AMANTES (2º)
Con tu marido o tu escolta. No
sé. Hemos tenido que disimular la sangre y besarnos como jurando una bandera.
¿Cuánto tiempo fuiste mi amante? Lo soy. Tengo tu amor aquí, dentro de la
tumba. Ocupando conmigo el metro de
tierra que le corresponde a los muertos. Quiero hacer el amor contigo. Estoy
muerto. Sólo contigo. Ahora. Me voy a desnudar ante tu muerte. Tengo cuarenta
años. Pero eres hermosa. Soy como tú me ves.
Amar es crear al otro. Y te hago hermosa. Trabajo tu belleza como si hiciera
un amanecer artesano. Despacio. Para no estropear los rayos de sol. Te has
convertido en el fruto de mi muerte. Hechura de mi muerte eres. Esto es hacer
el amor. Crearte y recrearte. El sexo como un ciprés. El sexo como palomas de
par en par. Creándote. Haciéndote de la nada. Para sentirte aquí. Para tocarte.
Para fundarte como una ciudad inmensa. Con una plaza grande. Y tú fuente
central de agua limpia. Pasa alguien con su sed a cuestas. No siga de largo.
Beba usted también. Hay agua para todos. Y lo niños juegan haciendo mundos de
jabón con el agua limpia de tu fuente. Riégame la muerte. Que me crezcan flores
en los ojos. Azucenas. Y lirios. Y ramas en las manos. Para aupar tus raíces.
Para palpar tu cuerpo de cuarenta años. Ponme en los ojos tus ojos. En mis ojos
vacíos de muerto irremediable. Yo también quiero hacer el amor. Porque lo he
soñado muchas veces. Porque me urge. Porque es la manera de reencontrarme con
la existencia. Existiré si me amas. Hazme en tu palabra creadora. Estoy cansado
de ser muerto. Ahora estás aquí. No sueño. No imagino. Estás. Sigue siendo mi
amante. Para no dejarme morir. Para surgir de tu regazo. Para que seas madre.
Mi madre. Para que estés pariéndome. Aquí. Ahora. Con el dolor de una
esperanza. Con la esperanza de un amor. Pariéndome. Preñada tú de mí. Llevándome
interiormente. Soportándome. Con tu orgullo de madre mostrado por la calle. Lo
llevo. Quiero llevarlo. En el planeta de mi vientre, él. Que lo sepan todos.
Tengo dentro a mi amante. No es mi hijo. Es mi amante. O es mi hijo. No sé. Lo
es todo. Y yo existiendo en tu amor amniótico. Reconstruido. Retornado al
paraíso. Subiendo a las palmeras de tu sangre. Alimentado en las lunas de tus
pechos, que dejaron su forma para siempre en mis manos. Huella para siempre. Te
lo dije. No olvidaré nunca el paisaje de tus ingles y el olor de tus pechos.
Aunque huiste antes de tener cuarenta
años. Sólo diez y ocho. Carne de hierba. Agua limpia. Mujer de diez y ocho.
Cuajada como una primavera recién inaugurada. Hecha rotundidad. Manos
acostumbradas a la forma de los pechos que ahora me alimentan. Que ahora son
pan bueno. Tus huesos de nardo quiero.
Ahora que soy
hombre. Ahora que
me estoy muriendo.
Que a lo mejor estoy muerto. Y
tienes que acomodar tu postura al metro de tierra que me corresponde. Como a todos
los muertos. Yo estoy en tu vientre. Tú en mi tumba. Haciendo de las caricias
una actitud eterna. Amantes para siempre. Apretadas tu vida y mi muerte.
Fundidas. Una misma cosa. Bloque único. Sin que nadie pueda distinguirlas. Sin
posible destrucción. Amándonos como sólo se aman los muertos. Mi vida y tu
muerte. Indistintas. Amantes para siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario