TRES MILLONES
“Ya
ha pasado lo peor de la crisis” “Vamos saliendo del túnel” “Hay esperanza en el
horizonte” Palabras huecas que pronuncian los gobernantes para anestesiar la
conciencia crítica de los ciudadanos, una prórroga del miedo narcotizante que
mata el grito, la rebeldía, la indignación. Empinamos la existencia, calzamos
tacones a la desesperanza y nos asomamos a una tapia para tocar un futuro invisible porque la
mentira organizada nos promete que está ahí, tras la visión de un Rodrigo de
Triana, desbrozador de nubes.
¿Pero
quién incorpora estas frases manidas,
huecas, preñadas de inercia política?
¿Los que han soportado la crisis sobre sus hombros o los que se han
lucrado con ella convirtiéndola en una estafa? Porque la compra del morcillo
para un cocido o de un ferrari último modelo ha marcado el abismo histórico, el
desgarro siempre programado entre ricos
y pobres. 508 millones de euros confiesa haber ganado el presidente de Mercadona,
un empresario mostrado por algunos como modelo y que recomienda que para salir
adelante deberíamos trabajar como los chinos, es decir, con salarios mínimos,
sin vacaciones, con pocas horas de
descanso. Conseguiríamos así que unos pocos coleccionaran millones a costa de
que algunos no tuvieran ni tiempo ni ganas de acariciar un vientre o recorrer
unos labios. Es el neoliberalismo más puro que se afianza sobre las espaldas de
una mayoría para beneficio de una minoría porque así lo imponen las leyes
naturales, las del mercado y hasta la enseñanza de la historia.
Tres
millones de españoles viven en la más absoluta pobreza. La miseria hace cola en
las oficinas del INEM, en los puentes con sueños desahuciados, en los comedores
de cáritas, en los contenedores de los supermercados, en las morgues donde se
ha muerto de pena la pena. Manos de ladrillo rotas, percebeiras con espuma
entre los ojos, estudiantes de portátil-camareros de Alemania, parados
petrificados como estatuas indecentes, vomitadas por la avaricia bancaria, por
crisis diagramadas para que el hambre tenga dimensiones exactas, para que la
sanidad produzca los muertos previstos por el equilibrio presupuestario, para
que la educación cree talentos que iluminen microscopios de hospitales ingleses,
para que los investigadores sirvan cervezas a la Alemania de Merkel.
Tres
millones de pobres por las aceras de España pidiendo pan, sólo pan, porque
están hartos de palabras, de promesas electorales, de empleo para todos, de
pensiones revalorizadas, de hospitales públicos nunca privatizados, de ayudas a
parados, de empuje a emprendedores, de investigación y desarrollo para ahondar
en el misterio de la vida, de enseñanza gratuita y becada para que no se pierda
un solo talento. Y así, palabra sobre palabra, promesa sobre promesa hasta la
desesperación más plena. Tres millones de pobres de la España-potencia-mundial.
¿Puede un país permitirse la miseria de tres millones? ¿Por el mercado, por el
déficit, por la prima de riesgo, por haber vivido por encima de nadie sabe qué
posibilidades? Tres millones de ciudadanos que no han creado la crisis que
sirve de coartada para estafarlos. Porque para que la banca se rehaga de sus
excesos, se carga sobre los hombros de tres millones de pobres la carencia de
vivienda, de servicios sociales, de trabajo, de sanidad, de docencia, de ayuda
a dependientes. Un país no sostiene su dignidad cuando permite que carezca de
ella una parte importante de sus habitantes. Los gobiernos no plantan cara a
unas exigencias que provienen de una Unión Europea convertida en simple
mercado. Porque Europa ya no existe como unión, es sólo una conjunción de mercaderes patrocinado
por un nazismo económico que pisotea la dignidad humana, que desprecia la
pobreza creada, que avanza apartando la miseria sin importarle el hambre, la
carencia más absoluta de derechos, el olor nauseabundo de cadáveres amontonados
en las cunetas. Los seres humanos son economía, mercado, déficit. No importa la
reducción de la humanidad a simple y obscena estadística.
España
de pie sobre su propio vómito. “Ya ha pasado lo peor” “Vamos saliendo de túnel” “Hay esperanza en el horizonte” Tres millones
de pobres abrazados a su hambre, a su muerte anunciada porque farmacia es
copago, porque sumar y multiplicar es un lujo, porque la universidad huele a
chanel, porque la cultura es un derecho de billetera, la sanidad se resuelve en
una casa de socorro, porque la justicia es caridad, porque una noche de amor
desnudo es patrimonio de quien viste un armani, porque la esperanza es espera
tan sólo, “porque la vida se tome el derecho de matarme ya que yo no me tomo la
pena de vivir” que decía Machado exiliado.
Tres
millones son un bulto sospechoso. Llamen a los tedax, dice Merkel. Parecen una
amenaza y hay que desactivarlos.
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