USTED MERECE UN RESPETO
“Cuando veo a los de las camisetas verdes o a los de
la marea blanca, siempre pienso que vendrán a darnos las gracias porque nosotros,
el Partido Popular, hemos salvado la sanidad y la educación” Lo ha dicho la señora Cospedal en
Guadalajara. Y ha enmarcado este producto de su intelectualidad en una sonrisa
que es una carcajada en diferido. Porque Cospedal siempre lo envuelve todo en
una sonrisa con mantilla y Corpus toledano. Y cree que revestida de la
elegancia que da la custodia de Arfe, puede proclamarse secretaria del partido
de los trabajadores, defensora de la transparencia, de conseguir el destierro
de los bárcenas, de la blanca paloma que inspira a Báñez en su creación de
empleo, de la elevación de los salarios y de figura quijotesca que nos inmuniza
contra la herencia recibida. Cospedal quedaría bien en una hornacina para que
alguien organizara peregrinaciones de parados, de enfermos, de dependientes, de
estudiantes, de trabajadores con sueldos propios de esclavitud. Y seguro que santa Cospedal arreglaría la
situación para que todos disfrutáramos de un bienestar que nos estropeó el
maldito Zapatero.
Los enfermos están ahí, luchando por una medicación
salvadora de la hepatitis C., guardando la fila de una espera infinita para
operarse de una cadera, muriéndose en las salas de urgencia sin ni siquiera
intimidad para orinar, alistándose en sillones de skay sintiendo hasta deseos
de que alguien muera en una planta para que quede libre una cama y descansar la neumonía que puede llevar a la
muerte a un enfermo crónico de e.p.o.c. Y todos esos enfermos merecen el
respeto de una secretaria general del Partido Popular, que desde el blasfemo culto
al Corpus, proclama que han salvado la sanidad. Ella ha recortado el presupuesto
de pediatría oncológica y ha cerrado la planta de niños con cáncer del hospital
de Toledo. La enfermedad es el desvalimiento último y radical por el que
siempre pasa el ser humano. Y cuando se aplasta ese desvalimiento pisoteando
con la falsedad su existencia, se llega, no a un medio de conseguir votos, sino
a la crueldad en grado máximo. La sanidad no está salvada por este gobierno ni
por el partido que lo sustenta, sino que han conseguido hacer del paciente una
mercancía para que revendido a la medicina privada sea productivo como un
estiércol que vivifica las billeteras de ciertas batas blancas.
Hay una marea verde de estudiantes que pueden serlo
porque sus padres disponen de medios. Se regalan terrenos a la docencia
impartida en colegios religiosos, pero se niegan becas para la chavalería que
viene de un taxista o un albañil. Debe quedar claro que la ciencia, la
investigación es cosa de ricos y que los pobres deben ser los que ejerzan un
oficio manual. Pero es que ni siquiera se han promovido centros para esa
enseñanza profesional. Y los pobres tienen que quedarse en las orillas del
saber porque en realidad para qué necesitan los pobres la cultura.
Y cuando los enfermos o los estudiantes avanzan en
mareas verdes y blancas, Cospedal, Wert, Fernández Díaz, Rajoy sólo ven
izquierdistas radicales, filoetarras que quieren dinamitar una democracia hecha
a medida de un partido que ha roto el estado de bienestar porque los derechos
deben dejar de ser derechos. Y se niega el hambre, el abandono de los dependientes.
Y se dice sin rubor que sólo hay que contratar a mujeres que no sean fértiles
por su edad, despreciando la grandeza de su maternidad. Se quiere evitar el
aborto por una parte y por otra sólo se da cabida laboral a las que ya no
pueden ser madres. Lo dice Mónica Oriol, presidenta del Círculo de Empresarios,
sin que ninguno de sus representados le haya echado en cara el vómito que
produce oírla.
Cuando a los ciudadanos se nos proclaman cínicamente
estas coordenadas, se nos arranca la democracia a jirones, se nos astillan los
derechos y se nos roba la dignidad. La corrupción no puede reducirse a una
cuestión económica. Decir lo que ciertos políticos dicen es una corrupción más
lacerante que la que produce robar dinero. Cuando a cambio de cuatro horas de
trabajo al mes y un salario de cien euros se certifica que se crea empleo, se
está inyectando crueldad y humillación en ese trabajador o trabajadora que
tienen que arrodillarse ante el chantaje porque hay tres niños en casa que
piden un vaso de leche, sólo un vaso de leche, como cena.
No soporto este cinismo, esta crueldad. Deberían
recordar algunos políticos ufanos del número de votos obtenidos, que la mayoría
absoluta siempre la tiene el pueblo. Y que los pueblos se cansan de sufrir la
esclavitud y que tarde o temprano sólo los pobres tienen el poder porque no
tienen poder que perder. Paradójico, pero únicamente los pobres hacen las
revoluciones.
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