A LO
MEJOR EN EL MAR
Necesito huir, marchar a no
sé dónde. Quedarme sin tierra bajo los pies. Huir de mí, de ti, de la luz y el
viento.
Se desnudó y se tiró al agua
con la elegancia de un ciprés que se acuesta. Se dejó envolver y se hizo
líquida su piel, trasparente su piel, tacto de seda su piel.
Dos pirámides sus pechos, erguidos como torres, empitonando
el agua, abriéndola en dos, dividiéndola a su paso. Abrió sus muslos y el agua
se enredó en el vello de su pubis, tocó su sexo con la ternura de quien toca
una amapola y la penetró invadiendo su interior para habitarla por dentro como
un amor indefinido.
No sé si alguna vez salió
del agua. Pero he comprobado que cuando me adentro en el mar, la espuma
pronuncia un nombre y las caracolas tienen la memoria de su cuerpo. Tal vez un
día la encuentre subida en una ola y entonces nos amaremos para siempre.
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