martes, 31 de marzo de 2015

SIN CERTEZA


Sin certeza.
Sólo duda.
Existencia casi
con una muerte dentro.
La tocas,
La rozas apenas
y se extingue
como las alas de una mariposa.
Sólo la mirada tiene tacto suficiente
para la yema deslumbrada del trigo.
Las manos en la llanura ardiente
de tu vientre
donde anidan las golondrinas del verano.
Sin más certeza
que la muerte almacenada
como una mercancía intercambiable
con el miedo.
Cambio muerte por muerte.
Regalo el sobrante de caricias
que no encontraron la carne de tu aliento,
la calle de tu piel,
la dirección exacta de tus labios.
Desde la certeza de no ser
hasta la duda de haber sido.
Nómbrame cuando me confieras
la calidad de recuerdo,

recuerdo sólo.

lunes, 30 de marzo de 2015

LA PALABRA QUE LLUEVE




No sé cómo decirte lo que quiero decirte.
Se rompe la palabra en una lluvia fina
que no abarca la plenitud de tu ser,
que moja cada poro
y se filtra por tus grietas abiertas.
Pero no sé decirte lo que quiero decirte.
Necesito lloverte como llueve un río,
como una catarata, un diluvio
que inunde tu tierra
y riegue las raíces de tu sombra.
Quiero hacerte el amor con la palabra
hasta mojarte el alma,
y humedecer el éxtasis del gemido indescifrable
que dice y grita
hasta que mi sexo se rinda
como las lanzas de Breda.
Pero no sé decirte lo que quiero decirte.
Resiste la palabra en mi garganta
y no llega el aliento hasta el beso
que anega la piel de una ausencia,
el polvo de ceniza de mi silencio inmolado.
Renuncio a decirte lo que quiero decirte.

Me queda el arco iris de tu luz fragmentada.

domingo, 29 de marzo de 2015

NO HABLAMOS


Ya no hablamos.
Suena Vivaldi al fondo,
pero ya no hablamos.
No es silencio lo que hay entre nosotros.
Es una nada espesa,
viscosa, como una lava ardiente.
Sólo queda Vivaldi.
Creo que vives donde entonces,
cuando éramos amantes
y hacían el amor nuestras palabras
y tocaban la piel de cada sílaba
y buscaban la sombra de la luna
para besarse bajo los cerezos.
Ya no hablamos.
Escuece el silencio
sangra la distancia,
gritan las cicatrices,
pero no son palabras
sino  perros que persiguen
las sombras que dejamos esparcidas
por si un día,
por si un día,
por si un día.
A lo mejor Vivaldi nos presenta de nuevo
y nos reconocemos
y vuelve a ser carne la palabra,
se abrazan nuestros ojos
y recordamos que París existe
y tiene un río con peces de colores.


RUTINA


La rutina es lo opuesto a la creación. La primera es la mera repetición de actos sin contenido de espontaneidad. No brota de los adentros, sino de la mera costumbre repetitiva. El cangilón del pozo es una costumbre del agua. Al fondo está el manantial, el vientre de la tierra donde brota y se hace vida para la primavera del mundo.

El ser humano es creación o se convierte en cangilón acostumbrado a hurgar en el tiempo convirtiéndolo en pasado sin conseguir transformarlo  en historia.

Uno lleva en la sangre huellas de botas, de sables, de montañas nevadas, de Isabel y Fernando y tiros en la nunca. Cuando las viudas de pañuelo negro hasta que la muerte nos junte. Cuando el brazo en alto como mussolinis importados. Cuando usted no sabe con quién está hablando.

La habíamos deseado tanto que no tuvo más remedio que llegar. Como fruto de una tromboflebitis, como temblor de un parkinson que nubla los pulsos, como consecuencia de una conciencia llena de sangre. Vino ella. No fue Juan Carlos Primero, ni Adolfo Suárez, ni la conjunción de Carrillo con el genio militar dominante. No. No fueron las circunstancias urdidas entre los políticos. Fue el pueblo, el que había sufrido el silencio, la represión, los tiros al aire que mataban trabajadores que se manifestaban en el asfalto, estudiantes muertos por pura casualidad. Y los que desde su vida de españoles de nevera y seiscientos habían llamado a gritos a la democracia. Aquellos políticos se encargaron de plasmar el deseo más ardiente de libertad, de exigencias de derechos, de capacidad de manifestarse, de criticar, de mostrar su descontento, derecho a la palabra, al grito, a la exigencia. Pero fue el pueblo.

Habíamos salido de la rutina infame de una dictadura. Y lo estrenábamos todo como un novio, como un domingo de ramos o un corpus. Todo olía a ropa limpia, a membrillo de armario perfumado cuando no existía el lowe. Empezamos a crear preocupación. Por ofertar derechos, por una sanidad universal, por unas pensiones que hicieron del viejo un jubilado, por una enseñanza que daba la posibilidad de acceder a una formación universitaria al que iba en Mercedes o en metro, del que vestía a medida o era hijo de piropos de andamio. Y sobre todo empezamos a sentirnos libres, sin cadenas, sin espadas sobre la cabeza. El otro era un compañero, no un comisario de escalera o de barrio.

Han pasado treinta y tantos. Vamos siendo mayores. Tenemos toses mañaneras, obstrucciones pulmonares de tabaco y más tabaco, crujido de huesos al despertar y sexo de tarde en tarde porque también los muslos y las caricias se han ido arrugando y decayendo, tal vez como la democracia. Nuestros hijos ven como natural lo que es fruto de mucha sangre. Son libres porque otros mordimos los tacones que nos pisoteaban. Pueden reunirse porque nos escoció tanta soledad. Pueden hablar porque nos envenenaron de silencio y miedo.

Hemos caído en la rutina. Hemos abandonado por completo nuestra capacidad creadora y la hemos entregado como monopolio de los políticos. Nos hemos acomodado en el sofá y que inventen otros, como diría Unamuno. Y los otros se aprovechan de nuestra ausencia. Y manejan el dinero de forma que florezca sobre la miseria de una mayoría el bienestar de una minoría. Y el enfermo ya no es un paciente sino un cliente que se vende al mejor postor, una mercancía que se apropia la sanidad privada porque tiene dinero para comprar el dolor y hacer negocio con la muerte de viejos improductivos o de terminales que exigen que alguien les cure a bajo precio de su hepatitis C.

