¿QUIEN
NECESITA A ETA?
Hace un tiempo escribí un
artículo titulado “ETA, una necesidad” Mayor Oreja
era entonces Mayor Oreja. Ministro del Interior fue este hombre. Después rodó
por Europa, pero venía a España para hablar de ETA. Dejaba aquí el eco de sus
lamentaciones en la voz de Isabel San Sebastián, Isabel Durán y algunos otros.
Nunca lo oí hablar de economía, de educación, de déficit, de sanidad. Sólo
hablaba de ETA y de algunas ocurrencias episcopales. Era como uno de esos
actores que sirven sólo para el papel de guapos y en consecuencia son incapaces
de representar a un jorobado desdentado y maloliente. El problema surgió cuando
la banda terrorista, con sangre hasta las cejas, con dolor punzando los
hemisferios cerebrales, con madres sin hijos, con hijos sin padres, novias sin
caricias de novio, decidió alejarse de las grietas de un país mutilado, harto
de tiros en la nuca. Volvía la libertad
a los concejales y cargos políticos del País Vasco. Se podía comprar el pan o
el periódico sin la amenaza de una pistola entre los ojos. Y todos sentimos el
alivio de haber vencido un cáncer que se prolongó durante muchos años. Era
posible la paz. Y era posible la vida.
Pero se diría que surgieron
los nostálgicos. Mientras unos estrenaban alegría sin escoltas, inauguraban el
gozo de estar en un parque con los peques, otros echaban en falta argumentos
para llamar etarra a Zapatero, para nombrarle cómplice, traidor de los muertos,
socio en el quehacer terrorista. Aún hoy sentimos la vergüenza de frases dichas
por Rajoy, Alcaraz, María San Gil o el propio Mayor Oreja. Al rostro de
Zapatero le arrojaron la sangre de los muertos y le acusaron de ser prácticamente
quien apretaba el gatillo. Rubalcaba sabe mucho de vómitos nauseabundos
derramados sobre su propia cara. Y esos nostálgicos siguieron invocando la
presencia de ETA porque ETA se les volvió una necesidad de existencia, sin la cual no
sabían de qué hablar políticamente. Y en
las tertulias, en los periódicos podía discutirse de sanidad, de economía, de
educación y al final esos profetas del desastre siempre encontraban un
culpable: ETA. ¿Se acuerdan del 11-M?
Todavía EL MUNDO, Cospedal y monaguillos del poder siguen manteniendo la
acción de la banda terrorista en aquella mañana de primavera y sangre.
Hoy las preocupaciones de
los españoles no están encabezadas por el terrorismo. El hambre, la miseria,
los desahucios, los estómagos infantiles, la sanidad, los dependientes, el
paro, son los puñales clavados por una crisis mortal, por una estafa que va
repartiendo terror, angustia, desesperanza por las casas españolas. Es el
terrorismo económico donde se palpan claramente los vencedores y los vencidos.
Hoy nos duele la vida porque hay más lujo que nunca aupada y sostenida sobre el
hambre y la angustia de una mayoría.
Y cuando estamos en estas,
surgen opciones políticas inconcebibles en nuestra historia democrática.
Líderes que sólo quieren serlo escuchando la voz del pueblo, dándole a cada
ciudadano la posibilidad de comerse todos los días del año su ración de
responsabilidad democrática, su posibilidad de ser sujeto activo de la democracia
en la que quiere vivir y desde la cual desea construir soluciones que nos den
un futuro fruto del esfuerzo de cada uno.
Algunos se han sentido como
asaltados en la esquina del confort democrático y apelan a una democracia
representativa con un desprecio preocupante por la democracia participativa que
ampara la propia Constitución a la que acuden continuamente y continuamente se
apropian como exégetas monopolísticos y excluyentes. Pero no contentos con esa
visión minusválida de la democracia, ahora han redescubierto el terrorismo y lo
afloran en toda reunión de periodistas expertos para imputar a esos nuevos
modos de hacer política. Necesitan nuevamente a ETA para refutar talantes
renovadores y actúan de exorcistas de estilos que reinventan el quehacer
democrático frente a la inercia de las urnas cada cuatro años.
El 25-M, la PAH, PODEMOS y
otros son meros colaboradores de ETA disfrazados de demócratas. Pero ahí están,
por suerte, Eduardo Inda, Alfonso Rojo, los de El Cascabel episcopal, Las Isabeles, para desenmascarar
el terrorismo de nuevo cuño, para advertirnos de que todos estos líderes son
miembros camuflados de un terrorismo que se esconde detrás de cada propuesta.
Aguirre, Cospedal, Cifuentes nos advierten que además de etarras disfrazados
son comunistas, hitlerianos, nazis consumados. Antes, el demonio llevaba
cuernos y rabo. Ahora lleva coleta y compra ropa en Alcampo. Se ha modernizado,
pero en el fondo es el mismo diablo. Antes nos empujaba a la masturbación y la
apertura de piernas en un parque, ahora nos vapulea las conciencias para que
volvamos disimuladamente al tiro en la nuca. Pretenden destruir la democracia
porque la hacen extensiva a toda la ciudadanía, mientras que la auténtica
democracia es un quehacer de unos pocos elegidos por selectos. Y uno ya no
distingue entre democracia y aristocracia.
Cuando creíamos que había
desaparecido el terrorismo de ETA, algunos necesitan de la organización asesina
para poner en evidencia lo que soterradamente pretenden estos movimientos.
Gracias a esa tribu clarividente de periodistas y políticos que nos ponen
frente a frente a las pistolas enfundadas capaces de disparar en cuanto
depositemos una papeleta en las urnas a favor suyo.
Algunos no pueden pasar sin
terrorismo bajo la amenaza de quedarse sin argumentos. Algunos tienen todavía
la necesidad de una nueva ETA.
1 comentario:
Rafael, que bien me siento, leyéndole. ¡Cómo sus artículos dan cumplida respuesta! A lo que algunos sentimos y pensamos, cuando escuchamos a esos tertulianos, de pocos argumentos; pero de demasiada presencia. De ellos nos queda “su olor”. Y algo más… usted nos da los detalles y nos refresca la memoria de lo que ya dijeron.
Con Podemos, también, ha llegado la hora de saber más de cada uno de nosotros mismo. El nombre es lo de menos. Un abrazo maestro.
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