INSACIABLES
El ser humano es una
infinitud. Su sed perdurable no aspira a más, sino que encarna una consecución
para llenar ese abismo que somos. Así es la humanidad. Otra cosa son sus
circunstancias, esas que le llevan a circunscribir la existencia dentro de unos
parámetros opresores que impiden la dilatación de las aspiraciones humanas.
El término “crisis”
ha debido ser el vocablo más repetido de unos años a esta parte. Mercados,
deuda, prima de riesgo, déficit. Todo nos ha llevado a resumir en una sola
palabra la conjunción de la estafa nacida financieramente y extendida hacia
todas las latitudes humanas para inundar de miseria a los que siempre debe
afectar por mandato de los poderosos. Porque está claro dónde se origina esa
crisis y está patente a quien atropella en su loco caminar hacia lo que llaman
recuperación.
“El gobierno no ha efectuado
recortes, sólo ha llevado a cabo reformas”
Y para que la calle asienta a este aserto, se ha retorcido el
vocabulario hasta extremos de la prostitución más degradante. Todo se ha
convertido en aportaciones voluntarias y solidarias. Contra las protestas de la
ciudadanía, pero voluntarias. Porque pese al desprecio de los políticos que nos
gobiernan, la calle se ha llenado de batas blancas, de camisetas verdes, de
sillas de ruedas, de togas, de funcionarios, de preferentistas estafados, de
estudiantes sin futuro, de investigadores condenados, de parados sin esperanza,
de desahuciados soñando con un techo de cartones, de mujeres maltratadas sin
una habitación donde esconderse, de enfermos que no pueden pagar su medicación.
Y uno termina dejándose en el olvido a colectivos que gritaron su indignación
porque en realidad ha sido todo un país, esa auténtica mayoría donde reside el
poder democrático.
Y despreciando esa rebelión,
un gobierno que acude a los votos
obtenidos, ignorando prevaricadoramente que la democracia va más allá de las
urnas de un día concreto. La democracia es calle, es asfalto. Ahí está la casa
del pueblo, de la palabra, del poder último y decisivo.
Y junto al gobierno,
imponiendo con frecuencia sus criterios de conveniencia, los grandes
empresarios. Los de Díaz Ferrán encarcelado, los de Feito injuriando, los de
Arturo Fernández pagando en negro, exigiendo que los parados se vayan a
Laponia, con un despido libre, horarios a capricho, sin indemnizaciones, sin
sindicatos que defiendan, sin intromisión de jueces que amparen, con una
jubilación a los setenta y cuarenta años de cotización, recortando pensiones y
ayudas por desempleo, imponiendo el miedo como chantaje repugnante.
Reforma laboral para que el
empresario disponga de la libertad de actuar de acuerdo a sus cuentas
corrientes. Entre un yate y un ERE no cabe elección. Y se opta sin discusión de
conciencia. Y los bancos gritando sus derechos contractualmente firmados en los
que sólo se somete al hipotecado sin más obligación por su parte que una
mantelería o un juego de sartenes. Y ahí andan, como Botín, afirmando que a
España llega el dinero a espuertas porque somos, eso no lo dice, un gran
comercio en rebajas de un agosto contínuo, porque exportamos gracias a la
competitividad que nos confieren unos salarios de hambre, porque llegan
capitales porque hemos rebajado el plato del día. Todos se aprovechan de la
pobreza.
Y mientras el país se llena
de buitres, nuestro gobierno, nos hace creer que estamos al final del túnel,
que ya no queda túnel, que los presupuestos son los más solidarios de la
historia, que nuestra sanidad privatizada es una oferta mejor que la pública
porque ciertos empresarios de bata blanca van a implantar el turismo sanitario,
porque Caritas tiene que atender a millones de estómagos, porque los
contenedores son el pan nuestro de cada día, porque nuestros hijos están
desnutridos con vientres hinchados de posguerra. Y Montoro y De Guindos y Báñez
y Mato. Y Mariano viendo los deportes en un plasma y mirando por encima de ese
plasma a un país desguazado. Y Cospedal y Floriano y Pons repitiendo
ininterrumpidamente que la creación de empleo está prevista para mañana, que en
España empieza a amanecer y que cara al sol suple a los lunes al sol y que
bienaventurados los pobres porque de ellos es el reino de los cielos, que se lo
ha dicho Rouco mientras le entregaban millones de euros para que la Macarena,
para que la religión se imponga, para que Martínez Camino diga que los
homosexuales destruyen la vida matrimonial, que son satanás y que el Papa tiene
que ser de derechas porque Dios siempre fue de derechas.
Y uno tiene complejo de ser
carne descompuesta porque se ve asediado de buitres y los buitres sólo se
alimentan de una podredumbre macerada por la estafa.
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