A TU
ORILLA
Puedo morirme un día a
orillas de tu voz.
cerca de donde gestas lunas
con cintura.
Muerte circunvalada en tu
palabra,
en el sonido de olvidos
olvidados.
Bajaré por la palabra que pronuncias
hasta tu centro,
donde alumbras
las huidas,
los miedos que abrillantas
para embellecer la angustia
que te produce la entrega.
Me moriré disimuladamente.
No notará nadie mi cadáver
embalsamado con la sal de tu
saliva,
en caricias envuelto,
desnudo como una tribu de
amapolas.
Puedo morirme un día a
orillas de tus labios,
en tus besos sin nombre y
apellidos,
tus anónimos besos
muertos en la espalda de tu
boca,
en el opaco cielo de tu boca
sin que nadie supiera
que tenías plantada una
cosecha de alegría.
Puedo morirme un día a las
afueras de tus ojos,
en los adentros de tu piel,
allí donde una tarde
conocimos los límites del
cuerpo
pero nos empeñamos en
saltarlos
y adentrarnos para siempre
en la carne salada de las
olas.
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