Pero a nuestros delegados les duele sobre todo la libertad. Y entonces se ataca y cerca a los sindicatos, se amputan derechos laborales, de reunión, de expresión. Y se pone coto sobre todo a la libertad.  Y encima se nos quiere hacer creer que es por nuestro bien, para nuestra seguridad, para un confort existencial del que carecemos y que ellos nos otorgan bondadosamente. Los dictadores son manipuladores de conciencias, suplantadores de nuestra libertad y aseguran hacerlo para nuestro bien. Nosotros debemos desprendernos de nuestro quehacer porque los políticos administran así mejor nuestra tranquilidad. Y con esta falacia nos convencen de que debemos agradecerles el esfuerzo que les cuesta mantenernos seguros, cuando en realidad lo que están haciendo es arrancarnos unos derechos que costaron sangre y dolor en el pasado.


¿Es posible que en plena democracia se promulgue una LEY MORDAZA?  ¿Es posible que se sancionen con penas económicas y de prisión el ejercicio de derechos inalienables? ¿Y la ciudadanía calla, se resigna, apostata de esos derechos? Tal vez hemos caído en la rutina y desde esa rutina abdicamos de nuestra capacidad creadora y nos rendimos con espíritu de complicidad con quienes han visto la posibilidad de regresar a una ayer oscuro, plomizo, invernal.
REGISTRO


Pido registrar tu aliento.
Es posible que me haya olvidado de mí mismo
entre los pliegues de una palabra tuya.
Pido ahondar en tus labios.
Tal vez me he perdido
en las espaldas de un beso.
Pido desandar tus ojos,
el paisaje azul de tu mirada,
por si me has diluido en una lágrima.
Registrarte la piel.
A lo mejor no supe regresar
a mi estación de partida
y ando perdido en la concavidad de tus montes,
entre la arboleda de tus ingles,
en la infinita llanura de tu espalda.
Quiero nadar tu sangre,
donde te crecen los labios
y llegar al cielo de tu boca,
mojarme de tu luna
y recobrar mi carne
perdida en tu garganta.
O a lo mejor no quiero
recuperar mis huesos
y te doy mi existencia
para que la recrees,
para que la cuides,
para que todos sepan que soy el fruto de tu parto,
el último aliento de tu boca.


sábado, 28 de marzo de 2015


ESTAS HECHA


Hecha de silencio,
de agua,
de sombra iluminada.
Hecha de viento,
de gemido,
de éxtasis.
Eres más que tú
más que carne,
más que  piel,
más que hueso de hierba.
Hecha de preguntas,
de respuestas,
de silencio oscuro.
Hecha de todo,
de nada,
de finita infinitud.
Limitada sin fronteras.
Sangre de sombra
de asombro,
de vértigo.
Hecha de ti.
Toda tú.

Sólo tú.

miércoles, 25 de marzo de 2015

RESTOS DE PRIMAVERA





Quedaban unos restos de primavera azul entre las manos.
No eran suficientes para hacer una palabra.
Fui tejiendo una sombra para tocarte en la noche
cuando tú no estabas.
Quedaba un perfume del ayer,
una almohada con sabor a tu nuca,
unas sábanas llenas de mariposas mojadas
y el perfil exacto de tus caderas rubias.
Restos de primavera. Sólo restos.
Dormiré los sueños de entonces,
la piel sembrada de labios,
de huellas de tus manos,
del girasol de tu sexo,
de tus pechos planetarios.
Soñaré con el agua de tus ojos,
la humedad del brocal de tu boca.
Me iré muriendo poco a poco
como se van muriendo  los restos de aquella primavera.


martes, 24 de marzo de 2015

A MITAD


He andado la mitad de tu cuerpo.
Busco un almendro
para el ocre cansancio de mis pies.
En tu vientre, tal vez,
en el delta de tu espalda.
Me duelen las palabras,
los besos caminados por tus pechos.
Tengo los labios llenos de rocío
de hacer noche en tu boca,
a las afueras de tus labios,
en el cielo supremo de tu cielo.
He andado tan sólo la mitad de tu cuerpo.
Me queda el océano infinito,
la espuma de tu piel,
el oleaje azul de tu horizonte,
donde crece tu luna
entre la yerbabuena oscura de tu noche.
La mitad de tu cuerpo está hecha de arco iris,
de grietas abiertas,
de luz cicatrizada
para que descienda la vida recién hecha
por la gótica ojiva de tu templo.
Camino a brazadas,
nadando tus pliegues,
atravesando el firmamento de tus nalgas
hasta hospedarme en el oasis
de tus palmeras azules.
De antemano sé que no llegaré nunca,
porque eres infinita,
porque no cabe un alma
en una zarza ardiente,

en una trinidad de barro, carne y agua. 

lunes, 23 de marzo de 2015

HACERTE PRIMAVERA



Quiero sembrarte,
regalarte una cosecha de colores,
un ramo de perfumes,
hacerte primavera.
Quiero decorar tu cuerpo
con árboles frutales,
pintar cerezos en tus pechos
y almendros en el brocal de tus labios.
En mis manos el olor de tus ojos azules
como mariposas innombrables.
En los surcos de tu piel
ríos abreviados,
pequeños, como recién nacidos,
ríos aprendices de  ríos
que se duerman al pie de tus palmeras.
Quiero sembrarte de arco iris
y anudar la luz a tus caderas,
frente a frente nuestras sombras
como dos manzanos que se quieren.
Es mi última palabra:

sólo quiero hacerte primavera

domingo, 22 de marzo de 2015

PIEL DE NIEBLA


Pregunta la tarde por la tarde.
Se desfigura  a sí misma.
Se perdió tal vez.
Se marchó.
No sabe buscarse.
Alguien podía encontrarla
tirada en una acera,
colgada de los árboles,
rota como un escaparate,
entregada a un amor
empeñado en la cremallera de su falda,
en el broche de un sujetador de soles.
Pregunta la tarde por la tarde.
Estaba con ella cuando los cinco toros de la tarde,
cuando los cinco toros lorquianos.
A lo mejor un niño la entretuvo entre sus manos,
la montó en su caballo de cartón
y anda galopando por los ríos,
por la espalda de la lluvia,
a lomos del mar
hecha velero de luna.
Necesita la tarde de la tarde
para ser ella misma,
para parir la noche
para que  ame la carne a la carne entre las sábanas.
No hay estrellas sin atardeceres,
ni piernas abrazadas,
ni lenguas degustando la ternura,
ni manos dibujando las caderas
ni espaldas arqueadas por el peso de los besos.
Si alguien encuentra una tarde
que se la entregue a la tarde.
Es rubia y azul.
Desnuda.
Descalza.
Sólo un cíngulo de niebla

en la cintura del alma.

