jueves, 30 de abril de 2015

MARCHA


Quiero marcharme de mis propias cercanías,
de los límites que me circunvalan,
me sitian, me constriñen
y me impiden besarte porque eres lejanía.
Quiero saltar los muros de mi carne,
desafiar los cristales de mis tapias
y fugarme de mí para ser tú.
No me echaré de menos,
no extrañaré mi ausencia.
He vivido exiliado tantas veces
que olvidé regresar para encontrarme.
Trago a trago me beberé el camino
hasta alcanzar  la plaza de tu vientre
y dormiré el cansancio de la vida
sobre el agua que emana de tu cuerpo.
Llegar. Olvidarme.
Ponme una luna entre los ojos
para encontrar tus labios en la noche
y andar tu piel a tientas

desnudo en tu absoluta desnudez.

miércoles, 29 de abril de 2015

CLAVICULAS





Anida la lluvia en el hueco
de tus clavículas.
Nace la primavera
a la altura de tu cuello.
Escalo hasta tu nuca,
hasta el árbol de tu pelo.
Eres la lluvia que me llueve
que moja los besos de mis besos,
magnolia en mi garganta
cuando cruzo
a la otra orilla de tu sexo.
Allí estás, esperando,
bajo el agua rota
y humedeces mi piel
hasta empaparme el alma
y tiritar de ternura entre tus piernas.
Te cabe el mundo en el hueco
de tu clavícula desnuda,
la tierra entera,
la luna vinculada
a la sorpresa de cada instante
cuando alcanzo el asombro de tu carne,
el vértigo de tus pechos.
Quiero esconderme
como la lluvia
en el hondón que hace esquina con el hombro
y sostiene tus ojos.
Quiero asomarme a ti,
averiguarte el alma
y tocar la piel del miedo
de haberte perdido,
y el gozo de encontrarte de nuevo.


martes, 28 de abril de 2015

QUIERO PRONUNCIAR




Quiero pronunciar la palabra
que diga exactamente lo que quiero decir.
Quiero correr el riesgo
de equivocar las sílabas
porque debo encontrar primero
una a una las letras que la forman
y envolverla en el aliento caliente
como si fuera un beso.
Decir entonces lo que quiero decir
sin equivocar el destino de llegada.
Porque quiero decirte, pronunciarte,
convertirte en el eco perfecto.
Eres la palabra que busco,
la que quiero plantar en el aire,
para saber yo mismo
quién eres y por qué no consigo
huir de tu piel,
despegar mi carne de tu carne
sin miedo a la herida consiguiente,
a la sangre inútil que brotará como un rastrojo
que se quema,
que nunca será pan caliente.
Voy a renunciar a la palabra
porque tú eres el último silencio
que me contiene,
donde se incuba la muerte que tengo asignada,
la muerte irrenunciable

a la que tengo derecho.

lunes, 27 de abril de 2015

DOBLE BESO


Tal vez fuera timidez. Tal vez un miedo venial. Tal vez un respeto infundado. El beso se le había hecho duda cartesiana. Un Hamlet en miniatura le danzaba la conciencia.

Lo soñaba. Era hermoso soñar con un beso. Figuraba un planeta de jabón sostenido por su aliento, flotando como un suspiro esférico. Diminuto, pero inmenso, aunque no llegaba a explicarse esa contradicción.

La besaba en la frente. Era un beso de paz, casi religioso. En las mejillas. En los ojos, para beberse sus lágrimas a veces, para sentirse perdido en el jardín de sus pupilas, para dormirse bajo sus párpados y soñarla más cerca. Ella entonces sentía llamas naciéndole en el vientre, subiendo los montes hermosos de sus pechos. Se le llenaba la boca de ríos y le chorreaba una mar por la comisura de los labios. Su lengua era el resumen de todo su ser. Y esperaba, apoyada en el barandal de sus dientes. Esperaba que él se asomara, que por fin se decidiera a besarle los labios con la ternura de un pájaro, pero con la fuerza de un potro desbocado. El se despedía entonces. Y se iba despacio, dejando atrás el empeño de la ternura, un vendaval doblado sobre sí mismo, un ímpetu anestesiado de distancia.

Y de nuevo soñar. De nuevo preguntarle a la luna. De nuevo agujerear la noche porque en la entrañas de la noche  a lo mejor estaba la respuesta. Y el propósito. Mañana. Mañana ahogaría el miedo, le arrancaría la piel al respeto. Mañana enredaría sus dedos en el rubio de su pelo y su Hamlet interior se enfrentaría  a la más bella calavera y llenaría de luz las sombras de su duda cartesiana.

Era un mitin de pájaros la tarde. Una manifestación de rosas. Una concentración de claveles y magnolios. En el banco de enfrente, unas manos buscando piel bajo la falda. Ella, adivinando latidos y relieves. Los dos inventando un mundo en los labios del otro.

-Se besan los labios, dijo él.
-Nosotros no nos sabemos, dijo ella. No nos hemos mordido para degustar los adentros del otro. No se conocen tus labios y los mios. No se nombran. No se han acercado para averiguar si guardan un amanecer, si tienen un jardín dentro, si los dientes son un manojo de flores, si la lengua es un manantial de caricias. Además, besar los labios es besar dos veces.

“Me gusta que me besen los labios porque es besar dos veces” Me lo había dicho aquella mujer hermosa, a la que nunca besé, a la que no besaré nunca. O sí, porque cuando se sueña lo que puede ser una realidad termina siendo realidad. Porque la realidad la hacemos a fuerza de no separarse de aquellos labios que me enseñaron que el beso es uno y trino,  trinidad adorable, con un mar dentro que se hace sal y espuma en la orilla de las bocas.

Algún día nos besaremos, como los del banco del parque, mientras busco tu piel debajo de la falda y tú percibas los latidos y relieves de mi hombría. Habremos recuperado los besos perdidos, los que se fueron por las acequias del miedo, del falso pudor, de los prejuicios sobre la desnudez de la piel.


