domingo, 3 de agosto de 2014

CUANDO LLEGA LA TARDE






Las tardes existen porque la luz se cansa de andar entre los árboles. La luz toma entonces la forma de tu cuerpo. Sentado junto al río le miro sus ojos. Y eres tú quien está enfrente. Me sonríe su silencio como tú me sonríes cuando estoy cerca de tus labios. Hablamos la luz cansada y yo cansado. A lo mejor estoy haciéndome atardecer. Y busco las grietas de tu alma para convertirme en noche para siempre, para dormirme en ti, para morirme en ti, para descansar en ti.

Tengo nubladas las manos. Quiero tocarte porque esta luz eres tú. Busco tu piel como entonces. Tus caderas como entonces. Tu vientre como entonces. Tu luna como entonces. Quiero esconderme como ayer. Entrar en ti como ayer. Quedarme en ti como ayer. Porque la luz se llama como tú. Porque pesa como tú cuando recorres mi pecho. Porque la luz besa como tú. Porque todo es un  tú.

Oye mi palabra, mis besos, mi tacto. Acéptame en ti. Déjame permanecer en ti. Estoy cansado, amor. Como la luz de los atardeceres. Si la muerte es olvido, no me olvides. Si la muerte es quietud, agítame. Desnúdate junto a mi muerte. Acaricia mi muerte. Bésala. Haz el amor con ella. Estoy seguro que resucitaré, que volveré a ser amanecer, a ser luz descansada. Andaré nuevamente por las ramas de tu cuerpo, abrazado a tu tronco, incorporado a tu estatura, como yedra ascendente.

Soy de nuevo. Porque me haces, porque me creas, porque no permites que me canse de vivir.


Buenos días, amor. 

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