sábado, 21 de marzo de 2015

SOY UN NOMBRE




Me duele tener que responder
cuando dices mi nombre,
cuando soy tan sólo un conjunto de sílabas
pegadas a mi espalda.
Sólo eso,
un puñado de aire
colgado de tus labios,
un sonido en tu garganta,
un nombre.
Me llamas
y entonces me cercioro
que estoy encerrado
entre barrotes de letras.
Un nombre.
Pronúncialo una noche.
Tápalo con sábanas húmedas de ti,
mojadas con tu último perfume,
rozadas con tu piel.
Dale vida entre tu pelo,
ocúltalo entre tus montes,
en el diminuto bosque de tus ingles.
Llámame entonces.
Seré un nombre en llamas,
resucitado de mi tumba,

salvado en tu llamada

viernes, 20 de marzo de 2015

EN TU SOMBRA




En tu sombra.
En la piel,
en la carne,
en la cintura de tu sombra.
En la silueta,
en el perfil,
en el relieve de tu sombra.
En los ojos,
en los labios,
en la boca de tu sombra.
En tus pechos,
en tu vientre,
en tus ingles,
en el sexo de tu sombra.
En tus muslos,
en tus pies,
en las huellas de tu sombra
A tu sombra azul,
de margaritas azules,
de amapolas azules,
de magnolias azules,
A la sombra de tu sombra.
Besos,
tacto,
vientre sobre vientre,
piernas enredadas,
atardeceres abrazados,
engendrando anocheceres,
pariendo amaneceres
con huesos de tu sombra.
Dentro de ti,
en el interior de tu sombra,
dentro de tu luz,
de las venas del aire,
de la sangre del agua.
Del vértigo de tu sombra.
Aspiro a la sombra de tu nombre,
al ritmo de tu pubis,
sólo a ser lo que eres:

sombra de tu sombra

jueves, 19 de marzo de 2015

SINCERAMENTE




Quiero ser sincero.
Necesito decirme
lo que van murmurando los almendros
cada vez que mis manos
miden la dimensión de tus pechos.
Se miran entonces sus flores
sus troncos,
tienen erecciones los ríos
colgados de sus ramas.
Quiero ser sincero.
Esperaré a la noche
para hacer de tu vientre
una íntima plaza
y mirarme en tu piel,
en tu bosque entreabierto
donde vive la soledad del mundo
Dejaremos de ser pronombres personales
porque ya nadie sabe distinguirnos.
Quiero ser sincero,
olvidar la memoria,
aceptar que soy
el fruto de tu aliento.
Que  pones cada día
mi carne en su sitio,
que unes hueso a hueso
esta osamenta
para enamorarte después
pensando  como piensan los almendros.
Ser sincero me cuesta
el regreso al abismo.
Reconstruye el vértigo,
dibújame la sangre.
permite que me hospede
de nuevo entre tus pechos.
Que no me importe entonces

lo que piensen los almendros.

miércoles, 18 de marzo de 2015

TU HAS HECHO ARROZ


Si no me preguntan por qué, les confesaré que me hace mucha gracia ese anuncio televisivo. Alguien, por la expresión del rostro, adivina que ese otro ha hecho arroz. Y es que el rostro no es el espejo del alma. Es el alma misma.

Estamos en campaña electoral. Y quienes aspiran a convertirse en cargos importantes, van sembrando los plasmas de caras que llegarán a la alcaldía o presidencia de los ayuntamientos y comunidades de nuestro país. Y desde la tranquilidad del sofá, el alma brinca porque uno está seguro de haber visto  esos ojos, esa sonrisa forzada, esos besos a bebés y abrazos a viejos y llega a la conclusión del asombro televisado: tú has hecho arroz.

Hay caras que son un ayer,  ancladas en el ayer, que para siempre serán ayer. Que son sólo pasado porque nunca tendrán la categoría de llegar a ser historia.
Los partidos eligen a sus candidatos. Son cobardes. No apuestan por un futuro, ni siquiera por un presente. Sólo tienen el consuelo mediocre de lo que debía estar ya en el baúl de los recuerdos. Desentierran cadáveres. Pero lo realmente hiriente es que pretendan presentarnos esa memoria infame como renovación recién estrenada, como la primavera de sangre nueva. Y cualquiera, desde la tranquilidad del sofá tiene que reconocer: tú has hecho arroz.

Ahí está el alcalde de Valladolid blasfemando contra las mujeres porque los morritos de una joven ministra, porque cualquiera de ellas puede arrancarse el sujetador en un ascensor y acusar al edil vallisoletano del intento de violarla. Ahí aparece Rita Barberá, piel quemada de fallas valencianas, pero  rehecha por obra y gracia de la cirugía plástica que le practica el cirujano plástico  Rajoy cada cuatro años. Y ahí está Esperanza Aguirre, chantajeando a su jefe de filas, mintiendo miserablemente cuando afirma que no sabía nada de la púnica, que Granados es un sinvergüenza que ella no hubiera tolerado a su lado y que si lo tuvo fue por su capacidad de engañar incluso a ella a quien nadie ha engañado en su vida porque su capacidad de cazatalentos es mucho más inteligente que su capacidad de que le mientan. Asegura que ella no elegía a los alcaldes, ni a los altos cargos de su partido en Madrid, porque ella fue concebida sin mancha de pecado original y que los agentes de movilidad la trataron como a una etarra pese a que constataron que ni estaba mal aparcada, ni fue en la Gran Vía madrileña, ni que sacó dinero de un cajero porque ella es de las que no llegan a fin de mes. Ni siquiera respetaron a una sexagenaria digna de veneración y agradecimiento ciudadanos porque ella, y sólo ella, descubrió  la gürtel.

