LOS
ABUELOS
Los viejos siempre han sido
un compendio de méritos hasta el punto de que en ciertas fases de la historia
han sido dignos del respeto de la tribu y disfrutaban de una autoridad que les
otorgaba su personal vivencia. Y no es
que hoy no se exija ese venerable respeto a los ancianos. Pero el vaquero, la
camisa de flores, la viagra, el bañador marcando paquete, han conseguido que se
conviertan en colegas y haya pasado a la historia su “abuelidad”
Uno ya no tiene claro la
edad en que se empieza a vivir la jubilación. Ni siquiera tiene claro si existe
esa etapa gloriosa de la alegría. Ser viejo es instalarse en el gozo de existir
hasta que la muerte nos separe de esta novia con altibajos que es la vida. La
artritis, la hipertensión, el corazón cansado de amor y de entrega hacen que un
día se te vaya a chorros la vida en la cama de un hospital o en la habitación
del abandono de una residencia. Y entonces se desea el alzheimer como una forma
de suicidio mental. Uno quiere olvidar porque escuece el abandono del hijo, del
amigo, de la familia que no tiene tiempo para besarlo, acariciarle el rostro y
cubrir de piel nueva el corazón con un pañuelito de cariño. La soledad quema y
es mejor olvidarlo todo para sólo acordarse de ese vientre de tierra donde
dormiremos para siempre.
Los abuelos de ayer.
Venerados. Ejerciendo una gerontocracia. Todavía los gitanos. Menos los payos.
Ciertas tribus. Hay núcleos que respetan profundamente la ancianidad. Pero los
abuelos ya no son lo que eran.
El, ella, tres hijos,
hipoteca. Una familia cualquiera. El parado. Parada ella. Sin ingreso alguno.
Una familia cualquiera. Sembrando el aire de curriculums, frecuentando la
oficina del INEM antiguo como si fuera la segunda residencia. Una familia
cualquiera. Cuarenta y ocho años él. Treinta y nueve ella. Ya le avisaremos. Y
vuelta empezar. Que me han dicho que ya me avisarán. El de recursos humanos se
quedó mirando mis tetas. A lo mejor me llama. Y él celoso. Y él desechando una
erección porque están los niños delante. Y él mordiéndose las ganas, pero
aguantando porque tiene que tragarse las ganas de partirle la cara al de
recursos humanos que le miró las tetas a ella. Pero hay que aguantar porque más
cornás da el hambre.
Y aquí aparecen los abuelos.
Seiscientos euros de pensión. Que dice Báñez que los pensionistas viven bien en
este país. Que su gobierno les aumenta los ingresos cada año una barbaridad.
Creo que un 0,25%. Que añadidos a los quinientos de pensión da para mucho. Que
si Benidorm, que si un crucero, que si París para revivir una luna de miel que nunca
tuvieron porque había que segar, que recoger la uva, la aceituna, el algodón. Y
ahora con el aumento, pues que ya pueden. Que para eso lo ha hecho el gobierno
generoso del Partido Popular.
Y a él que no lo llaman. Y
tampoco a ella, pese a la lujuria sucia del de recursos humanos. Y hay que ir a
donde los abuelos. Aunque sea en el salón. Y los niños en el pasillo. Si Cáritas
nos da un colchón, nosotros nos apañamos con el sofá. Y si hay una tortilla,
pues para ellos. Que aguanten hasta que coman en el cole. Y ustedes y nosotros
pasamos con cualquier cosa. Es que con 500 euros, incluso contando con el
aumento que dice Báñez, no da para mucho. Pero la abuela se las arregla.
Patatas, zanahorias, un poco de pimentón que siempre da color al guiso pobre y
hasta un toque de elegancia. Y mañana y pasado y al otro…Patatas, zanahorias…
Y Cáritas denunciando.
Cáritas es de extrema izquierda, antisistema, compañera de ciertos grupos
sociatas y herri batasuna. Cáritas anda por ahí en las manifestaciones rompiendo
lunas de bancos usureros, farolas que cuestan un riñón como dice Botella,
contenedores. Suma entre todo 600.000 euros. Y González-presidente-Madrid sabe
que son neonazis y amanecer dorado (un contraste de posibilidades que sólo él
sabe reunir). Y Montoro exigiendo a Cáritas que no siembre de miedo y
falsedades las estadísticas. Que es mentira el hambre, el paro, la sanidad
convertida en negocio, la bajada de salarios, el copago, los seis millones de
parados, los dependientes abandonados. Todo mentira. Y Cáritas no debe ir
levantando calumnias contra un gobierno que lucha para que en España empiece a
amanecer.
Los abuelos sin Benidorm,
sin luna de miel en París. Rebuscando en la plaza papas, zanahorias y un poco
de pimentón que da elegancia al guiso pobre de lunes a domingo.
Abuelos-brotes-verdes. Abuelos-recuperación. Abuelos-hotel de pasillo y sofá en
el salón. Abuelos-lágrimas-de-noche. Acurrucados los dos, apretando entre las
arrugas los quinientos euros más el aumento de pensión de la ministra Báñez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario