ESTAMOS DE REBAJAS
Las religiones se convierten con frecuencia en un
intercambio comercial. “Si mi hijo encuentra trabajo, voy de rodillas desde
Aluche hasta tu iglesia de Medinaceli”
“Si me curo del cáncer, dormiré en el suelo dos veces por semana” Y así
la religión se prostituye reduciéndose a un comercio entre una divinidad y el
ser humano. Y los representantes de esas religiones fomentan esta faceta de
grandes almacenes en rebajas, dando a entender que los dioses satisfacen su
divinidad con el sufrimiento humano como si un festín de sangre les aportara un
placer tal que los predispone a convertirse en un INEM barato o en un puesto de
morcillas en la plaza de abastos. Y hay ciertos días en que esos dioses se
brindan como rebajas. Entonces es más fácil obtener sus favores a un precio más
barato. Quien observa una cierta conducta los nueve primeros viernes de los
doce meses del año, tiene asegurada la salvación eterna. Dios abre una carpeta
con los nombres de estos cumplidores y les prepara globos de plumas
arcangélicas para que durante toda la eternidad se disfracen de Gabriel o
Rafael y paseen su felicidad por todas las ferias del cielo. Son intercambios
llenos de chantajes.
Los políticos han copiado a las religiones. Durante la
legislatura, el partido de turno, con su presidente a la cabeza, ha llevado al
país según sus criterios y los de la economía que le obligan a conducirnos a la
miseria. “No había otra alternativa” ha
repetido Rajoy durante cuatro años, refugiando su cobardía en la herencia
recibida y en un rescate evitado porque supo meternos en el chiquero y
amontonar allí toda la miseria tratando de hacerla invisible y tapándola con un
crecimiento económico que no se nota en los hogares con hambre. Los ricos han
llegado a ser más ricos a costa de que los pobres sean más pobres. Y D. Mariano
levanta el triunfo de la riqueza de una minoría como una medalla olímpica, con
el orgullo de un triunfo conseguido porque él es el milagro heredado de aquel
Aznar taumatúrgico que nos plantó en la gloria de los países que más viviendas
construía.
Estamos ante unas elecciones. Y sin el más mínimo
rubor, Rajoy se mete en su traje de chantaje descarado y comienza a pregonar
por las plazas su crece pelo, su ungüento maravilloso que cura a los dependientes
mediante un cheque de ayuda, y asegura que bajará los impuestos, y que se
cuidará a las mujeres maltratadas aunque sólo en este año hayan muerto cuarenta
y tantas, y que se acabará el hambre y los desahucios y se crearán cientos de
miles de puestos de trabajo, y los parados, los jóvenes, la educación, la
sanidad…Pero hay que someterse al chantaje: Te doy todo esto siempre y cuando
me votes.
Y los que aspiran a gobernar también recurren al
chantaje. Si me votas, te prometo que haré todo lo contrario que hizo Rajoy.
Porque Rajoy no quiso, no supo, se empeñó en un cambio social machacado por una
ideología contraria a los derechos humanos…
Y los electores vamos de rodillas, papeleta en mano, a
pedirle a San Pedro-PSOE, San Pablo-PODEMOS, San Alberto-CIUDADANOS, un puesto
de trabajo para el hijo parado con mujer y tres churumbeles, sanidad para el
cáncer del padre, una silla de ruedas para el chaval dependiente… Y nuestros
santos taumatúrgicos nos aseguran que sí, que con ellos sí, que no con Mariano,
que ellos tienen mano con la historia para conseguir eso y mucho más.
Hay un grupo de ateos políticos que tuercen el gesto.
Todos son iguales, todos van a robar, todos buscan el poder para enchufar su
post-mandato a Telefónica o Endesa. No queda nadie honrado. (Y uno tiene la
impresión de que estos contra-políticos añoran una dictadura que los libere de
ejercer su protagonismo en la historia de su país).
Este grupo merece un desprecio porque en realidad lo
que buscan es evadirse de la responsabilidad creadora del bienestar común. A
posteriori son los primeros en criticar y en restregar por la cara de su vecino
el triunfo de su mediocridad. “Ya te decía yo…”
Y lo exponen como un triunfo del egoísmo más sangrante.
Los dioses ejercen el chantaje más destructor. Los
políticos el chantaje más evidente. Pero les aseguro que yo no compro en
rebajas y que mi conciencia asume el riesgo político porque acepta el riesgo de
vivir.
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