Te beso. Bésame. Los besos no se piden. Se regalan.

sábado, 25 de abril de 2015

AGOTADO


“Descanse en paz”  “Por lo menos ha descansado”  En ese aparente buen deseo se esconde la definición de lo que es la vida, el dolor, la conciencia de estar vivos. Porque la vida parece ser un enorme cansancio. Por el contrario, la horizontalidad cadavérica la identificamos con ese descanso eterno que la religión nos adjudica como consuelo de la ruptura que encierra la muerte. Alguien se apea de nuestro corazón, se baja de nuestro contacto de piel y acudimos entonces al consuelo de que se agotó del cansancio de vivir. Se nos fue, pero alcanzó el disfrute de dejar atrás el agotamiento de ser-en-el-tiempo para disfrutar de ser-sin-él porque la eternidad no es un alargamiento de horario, sino la rara existencia sin él.

Ultimamente los españoles parece que estamos cansados de democracia. Agotados incluso. Sin fuerza para seguir metiendo un papelito en unas urnas de plástico donde guardamos nuestra decisión de que sea fulano o mengana quien a las diez de la noche de esa noche de preocupación y mesas electorales el ministro de turno nos diga que tal partido se apropiará del país ante un rey no del todo constitucional y prometerá por su conciencia y honor (términos barrocos en estos tiempos en que las cosas se hacen por cojones) cumplir y hacer cumplir (mucho más lo segundo que lo primero) la constitución.

A ese acto de servicio a la patria (de apropiación indebida del país, y por tanto acto delictivo) le ha precedido una campaña electoral. Todos no han dicho que poseen las herramientas suficiente para que España se llame jauja y el mundo nos mande sesenta millones de turistas que comprobarán a base de insolación que como aquí no se vive en ningún sitio, gracias a que los electores le van a dar el voto mayoritario a las más hermosas promesas que ha proclamado Floriano (Cicerón posmoderno) Cospedal (con la sinceridad de que en realidad van saquear con ímpetu renovado), Pedro Sánchez (que a lo mejor se equivoca de botón y vota lleno de gozo a favor de la jerarquía católica) o Albert (desnudo porque confundió el hemiciclo con Interviú), y así indefinidamente. Y todo son promesas de futuro. Incluso aquellos que hicieron lo contrario que prometieron en las últimas elecciones, nos aseguran ahora que nadie como ellos para disfrutar de la redención de una España asesinada por Zapatero. No ha habido recortes, no hay hambre, se ha solucionado el paro y somos la envidia del mundo. El mañana empieza con un salario importante para los más desprotegidos porque la dignidad es patrimonio de todos, con una supresión de desahucios por el derecho a una vivienda digna, el pleno empleo porque el paro degrada al ser humano, una subida de pensiones porque los viejos volverán a ser jubilados, una banca honrada a la fuerza porque el capital está al servicio de los humanos, una enseñanza gratuita porque todos debemos aspirar al cultivo del espíritu, con guarderías porque importa la socialización desde la niñez, una sanidad universal, aportaciones para la investigación, atención total a la dependencia, bajada del IVA, de todos los impuestos, facilidades, facilidades, facilidades…Rajoy nos aseguró que nos iba a hacer felices y lo ha conseguido. Lo reconoce Bruselas, el F.M.I., los grandes inversores. Incluso los niños del universo vienen a nuestro país a comprar “los chuches”  porque tienen una imposición más baja. Y los potentados han pedido que le suban su aportación fiscal porque Montoro los ha convencido de la bondad de la solidaridad. Nadie canta “adiós mi España querida, dentro del alma…” porque no se van los talentos mejor preparados, sino que piden asilo los sabios del submundo que sub-vive más allá de nuestras fronteras.

Bendita campaña electoral. Hemos digerido los mensajes. Hemos enterrado el pasado y volvemos a elegir a aquellos que hasta ayer nos repugnaban por corruptos, malversadores, traidores a la palabra dada. Creemos en el propósito de la enmienda y los llevamos a la gloria de la Moncloa con la bendición de Rouco Varela.

Dentro de muy poco los bares se llenarán de protestas, de maldiciones, de constataciones superficiales que igualan a todos, de condenas de la corrupción, del engaño, de la falsedad. Y los culpables serán los políticos, los que gobiernan, los que nos llevan a la miseria después de habernos pintado una eterna primavera. ¿Qué parte de culpa asumiremos como votantes, como electores, como responsables de nuestro quehacer democrático? ¿Quién de nosotros pedirá perdón por haberse desentendido de la responsabilidad que nos corresponde como ciudadanos? ¿Quién se librará de la culpa de que nos gobiernen los que apostamos que no volverían a gobernar? ¿Quién admitirá que la democracia somos nosotros, el pueblo, y que ellos son simples delegados? Los protagonistas de la historia son los ciudadanos. Zafarse de ese papel nos convierte en cobardes cómplices.

Cuesta trabajo hacer futuro. Parir nunca ha sido fácil. Cuando se renuncia a ello, uno se condena a la esterilidad. Entonces es preferible dejarlo todo atrás, pedir una cruz de madera y un epitafio. “Aquí descansa alguien que hizo de su vida un tremendo y despreciable cansancio”


miércoles, 22 de abril de 2015

AZUCAR


María no se llamaba María, pero me hubiera gustado que se llamara así porque es un nombre íntimo. Me acostumbré a mirarla como si en realidad fuera María. Tenía la mirada llena de besos y la boca sembrada de palmeras. María era hermosa como un amanecer, como un mar sobresaltado de alegría. Sonreía como si el mundo se abriera en dos y descubriera que su alma tiene los contornos de la luna.

-Ella: voy a tomar café.
-Yo: disuelve mi beso en tu taza. Quiero que se endulce con mis labios.
-Ella: Lo hago siempre. Eres el azúcar de mi primer café.

No éramos amantes. ¿O sí? Nunca trenzamos las manos para pasear el amor por los jardines. Nunca nos urgió el deseo hasta fundirnos. Nunca desnudamos los cuerpos en la hierba junto al  río. Nunca nos citamos en la esquina de una alegría. Nos habíamos tocado el alma y las almas se habían amado muchas noches y las almas habían hecho el amor como lo hacen los cipreses con el viento.

La recordaré siempre. “Eres el azúcar de mi primer café” Seguramente no había ensayado la frase. Le brotó con la espontaneidad con la que brotan las flores que son hermosas simplemente porque son hermosas.

No se llamaba Julia. Pero Julia me sonaba a abrazos maternales, a leche vivificante, a embozo de sábana por las noches, a manos que curaban una herida de fútbol infantil. Julia me sabía a madre, a pan caliente, a regalos de cumpleaños, a adiós temprano cuando era más madre porque uno ya era más hijo.

