A LA
ORILLA
A
la orilla de nadie.
A
la orilla de nada.
Ni
siquiera a la orilla de mí mismo.
No
tu boca, tus pechos, tus ingles.
No
tus manos recogiendo los restos
de
los huesos de besos no emitidos al aire
porque
el miedo los untó de genitales temblores
y
escondió sus moléculas de luz
en
el cielo de una boca equivocada.
A
las afueras de tu olvido,
en
los suburbios de tu espalda
haré
un rincón, sólo un rincón,
para
albergar mi cansancio.
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