Esperanza Aguirre es como esas mujeres de la gloriosa historia de España. Murieron hace tiempo, Rajoy quiso enterrarla, pero ella había resucitado, incorrupta como el brazo de Teresa de Jesús que ayudó a Franco a mantener a España como la patria de montañas nevadas, anticomunista, católica y devota de Medinaceli. Y uno ve al ginecólogo de Valladolid, a la gloriosa enamorada de Camps y a la inocente Esperanza y no tiene más remedio que decirse para sus adentros: tú has hecho arroz.

Cuando un partido sólo puede presentar cadáveres descompuestos que apestan a cloaca, es un partido que tiene que acudir al museo de cera para permanecer para siempre en la misma postura después de someterse a una taxidermia urgente que evite la descomposición total. Como Islero, como algunas piezas de caza abatidas por el generalísimo. Que nadie nos hable de renovación, de futuro abierto a mañana, de promesas de cambios. Que nadie nos grite que los otros son etarras disfrazados, desfacedores de una democracia que odian y que terminarán por destruir y que reciben financiación nadie sabe de dónde. Ni siquiera Eduardo Inda, ese talibán obsesionado con ciertos temas. Que Rafael Hernando no nos diga de forma chulesca que la sanidad la destruyó el gobierno anterior. Que Rajoy no nos asegure que a imitación de Aguirre, él no se enteró de nada, ni siquiera cuando se hacían obras en Génova y se le llenaban los zapatos de polvo. Uno mira a ciertos políticos, escucha ciertas voces, le obligan a una fe en misterios como Bárcenas, Camps, que violaron a su partido sin romperlo ni mancharlo, y termina pensando: tú has hecho arroz.

La ciudadanía, dicen algunos, han perdido el interés por la política. Una equivocación. Los ciudadanos vuelven la cara a los políticos porque la visión directa apesta, porque sus rostros tienen cicatrices reveladoras de maldad contra los más abandonados, porque la mentira huele, porque algunos desprecian al pueblo, porque lo engañan delante de sus ojos, porque no admiten la falsedad de sus miradas. Y cuando ahora se les llenan las bocas de promesas que ciertamente no cumplirán y anatematizan a quienes quieren reconocer que el pueblo es el único dueño del poder y son ladrones que roban al pueblo esa democracia para erigirse en señoritos que reparten migajas como quien hace una gran obra, la ciudadanía busca un rincón para vomitar y desahogar sus estómago con digestión ácida.

Uno conoce esa piel farisea y no tiene otro remedio que soltarles en sus rostros: tú has hecho arroz, lo envenenaste y nos has ido matando poco a poco



martes, 17 de marzo de 2015

ME ACORDE



Me acordé de mi.
aquella tarde sin tarde dentro,
aquella noche sin noche,
aquella hora sin tiempo.
Me acordé de mi
porque no encontraba
mi colección de besos,
porque no estaba la ternura
colocada en mis manos, como siempre,
porque me faltaba tu piel
la que cuelgo cada día entre los labios.
Y tu cuerpo faltaba debajo de mi cuerpo,
mis dedos dibujando tus caderas,
tus muslos pintados con mi aliento.
Me acordé de mi porque no estaba
donde suelo dejarme
antes de marcharme de mi,
antes de regresar a mi
como una luna rota.
Me acordé de mi,
pero muy poco tiempo.
No me di importancia.
No valía la pena.

Ya estaba muy muerto.

domingo, 15 de marzo de 2015

SE PARECIA


Se parecía a la muerte.
El ensayo de un gemido doblado
sobre sí mismo,
clavado en la humedad de la tierra.
Volviendo del exilio de la vida
a la patria primitiva de la nada.
La muerte no es una circunstancia,
Un acontecimiento sobrevenido,
un sudor frío del azar.
La muerte es la vocación primera
que condiciona la fragilidad
del hermoso horizonte de la piel.
Nada es definitivo.
Digo adiós si te beso,
si mis manos,
si tu vientre alojado en mis caricias,
si se encuentra mi sexo con tu sexo,
si encierro la ternura entre tus muslos.
Nada es mañana,
ni ayer,
ni nunca.
Somos tiempo frustrado de antemano,
esparcido como un río,
como un mar,
como un horizonte imposible.
Siempre el último tacto,
el encuentro último.
Después la muerte es más muerte
porque se parece a sí misma,
porque se muere la muerte

cualquier día al amanecer.
SER BUITRE


Ser humano es complicado. La filosofía clásica se empeñó inútilmente en encerrar lo humano en definiciones que hacían de él algo estático y en consecuencia amputaban el dinamismo intrínseco que siempre conlleva. Llegó el existencialismo y lo lanzó a sus circunstancias más evidentes, más dolorosas, pero de más proyección. Ser simplemente una nada, un ser-en-el-tiempo, un ser-para-la-muerte, un infierno-para-los-otros, una-pasión-inútil, no nos redime de nuestra responsabilidad, pero nos enfrenta a nosotros mismos como lucha por averiguarnos, por vivirnos de manera viva y ardiente. Ortega, Laín Entralgo, Zubiri, Mouniere, etc  proporcionaron  una visión de la existencia que es realmente lo que nos hace vivos y humanamente vivos.

Si ser humano es complicado, ser buitre debe encuadrarse en la permanente angustia de experimentarse como apostasía humana por reducción a la animalidad más absoluta. Aunque bien pensado, el buitre no es consciente de su mezquindad. Decía Cortázar que él era un ser solitario como su gato. Pero como humano era mucho más solitario,  porque su gato no tenía conciencia de su soledad. Los buitres tienen una enorme elegancia externa, pero se alimentan de carroña. Y lo peor es que ni siquiera tachan de carroña su alimento. Como ciertos buitres trajeados de Armani, perfumados de loewe y corbata de seda. Serán conscientes estos seres “importantes” de que mastican su propia carroña?  Si son sabedores del origen de su riqueza, son miserables absolutos y además satisfechos de serlo, y no encontraremos calificativos suficientes para describir semejante podredumbre.