-Ella: voy a tomar café.
-Yo: disuelve mi beso en tu taza. Quiero que te la endulcen mis labios.
-Ella: siempre lo tomo amargo. Me gusta el sabor original del café puro, pero
siento en mis labios la dulzura de tus labios antes del primer sorbo.

Julia usaba unas gafas con cristales al aire que le imprimían cierta impronta  intelectual. Era perfecto su óvalo facial que asumía una boca perfecta. Y unas manos largas, infinitas, aptas para recitar el cuerpo amado. Unas manos que hacía siempre visibles porque sabía todo lo que despertaban en mi imaginación.

Tampoco fuimos amantes ¿O sí? Nos besamos una tarde de lluvia. Debajo de un paraguas los besos están más cerca y es más fácil cerrar los ojos para asumir el éxtasis del agua.

No he querido olvidarla. Incluso cuando la vida me golpea, tiendo a refugiarme en ella y hasta siento mi ser amparado en sus manos largas, peregrinas de la piel amada, que acercaba a su boca para mandarme besos en cada despedida.

Hoy me siento frente a la memoria. Sonrío pensando que fui el azúcar del primer café de María. No fuimos amantes. ¿O sí?


Ya tengo canas en la sangre. Me miro al espejo. ¿Seguirá sintiendo Julia en sus labios la dulzura de mis labios antes del primer sorbo de café? No fuimos amantes. ¿O sí?

martes, 21 de abril de 2015

¿ERES ASI?




Abrazo sombras.
Amo distancias.
Beso lejanías.
Me enamoro de ausencias.
Eres sombra, distancia, lejanía, ausencia.
Por eso la nostalgia.
Por eso extrañarte cada noche.
Por eso la pregunta
entre sábanas recién planchadas
por el contorno de tu cuerpo
dibujado por la luna
en el lado izquierdo de mi cama.
Por eso tengo un alma impar,
el corazón hospiciano,
vacías las cuencas de los ojos
sin ríos para regar tus pupilas.
Son anchas las aceras.
Le sobran márgenes a la soledad.
No hay a quien preguntar
por la dirección de tu vientre y de tus pechos.
Voy a guarecerme de mi mismo,
a esconderme detrás de mi sombra
para que la lluvia no averigüe
las huellas de mi tierra sin raíces.
Voy a morirme a las cinco en punto
embestido por ese toro oscuro
con músculo de monte,

de mar criado por las serranías del sur.
ELLOS SOMOS NOSOTROS


Hasta una construcción gramatical tan burda tiene sentido. Ellos no son lo ajeno, lo alejado, sino que son el nosotros, son nuestra totalidad.

Matas, Fabra, Rato, Bárcenas, Aguirre, Bankia, Gürtel no forman una unidad viva, separada y al margen de quienes hoy gobiernan. Decir que se da la cara con la pretendida falacia de que han sido desterrados de sus filas, ignorando su existencia, olvidando que se presumió de su pertenencia a las propias filas, de que eran orgullo de la organización, es subestimar la memoria de quienes hemos sufrido que nos restregaran por la cara la grandeza del propio partido  en comparación con todo lo que emergiera alrededor de ese tronco vital que tantos momentos de gloria ha dado a la patria. Hoy Mariano Rajoy se esfuerza en dejar claro, junto a María Dolores Cospedal, que hay una distancia infinita entre esas personas (nadie se atreve a pronunciar nombres) y la propia historia del Partido Popular.

El ser humano es un ser-en-el-tiempo. Por tanto, yo soy el yo que me hace el presente junto al ayer que fui y el mañana que seré si llego a ser. Pretender la fractura de cualquiera de las partes hace que desaparezca el todo. Tal vez por eso estemos presididos por un muerto (político) llamado Rajoy y por un conjunto de cadáveres que forman la dirección del Partido que sustenta al gobierno. España huele a tanatorio, a ese repugnante spray que espolvorean  para que no nos llegue el olor a cadáver que invade las paredes. España huele mal. La democracia se nos descompone entre las manos. Las alcantarillas apestan. Y se nos pudre la confianza que tanto nos costó recuperar y que parimos con un dolor de cuarenta años y mucha sangre en el parto. Los ciudadanos se alejan de los políticos porque no soportan el hedor. Los más altos dirigentes que han sido y son alejan a los electores por el simple hecho de su cercanía. No soportamos en tiempo electoral los besos a los niños, a los viejos, a los negros a los que se ha despreciado legalmente, a los inmigrantes a los que se ha dejado sin sanidad y cuya muerte en las fronteras se ha legalizado. No lo soportamos porque manchan, porque dejan una huella de materia descompuesta.

El ser humano tiene capacidad de equivocarse. Por eso, si quiere seguir viviendo en la comunidad, debe pedir perdón y reconocer su fallo. Nuestros políticos no están preocupados por la corrupción, sino porque esa corrupción, imposible de esconder, les reste votos. ¿Qué hacen entonces?  Proclamar que luchan titánicamente contra ella y sobre todo hacer ver que los corruptos son un accidente sobrevenido, casos aislados, una epidemia que se desarrolla más allá de las tapias de su casa, pero nunca en el salón de la propia vivienda. Y se niega con una despreciable desfachatez que tal cosa suceda. En todo caso es herencia de la que nunca logran zafarse para asumir la propia responsabilidad.

Y cuando uno los ve en la tribuna de oradores proclamando los logros económicos, la elaboración de una legislación que mejorará la vida de los españoles, acusando a los demás, comparando el robo de cuarenta millones de euros con la rectificación de 300 en una renta mal hecha, se hunde la confianza. Cuando INDA dice que Monedero es el Bárcenas de Podemos, que con su “desfalco” se podían haber construido hospitales, aumentar las becas, mejorar la situación de los parados, uno siente el vómito caliente en las entrañas. Ni justifico a Monedero ni alabo a Podemos, pero repugna oír semejante comparación. Cuando Marhuenda tacha de ignorantes a todos los que le llevan la contraria, cuando niega la evidencia de la realidad, uno cae en la cuenta de que la podredumbre no está lejos de ciertos periodistas.

Si algunos tuvieran dignidad se exiliarían y se cambiarían la cara y el alma mediante cirugía estética para que nadie nunca más les reconociera. O se esposarían las manos atrás y se presentarían
 en la puerta de una cárcel pidiendo ingresar voluntariamente.

Pero no es así. Pretenden alejarse de la podredumbre ignorando farisaicamente que la podredumbre son ellos mismos.

Ellos somos nosotros. Y que los académicos de la lengua me perdonen.




lunes, 20 de abril de 2015

DESPRECIO


Fue largo el tiempo del teocentrismo. Dios era el eje de la historia, alrededor del cual todo giraba como un planeta brotado del paraíso por la voluntad creadora de ese dios adueñado de su destino y obligado a cumplir su soberana voluntad, amputada la capacidad creadora del hombre y su libertad. Cualquier decisión debía ser confrontada con el querer supremo de la deidad y ser rechazado si no estaba conforme con sus designios. El hombre estaba sometido y su forma de existir era la esclavitud.

El renacimiento le dio al ser humano la responsabilidad de su destino, le obligó a cargar con su propia libertad y en consecuencia lo situó ante la necesidad de definirse cuando la vida le presentaba una disyuntiva de difícil elección.  Llegaron más tarde los humanismos con sus apellidos correspondientes. Parecía que la humanidad reclamaba y encontraba su lugar. Los humanos éramos centro del mundo y los dioses eran relegados al plano interior, pero más  como prójimo de camino que como actor determinante de nuestros horizontes. Las monarquías irían abandonando poco a poco su estructura de vértice de una pirámide injusta y el pueblo tomaría conciencia de su protagonismo no sometido ni a los dioses ni a los reyes que ejercían su papel de amos de sus súbditos. Ivamos adquiriendo la categoría de ciudadanos en los últimos tiempos.

Hace su entrada nefasta el capitalismo con músculo arrollador y vocación de vencedor. El becerro de oro embiste y crujen las ingles, se desgarra el tejido social y la hemorragia termina ahogando la independencia humana, la libertad, los derechos adquiridos. Sobre la arena yacemos todos como un Ignacio Sánchez Mejías. Huele a cadáver, a depósito de muerte el mundo. Se agranda el abismo (siempre existente por otra parte) y la clase trabajadora sufre una esclavitud más indigna y más indignante que la referida a los dioses. Al fin y al cabo dios, se sea o no religioso, representa un valor superior al dinero.

Ese capitalismo salvaje no entiende de valores, derechos, libertades. Ni siquiera le dice nada el término humanidad. Y cuando la rebeldía le hace frente, no tiene escrúpulos en matar el término humanidad y dejar claro que quien decide es el capital, que será en todo caso ese capital quien generosamente otorgue la miseria de derechos que crea convenientes para el mejor desarrollo de las plus valías. Los derechos no existen. Son un regalo de la clase dominante ante la cual hay que doblar la rodilla y rendirle una eucaristía laica, un sacrificio de reconocimiento, una ofrenda de alabanza.

De crisis se habla. Pero la crisis del capitalismo es una estratagema por la cual el dinero se exprime a sí mismo para extraer más zumo y engullir así el poco dinero que aún tienen los bolsillos de los pobres. Por eso la solución consiste en recortes de sanidad, de enseñanza, de dependencia, de investigación, etc. El dinero que se estafa a los pobres sirve para aumentar la riqueza de los más ricos. Y el abismo que separa a unos de otros se agranda, pero se “soluciona” la crisis. No es una ocasión para repartir la riqueza, sino para que unos pocos se apropien del sudor acumulado por la mayoría. De ahí las privatizaciones. Se entrega a los particulares lo que ha sido levantado con el esfuerzo de toda la comunidad. Es decir, se da a ganar dinero a una minoría con el dinero del esfuerzo de la mayoría. No hay otra solución para arreglar la crisis, nos dicen los políticos. Se salva a la banca con la aportación de los engañados. Se le perdona a la banca las estafas cometidas porque las cometió contra los pobres. Y cuando esa banca y las cifras macroeconómicas crecen, se afirma que estamos superando la crisis, aunque queden marginados los estómagos de los niños, aunque se pierda el futuro para la juventud, aunque millones de parados mastiquen cada mañana la desesperación, aunque no se entregue la medicación necesaria a enfermos que morirán sin ella.

El dinero y los que lo poseen crecen en proporción directa al hundimiento en la miseria de una mayoría. Los adinerados plasman así el infinito desprecio que sienten por lo que no lo tienen. Duermo en un hotel de más estrellas porque alguien duerme estrellado en una acera sin más compañía que su perro y un cartón de don simón.

Vamos superando la crisis. Ya hemos logrado que los pobres sean más pobres. Ha costado trabajo, pero lo hemos conseguido.



NO ES FACIL



No es fácil romper un río en cuatro
ni desechar una estrella sobrante
sin que se manchen los ojos
con lágrimas oscuras
Tenemos la pena justa
para tejer y destejer trigales
y sembrar las miradas de amapolas.
Hay coágulos de hierba
para evitar la hemorragia del agua
al fracturarse las moléculas del aire
en la cintura de cada espiga.
No es fácil reconstruir
el esqueleto del tiempo
con una pedrada entre las sienes.
No es fácil.
Pero existe lo imposible
si  permites la resurrección de la carne,
si decides que se abracen
los esqueletos
de los relojes muertos.
Voy a recoger los trozos de miseria
diseminados por la vida
a reunir las penas filtradas
por las cicatrices del hombre,
de la carne oxidada de humedad.


domingo, 19 de abril de 2015

ESA HIERBA



Me crece la hierba entre los ojos.
Es como regresar al paraíso terrenal de ayer
con ríos papel de plata
y nieve polvos de talco.
Pero no me acostumbro
al niño de entonces
jugando a ser hombre,
fumando a escondidas,
besando al descuido,
acariciando pechos
de paloma encendida.
Mi hierba está pisada,
hundida,
manchada del barro acumulado.
Llevo muchas despedidas
de trenes que se fueron,
que se hicieron olvido,
nostalgia.
No sabría ser niño.
Mis manos tienen huellas
de muslos vencidos,
de bocas herméticas,
de onanismos oscuros.
Soy sólo una soledad sin nombre
de pisadas antiguas,
de tiempo oxidado
sin una hierba buena
para dormir mi cansancio.
Deja que apoye mi vida
en ti,
cobijado en los pliegues de tu vientre
recién descubierto
como una tierra prometida.
Quiero que me sostengas
en el arco iris de tu cintura,
en los tallos azules de tus ojos,
en la catarata rubia de tu pelo
siempre naciendo

en el cielo de tu boca.

