Qué fue de aquella tarde
de lunas asomadas,
besos horizontales
circunvalando tu cuerpo
con tu melena azul entre mis manos.
Palabra tu piel, palabra
de futuro inconcreto.
Horizontes tus labios, horizontes
de vientres nublados.
Hay días sin tardes, sin noches
para amarte despacio.
Se enamoraron los ríos
con la última mirada,
la lejanía última,
con el adiós eterno que nos puso
la soledad en el vértice
de los pinos con nieve.
Estamos más solos,
a lo mejor más muertos,
más impares
sin el vientre de los besos.
Qué fue de aquella tarde
de caminos tragados,
de huellas sin pies,
de abrazos sin abrazos.
Junto al hombre sin hombre
te sigo esperando.
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