COSTUMBRE
No quiero acostumbrarme
a una memoria equivocada.
Prefiero el camino
entreabierto
como una cuneta,
esos labios de tierra
que albergan lunas
para que no se extravíen.
No quiero hacerte costumbre,
rutina de piel andada
una noche, otra noche
de estrellas oxidadas.
Como grieta recién hecha te
quiero
donde dejar mi luz vertical
y la fruta madura
exiliada de aquel paraíso
de dioses frustrados.
Acudo desnudo a la subasta
que reclaman sin árboles tus
calles.
Te espero donde nadie te
espera,
en el destino sorpresa de
ese amanecer
que te revela un nombre que
nunca pronunciaste.
Me llamo como tú me llamas.
Soy como tú me defines.
Quiero que me rehagas cada
día
como un pan caliente
de trigo y amapolas.
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