sábado, 18 de abril de 2015


APRENDIENDO


Alguien me dijo que un río se hace poco a poco.
Gota a gota,
agua más agua en manojos,
en ramos pequeños de rocío.
Abriéndose camino
entre las caderas de la tierra
hasta el vientre del mar.
Alguien me dijo que lo humano nunca llega a ser humano,
que somos un disfraz de minutos
abrochado lentamente
al quehacer de cada día.
Que buscamos el amor
como definición suprema.
Pero que el amor es una etiqueta elegante
que envuelve la ignorancia de lo que somos.
Cuando decimos amor
hay un fondo de sangre erecta
y una vagina disconforme con su soledad.
Que somos una colección de neuronas
con estímulos eléctricos, químicos.
Enchufes somos
manejados desde una central
no sé dónde radicada.
Sinapsis, dicen, cuando se rozan tu piel y mi piel,
tus labios y mis labios,
mi sexo con tu sexo.
Yo desprecio la ciencia
cuando estoy frente a ti,
cuando tengo tu cuerpo cubriendo mi cuerpo
cuando se llena tu boca
de la locura más hermosa
y tomo conciencia
de que bebo el zumo  sabroso
del manantial  limpio de tu vida.
Prohibo a la ciencia que se acerque
a tu piel y mi piel para explicarme
la composición de las células enamoradas.
Que nadie me despierte de este sueño,
con la luna latiendo entre las sábanas
y una noche dormida en nuestra almohada.

jueves, 16 de abril de 2015

BUSQUEDA


Busco los huecos de tu cuerpo
para alejarme de mi sombra,
para esconderme de mí mismo.
Te he esperado en todas las estaciones,
he saludado a todos los trenes,
he bebido todos los ríos
para encontrarme en ti.
Busco los huecos de tu cuerpo
para alojar mi soledad de plomo,
esta carne maciza que me pesa
sobre mi esqueleto de escombros.
Soy una búsqueda de ti,
de no sé quién,
de una albergue tal vez
donde dormir el camino
sin huellas de nadie,
porque no pisó nadie
mis cenizas calientes.
Llamo a tus cristales
como una lluvia
que te moja por dentro
para guardar en tus ojos
la soledad agotada
que traigo entre las manos.
Exiliado de mí
vivo en ti

como la espuma en el mar.

miércoles, 15 de abril de 2015

SIN ECOS



A veces se estropean las palabras
cuando se pronuncian.
y el amor, por ejemplo, no es amor,
sino el zumo agrio de un limón.
Se nos rompe el aliento
por una dislexia inexplicable
y no es beso lo que digo,
ni tacto,
sino lluvia
y piedra
y entiendes lo que entiendes
y sientes lo que sientes.
Digo caricia
y es desnudo lo que pienso.
Digo tacto,
pero sueño tu piel.
Manos digo
e imagino tu sexo entregado,
exigiendo el encuentro
íntimo de los cuerpos.
Pronuncio silencio
y es entonces
cuando se llenan
los labios de tus labios
y se duerme en tu lengua mi voz
y se sueña todo en nuestros sueños.
La palabra desnuda
es verdad, como tú.
Verdad te quiero,
verdad toda,
entera
sin palabras,

sin ecos.

martes, 14 de abril de 2015

OLVIDO EN TU PIEL


Olvidé  los ojos en tu piel.
Voy palpando la carne del tiempo a ciegas
porque olvidé mis ojos en tu piel.
Eres mar a veces
y saben las lágrimas a sal.
Fuego a veces
y  quema la mirada,
las llamas hacen un universo limpio,
purificado y crujiente
como un pan recién hecho.
Pero duelen y escuecen.
La sangre cruje,
se quema el barro,
se evapora el agua
y se hace lluvia en tus heridas  entreabiertas.
Todo queda en ti
como si fueras plaza de regreso,
estancia definitiva,
el más allá de la finitud que soy,
eternidad en ti.
Olvidé los ojos en tu piel
para aprenderte,
para permanecer en tus poros asombrados
como cuando los labios suplican el beso
y el beso se diluye  en el cielo de tu boca.
Cierro los ojos,
duermo en tus párpados
para soñarte más cerca,
más dentro.
Recobro el volumen de tus montes,
la hierba de tu vientre
y olvido para siempre
las manos en los pliegues de tus ingles.
Quédate en herencia la mirada
de ese día que llaman despedida.
No quiero acostumbrarme
a vivir sin tu piel

una eternidad entera.

lunes, 13 de abril de 2015

HUELE A BOSQUE




Huele a bosque tu vientre,
tu piel a flor de naranjo.
Toco el brocal de tu sexo
donde retumba la vida
como el bramido de un monte.
Allí el grito,
bajo el ramaje íntimo donde te encuentro,
donde  sola tú habitas
y se disuelve mi músculo de hombre
en un mar de vía láctea.
Huele a bosque tu cuerpo,
a arboleda,
a hierba entre los pechos,
a enredadera tu espalda,
a musgo de besos,
a flor los ojos sobre los labios.
Hueles a palabra,
a verso recién hecho,
a estrofa de gemidos
en la gótica hechura de tus piernas.
Hueles a todas las primaveras.

Yo sólo huelo a silencio.

domingo, 12 de abril de 2015

FUE AQUELLA TARDE   


Los tres: la tarde, ella y yo. Se fue la tarde al río. Le gustaba bucear y encontrar utopías allí donde el agua tenía sus raíces, en la hondura, donde el silencio era un canto rodado purificado por el roce verde de las algas. La tarde estaba desnuda para que el río aprendiera a andar por montes y llanuras, por la hermosa geografía de su piel.

Ella y yo en la orilla. Miradas hondas. Asomadas a los adentros como la tarde en el río. Intuyendo el temblor de la carne, el escalofrío de la proximidad, desnudando el rubor de la sangre viva, andando y desandando los caminos del deseo. Las llamas que consumen las venas. La pasión que incendia los labios hasta quemar otros labios.

Ella y yo. Deseando nadarnos los cuerpos, braceando hasta el margen más delicado, más íntimo, donde el gemido es el eco de la piel sorprendida, de la plenitud revelada, de la epifanía entreabierta para que penetre el sol y se haga luz por dentro. Y que todas las vidrieras exploten de alegría como una catarata.

