Veinte de noviembre. Ya no fue aniversario. Silencio sepultado en Cuelgamuros. Cruz sosteniendo la niebla. Sembrada España de urnas, de palabras colgadas de papeletas hermosas, dobladas con mimo, sin botas pisando libertades. Elecciones. Voluntades proclamando amores políticos. Voto-compromiso para que no se sientan solos en la cúspide de la pirámide, para que el vértice no aplaste espaldas electorales.
Rouco Varela peregrinando hasta Génova para rezarle al nuevo San Mariano, Santa Soraya, Santa María Dolores. Para implorarles que deroguen la educación para la ciudadanía que enseña democracia, comportamiento responsable como habitantes del compromiso compartido. Hay que canjear esa ley por Ripalda, como hizo Franco-destructor-de-comunismo y contubernios judeo-masónicos. Rouco implora la derogación del matrimonio homosexual, porque el amor es un privilegio hombre-mujer. Hay que prohibir el amor como derecho universal. Hay que tumbar rápidamente la ley de educación sexual y reproducción. Ya no está Bibiana que se creía que el sexo era un éxtasis amoroso. El sexo –dice el episcopado- no puede ser un placer, sólo un medio de procreación. No hemos prometido nada, responden los nuevos santos del Partido Popular. “Todo depende” respondía antes el candidato y sigue respondiendo ahora porque sigue instalado en las espaldas del silencio.
Dicen que CIU ha obtenido un triunfo histórico. Pero ya lo han enturbiado con impuestos sobre la enfermedad, el agua, la gasolina, los funcionarios… “Si hubiera dicho todo esto en la campaña, no hubiéramos obtenido votos” con firma Durán i Lleida. CIU escondida en las espaldas del silencio.
Feijó y Valcárcel amontonando sobre el dolor de los parados el dolor del desamparo sanitario. La verdad es que si lográsemos la muerte de cinco millones de desempleados, ahorraríamos millones de euros. Cerraríamos el INEM por traspaso de negocio y Merkel ganaría prestigio para su campaña. Galicia y Murcia a las espaldas del silencio.
Aguirre, emperatriz de Lavapiés, despide a miles de profesores, premia la enseñanza privada, desprecia la pública. Esperanza es una incomprendida. Todos hablan de recortes, menos Figar. Esa joven consejera apoya la enseñanza ¿pública? ¿privada? Depende. ¿De qué depende? Rejoneadora a las espaldas del silencio.
María Dolores quiere ahorrar. La han visto de noche ahogando farmacias y asistencia médica. La salud para quien se la pague. El estado de bienestar produce enfisemas por exceso de tabaco, infartos por no hacer ejercicio y cánceres por voluntad divina. Cuatrocientas personas pierden su trabajo diariamente en Castilla La Mancha. María Dolores lo calló porque se sentía cómoda a espaldas del silencio.
Rajoy venía camino del balcón. César triunfal rodeado de Moragas, Pons y Alberto. Le cubrían las espaldas por si Esperanza, por si Aznar, por si Botella. Venía de decir que no tenía nada que decir. Llegaba a escondidas de la palabra. Puedo prometer, pero no prometo. Mezcla de Durán i Lleida, Feijó, Valcárcel, Artur Mas. España como en la catequesis, esperando el sermón de la montaña, promesas de vida mejor, de trabajo, de vivienda, de préstamos sin usura (contradicción flagrante). Lleva varios días escondido debajo de las urnas, aplastado por millones de votos, hundido en el chapapote de una mayoría. Sin poder gritarle a Zapatero que ha traicionado a los muertos, asustando a Rubalcaba con un faisán empapado en prestige, sin echarle en cara al gobierno que ha entregado España a la banda de las pistolas negras.
Rajoy tuvo que decir, pero no dijo. Y ahora se le han olvidado las palabras. Se ha quedado mudo ante su niña tan niña de hace cuatro años convertida en prima de riesgo, en mujer-Merkel, en Sarkozy-profesor-artes-marciales. A lo mejor la campaña fue una broma de Soraya, una pesadilla con Camps y Mata. No sale del despacho porque Zapatero le ha atrancado la puerta con cinco millones de parados, con funcionarios, con farmacias de Cospedal vacías, con maestros verdes que te quiero verde, con barones empujando la entrada de los ministerios, con Pons creando millones de trabajos, con Esperanza pateando a Granados, con Cascos pescando atunes.
Rajoy quiere esconderse en las alcantarillas del olvido. Pero resulta imposible. Lo han visto pasar empotrado en las espaldas del silencio.
2 comentarios:
Tristemente hermoso
tristemente doloroso,
vivo, descarnado y penoso...!
Con afecto, Marcos.
Es cierto: Rajoy dice que no habla (menos aún con una persona de 15 años) porque trabaja. Pero ha salido de ese aplastamiento que tan bien has descrito en dos ocasiones: una para rendir pleitesía a los emperadores del Imperio Eurozónico (como recién nombrado Gobernador de la Provincia de Hispania) y otra para preguntar a los banqueros españoles cuánto más necesitan sus arcas. Malos presagios, peores augures, malos tiempos para la lírica...
¡Ha sido todo un descubrimiento encontrate!
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