domingo, 16 de junio de 2013

PROSTATA




Tú no eres un cáncer de próstata. Tú tienes un nombre, una mujer, unos hijos, unos nietos. Paco, por ejemplo te llamas. Setenta y dos años se te han echado encima como una pared, como un árbol, como un pantano de compuertas abiertas. Tinto en la terraza del bar. Las miras pasar. Van hermosas. Faldas cortas. Pechos como giraldas horizontales. Labios entreabiertos para que bese el viento pulmones color de rosa. Y tú recordando. Muchos años atrás. Cuando las ingles gritaban y ellas te respondían con una mirada oblicua, como quien no mira, pero deseando tus ojos mientras compraban el pan caliente.

Hoy te has vuelto opaco, gris marengo. Tienes el alma oscura, Caídos los párpados, como anocheciendo. No pasan las muchachas. A lo mejor ni existen. Guardaron las minifaldas, los pechos hierba segada, pequeñita, sólo para que se posen mariposas azules. Ella haciendo la sopa. Sesenta y nueve tiene. Tres hijos. Cinco nietos. Y ella haciendo la sopa con dos euros cincuenta porque no da para más la pensión.

Tiene cáncer, Paco. Exploración rectal. Alto, muy alto el PSA. Cáncer, Paco. Pero tranquilo. Operamos. Tratamiento y puede durar mucho. Dijo la palabra exacta. Puede durar. No confundir con vivir, pensó Paco. A lo mejor inútiles las caricias de ella, la cercanía de sus muslos marchitos, sí, marchitos pero de ella, de aquel amor de siempre, de aquellos labios de siempre, de aquellos abrazos de siempre.

Lo apuntó en un papel y lo deletreaba. Era un nombre difícil: hiperplasia prostática que ha degenerado en cáncer. Tienen los médicos que justificar sus honorarios, sus estudios, su paso por la universidad con nombres imposibles. Paco lo explicaba a sus compañeros de cartas. Se pone grande la próstata y te jode para el resto. Te la quitan, te dan una “medecina” que te deja calvo y a durar lo que dures.

Vamos tirando, respondía veinte veces al día Paco. Veinte preguntas. Veinte respuestas fotocopiadas. Vamos tirando. Y seguía su paseo en busca de la sopa de dos euros y medio para los hijos parados, para las nueras paradas, para los niños con pelotas de trapo como en aquellos tiempos.

Hoy Paco ha ido al hospital. Tiene que empezar con la “medecina” que lo dejará calvo. Es una medicación muy cara, Don Francisco. Le han llamado Don Francisco, tal vez por primera vez en la vida. Tan cara, Don Francisco, que no la tenemos. Ha dicho el gobierno que no hay dinero, que hay que recortar gastos sanitarios. Lo decía a todas horas la tele. La crisis, la prima de riesgo, los mercados, la deuda, el déficit. Todas esas palabras envueltas en papel de estafa querían decir una sola cosa: No se le puede dar esa medicación. Si quiere, cómprela. Se la receta su urólogo y se la compra, Don Francisco. ¿Y cómo hago para comprarla con una pensión de seiscientos euros, tres hijos parados, tres nueras paradas y los nietos con pelotas de trapo? ¿Qué solución me da usted? Yo no tengo la solución, Don Francisco. Sólo puedo aconsejarle que la compre. (Se me está ocurriendo la solución única: muérase cuanto antes. Un infarto, un aneurisma, una hemoptisis…La he pensado, pero me la callo)

Paco se marchó despacio. Setenta y dos años. Arrugas de campo, de camionero, de andamio. No vio a nadie por el camino. Ni muchachas hermosas de minifalda, ni amigos que preguntan, ni nietos saliendo a su encuentro.

Y ella: ¿Ya tienes la medicación?  Y él: Que dice la “dortora” que no era tan mala la cosa y que no hace falta que tome nada. Y me alegro. Me iba a ver muy raro sin mi pelo de siempre. Y los hijos y las nueras y los nietos. Todos pensando lo que no quieren pensar. Y los pequeños contentos porque su abuelo se ha puesto bueno.

Paco se acostó aquella noche. Se acurrucó junto a ella y se puso a llorar por dentro. A lo mejor la muerte era eso: un llanto en silencio para humedecer la eternidad y que no te haga daño al rozarla.

No tengo la solución, Don Francisco. El farmacéutico no lo volvió a ver. A veces se preguntaba si se habría muerto ya. Era lo que aconsejaban la prima de riesgo, el déficit, los mercados, la deuda, todo aquel bolo alimenticio envuelto en papel de estafa.



1 comentario:

Justino dijo...

Gracias, Rafa, una vez más por tu palabra "profética", que desnuda la realidad y penetra el alma, intranquiliza y compromete...