La tarde allí, bebiéndose el corazón del río. Ella y yo aquí donde la sombra era el velo que cubría la desnudez. Porque poco a poco las manos desabrochaban fronteras y andaban el terreno moreno de los cuerpos. Poco a poco, roturando caminos nunca recorridos, estudiando la orografía perfecta de la belleza, empañando las bocas con un aliento de vino amargo.

La tarde nos dio la espalda. La tarde boca arriba para que la penetrara el río, para que la fecundara esa luna rojiza, partida en gajos como una naranja poblada de azahar. Ella y yo entonces. Tragándonos los besos, bebiendo las caricias, uniendo las distancias. Pechos que se encuentran. Vientres que se reconocen. Heridas que se tapan para que el amor no se derrame. Ella y yo tiempo. Ritmo. Quietud. Caballos blancos que galopan. Mares infinitos guardados en gemidos. El mundo dentro de su caracola sonora. Peces deslumbrados iluminando los agujeros del agua.

Como la tarde nosotros. De nuevo la quietud. La trinidad serena. La tarde, ella y yo.


RAJOY ES GALLEGO


Eso dicen los datos biográficos del presidente. Sin embargo, Rajoy parece estar convencido de que su cuna original es la Moncloa. Ha pedido a sus asesores que se ocupen de averiguar su lugar de origen exacto. Ha encargado este quehacer porque él tiene dudas. Rajoy es Descartes, con la diferencia de que prefiere El Marca a los tratados filosóficos. Saber con certeza si ganó el Madrid o el Barcelona es más gratificante que instalarse en la duda cartesiana y ahondar en el pensamiento humano.

Pese a que sus asesores le aseguran que es gallego, él se siente no madrileño, sino oriundo del palacio de la Moncloa. Y apoya su teoría en su devenir político. Ministro investigador de los hilillos de plastilina cuando el Prestige. Creo que concejal y otros cargos con anterioridad. Ministros de otras ramas. Cargos siempre importantes. Estos datos le llevan a la conclusión de que vivió su propio embarazo en los alrededores del palacio hasta que nació en un dormitorio con dosel y dio sus primeros pasos en las alfombras mullidas de poder, de conocimientos políticos, de presupuestos pensados desde una oligarquía gloriosa y con unas tijeras podadoras capaces de amputar todo lo público para ser entregado al gran capital del país. Y sobre todo hay un dato que lo determina como originario de la casa presidencial: su falta de sensibilidad hacia los más pobres, su capacidad de indiferencia, por no decir crueldad, hacia los dependientes, los enfermos, los desahuciados, los estómagos vacíos. Esos sentimientos blandos, impropios de un gobernante nato, se lo deja a esa pandilla de amigos que buscan candidatos en las cafeterías. El es un hombre de estado y se codea con el secretario general del partido socialista, con ex presidentes que avalan la talla de su propia presidencia y es consciente de que gobernar es very dificult. No entiende que habiendo pantallas de plasma, algunos aspirantes al poder vayan a Alcampo a buscar camisas, se dejen ver con camisas Oxford y trajes a medida de sastres catalanes. Esos visionarios de nuevos partidos no han nacido en la Moncloa. No pueden aspirar a gobernar porque son simples catedráticos de universidad, despreciables parados que ni siquiera tienen para un plato de comida caliente, abogados que no son registradores de la propiedad, hombres y mujeres que nunca tuvieron cargos importantes en los alrededores de palacio, que nunca fueron ministros, ni secretarios de estado, ni siquiera tuvieron un prestige que llevarse al curriculum. Imposible que lleguen a nada. El nació con la orla de mando en plaza. Esos aspirantes nacieron sin ni siquiera un Bárcenas debajo del brazo.

No trato de arrimar el voto a ninguno de los nuevos partidos que han aparecido. Ni siquiera voy a elogiar sus programas. Simplemente no admito que deban ser menospreciados porque no tienen experiencia. Ese empeño por parte del partido popular  (y no sólo del partido popular, sino de psoe y una cuadriga de periodistas) de desprestigiar a los partidos aparecidos en un tiempo reciente y cuyos miembros surgen de una ciudadanía sudada por el trabajo manual o proveniente de gabinetes jurídicos o cátedras universitarias, me parece de un clasismo repugnante y descatalogado de la historia de los pueblos. Uruguay puede ser el modelo de una presidente sin palacio, con un coche viejo, sin escoltas, sin corbata y sin perfume loewe. Algunos buscan candidatos en las cafeterías porque es donde están los ciudadanos “normales” de nuestro país. Mientras que los gobernantes que nacieron en el palacio, no sólo Rajoy, buscan entre banqueros, entre los bárcenas o los granados de turno.  No sé qué méritos puede tener una abogada del Estado, como Cospedal, que no es capaz de explicar lo que es un finiquito, un Floriano que no sabe dar una conferencia de prensa o un delegado del gobierno que dice que no quiere que Andalucía sea gobernada por un hombre que se llama Albert y no Alberto.

Los nuevos líderes no tienen experiencia ni conocimientos. ¿Se acuerda alguien de Jordi Sevilla, profesor de Zapatero que prometió enseñarle la economía en una tarde? ¿Se acuerda alguien de Rajoy ante las recientes inundaciones diciendo que él va a donde le llevan? ¿Se acuerda alguien de Rajoy o Esperanza Aguirre asegurando que no se habían dado cuenta que Bárcenas o Granados y otros muchos eran unos ladrones de lo público? ¿Dónde queda la experiencia o el ojo clínico de semejantes gobernantes? ¿Cómo pueden pedir experiencia quienes no supieron elegir a sus colaboradores de confianza que resultaron ser mafias elegantes?

Repito que no trato de inclinar a nadie a votar a un partido concreto. Simplemente advierto que el miedo a horizontes sin estrenar que tratan de inyectarnos es un medio despreciable de anatematizar a los que pretenden  acabar con dinastías políticas que se han perpetuado en el poder.

