LA
VIRGEN DEL TRICORNIO
Demasiadas cosas, como
entonces. Como cuando éramos católicos, apostólicos y romanos por decreto de El
Pardo, Como cuando los Obispos revoloteaban sus capas moradas por las Cortes.
Como cuando el brazo de santa Teresa se fue a vivir con el generalísimo.
Algunos no saben que hace años España sufrió un trombo porque se acumularon los
asesinados en la femoral y se le paró la sangre al caudillo y le chorreó su
propia muerte. El equipo médico habitual desentubó a España y se llenaron los
pulmones de libertad. Se nos cayeron las fronteras y conseguimos ser un país
libre como los demás y nos hicimos europeos, nosotros que éramos sólo unos
encargados de destruir las hordas judeomasónicas.
Demasiadas cosas como
entonces. Las “criadas” tenían que describirle a la señora el color de la
casulla para certificar su asistencia a la misa del pueblo. Misa de siete
porque los pobres no tienen derecho a dormir más ni siquiera las fiestas de
guardar. Y los del campo se vestían de pana y boina limpia para ir a la
parroquia y que los viera el señorito de corbata y mocasines. Paseíto a las
doce, velo ellas, vestidito con lazo las niñas y pantaloncito azul marino los
chavales manchados de pelotas de trapo.
Algunos tenemos canas en la
sangre. Una tarde cualquiera te sientas a tomar café y piensas. Piensas este
país nuestro. Europa. Autonomías. Manifestaciones porque los enfermos son
mercancía, porque los viejos estorban, porque los dependientes no son
competitivos, porque a la universidad hay que ir en coche deportivo, porque
resurgen las casas de socorro, porque el INEM es un inmenso hospicio. Cuántas
cosas como entonces. Con una ley de seguridad ciudadana que amordaza, con un Gallardón-cid-campeador
salvador de cigotos, un abismo que deja claro quién es rico y quién pobre, con
unos trabajadores sin derechos, con una corrupción que ahoga, con la mentira
institucionalizada, con una ciudadanía que ha vuelto a su puesto de simples súbditos.
Demasiadas cosas como
entonces. Cuando Franco vetaba obispos y se terminaba nombrando a los que
levantaban el brazo fascista. Cuando Zamora albergaba una cárcel para curas
obreros que exigían libertad sindical, derecho a manifestarse, derechos
salariales para los oficios más humildes. Como entonces, cuando vivíamos de las
rentas sanguinolentas de la santa cruzada que venció al comunismo, que llenó
las tapias de los cementerios de sangre madrugadora, de Lorcas, Migueles, que
desterró a los existencialistas ateos por ateos y expulsó cabezas que exigían
pensar con autonomía. Y como entonces los obispos eran legisladores de
conciencias, dictando la bondad o maldad, proclamando la ceguera como consecuencia
de la masturbación o la perversión de una mujer abierta para disfrutar, sólo
disfrutar, de la ternura del sexo.
Y ahora el
ministro-opus-interior condecorando vírgenes y obligando a las fuerzas de
seguridad a desfilar, prietas las filas, rindiendo honores a la imagen como
cuando entonces. Y marchas militares y saludo marcial, taconazo firme y cabeza
erguida como cuando entonces. Y aplauden Macarena y Triana dando la bienvenida
a la nueva condecorada. Y deseándole que algún día albergue a sus pies un
Queipo de Llano, el que dejó bien claro que sus hombres eran tan machos que se
follarían a toda mujer que se resistiera
antes de arrancarle la melena morena de verde luna. Y la Iglesia los perdonaría
porque ella también sabe que los machos son machos y es lógico que forniquen
(los obispos no se atreven a decir follar) y porque en realidad la mujer no
sirve para otra cosa que para abrir las piernas y planchar camisas y lavar
baberos como dijo Pilar Primo de Ribera.
Y ahora como entonces, un
grupo de guardias civiles se marcha a Lourdes en peregrinación. Capellán al
frente. Gastos a cuenta del contribuyente. Es una iniciativa ejemplar de Jorge
Fernández inspirado por Escrivá de Balaguer. Peregrinan enrolados en el santo
rosario y sus misterios. Y pedirán por los descarriados españoles que proclaman
la laicicidad del estado, la independencia de las conciencias, de la
investigación científica, de las células madre, de las honduras genéticas.
Porque como Lourdes no solucione esa dedicación científica, se van a condenar
todos y España debe ser cristiana o no será España. Y los acompaña Santa Teresa
porque el ministro-opus-dei sabe que ella ampara la reforma laboral como un día
bendijo las decisiones de un golpista. Y Fátima Báñez se encargará en
retaguardia de brindar con el capote que nos entrega la Blanca Paloma. Ella no
va a Lourdes porque está empeñada en crear empleo y no da abasto a sacar gente
del paro.
Ahí está la virgen del
tricornio. Bendiciendo a Rajoy para que disfrute una noche de amor Merkel. Y a Gallardón,
expoliador de unas mujeres que incluso se creen que tienen derecho sobre su
cuerpo, sobre el hermoso planeta de su vientre, sobre la fuente fecunda de su
sexo. Pero Gallardón, cruzado santo por la gracia de Dios, defenderá lo
indefendible porque es un delegado de la Conferencia Episcopal.
Nuestra señora del
tricornio. Cuántas cosas como entonces.
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