CABALLITO
DE CARTON
Pido a quien corresponda
un caballito de cartón.
No sé si a la trinidad
monárquica
de Melchor, Gaspar y
Baltasar
o a la anárquica república
de estrellas.
Tengo un sueño humilde.
Un caballito sobre ruedas,
de cartón las crines,
de cartón su elegancia de
caballo jerezano,
dobladas sus patas,
con ritmo de Macarena mecida
por Sevilla.
No sé a quién pedirle mi
sueño de cartón.
A quien corresponda, digo.
Si besos,
si caricias,
si cinturas,
si muslos diseñados,
si bocas con un cielo en sus
alturas,
si grutas,
si relieves,
si caminos que llevan hasta
el alma,
a ti te pediría.
Porque estás,
porque existes,
porque eres
camino,
meta,
horizonte.
Porque tengo tu piel en el
recuerdo,
tu carne entre las manos,
tu perfume de noche entre
las sábanas.
Pero un caballito de cartón
para esta niñez adulta,
para cargarle penas,
tantas penas,
tantas desesperanzas,
frustraciones de ríos
doblados como ramos de
amapolas.
De cartón mi caballito.
Blanco y negro, pintado
de elementales colores,
pobres,
para soportar esta ruina
humana,
esta melancolía,
esta tristeza,
el cansancio infinito de ser
hombre.
Pido a quien corresponda,
simplemente,
un caballito de cartón.
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