ESE
BESO
Pido
que alguien me explique ese beso.
Que
alguien me desentrañe el contenido
de
ese beso con el tiempo marcado
entre
las once y la una de cada noche.
Hasta
mañana, ella. Hasta mañana, él.
Y
un roce de mejillas, de labios casi nunca.
No
sabré, si nadie me lo explica,
si
se deja atrás el hoy o se convoca el mañana.
La
almohada después.
con
ramos de besos, de bocas, de melenas enredadas.
y
muertes agazapadas,
muertes
como icebergs recostados.
Hasta
mañana. Y el beso inexplicado, inexplicable.
Las
sábanas,
donde
la anarquía de los cuerpos,
donde
las piernas buscadas,
donde
el sexo anudado,
donde
fuimos sudor
y
ahora frío, sólo frío.
¿Y
por qué hasta mañana?
¿Para
qué hasta mañana?
¿Alguien
me explica si es un deseo
o
la constatación horaria de un reloj multiuso?
No
quiero el mañana
como
una nostalgia del ayer.
Sólo
somos costumbre. Tú y yo sólo costumbre,
rutina
de calendario
con
meses vencidos que se tiran
porque
ya no nos sirven los recuerdos.
El
cansancio que nadie me explica
se
nota en el beso descolgado,
el
beso sin sangre, deshuesado,
sin
cielo en la boca,
sin
dientes que muerdan
el
fruto inguinal de la sorpresa.
Somos
olvidos paralelos
que
nunca encontrarán la intersección
de
sus calles sin balcones, sin aceras,
calles
sin perros que pronostican
presencias
con vida entre los huesos.
No
quiero explicaciones
porque
tengo las manos llenas de lunas falsas,
de
sombras en relieve.
Vamos
a darnos el beso de esta noche
sin
que nadie me aclare por qué se parece
a
un pañuelo negro,
a
un agujero infinito.
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