FUE
ENTONCES
El sudor de la noche,
el brillo de tu lengua rozando la ternura.
No estamos
porque ya no es entonces.
La palabra del tiempo nos perfila
y no somos ayer, ni mañana, ni nunca.
Habitamos un hueco en el recuerdo
para preservarnos del frío de la nada
y sentirnos vivos dentro de la muerte.
Fue entonces,
cuando la noche era noche,
cuando el tiempo sudaba
y se anudaba tu lengua
al grito de las ingles,
de la carne embistiendo
la femoral de la luna.
Fué entonces tu cuerpo refugiado
en el techo de mis manos,
en el ático cielo de mi boca
para que no pudiera sorprenderte
la noche desguazada,
el reparto de estrellas sorteadas,
adjudicadas al postor sucio de besos.
A lo mejor alguien detecta
el olor de las caricias,
el sabor de tus pechos,
las huellas de mi piel
y el camino del recuerdo.
¿Fue entonces?
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