sábado, 29 de noviembre de 2014

A TU ORILLA



Puedo morirme un día a orillas de tu voz.
cerca de donde gestas lunas con cintura.
Muerte circunvalada en tu palabra,
en el sonido de olvidos olvidados.
Bajaré  por la palabra que pronuncias
hasta tu centro,
donde alumbras
las huidas,
los miedos que abrillantas
para embellecer la angustia
que te produce la entrega.
Me moriré disimuladamente.
No notará nadie mi cadáver
embalsamado con la sal de tu saliva,
en caricias envuelto,
desnudo como una tribu de amapolas.
Puedo morirme un día a orillas de tus labios,
en tus besos sin nombre y apellidos,
tus anónimos besos
muertos en la espalda de tu boca,
en el opaco cielo de tu boca
sin que nadie supiera
que tenías plantada una cosecha de alegría.
Puedo morirme un día a las afueras de tus ojos,
en los adentros de tu piel,
allí donde una tarde
conocimos los límites del cuerpo
pero nos empeñamos en saltarlos
y adentrarnos para siempre
en la carne salada de las olas.


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