EMERGENCIA
“Situación
de peligro o desastre que requiere una acción inmediata” Lo dice la Real Academia. La emergencia es un
período, un tiempo, una situación que nos lanza desde un estado en que todo fue
de una manera a otro en el que se restaura lo que fue para que siga siendo.
Está ahí el bosque. Arde y la acción inmediata, de emergencia, es detener el
fuego para evitar su desguace y conseguir que con el tiempo el bosque regrese a
sí mismo, vuelva a ser lo que fue.
Hundimiento
de la economía, catástrofe bancaria, burbuja inmobiliaria, prima de riesgo,
mercados, rescates…Coordenadas de un ayer que nace y camina, debe caminar,
hacia la utopía como verdad prematura.
¿Estamos
entonces en una situación de emergencia tal y como la hemos descrito más
arriba? ¿Ha ardido intencionadamente el mundo de ayer para construir uno igual
o mejor o para especular con unos rescoldos que permitan la edificación abusiva
de los terrenos y las ganancias calenturientas de unos pocos? Porque teníamos
hasta ayer un estilo de vida nacido hace treinta y tantos años, luchado durante
ellos y tejidos sudor a sudor a los largo de la sangre, del esfuerzo, del
trabajo de un pueblo que empezó a mirar hacia adelante, a sentirse dueño de su
historia y que hizo de la espera una esperanza fecunda. Y los trabajadores
adquirieron derechos, y los enfermos pudieron sentirse vinculados a la vida
mediante una sanidad universal, y los pobres llegaron a la universidad de traje
y cazadora deportivas con su uniforme de albañil o mecánico porque el talento
dejó de ser monopolio de billeteras, y los viejos se convirtieron en jubilados,
y la mujer puso su misterio a la altura monopolística del hombre, y el
homosexual supo que tenía derecho al amor. Un mundo que empezó, que dijo adiós
al tiro de gracia, a los las muertes por la gracia de Dios, al chocolate de
tierra, a la casa de socorro, a guardia civil caminera que lo llevó codo con
codo, a las montañas nevadas, a Isabel y Fernando.
Y
la llamaron crisis porque su elegante diccionario tachó el término estafa. Y
encontraron el camino del desguace. Y lo celebró la banca y una derecha que
aplaudió la oportunidad de volver al ayer donde el pobre tenía sólo la
obligación de ser pobre, donde el rico tenía el derecho a ser rico porque
incluso Dios, que siempre fue de derechas, así lo quería. Y nos hablaron de un
tiempo de emergencia. Pero emergencia era otro disfraz inventado para incrustar
el miedo en las conciencias, para justificar el desalojo de la sanidad, la
educación, los servicios sociales, el despido libre, para hacinar en las
afueras del mundo a los pobres expatriados de sus derechos adquiridos,
luchados, proyectados hacia un mundo más justo, más habitable. Pero estaba el
incendio. El fuego ahí, cercano a devorar los tejados. Y la responsabilidad de
los políticos era salvar vidas aunque fuera pisando cadáveres. Era la crisis y
había que cambiar el rumbo del viento para que nadie permaneciera por encima de
sus posibilidades. Y conste que todos eran responsables. Por eso había que
colocar a los más pobres en la avanzadilla para apagar el fuego que habían
originado. Millones de parados, dependientes, estudiantes, jubilados que
nuevamente pasaron a la categoría de viejos, enfermos que canjeaban su dolor y
se convertía en mercancía, más horas de trabajo por menos salario como visionó
el profeta Díaz Ferrán. Y Rossell y Fernández capitaneando la CEOE para
conseguir el hambre del desempleado que pasa a la categoría de vago,
consiguiendo que el miedo rebaje los salarios y que la banca tome conciencia de
que la hipoteca es un derecho a la crueldad, y que hay que modular la libertad
de expresión y de que los sindicatos son la perversión laboral.
Emergencia.
Emergencia. Emergencia. La especulación va dando sus frutos. Nunca más habrá un
estado de bienestar. La sanidad tiene que ser negocio porque el derecho a vivir
se ha convertido en la obligación de morir. Y lo elementos no productivos deben
ser eliminados porque la parasitosis está llamada al exterminio. Y a los viejos
hay que decirle que sus ingresos serán menores por empeñarse en no marcharse a
tiempo.
Emergencia.
Emergencia. Emergencia. No busquéis el diccionario de sinónimos. Podéis perder
un tiempo precioso para huir de vosotros mismos, del techo de humanidad que
habíais conseguido. Mejor poneros a salvo teniendo en cuenta que el viraje del
viento os va a convertir en las víctimas necesaria, ineludibles de ese incendio
que llaman crisis, pero que es la forma última del expolio.
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