Nadie nació en el palacio de la Moncloa. Algunos son gallegos, andaluces o de donde sus madres los parieron. Esta discriminación por origen de cuna es abominable.


sábado, 11 de abril de 2015

HIJO DE TU VIENTRE


Hijo de tu vientre de tierra.
Raíz en tu entraña.
Arbol de tiempo
hundido en tu sangre.
Origen, tú,
yo, consecuencia.
Una muerte incendiada en la carne.
Piel de rastrojo quemado.
Fuera de ti el precipicio
cuadriculado por relojes
que fijan el minuto exacto
para arrancar la vida a jirones.
Desde tu vientre
hasta el vientre de la tierra
media el vértigo irremediable de existir,
o de creer que existimos.
Nos besamos,
nos amamos,
nos fundimos como defensa
porque es más fuerte el amor que la muerte.
Pero hay un golpe final,
sorpresa,
que se impone como fracaso
y se hace astillas la luz.
y otro nace de tu vientre,
raíz de tu entraña,
árbol de tiempo
para arder
y ser ceniza pisada.


jueves, 9 de abril de 2015

ERES NOCHE TU


Cerca de ti.
Noche tú,
a las afueras de mí.
alrededor  de mi nada
Soy  tierra
para tu pie caminante,
para la rítmica danza
de tu corazón sobresaltado.
Cerca de ti,
de las agujas que marcan
las horas de la soledad.
de los minutos que gotean
como un pulso de las angustias que preceden
a la angustia de haber sido
Sólo sombra.
Quiero anudar tu mirada a mis ojos
para tocar el mundo
y detectar qué contiene

la muerte por dentro.

miércoles, 8 de abril de 2015

ACOGEME



Acógeme en tu sombra,
en la oscuridad interior de tu luz.
Quiero vivir en los jardines colgantes de tus ojos.
Déjame llegar  al límite,
a la frontera donde empieza la nada
y el todo se diluye
como un mar en sí mismo.
Vengo desde el exilio de mi alma,
desde la lejanía de mi ser.
Desorientado vengo
porque no sé lo que busco,
ni siquiera si busco o sólo soy rutina
y existo por la costumbre de existir.
Ahora que me dicen
que estoy cerca de ti,
en tus alrededores,
saco todos los pañuelos
y grito tu nombre
para que abras tus heridas
y me acojas en tu sangre.
Pido tan sólo un pedazo de tu piel,
el techo de tu boca
para instalar la soledad,
para calentar la soledad,
para nombrar la soledad,
para morir la soledad
y dedicarme a ser
soledad sin regreso,
soledad para siempre,
oscura soledad,

pero en ti.

domingo, 5 de abril de 2015

LA MUERTE ES DE PLASTICO


Todo es plástico. La botella de agua mineral y las prótesis mamarias. Bebes el contenido de un plástico y acaricias un derivado del petróleo. No iba a ser menos la vida y la muerte. Ese plástico azul y blanco es la frontera que puede situarte en el mundo de los vivos o llevarte al inevitable pudridero de los pobres.

Ana Mato venía de ninguna parte. Pero era una colaboradora necesaria de Mariano Rajoy y había que pagarla como se pagan las deudas del amor, como se pagan las deudas con Europa que para eso maltrataron entre él y Zapatero el artículo 135 de la Constitución con nocturnidad y descaro infinitos. Había que dedicar mucho dinero a pagar y eso significaba que había que quitárselo a los ciudadanos para que los bancos alemanes pasaran las noches contando billetes.  Quedaba así claro que los ricos sólo llegan a serlo a costa de los pobres. Y Mariano se rodeó de ministros que sólo supieran hacer eso: aplastar a unos para elevar a otros. No hacían falta más méritos. Y Ana Mato tenía experiencia de gürtel. Y la nombró ministra de sanidad. Y entre privatización y privatización, ella fue inyectando normas de destrucción masiva.  Y un día llegó el ébola. Y Ana, con su cabecita siempre inclinada al lado derecho, no supo qué hacer con la posible muerte de misioneros y enfermeras. Y dio ruedas de prensa al estilo Rajoy: sin preguntas u obligando a sus subordinados a responderla que para eso era jefa. Y cuando le llegó la hepatitis C aplazó la curación para cuando calculaba que ya no sería ministra, aunque mientras tanto murieran unos cuantos enfermos. Total la muerte no es más que el paso desde este valle de lágrimas a la gloria eterna según le había informado Rouco una tarde tomando el té.

No consta en los anales de Moncloa si fue la Blanca Paloma de Fátima Báñez o alguna otra virgen condecorada por el ministro del interior, pero seguro fue alguna deidad la que le hizo ver claro en una epifanía xenófoba que los inmigrantes no podían tener los mismos derechos que el resto de los españoles. Se lo ratificó Marhuenda que sabe de sobra lo que se hace en todos los países de Europa. Y decidió hacer un acopio de cartulinas blancas y azules. Como si fueran cromos intercambiables con lo que ochocientos mil inmigrantes se jugaban la vida y habría algunos que la perderían. Y con su bisturí eléctrico, que disimula la sangre derramada, fue sajando derechos. Y con el dinero ahorrado de esos 800.000 inmigrantes podría regalarle algo importante a su jefe Mariano y le devolvería la gloria de haberla nombrado ministra. Se ahorraría dinero. Ella no sabía cuánto porque no era matemática y porque las cuentas era mucho mejor encomendárselas a Correa o al Bigotes. Ella coleccionaría ochocientas mil tarjetas y los inmigrantes coleccionarían muertes, abandonos, dolor, desprecio y asco de vivir en un país que dice respetar y promover los derechos humanos porque sigue siendo la reserva de occidente.

La vida y la muerte estaban a uno u otro lado de un plástico. Por la tenencia de un plástico, unos teníamos derechos sobre la muerte y por la carencia de ese plástico la muerte tenía derechos sobre las vidas de todo el que no fuera un hijo de Isabel y Fernando. Se mejoraba notablemente la sanidad, se evitaban las aglomeraciones en las urgencias, se ahorraba dinero (el dinero es  cosa de ricos) y se recortaban derechos para estar a juego con la educación, los salarios, las libertades, las pensiones, la permanencia en el trabajo y las libertades. “Sigo confiando en Ana Mato como ministra porque lo está haciendo muy bien”  dijo Rajoy pocos días antes de despeñarla del sillón. 

Alonso venía de Vitoria, venía de los sillones del Congreso, venía de cabrearse con Rubalcaba. Estaba adelgazando a ojos vistas y Mariano empezó a preocuparse. Y le regaló el ministerio de sanidad, sin ébola, pero lleno de hígados que se apellidaban C y que exigían no morirse y gritaban pidiendo una medicación que existía y los curaba. Y empezó a prometer y no cumplir (lo había aprendido de su jefe). Un día, viendo un telediario, se enteró de que las urgencias estaban colapsadas. Y enseguida se dio cuenta de que la culpa la tenían los inmigrantes. Y decidió que Ana Mato no sabía nada de sanidad y ordenó que fueran a los ambulatorios porque aquí se respetaba a los venidos de fuera con heridas de cuchillas y alambradas. No sabía si debía autorizar análisis, cirugías, medicación. No lo sabía porque él era sólo el ministro y estas cosas la saben los asesores. Estaban todos de vacaciones, incluido Arriola que se había ido con la Villalobos conducidos por Manolo, el chofer que no era más tonto porque no se entrenaba, según decía Doña Celia.

