martes, 30 de septiembre de 2014

NO SABRÍA DECIRTE


No sabría explicarte
las junturas de mi alma,
las esquinas donde el tiempo dobla
y me constituye en amante.
No me explico a mí mismo.
Desconozco los bordes donde empiezo y termino.
No sé decir las siglas que me nombran,
que me identifican en la voz de los otros.
No sé quién soy.
Un grito sólo tal vez
para que alguien me designe más allá del espejo
como una realidad pensada.
No sé por qué existo
ni si me aman los árboles.
Pero sé que estoy
porque tú me piensas
y estás porque te amo.


domingo, 28 de septiembre de 2014

CUALQUIER DIA


Cualquier día vendrá tu ausencia.
Sin ruidos
como un vuelo de mariposas.
Anidarán en la grietas de mi carne,
cubrirán con sus alas el último silencio
y todo será nada,
la nada primitiva donde el barro
se hizo ternura y camino
y  sintió el empujón de las ingles.
El tiempo se caerá de los árboles.
Llegarás como si nunca hubieras estado
en la palma de mi mano,
en los puentes que van desde tu piel a mi piel.
Y a lo mejor sonreímos
o lloramos.
Es fácil confundir
tristeza y alegría
porque huelen a veces
como huele tu voz
Vendrá tu ausencia,
aquella que se hundió en el río
cuando los besos póstumos
cuando está hueco el viento apoyado en la tarde.
Vendrá tu ausencia
y no sabré cómo llamarte
y me arderán de asombro
los ojos y las manos.
Entonces, sólo entonces
me enredaré en tu alma

y llenaré tus manos de peces de colores.
CABALLITO DE CARTON


Pido a quien corresponda
un caballito de cartón.
No sé si a la trinidad monárquica
de Melchor, Gaspar y Baltasar
o a la anárquica república de estrellas.
Tengo un sueño humilde.
Un caballito sobre ruedas,
de cartón las crines,
de cartón su elegancia de caballo jerezano,
dobladas sus patas,
con ritmo de Macarena mecida por Sevilla.
No sé a quién pedirle mi sueño de cartón.
A quien corresponda, digo.
Si besos,
si caricias,
si cinturas,
si muslos diseñados,
si bocas con un cielo en sus alturas,
si grutas,
si relieves,
si caminos que llevan hasta el alma,
a ti te pediría.
Porque estás,
porque existes,
porque eres
camino,
meta,
horizonte.
Porque tengo tu piel en el recuerdo,
tu carne entre las manos,
tu perfume de noche entre las sábanas.
Pero un caballito de cartón
para esta niñez adulta,
para cargarle  penas,
tantas penas,
tantas desesperanzas,
frustraciones de ríos
doblados como ramos de amapolas.
De cartón mi caballito.
Blanco y negro, pintado
de  elementales colores,
pobres,
para soportar esta ruina humana,
esta melancolía,
esta tristeza,
el cansancio infinito de ser hombre.
Pido a quien corresponda,
simplemente,

un caballito de cartón.

viernes, 26 de septiembre de 2014

A VECES LA CALLE


A veces la calle es como un río
que estruja los besos.
Calles llenas de nadie,
de orgullo acaso,
de desesperanza acaso,
de suicidios  acaso.
Nadie sabe definir la calle,
ese río turbio,
barrizal de intereses,
de egoísmos que empujan
para que caiga el  débil,
pisoteando las heces
que somos tú y yo
porque alguien nos convirtió en olvido,
en desecho, en vómito
de ese borracho cósmico
que denominan vida.
Alguien nos recomienda conformismo
porque los pobres son pobres por designio
de un dios omnipotente, propiedad por herencia,
monopolio que certifica
que la injusticia es amada,
conscientemente amada
por crucifijos de adorno
que embellecen los pechos deseados por tactos
de braguetas erectas.
Quiero morirme boca abajo
para que nadie vea
la rebeldía que muerde
la calle como un río

donde nadie pervive.
AVERIGUAR




Averiguar la primavera desnudándote,
intuyendo la noche que te anida,
que se apropia  tu vientre
y desea esa luna implantada
en la piel de tus montes.
Desnudándote.
Deshojando tu ropa
para enfrentar tu realidad y poseerla
desde tu libre entrega.
Ante ti mi historia entera,
desnuda también,
refugiando mi tiempo
en tu boca.
Vamos a averiguarnos,
a sabernos,
a tocarnos la sangre
y bebernos la vida trago a trago.
Desnudos tú y yo
De par en par
como se sinceran los ríos con el mar.



miércoles, 24 de septiembre de 2014

OLOR A TI


Jardín en mi sangre, tú.
Huele mi piel a ti,
a tu tacto,
a tus manos
 cuando tocan la luz y la aprietan
como un ramo de perfume.
A ti huelen
las huellas que quedan
en mis ojos
después de mirarte.
A ti, la sombra
que me sigue y precede
como una cometa hueca.
Huele a tu carne mi carne.
a tu luna menguante
tu ausencia en mi sexo.
Estás en las partículas que respiro
que convierten
mi sangre en la gruta
donde  atardeces,
y anocheces

con este olor a ti.
RAJOY INDULTA A LOS ASESINOS



Eran asesinatos. Lo decían las pancartas. Lo decían madres y padres de familias numerosas. Lo decían unas monjas con la sonrisa hermosa de quien defiende la vida. No como esos que van presumiendo de ansias de matar, de destruir a indefensos, a seres queridos por Dios desde siempre. Porque Dios se une al esperma y el óvulo y forma con ellos la trinidad del ser humano desde el instante mismo en que el sexo llega a una plenitud destinada exclusivamente a la reproducción pero no al placer y a la expresión amorosa. El placer es perverso, diabólico. Es sólo el atractivo para que no se acabe el mundo. Pero el placer por el placer es perverso. Dios se alimenta de dolor, de sangre, de mortificación, nunca de placer.