Los ayuntamientos, en cumplimiento de su labor social y por imperativo legal, deben construir viviendas cuya compra o alquiler esté al alcance de las economías más sufridas, incluso para aquellas incapaces de pagar el precio de una compra o alquiler. Los ayuntamientos construyen esas viviendas con impuestos que pagamos los ciudadanos. La solidaridad exigida a todos debe repercutir en el bien de todos, con preferencia de los más necesitados. En consecuencia la abstracta propiedad de eso bienes corresponde a la ciudadanía.


Como resultado de muchos factores, los ayuntamientos están carentes de tesorería. Sus autoridades los explican por la crisis. Nadie señala como causas los proyectos faraónicos, la irresponsabilidad de levantar edificaciones por encima de sus posibilidades, las construcciones innecesarias pero que dejan sabrosas comisiones, las concesiones a amistades peligrosas, el engrandecimiento personal de los ediles con un ombligo infinito. Todo es resultado de la crisis-estafa que los demás pagamos aunque los auténticos responsables sean una minoría que hace ostentación de sus apropiaciones indebidas. Pero esa irresponsabilidad no tiene castigo alguno. Sólo el que se puede ejercer negando el voto en las urnas. Existe una absolución electoral que nunca comprendí. Nadie rinde cuentas de su mala gestión.

El urbanismo ha sido una fuente de riqueza de los ayuntamientos. Junto a la construcción privada, de la que habría mucho que hablar, está la construcción de viviendas a las que antes aludía. Pues bien, los ayuntamientos, excusándose en la necesidad de recobrar un dinero del que la crisis-estafa les ha privado, vende a los fondos buitre esas viviendas que fueron construidas con la solidaridad de toda la comunidad y cuyos destinatarios era los más desfavorecidos por esa estafa de dimensiones mundiales. Y esos buitres carroñeros cambian los contratos originales, pagan un precio de mercadillo por comprar al por mayor  y en consecuencia se revisten del poder de desahuciar a los que compraron y están pagando sus pisos o a quienes mediante un alquiler tenía derecho a vivir en ellos.

Esos buitres se apropian derechos y devoran las entrañas humanas de quienes por el hecho de ser pobres, ellos, con autorización de los gobernantes, convierten en carroña. Visten de Armani, se perfuman de loewe, usan corbatas de seda. Pero si uno se fija bien, debajo de esa hermosura, se encierran aves de rapiña porque son hijos de ciertos padres, familia de ciertas familias, consanguíneos de cierta sangre necrosada y pestilente.

No me siento con capacidad jurídica suficiente como para tachar de ilegal esa venta-regalo. Pero me siento con humanidad sobrante para proclamar mi vómito ante depredadores sin escrúpulos que se alimentan de la carroña que una minoría ha fabricado. Los pobres no son pobres por designio divino ni porque la historia registra su existencia desde siempre. Los pobres lo son porque hay expertos en fabricar pobreza, en instalarla donde quieren y en extenderla lo suficiente para que algunos lo tengan todo. Los pobres son pobres porque se fabrican en laboratorios infames y porque hay unos gobernantes que se ceban en el desprecio de una mayoría para enriquecer a una minoría.


Me sobra humanidad para despreciar los Cartier, los Ferrari, los chalets con piscina y sauna. Déjenme un pequeño rincón. Voy a vomitar. No tengo más remedio.
SIN PRISAS




Sin prisas,
pero  irremediablemente
seré olvido en tu olvido.
Dejaré de andar por tu memoria,
me filtraré en los poros del recuerdo
hasta mojar tus labios,
pero no habrá respuesta.
No se toca la boca de los muertos,
ni sabe a sal su lengua desteñida.
Me arrancarás poco a poco
de tus muslos,
de tu vientre,
de los gemidos de luz
de tus  atardeceres.
Despegarás mi piel
para que se posen unas caricias nuevas,
manos sin estrenar
y brazos de luna llena.
Yo me iré  acostumbrando
a no llamarme como tú,
a no depender del aire de tus ojos,
a esa lejanía compacta
que sustentó mi esqueleto
carente de tacto,
de llamas que me enciendan
los bosques de mi sexo.
Sin prisas te irás acostumbrando.
Sin prisas me sentiré cada día

un olvido olvidado.

viernes, 13 de marzo de 2015

CONCIENCIA DE TI


Quiero guardar en la memoria
la conciencia de haber sido parte de tu historia.
Guardar la experiencia de sentirme huella en ti,
fruto del vientre de tu boca,
última palabra pronunciada a la sombra de tus labios.
Fui porque me recogiste abandonado del tiempo
y me regalaste un corazón de minutos
que transcurren como ríos,
como horizontes inasequibles.
En mi memoria, tú
para ser yo mismo,
para entenderme ser-en-el-tiempo,
ser-para-la-muerte
como nos definieron los existencialistas
llagados de metralla y de posguerra.
Pasión inútil, infierno para los otros,
gritaba Sartre.
Guardar en la memoria
lo que no he llegado a ser,
lo que nunca seré
porque ya no me haces,
porque tienes el corazón arrepentido
de haberme parido,
porque se te ahogó el amor.
Quiero guardar la memoria de mi muerte
como una primavera entre tus manos
y resucitar bajo la losa
de tu cuerpo regalándome

el último amor que te quedaba

miércoles, 11 de marzo de 2015

BUENOS DIAS TRISTEZA



Hay días tristes por definición. Cuando el dolor, cuando la muerte, cual la piel se hace astillas porque te explota la tristeza entre los dedos. Descubro que políticamente hay no sólo días, sino también épocas enteras.

Hasta hace dos días nos despegábamos de almohadas tristes, nos poníamos traje y corbata tristes y al camarero del café y la tostada le decíamos de forma automática, buenos días tristeza. Y al compañero de trabajo, y al hijo en la puerta del colegio, y a la pareja falta de caricias porque la última palabra de la noche anterior era también gris, buenas noches tristeza.

