TENGO
QUE SER PUTA
Un reportaje en televisión se ha clavado en el ambiente como un puñal.
Mujer. Treinta y ocho años. Hermosa. Bata desabrochada con picardía suficiente
para que se adivinen los pechos, los muslos, el vértice de la vida, su rosa
azul. Farmacéutica. Dos hijos. Divorciada. Techo hipotecado, de los tiempos en
que su licenciatura le valía para
regalar sonrisas a sus hijos, su recibo bancario, unas cervezas con besos y un
nuevo amor de domingos por la tarde.
Le ha cambiado el camino. La cola del
INEM metamorfosea la existencia y ya no eres capaz de averiguar si lo que
arrastras es tu vida o una sombra descolgada de un alma destruida. Ha escarbado
las calles durante meses en busca de trabajo. Ya le llamaremos. Ya le
llamaremos. Ya le llamaremos. Letanía repetida, ventolera capaz de llevarse las
ilusiones hasta estamparlas contra un malecón rocoso.
Un día llamó a la puerta la amenaza de
un desahucio. Era urgente apuntalar el techo porque si se derrumbaba, se le
caía la vida, la aplastaría junto a sus
hijos. Noche boca arriba, preguntando a nadie, suplicando a nadie, exigiendo a
nadie. Se levantó y no se vio en el espejo. A lo mejor ya no existía. Se puso frente
al ordenador y tecleó en google cómo podía hacerse puta de forma abreviada. Se
desabrochó la bata elegante de cuando entonces y asomó sus caderas a la
pantalla de colores. Alguien le escupió un piropo vomitivo. Te gustaría, me
gustaría, tu boca, tus muslos, tu espalda. Y se retorció de placer al otro
lado. No supo ponerle precio a su carne. El cliente fue generoso. Cien euros.
Pan, leche, huevos, filetes. Porque las
putas también tenemos derecho a filetes, pensó. Y así un día y otro y otro. Catorce
horas de mercado, con la carne expuesta, esperando erecciones solitarias,
imposibles, soledades de cama sin abrazos.
España se fue haciendo elegante. Tiene
también treinta y tantos años. Redimió su figura maltratada por una dictadura
infinita. Poco a poco se fue poniendo guapa. Sanidad universal. Derechos de
reunión, de expresión, de manifestación. Enseñanza mantenida con impuestos. Pensión de jubilación como el
regalo que cada trabajador se hacía a sí mismo para cuando el reuma, para
cuando los pulmones, para cuando la petanca, para cuando de nuevo se tomaran de
la mano y pasearan la gloria de sus arrugas por las aceras del orgullo. Amor en
los labios de hombres y mujeres porque era un derecho. Carreteras, trenes de
alta velocidad, ciudades con garbo. España se hizo alegre, como antes de las
balas, de los julios ensangrentados, de los gernikas aplastados, de las
cunetas, de los paseíllos al amanecer. Volvíamos a ser hombres y mujeres
capaces de hacer historia, de ver sólo adversarios donde había enemigos.
Volvimos a mirarnos al espejo y a reconocernos. Nos inauguramos y empezamos a
cumplir historia, a soñar con esperanzas, a construir el futuro.
Seis millones y muchos de parados.
Millones sin ningún ingreso económico. Sanidad y docencia convertidas en
negocio. Jubilados reciclados en la angustia de ser viejos. Servicios sociales
que han dejado de ser servicios y ni siquiera son sociales. Una legislación
laboral diseñada para que el trabajo no sea un derecho, sino el capricho de
quien pasa una noche feliz o ha tenido una pesadilla. Emigrando como entonces,
como cuando la maleta de cartón atada con una cuerda. Libertades tachadas de
nazismo, de filo terrorismo. El miedo como arma para arrinconar contra la pared
de la angustia. Tiros de gracia en el pan de los hijos. La desesperanza
instalada en los pulmones de la vida para que la asfixia sea la forma de
respirar la pobreza más humillante. Tronchado el futuro para que deje de ser
imán del presente. Besos enterrados para que se agrieten los labios. Amor
triturado para abortar la creación. Mañana que no es mañana porque no hay
tiempo ni para ser hoy.
Nos hemos quedado sin pechos, sin
caderas, sin muslos. Se han helado los besos. Hemos olvidado las caricias.
Tenemos que ser putas. Sólo nos queda ser putas.
1 comentario:
Estimado Sr: Después de haber leído sus artículos "La propiedad de la palabra" y "Bendito el fruto de tu vientre", me gustaría compartir con Vd. una serie de ideas que relacionadas con la filosofía constituirían la base de las modificaciones que en lo económico considero debemos abordar en nuestra sociedad.
Saludos
de Gregorio
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