SOSPECHA
Sospecho
del otoño porque oculta
las
venas de las rosas.
Sospecho
porque es una amenaza
que
hiela la palabra
antes
de ser pronunciada.
No
hay pechos abiertos en otoño,
ni
bocas preñadas de otras bocas.
Sólo
hay besos aislados, impares,
besos
desvinculados de tus labios,
ajenos
al fuego de la piel,
ahogados
en la almohada,
en
la anarquía de unas sábanas
que
guardan la memoria de tu cuerpo.
Sospecho
del otoño como ausencia,
como
oquedad de un vientre derribado,
sexo
desmemoriado
de
cipreses erectos que promulgan
un
mañana de manos asombradas.
No
me impongáis el otoño.
Me
basto para coleccionar los restos
de
mi humanidad arrinconada
y
decorar mi soledad
con
las sombras prestadas de recuerdos.
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