Todo es plástico. Incluso la vida, el dolor, la pobreza, la miseria, la muerte.


viernes, 3 de abril de 2015

ANIMAL POLITICO


Esta definición de un aspecto parcial del ser humano hunde sus raíces en el mundo griego. Era entonces un acercamiento humanista, honrado, que devenía en una visión limpia y comprometida de cada uno con su comunidad. En la cuna de la democracia se participaba en la construcción de la “polis” y todos debían sentirse responsables de su buena marcha. Se tenía que estar implicado en el quehacer de llevar a la comunidad hacia su bienestar individual y colectivo.

Cuando hoy se afirma que tal o cual hombre-mujer es un animal político estamos desvirtuando el sentido primigenio de la definición griega y deberíamos asumir el abismo que separa al demócrata de entonces de este animal político que con frecuencia tiene mucho más de lo primero que de lo segundo. Y en lugar de aplicarlo como un mérito del individuo que se compromete con sus conciudadanos, deberíamos endilgárselo para descalificarlo porque su politicidad (perdonen el vocablo) es puro oportunismo voluntariamente prostituido. Y lo que entonces se aplicaba a la responsabilidad de cada miembro de la ciudad, debe aplicarse hoy a esos candidatos que son capaces de explotar los más bajos instintos de los oyentes con tal de llegar a ostentar un poder que no conduce, en gran número de casos, al servicio de la comunidad, sino al onanismo de autosatisfacción de verse en el trono adulados, halagados mientras  pisotean los derechos de sus vasallos. Hay, no cabe duda, honradas excepciones. Pero a esos no se les aplica la definición de animales políticos, sino que se apela a otras categorías que distan mucho de la aportación limpia y honrada que convive con sus conciudadanos y se preocupa por sus problemas reales y los defiende hasta la extenuación ante quien se atreva a amputar derechos adquiridos e inalienables.

Confieso que cuando oigo denominar a alguien con el calificativo de animal político, siento un escalofrío porque percibo que me están presentando como dato positivo lo que más tarde puedo comprobar que es la postura más denigrante y más cercana a la estafa de la palabra. No perdamos de vista que la corrupción de la palabra es mucho más venenosa que la corrupción económica. Cuando alguien que ha elegido como colaboradores inmediatos a ladrones que están en la cárcel o camino de ella, cuando alguien es capaz de destrozar mediante calumnias, falsedades conscientes, distorsionando la realidad, cuando alguien se arroga la mentira como argumento para ser elegido, aunque eso significa la muerte moral de quien está enfrente,  cuando alguien me habla de regeneración democrática y tiene ya demostrada la tiranía más abyecta en sus anteriores puestos de mando, cuando eso es así y alguien se atreve a denominarlo como animal político, créanme que siento una repugnancia tal que el vómito se convierte en hemoptisis y me coloco al borde de la muerte política.

Se argumenta que los ciudadanos se han alejado de la política, que han perdido aquel interés que mostraban recién enterrada la dictadura. Pienso que a veces se esgrime esta situación para culpar a los ciudadanos de la mala marcha de la cosa pública y justificar así el propio quehacer. El infierno son los otros, que diría Sartre. La mala marcha del quehacer político está envenenado por los propios ciudadanos. Ellos son los culpables. Y se afincan en la continuidad de su papel de dominadores de la sociedad en lugar de ser sus servidores.

No quieren ver que la aparente apatía de los ciudadanos por el papel de sus políticos no es precisamente desentendimiento de la política, sino  repugnancia por lo que algunos han hecho de ella.

Cuando se ha llevado a cabo una reforma laboral que destruye empleo, con indemnizaciones a gusto del patrón, se ha negado la medicación necesaria sin la cual la muerte es segura, se ha hecho de la universidad, de la justicia un reducto para quien tenga dinero, se ha convertido la alegría del jubilado en preocupación por sacar adelante a hijos en paro y nietos con hambre, cuando se crean y se ufanan de ello puestos de trabajo con salarios de cuatrocientos euros al mes con diez horas de trabajo al día, cuando se utilizan trabajos de días, incluso de horas, para proclamar que se está creando empleo y disminuir así la lista de parados, si se miente tachando de izquierdistas radicales a Caritas, a O.N.G. comprometidas en comedores sociales, se desahucia a familias con niños enfermos, incluso con bebés y de repente se promete un estado de bienestar en un futuro inmediato y se asegura que no habrá ciudadanos sin trabajo, sin vivienda, sin acceso a una sanidad plena, a una educación y una justicia gratuita, los ciudadanos vuelven la cara porque les da vergüenza que se les vean la muesca  de asco.


Los ciudadanos esperan una tierra prometida en la juventud de nuevos partidos. Y desea dejar en el zoo del olvido a tanto animal político que le ha devorado los derechos más elementales y aspira a convivir aportando el propio esfuerzo con unos iguales que luchen por un mundo mejor.

miércoles, 1 de abril de 2015

CONSERVO LA MEMORIA




Conservo la memoria de mis manos.
Tengo los ojos poblados de huellas.
Hay un trayecto de heridas en el costado
para encauzar los suspiros, los gemidos tal vez,
cuando rompen los velos de la inocencia.
En mi memoria un escuadrón de olivos azules
que custodian los ríos que definen
la altitud de vuelo de tus sueños.
He sentido de nuevo las vivencias
de aquella noche de carne y hueso,
de lenguas y piernas trenzadas,
sin luna entre tu cuerpo y mi cuerpo.
Ternura sólo para hacer del amor
un guante de seda y alas de mariposa
y un columbario para guardar  las cenizas del ayer
para adorarlas en los aniversarios de olvidos olvidados.
Vamos a despedirnos
a la orilla de la nada,
al borde de ti, de mí
para acostumbrarnos a vivir sin memoria,
a aceptar la muerte
y sus consecuencias de memoria enterrada.