carne, su historia, su ayer. Hemos dejado de ser país para
convertirnos en una reunión clasificada de escombros.
El hambre, el paro, la
desnutrición, Caritas supliendo a la justicia, los dependientes, las pensiones,
los enfermos, las familias desgajadas, los viejos como asilos donde llena el
estómago el hijo de cuarenta y ocho. Sí, estamos clasificados. Estamos en
orden. A los políticos les preocupa mucho que seamos gente de orden. Por eso
nos prohíben salir a la calle, convocar manifestaciones, protestas. Por eso
ponen cuchillas que muerden la carne negra, el sudor negro. Por eso procuran
que los pobres sean más pobres, para que no tengan fuerza ni para reclamar sus
derechos. Debe estar en orden el dinero, por eso desahucian a la gente de sus
casas y después los multan por dormir en un cajero. Se cierra el círculo y se
mantiene el orden.
La reforma laboral es la
mayor aportación de España a la humanidad (Ana Botella dixit). Esa reforma
traerá grandes alegrías a los trabajadores (Fátima Báñez) y ha permitido la no
destrucción de empleo y la creación de puestos de trabajo. Las estadísticas no
importan. Los ERES no cuentan. Hay que seguir un orden: para que el trabajador
tenga una alegría, se le despide primero y en 2.033 se le recoloca y le
brindamos el gozo de renacer. Y mientras tanto, los empresarios pueden alterar
los turnos de trabajo, se le roba a la justicia la capacidad de dictaminar si
un despido es justo o no, se despide con la libertad de quien está cumpliendo
la ley, apenas se le indemniza porque
faltaría más. Los jóvenes no pueden aspirar a un puesto de trabajo porque no
tienen experiencia. Un hombre o una mujer con cincuenta ya es viejo para
trabajar, y como no sabe trabajar, se le jubila cuanto más tarde mejor. Más
disfrutará de su cualidad de parado irredento.
Millones de parados,
millones con hambre, millones desnutridos, millones sin calefacción, millones
aerrojados de sus viviendas, millones sin poder medicarse porque tienen que elegir
entre la azitromicina y la sopa de ajo, millones de chavales sin colegios, sin
universidad, emigrando, llegando a Alemania sin cuchillas, a Londres sin
cuchillas, a Mexico sin cuchillas. Millones asombrados ante la corrupción.
Millones decepcionados con la política, añorando algunos palacios de El Pardo y
guardia mora.
Veinte años son nada. Y
Carlos Gardel, Génova abajo, conforme se viene a la derecha, muy a la derecha.
Allí está el mercadillo. Se venden colegios al Opus a buen precio, a órdenes
religiosas, se le regalan terrenos para que edifiquen, se descuenta en renta
parte de lo que pagan los padres que llevan a sus hijos a colegios caros, se
vende la sanidad con hospitales incluidos como si la sanidad y los hospitales
fueran patrimonio de no se sabe quién y no se hubieran levantado con nuestros
impuestos. Por lo visto todo lo que está en manos privadas está mejor dirigido
porque los que gestores públicos nunca saben lo que se traen entre manos. Y se
desprecia a los médicos, a los profesores, a los profesionales. Y se desprecia
al obrero que durante treinta años dejó su vida en un andamio, en un taller. Y
se desprecia al jubilado porque al fin y
al cabo no es más que un viejo con obligación de morirse cuanto antes para que
no haya que tocar la caja de reservas. España es un desprecio inmenso.
Pero no todo es escombro.
Están los bancos, redimidos con el dinero de todos, para asegurarles la
capacidad de desahuciar, comisiones que engordan jubilaciones de staf que serán
suficientes para tres generaciones, e indemnizaciones de banqueros que tienen
que dejar el despacho porque el yate hay que revisarlo de vez en cuando.
Y ahora alguien cualificado
nos advierte que hasta 2.033 no se recuperará el empleo que teníamos hasta hace
poco y se recuperará el pequeño estado de bienestar.
Veinte años son nada. Tango
del hermoso Buenos Aires. Voz de Gardel por Corrientes. Lapso de desesperanza
para los que hoy son pobres. Porque alguien los ha condenado a veinte años de
angustia, desesperanza y asco.
España es un inmenso
desprecio.
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