Pero eso fue hasta hace muy poco. Prohibido ponerse enfermo porque te podían despedir del trabajo. Prohibido ser mujer en edad fértil porque la preñez conllevaba un castigo laboral. Prohibido ser pobre porque te arrancaban la casa de la piel y te la quemaban con una hipoteca perdurable por los siglos de los siglos. Prohibido ser viejo porque debías darle de comer a dos hijos parados, dos nueras paradas y tres nietos con quinientos euro de pensión. Prohibido ser joven porque te troceaban el futuro. Prohibido tener cincuenta años porque ya eres viejo no encontrarás trabajo ni en Laponia. Prohibido no tener formación porque nadie te ofrecería un empleo. Prohibido ser investigador porque emigrarías a Alemania a servir cervezas. Prohibido exigir dignidad porque eso sólo lo hacen los radicales izquierdistas, antisistemas y empeñados en destrozar la elegante democracia en la que vivíamos. Prohibido exigir derechos porque los pobres sólo tienen obligaciones. Y con esa existencia nos escocían los besos, eran un lujo las caricias, el pincho de tortilla, el hijo como aspiración de la fusión más hermosa, la alegría de ser joven, de pisar la madurez luminosa de la vida, la alegre jubilación como pleonasmo de la existencia.

Hasta hace muy poco fue así. Ahora se divisan elecciones y la tierra que nos prometieron en las anteriores votaciones empieza a vislumbrarse. Los actuales moisés parten en dos el mar que separaba a pobres y ricos. Estos seguirán siéndolo en mayor medida porque así son los designios del dios de derechas, pero los pobres dejarán de serlo porque el gobierno futuro luchará para que la justicia obligue a ponerse de parte de los que menos tienen, porque ahora se ha dado cuenta que hay que crear empleo, subir los salarios, mejorar las pensiones, mejorar la sanidad para que no se mueran los votos enfermos de hepatitis C, para que todos los chavales tengan posibilidad de estudiar, para ahondar en la investigación, para no desahuciar, para manifestarse en libertad, para abortar sanitariamente porque la mujer es propietaria de su cuerpo. Todo eso que se recortó por una herencia maldita que legó Zapatero, ahora se puede poner en pie. Hemos superado la crisis. Se acabaron los estómagos vacíos y sobran los comedores sociales, se pueden triturar por falsas las estadísticas de Caritas porque sólo las mantienen los bolivarianos empeñados en dibujar un país negro en el que la gente sigue saludando, buenos días tristeza.

Hemos dejado atrás la crisis (sólo algunos miopes malintencionados le llamaban estafa) y no quedan bancos ni bankias de aquellos que estrujaban a los viejos. Los responsables de aquel robo al por mayor están en sus casas y todos somos felices.

Y dicen nuestros gobernantes que todo se ha renovado, que la justicia se ha impuesto y que el hombre viejo a dejado paso el bíblico hombre nuevo. Pero cuando miras las listas electorales te suenan a ayer los nombres recién estrenados que dicen ser el hoy político recién creado, candidatos recién bautizados, con túnicas blancas, puros y limpios, nunca pasados por juzgados,
que nacieron a este mundo sin romper ni manchar la inmaculada concepción del futuro. Pero esta primavera electoral nace frustrada en si misma. Lo candidatos surgen de su propia cloaca, con hedor a carne corrompida, a estercolero estancado. No se renueva la piel con esqueletos de segunda mano.
No se inauguran amaneceres con cadenas en los pies que atan al pasado nauseabundo. No se difieren los vómitos. La ciudadanía tiene una hernia de hiato que recrudece y regurgita lo ya putrefacto en los estómagos. Nombres corrompidos que estuvieron en los orígenes de la corrupción rodeados de seres estafadores que apolillaron la palabra, los derechos y el dinero de los ciudadanos.

Lo que el ciudadanos percibe son discusiones en las cuales cada uno se defiende el otro echándole en cara el ayer. Todos  tienen un pasado que nunca llegará a ser historia. Y ninguno tiene futuro, sino sólo porvenir.



A TU ORILLA



Puedo morirme un día a orillas de tu voz.
cerca de donde gestas lunas con cintura.
Muerte circunvalada en tu palabra,
en el sonido de olvidos olvidados.
Bajaré  por la palabra que pronuncias
hasta tu centro,
donde alumbras
las huidas,
los miedos que abrillantas
para embellecer la angustia
que te produce la entrega.
Me moriré disimuladamente.
No notará nadie mi cadáver
embalsamado con la sal de tu saliva,
en caricias envuelto,
desnudo como una tribu de amapolas.
Puedo morirme un día a orillas de tus labios,
en tus besos sin nombre y apellidos,
tus anónimos besos
muertos en la espalda de tu boca,
en el opaco cielo de tu boca
sin que nadie supiera
que tenías plantada una cosecha de alegría.
Puedo morirme un día a las afueras de tus ojos,
en los adentros de tu piel,
allí donde una tarde
conocimos los límites del cuerpo
pero nos empeñamos en saltarlos
y adentrarnos para siempre
en la carne salada de las olas.


NO SE DE DONDE


No sé de dónde este empeño
de hablar con el aire,
de hacer versos,
de juntar la piel de las palabras
para que se amen.
No sé de dónde esta necesidad
de escribirte poemas,
de extrañarlos como las buganvillas
si no tienen primavera.
No sé por qué esta urgencia
de guardar el silencio entre sílabas grabadas
en tu espalda arqueada.
Me gusta recitar  tu carne,
convertirla en aliento de mi boca,
contar que cada noche
no existe más frontera que la luna.
Este empeño de rimar  mi sexo con tu sexo
como quien proclama
el dogma de Julieta sembrada de Romeo.
Necesito saber por qué marco
con un destino concreto cada sílaba,
por qué llevan tu nombre dentro de cada letra,
por qué eres el eco de todo lo que digo.
Sorprendo tus ojos de repente
y no necesito entender nada.
Tú existes como explicación última de todo.

