VENGO
ni una ola
entre los dientes.
Mordiendo
arena llego
a un
horizonte inasequible.
Soy un olvido
recién hecho,
una sombra
azul,
un ramo de
nostalgia,
una luz
talada a ras de tierra.
Y aquí,
desnudo como un río,
recostado en
la memoria sin cuerpo,
estoy, hierba
mojada, verde
para que la
mastique el viento.
Vengo hueco,
huérfano de mí mismo,
preguntando por
la identidad abandonada
no sé dónde,
en el vientre
de la noche tal vez,
en las
espaldas del tiempo.
Alguien me
arrinconó
en aquella matriz
anónima
y no llegué a
nacer.
A lo mejor no
existo y soy tan sólo
el gemido de
un perro llorándole a la luna.
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