MENDIGO
No
era un hombre.
Nadie
sabía si era un hombre.
El
no sabía si era un hombre.
Se
definía como un montón de olvidos
con
un cartón de vino
para
poder seguir siendo
un
montón de olvidos.
No
soñaba. Dormía
abrazando
soledades
y
un cartón de tinto.
Estaba
lleno de miradas,
de
desprecios, de caridad suplente de justicia.
Conciencia
de vómito
que
nadie recogía
porque
es contagiosa la miseria
y
los mendigos huelen
a
sótano sin ventanas,
sin
lunas y sin aire
que
son propiedad privada
de
trajes Corte Inglés.
No
era un hombre. O sí.
Nadie
sabía si era un hombre
porque
era conveniente que no lo fuera.
El
no sabía si era un hombre.
O
era el único en saberlo,
Pero
no le daba importancia.
Besó,
como siempre besaba,
su
cartón de vino tinto,
amigo,
compañero,
que
tampoco tenía claro
si
le preocupaba a alguien
el
oscuro color
de
su piel de vino.
No hay comentarios:
Publicar un comentario