Estás y no dices adiós.

martes, 10 de marzo de 2015

REGRESABA DE TI

Regresaba de ti.
de tus dunas,
de tus ríos.
de esos mares criados en tu vientre.
Regresaba de ti.
haciendo el camino
que va del beso hasta el beso,
De tus mares desplegados,
de tus pozos abiertos
cuando anochece
y guardas las lunas
entre tus pechos.
Regresaba de ti,
de tu cordillera azul
a tus montes oscuros
que custodian la luz
de tu piel entreabierta.
Venía de tu mirada
hasta tus muslos de agua.
Quiero llegar a ti
regresando de ti
porque en ti se cierra
el círculo de mi historia,
pequeña como un beso,
esférica como un beso,
alegre como un beso,
con penas archivadas como un beso.
De ti a ti está el camino de mis pies,
la distancia que separa
los cuerpos de los cuerpos.
De tu piel a mi piel
la fila de chopos negros,
sombras cuajadas
de amapolas oscuras
y esa palabra
que no dijimos nunca
que nos aprieta la boca
como una gavilla de trigo.
No sé si estás.
No sé si regreso.         

lunes, 9 de marzo de 2015

DONDE ESTA LA ALEGRÍA


No sé exactamente dónde perdí la alegría.
Creo que la colgué  de tus ojos.
Hoy tu pupila es un camino de adoquines.
Pregunto. Te pregunto
qué río se llevó la luz
y arrastró las sonrisas
como peces de colores.
Tenía sólo esa alegría
para el tiempo que me asignó la vida.
Rompen las penas azules
contra un malecón
y saltan astillas de nostalgia
que se clavan en la piel
y sangran las tristezas.
No sé qué hacer
si no encuentro la alegría.
Me urge, incluso para morirme,
porque será el gesto último
de amor para mis amantes
antes de la soledad absoluta de los muertos.
La colgué, estoy seguro, de tus ojos,
de tus labios,
de tus pechos,
de tus ingles,
de la luna entreabierta de tus piernas.
No sé qué hacer sin mi alegría
necesaria,
imprescindible
para que esa muerte cercana
no sea una mueca.
Indaga entre los pliegues del alma
o déjame que muera
en las cercanías de tus labios,

en el cielo de tu boca

sábado, 7 de marzo de 2015

DIOS YA TIENE PUPITRE



Estaba preocupado por Dios, su educación, su carrera sin terminar, sin un puesto de trabajo a la vista porque los que no han culminado la universidad no tienen futuro y los que han sido alumnos brillantes se van a Alemania a limpiar retretes y servir cerveza.

Dios había desempañado papeles muy importantes durante el franquismo. El dictador, que fue generalísimo por la gracia de Dios, no olvidó nunca ese favor y se lo pagó con creces. Le había ayudado a vencer al comunismo que pretendía destruir la patria, le había regalado un palio para andar por la calle y que los feligreses confundieran el uniforme militar con la túnica del sagrado corazón de Jesús en vos confío. Y Franco supo abrirse camino eliminando a todo aquel que se oponía al reinado de Dios. “Yo reino en esta casa”  se leía en las puertas. El caudillo no fue antimonárquico. Simplemente cambió la titularidad borbónica para poner al dios libertador en su lugar.

Cuando Arias Navarro, aquella plañidera en blanco y negro, nos leyó el testamento del general. Este nos hacía saber que moría en el seno de la iglesia católica, porque también la iglesia era propiedad suya y él moría donde quería que para eso había ganado la guerra y tenía a su lado a dios que era muy de derechas.

Llegó la Constitución un tanto cobarde en cuanto a dios se refiere. Un país aconfesional, dijo. Y ahí cabían multitud de interpretaciones. Aconfesional, pero con un Concordato que tenía la última palabra por encima de esa Constitución. Y ninguno de los presidentes democráticos se atrevió a denunciar ese Concordato que permitía darle a dios lo que nunca debió ser de dios a costa de no dar al hombre lo que le pertenecía en democracia: su libertad ante muchas disyuntivas que debía solucionar en la soledad creativa de su propia conciencia. La jerarquía católica seguía adueñándose de las decisiones más íntimas de los españoles. La investigación médica topaba con la cerrazón eclesiástica. El aborto debía responder a una legislación iluminada (o ensombrecida) por la visión católica (no confundir con cristiana) y la madurez de la chavalería debía envolverse en el bendita sea tu pureza… relegando el sexo a un matrimonio donde unos centímetro de piel femenina daban el visto bueno a una relaciones con miras exclusivas a la procreación, pero condenadas al fuego eterno si imperaba el ansia de placer o la demostración amorosa de dos seres.

La llegada del partido socialista al poder hizo que la jerarquía se viera obligada a destapar la maldad que se encerraban dentro esas siglas. Era un partido radicalmente instalado muy cerca de aquel comunismo que derrotó Franco, anticristo, blasfemo, hereje, capaz de perseguir al cristianismo como en la misma Roma cuando los leones se alimentaban de filetes crucificados. Y llegaron las manifestaciones, las misas en desagravio por las ofensas recibidas, y poco menos que proclamaron que los cristianos regresaban a las catacumbas.

Y durante ocho años de gobierno de Zapatero, con una Bibiana Aido que tenía la osadía de exigir los derechos de la mujer en todos los órdenes y que reclamaba que el cuerpo de la mujer es su propiedad más inalienable, más íntima y que todo usurpador de sus derechos es un violador, la jerarquía sólo debía creer, tener una fe ciega en que llegaría un salvador. Y el salvador se llama Mariano Rajoy y sus hijos amados Wert, Gallardón (que en gloria esté) y otros.

Cuando la proximidad de unas elecciones requería predicar que el aborto es un crimen, el aborto fue un crimen. Cuando la proximidad de unas elecciones requiere que la ley del aborto no condene ese crimen, no se condena ese crimen. Los votos tornasolan la realidad haciéndola irreal.

