Elecciones 20 de Noviembre. Aniversario de hace tiempo. Presente ahora. Socialismo cumpliendo casi ocho años. Anticipadas porque Zapatero tiene prisa por inaugurar León. Después vienen las nevadas. Cierran las gasolineras y no puede uno tomarse un café con Pepe Blanco que va camino de Galicia. Merkel no sabe dónde está León. Deja en la Moncloa la prima de riesgo, la deuda soberana, las pensiones en su sitio, los parados. Todo queda ordenado en los anaqueles de palacio porque pertenecen al patrimonio nacional.
Elecciones 20 de noviembre. Derrotado el PSOE. Millones despechados ronroneando con otra. Cantando en otras rejas. ¡Ay pena, penita, pena! Rubalcaba llorando por los rincones de Elena Valenciano. Huyendo de la soledad que es Ferraz, del gentío que es Ferraz, de los puñales de Ferraz. ¿Me quieren? ¿No me quieren? Y al final, el ombligo de la margarita sin respuesta. A hombros la utopía, pasando de mano en mano en un ataud de recuerdos. Falsa moneda enterrada a lo mejor para el futuro.
La izquierda ha sufrido una derrota. ¿Y la derecha? Ciento ochenta y seis escaños fruto de votantes entusiasmados con el discurso preelectoral de Mariano Rajoy. Derecha convertida en el Partido de los Trabajadores por magia de María Dolores Cospedal. El INEM plantó su tienda en Génova para vivir la confortabilidad que no supo darle el Partido Socialista. Cinco millones de parados ocupando la acera, guardando cola para entrevistarse con el presidente que prometió devolverles a los españoles la felicidad, convencidos de que bajarían del despacho de la planta noble con un trabajo bajo el brazo. Los viejos agradeciendo la subida de sus pensiones. Los enfermos sabiendo que van a disfrutar de una sanidad sin recortes. La chavalería satisfecha con su educación pública. ¡Qué alegría cuando me dijeron: vamos a la casa de Rajoy!
¿Ha triunfado la derecha? El partido político que la representa se ha alzado con una victoria contundente. ¿Pero han triunfado los votantes? Castilla la Mancha, Galicia, Murcia, Madrid están abriéndole camino a Rajoy. Al dolor del cáncer se añade la desnudez de la asistencia sanitaria si el paciente es un parado de larga duración. Se les atenderá con una tarjeta que significa carencia de ingresos como si de una casa de socorro franquista se tratara. Pura beneficencia de tiempos pasados pero que vuelven a resurgir. Habrá enfermos gallegos y murcianos que habrán votado a la derecha. Su voto ha sido derrotado por una mengua de asistencia sanitaria que Felipe González convirtió en un derecho de todos.
La enseñanza se ve reducida a “instrucción” según los planes de Lucía Figar. Ese regreso pedagógico, inconcebible para una enseñanza moderna, crea un sobrante de miles de profesores. Quienes han votado derecha han sufrido la derrota de la enseñanza pública por una desviación orientada descaradamente hacia la privada.
Los trabajadores en activo tienen encima la espada del despido libre. Los desempleados están amenazados con un recorte (ojalá no suspensión) de la cobertura por desempleo. Han sufrido una derrota si han votado a esta derecha.
Los homosexuales ven peligrar su matrimonio. El amor debe contar con la bendición de Rouco Varela. El amor, como plaza grande donde todos debemos sentirnos acogidos, ha colgado el cartel de reservado el derecho de admisión. El cariño, la sexualidad, ciertos proyectos de vida en común van a ser privatizados por la autoridad mitrada. Los que hayan votado a esta derecha nacional-católica han sido derrotados
Esta nueva visión de la sociedad nos afecta a todos. Ha triunfado una fuerza política. La izquierda ha sido derrotada. ¿Ha sido derrotada la derecha? La solución a lo largo de los próximos cuatro años, con la precaución de que Merkel no rompa la legitimidad de las urnas y nos coloque un tecnócrata arruinando una democracia que nos ha costado demasiado como para tirarla monte abajo.
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