NI PREGUNTO
“El
ser humano es una oscura noticia sobre sí mismo” Así nos define Karl Rhaner y sobre esta
definición construye una visión antropológica digna de ser tenida muy en cuenta
a la hora de ponernos de acuerdo con nuestro propio corazón. Sostenernos como
oscura pregunta nos lleva a no conformarnos con las respuestas que nos brindan
las ciencias, las filosofías o las religiones. No somos compuestos
electrónicos, ni animales racionales ni seres arrojados a la existencia por un
dios creacionista desentendido y no comprometido con la existencia humana.
Debemos remitirnos a esa interrogante que somos para realizarnos como pregunta
sin alcanzar tal vez nunca la respuesta definitiva, asumiendo nuestra propia oscuridad,
la opacidad de las coordenadas en que crecemos hasta la interrogante última de
la muerte irredenta, ”pasión inútil” y
sartriana, náusea, nada con volumen de tiempo.
Si
tenemos enraizada esa esencia de ser pregunta, no debemos asustarnos de la
delgadez de las respuestas. Palpando vamos, ciegos de nuestro propio rostro,
para encontrarnos nuevamente en la dimensión de ser pregunta, sólo pregunta. La
primavera no es la respuesta al invierno. Es sólo la nueva elegancia de ser del
mundo que decae en otoño. Rotamos como mundo que somos. Y ahí estamos, oscura
noticia sobre nosotros,
Cuando
el ser humano llega al cansancio de sí mismo, deja de ser como tal. Y es
entonces la muerte. Ella es la noticia última. Se ha muerto porque se ha
cansado de sí mismo. Morirse es un verbo reflexivo. La muerte no sobreviene. La
llevamos en los adentros hasta que dejamos de ejercer la reflexión existencial.
Y entonces nos morimos. Cada uno se muere a sí mismo porque se hastía de ser
pregunta, de que cada interrogante engendre una nueva interrogante. Me muero
porque me ha podido la fatiga de preguntarme.
La
actualidad política española está llevando a la sociedad al hastío más
agotador, más sangrante, más agonizante de los últimos cuarenta años. La
democracia ha dejado de ser democracia para convertirse en una dictadura de
mocasín y corbata de seda. A nuestros políticos se les llena el alma hablando
de democracia, de derechos humanos, de libertad de expresión, de ciudadanía, de
servicio a la comunidad, del bien común. Y resuena el aplauso de mayorías
absolutas porque las decisiones gubernamentales acaban con la fiera popular en
el circo abyecto y más romano que nunca. Pero ni coliseum romano necesita.
Simplemente un coso de tablas prefabricado es suficiente para que la bestia caiga fulminada por el gladiador político de
turno. Y uno decide tumbarse en la arena porque el cansancio es agotador. Y ni
siquiera pregunto.
Seis
millones de parados. Cuando la familia. Cuando la luz, el teléfono, el gas.
Cuando se apaga el calor porque el calor cuesta dinero. Porque el currículum es
una competencia de diez mil que piden y una
sola oferta de barrendero de barrio. Qué alegría el mono verde y la gorra,
aunque siempre he vestido de armani-gemelos-oro-crema antiage de las caras. Y
vuelva usted otro día, como un puñetazo entre los ojos. Pero ya ni pregunto.
Secretario
judicial, antidisturbios (fuerzas de seguridad, del orden le llaman) y un
cerrajero a comisión. Vamos a buscar un puente, un cajero, a arroparnos con la
rendición, con el no puedo más, rebuscando cartones, un vaso de leche y una
nana. Tan cansado que ni siquiera pregunto.
Paciente
me llamaban. Neumonía y oxígeno a cuestas. Fiebre alta. Hipoxia. No hay cama.
Un sillón de plástico si acaso. Y me fui muriendo poco a poco. Cliente, ahora
soy cliente con un caldo caliente mientras alguien defeca en el sillón frontera
de otro cliente, sólo cliente. Pero ni pregunto.
Obligación
de estudiar, de ser universitario. Porque yo tuve que trabajar desde muy joven.
Tú tienes que estudiar para ser un hombre de provecho. Nunca supe a quién tenía
que aprovechar. Me enteré más tarde, cuando no había remedio, cuando mi título
de filósofo sirvió sólo para envolver el pincho de tortilla de las once y a
escondidas como mensajero. Me trago el asco y ni pregunto.
Mi
cuerpo dependiente del amor de alguien, con una madre artrítica que quiere y no
puede, que pregunta quién va a empujar mi silla cuando ella se vaya porque la
ha agotado el cansancio de vivir. Yo miro a no sé dónde y ni pregunto.
Tres
millones de estómagos, comiéndose el hambre para saciar el hambre, el vacío
para llenar el vacío, la desesperanza para masticar la desesperanza. Y ni
siquiera pregunto.
Y
así la pobreza por millones. Y el vómito por millones. Y la vergüenza de la
miseria por millones. El cansancio. El hastío. La desilusión, El cerebro
ahogado porque es malo pensar, preguntar, ahondar. Mejor ni pregunto.
Que
si Aznar, que si Zapatero, que si Rajoy. Porque la globalización. Porque la
bolsa, la prima de riesgo, los mercados, el déficit, la deuda. Si Floriano, si Rubalcaba, Si
Bárcenas, si Griñan.
Me
preocupa el pan, la leche, el techo. No quiero ser un hombre de provecho porque
no quiero aprovechar a nadie, porque me niego a ser un plato de angulas para
algunos.
Están
consiguiendo que me muera porque me han robado mi capacidad de ser pregunta. Me
rindo porque ni siquiera pregunto.
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