Y dado que la Constitución no está para ser cumplida, sino sólo para llevarle flores y chocolatinas cada seis de diciembre, se ha fabricado un pupitre para   dios. El Concordato, invocado por todo los políticos democráticos, ha ido preparando un aula para dios. Y Mariano Rajoy, cuyo dedo engendra personajes como Wert, le ha regalado un pupitre y una beca para que sea ejemplo de niños creados a imagen y semejanza de una ley publicada en el B.O.E celestial. Desde ahora los chavales no llevarán las manos en los bolsillos para evitar tactos que convocan malas prácticas masturbatorias. La chicas llevarán faldas por debajo de la rodilla porque las rótulas son la frontera con la piel de muslos pecadores. Se enseñará que Darwin era simplemente un hereje digno de hogueras inquisitoriales y se invocará la luz divina al principio de las clases para que dos y dos sean cuatro y sólo cuatro como corresponde al “derecho natural” y que los pobres deben sentirse felices porque no es la explotación del capital quien los priva de una vida digna, sino un dios que los pondrá a su derecha en el reino del más allá.


Hasta dios ya tiene un pupitre. A nadie se le ocurrirá en el futuro hablar de recortes en educación cuando es palpable que ha habido una ampliación de plazas escolares hasta el punto de que él se haya convertido en colega de clase.

viernes, 6 de marzo de 2015

NO ME ACOSTUMBRO



No me acostumbro
al sonido de tu ausencia,
al  eco de mar que tienen
las caracolas dentro.
No me acostumbro
a ese vacío que dibuja
tu nuca en mi almohada,
a las tardes sin tu mano,
sin tu cintura frutal de primavera.
No me acostumbro
a la sombra de tu piel,
a la huella de tu cuerpo,
sólo huella.
No me acostumbro
a tu carne huida
a tu dimensión sin montes,
a tus ríos desangrados.
Toco la tarde,
una tarde sin tarde,
como te toco a ti
sin ti.


jueves, 5 de marzo de 2015

AHORA



Ahora que no estamos
donde siempre estuvimos.
Ahora que no somos nosotros
ese plural corporativo
que formamos tú y yo.
Ahora tal vez pueda decirte lo que nunca
supo decir el conjunto de sílabas
que llamamos palabra.
Ahora que  somos distancia
como antes de besarnos,
como antes de encontrarme
tu cuerpo frente al mío,
antes de que fueran tus caderas
el mapa de mis manos,
antes de que tus labios pronunciaran
el nombre que aún me identifica
para que la muerte un día
sepa cómo me llamo.
Antes de que plantara entre tus piernas
la nieve nevada de los pinos.
Ahora que no es entonces ni mañana,
ni antes ni después,
ni siquiera ahora mismo.
Ahora que el tiempo
se nos cayó de espaldas
porque se  despeñaron
la luz y las caricias.
Ahora no sé qué decirte,
porque perdí la memoria
porque tú ya no estás

y porque yo no existo.

miércoles, 4 de marzo de 2015

ME OLVIDE


No sé dónde me perdí,
dónde me olvidé de mí
y me marché
sin dejar trocitos de pan en el camino.
Recuerdo mi cuerpo
hundido en el tuyo,
despeñado por tus labios,
ahogado en tus ingles y en tus brazos.
Te pregunto por mí.
por si te quedó grabada mi sombra
en el arco de tu espalda.
Soy consciente de mi propia oscuridad,
de que el sol se me rompe cada tarde
y la noche es la piel arrancada a los montes
para que se nos duerman
los ríos de la sangre.
Pero te pregunto
por qué me hicieron tus manos
a imagen y semejanza de tuya
Por qué era yo
en la medida que eras tú.
Soy la confusión

de tu piel y mi piel.

martes, 3 de marzo de 2015

NECESITABA QUERERLA





Necesitaba quererla. Tenía prisa. Lo iba repitiendo por los campos. Que se enteraran las amapolas abrazadas a los trigales, la luna apretando la noche, el agua a espaldas de los junco. Que lo supieran. Un cariño secreto escuece como una piel rasgada, abierta por un vaso roto, por el roce de una espina, por un alcohol de buena voluntad de madre tierna.

Ella lo sabía. Lo notaba en la forma de apretar mi cintura, de deslizar sus dedos entre mis dedos. Pero se tapaba los ojos y los labios y estrangulaba el beso cuando el beso  asomaba a la orilla de su lengua.

Deja que todo fluya, era su frase. Como  si el amor debiera amansar su fuerza de catarata. Ni siquiera es sexo, le repetía. Y ella, incisiva: es entonces un amor de beneficencia? No te grita tu sexo cuando mis muslos, mi vientre, mis pechos, mi cuello? Y me colocaba en la difícil tesitura. Ahogaba aquel grito que de verdad pronunciaba mi sexo cuando ella salía del agua y era toda ternura, relieve, volumen. Cuando su pelo rubio arqueaba su espalda, cuando las bocas mordían y la saliva ungía el beso y lo hacía sacramento del aire.

Deja que todo fluya. Yo hablaba con mi sangre para ponernos de acuerdo. Y mi sangre se preocupaba, pero no entendía. El corazón tiene prisas. Debe hacer un recorrido de corazón a corazón sin perderse en el camino. La sangre preguntaba cuando hacía un alto en los labios, en los ojos, en el sexo. Y yo le recordaba su mandamiento: deja que todo fluya. Y a veces era un vendaval la piel, y las caderas se hacían plaza sin sombra y el vientre una planicie donde reposan las manos cuando ya no les quedan caricias.

Necesitaba quererla. La luz se hacía ternura. Tenían cintura las sombras. Las rosas aprendían atardeceres. Las lunas eran lunas, las noches noches nocheras. Y Lorca ponía de perfil al viento e Ignacio Sánchez Mejía resucitaba a las cinco en punto de la tarde.

Hoy he llegado  hasta el umbral de sus ojos. Estaban llenos de margaritas azules. Caracolas con un mar resumido, abreviatura de inmensidad. Sus ojos, salvoconducto para su pelo. Lo acaricié.

Todo ha fluido. Estamos aquí, sin distancias, sin ausencias, sin lejanías. Llenos los bolsillos de aquellas recomendaciones que esperaban la fluidez del tiempo, la madurez del corazón como quien espera la madurez de las cerezas.

Estás. Estoy. Eres. Soy. Y nos amamos. Todo vive remansado, como en una caracola. Todo es presente. Todo eterno.