DE
REPENTE
Alguien debería darse cuenta
que los olvidos nacen de repente.
Que de repente aparecen
en una esquina de la memoria.
No son previsibles.
Un tiro a bocajarro
en el vientre de la nuca
y se desangra la memoria
y empapa de olvidos las aceras.
Agua, serrín y una escoba
y la calle regresa
a la normalidad sacrílega
porque nada ha pasado.
A los ocho días
nadie reconoce
el perfil de la muerte
en la acera de enfrente.
Alguien debería recordar
que los olvidos nacen de repente.
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