HUBO UN MONTE
Había un monte
dentro de cada gota de lluvia.
Llovían hierbas azules
y cosechas de copos,
trocitos de tu ausencia,
olor a tu nombre,
partículas de la piel de tu ternura.
Había un arco iris
en cada ramo de pestañas
que dejabas como homenaje
a los pies de mis labios.
Había oasis
con cintura de soledad
en los besos colgantes
de mi boca y tu boca.
Y por fin nos hundimos
en el vientre del agua.
Fecundamos las rosas
con abejas de chocolate blanco
y nos fuimos rozando poco a poco
en cada gota colgada
en los andamios del viento.
Se despidieron los montes,
cargaron sus lunas a la espalda
y guardaron las lluvias con sus gotas
y los adioses dentro
para siempre
y el siempre tenía la forma de tu cuerpo
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