sábado, 15 de marzo de 2014

PERFUMES


Me huele a ti la vida.
A ti la piel del mundo.
El barro, la hierba, el mar
huelen a la fruta madura de tu carne.
Detrás de mi sombra y tu perfume
estabas tú.
Te encontré porque todo
era esencia de ti.
Olías a trigo
a pan caliente,
a horno,
a fuego recién hecho,
a corteza de ternura.
Y aprendí a quererte
porque no sabría vivir de otra manera,
respirar otro aire
sin el perfume de tu boca,
de tu vientre
de tus andares de gorrión herido.
Tus huellas en mi sangre
huelen a nuca rubia,
a ojos azules,
a tristeza,
a soledad,
a canto limpio de fuente.
Tus pasos precisos y concretos
me llevan al vértice
de cada luna llena,
de cada noche,
de cada ausencia sin ti.
Distingo el perfil de tu alma
cuando me encuentro un beso
entre las sábanas
porque tiene la forma de tus labios,
el sabor de tu lengua
tu manera de llevarme de la mano
a los jardines últimos del mar.
Puse todo el romero entre tus ingles
y colgué la vida en sus balcones.
El sol se llevó la soledad que me empapaba
y le regaló a la luna mi tristeza.
Desde entonces el mundo es simplemente
un perfume de ti.



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