GENTE IMPORTANTE
La vida no es una respuesta a nada. Es más bien una
concatenación de preguntas porque el ser humano es sobre todo una interrogación
sobre sí mismo. De ahí la humildad, como elemento vivificador, para aprender de
quienes nos superan y aportan sentido al sin sentido que a veces conforma la
existencia.
Uno ha estudiado, leído, discutido, compartido para
incorporar las aportaciones de todo ser pensante. Intercambios, viajes,
conferencias y ese contacto vivo que actúa como ósmosis para digerir todo
aquello que significa un valor en las cabezas ajenas. Y uno ha ido asumiendo lo
que ha encontrado de positivo y rechazando lo que ha creído negativo. Todos
somos discípulos de los demás y agradecemos a la historia lo que ha arrastrado
a lo largo del tiempo para enriquecer nuestro presente. Cosecha que hoy
degustamos y gratitud a quienes nos han ido haciendo lo que somos. Porque el
presente que soy tiene siempre una explicación en el ayer que fui y que fue la
humanidad que me alberga.
Y tenemos en el alma un agradecimiento a cuantos han
influido positivamente en nuestras vidas. Desde aquella maestra de la que nos
enamoramos cuando teníamos quince años a ese catedrático que nos dijo que el
mundo es un puñado de barro que gira alrededor de unos intereses bastardos
donde el hombre es un lobo para el hombre, copiando a Hobes.
Y ese mundo nos enseñó que había hombres y mujeres muy
importantes (uno pensaba que cualquiera lo era, pero por lo visto el término
importante afectaba sólo a un grupo que
merecía todos los privilegios.) Y esos
seres importantes que ocupaban puestos distinguidos en la banca, en los
desfiles, en las alfombras, en las salas vips de los aeropuertos, se sentían
con el derecho y el deber de enseñar a muchos otros, los no importantes, cómo
había que comportarse en la vida para que le vaya bien a no sabemos exactamente
quién. Y los locutores de radios y
televisiones nos advertían que las distintas personalidades habían ocupado el
puesto de preferencia que les correspondía en actos solemnes de traje Armani y
colonia loewe. Y los demás debían permanecer a cierta distancia porque no
estaba bien visto el mono azul de mecánico manchando corbatas de seda italianas. Cada uno en su
sitio. Como cuando la escuela. La profesora de pechos brillantes arriba. Los
alumnos enamorados, abajo. Y en medio el foso que separa a la gente importante
y la plebe. Los que enseñan y los discípulos.
Yo no estuve en aquella boda. Era para gente
importante. El Escorial. Felipe Segundo por los claustros, por la biblioteca.
Aznar-Botella rodeados de gürtel. La gente importante resultó andar revestida
de gente importante, pero en el fondo era una reunión de ladrones. Y Felipe
segundo se escondió entre los arcos del monasterio.
Cataluña, Valencia, Andalucía, Madrid. Un ramillete de
hermosura, pero agusanada. Pujol, Camps, UGT, ERES. Privatizaciones sanitarias
y copagos. Lasquety y Rodríguez, González y Aguirre sexagenaria. Gente
importante, pero hueca. Carcomida por dentro. Contagiando de vulgaridad
rampante a la Sagrada Familia, la Virgen de los Desamparados, la Torre del Oro
o el Madrid chulapa y postinera.
Empresarios que dictan salarios y horarios, despidos,
indemnizaciones y billetes para trabajar en Laponia. Empresarios que pagan en
negro, que adeudan a la Seguridad Social porque tienen que elegir entre cotizar
y comer langosta. Empresarios que recomiendan los mini Jobs porque más cornás
da el hambre y que aseguran que las mujeres en edad fértil no valen para nada y
que las que han sido madres no rinden en sus trabajos. Y las viviendas sociales
levantadas con dinero de todos vendidas a fondos de buitre que se encargan de
desahuciar a personas con cáncer y chavales dependientes. Empresarios que
critican la ayuda de cuatrocientos euros a gente que los recibe sin valer para
nada.
Están más arriba porque son gente importante. Porque
son capaces de dictar las coordenadas de la vida de los demás. Porque saben que
hay que trabajar más y cobrar menos. Y se empeñan en que no creen que el dinero
obtenido de las tarjetas black deba cotizar y tal vez tengan razón porque el
dinero robado no cotiza en parte alguna del mundo. Y por eso Blesa, Rato y
muchos más tenían la conciencia limpia. Había un detalle: mientras paseaban en
yates con ese dinero, lanzaban de su casa a una familia con todos sus miembros
parados y sin ayudas porque se les acabó el derecho a percibir un paro. Cosas
de la gente importante.
Y ahora viene alguien y pone debajo de este artículo
que soy un demagogo. Gracias de todas formas, amigo. No me había dado cuenta de
que estaba entre la gente importante. Usted perdone.
1 comentario:
Si después de lo que está ocurriendo en este País, a la vista de todos, alguien se atreve a hablar de "demagogia". Habrá que pensar que este País no tiene remedio.
Yo como medio ateo que soy, rezaré para que se haga justicia (pero no la divina), y que podamos verla. Porque de lo contrario, más de uno se sentirá que somos unos "gilipollas" ¿Seré demagogo?
Un abrazo Rafael
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