NO HAY LUZ
No hay luz.
Apagado tu nombre,
tu sexo en penumbra
para prohibir el eco
genital del grito.
No hay luz.
La carne opaca
no tiene caminos
que lleguen a tu boca,
a tu cintura líquida
de río entre los montes
azules de tus pechos.
No hay luz
para cargar este rayo
y hacerlo tormenta
que resuene en tu vientre,
en los ojos de tu vientre aterido
de fronteras.
Ignoro si existo
porque no sé si existes.
Aspiro tan sólo
a pronunciar los besos
que configuran tu nombre
de pie sobre tu cuerpo.
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