Miles de personas. Muchos miles. Y estratégicamente distribuido, el personal del Partido Popular, el partido de la vida. Las cámaras saben dónde está Dolores de Cospedal y Esperanza Aguirre, Ana Mato y Ana Botella. Y está Pons y Martínez Pujalte y Floriano. Y muchos más que se proclaman contrarios a esa ministra joven, irresponsable, perturbadora de hormonas juveniles, que se llama Bibiana Aido. Bibiana es inductora de los crímenes que se cometen en clínicas preparadas para matar impunemente. Lo atestigua Ana Botella, (bendita sea tu pureza), que asegura haber visto cómo se trituraban bebés con máquinas especiales. Y Bibiana está respaldada por el presidente Zapatero, asesino mayor del reino.

Qué alegría ver a ese ejército encabezado por tanto político dispuesto a dar la vida por defender la vida. Como Rouco, encabezando un ballet de mitras que prefieren el martirio propio a los crímenes autorizados por la ley. Estos crímenes no son asimilables a los que bendecían en las tapias de los cementerios porque aquellos con tiros en la nuca eran rojos que quemaban iglesias y destruían conventos. Aquello era una cruzada y los muertos se lo habían merecido porque Dios era golpista, de derechas y por su gracia se implantó un hombre providencial que nos salvó del comunismo.

Gallardón vestía siempre de oscuro, como si cumpliera un medio luto pueblerino. Y no estaba dispuesto a ser cómplice de asesinatos programados por Zapatero y Bibiana y recibidos como herencia. Rajoy estaba empeñado en hacer de España un país alegre y por tanto encomendó al ministro que le disputó la candidatura a la presidencia del gobierno a evitar la muerte de inocentes. Y el ministro repartió carnets de maternidad, se apropió de úteros y vaginas y salió a conquistar la libertad femenina contra la que luchaban mujeres indignas de serlo. Rajoy le animaba y Fernández-ministro-opus-del-interior comparaba el aborto con los crímenes de ETA. Pero todos juntos lograrían que las mujeres tuvieran que ir a Londres, que los fetos malformados nacieran para poder así abandonar a los dependientes a las puertas de la miseria y el dolor. Para eso pertenecían al partido de la vida como pertenecían, Según Cospedal, al partido de los trabajadores.

Y llegó el gran día esperado. En España empezaba a amanecer y todos nos poníamos cara al sol, a la luz de la madrugada, prietas las filas, impasible el ademán. Y hubo un diálogo:

Mariano: Arriola, vamos por fin a cumplir algo del programa electoral. Me enorgullezco de defender la vida contra los asesinos cuya herencia hemos recibido. No permitiré ni un crimen más. Gallardón tiene todo dispuesto para resucitar después de tanto viernes santo de Zapatero.

Y Arriola: esa reforma, presidente, te va a hacer perder muchos votos. Empuja Podemos y podemos patinar y te vuelves a vivir a tu casa porque las mujeres son muy mujeres y no permiten la expropiación de sus cuerpos, de sus derechos, de sus decisiones sobre la maternidad.

Mariano: pero son asesinatos..

Arriola: no seas puritano, presidente, también es un asesinato desahuciar, y matar a los niños de hambre y abandonar a su suerte a los dependientes. Si tu conciencia no te ha advertido de esos asesinatos es porque Merkel te ha hecho ver que los potentados bien valen la muerte de tantos viejos, enfermos, estudiantes…No seas escrupuloso. Estamos en una España aconfesional. Rouco ya no está y a la Conferencia Episcopal le añadimos unos millones y no van ni a una manifestación.

Mariano: Votos o escrúpulos, dices? En realidad cualquiera que me siga en el poder va a tirar abajo en dos minutos la reforma de Gallardón. Tienes razón. No vale la pena. Al fin y al cabo hay muchos que aseguran que el nasciturus no es aún persona, que a lo mejor Bibiana no era tan mala, que tal vez Zapatero… Dile a Gallardón que se vaya a su casa. Díselo tú de mi parte que yo tengo varios Marcas atrasados y ya no sé si De María juega o no en el Madrid. Además me tengo que ir a China.



Y así fue cómo los asesinatos dejaron de serlo y se convirtieron en votos. La historia es mucho más simple de lo que imaginamos.

martes, 23 de septiembre de 2014





ALGUIEN



 Alguien ha cerrado el mar,
la primavera, el viento.
Alguien ha cegado los caminos,
los ríos, el silencio.
Alguien ha cerrado la luz.
alguien lo ha cerrado todo.

Y estaba tu nombre dentro
TU BESO SABE A CAFE




Andaba como una mariposa. Tenía alas en los ojos. Buscaba entre las mesas. Me hizo un gesto el camarero. A la misma hora, en la misma mesa, el mismo café. El conocía mi alma como si hubiera vivido en ella. Nos saludábamos con la complicidad de quien durante años vio mis compañías, algún beso furtivo, alguna mano deslizada bajo una falda. Volvía entonces la cabeza y me sonreía con la mirada como quien da un paseo por la alegría de un amigo. Antonio se llamaba. Y Antonio  hizo una señal como hace una señal un faro.

La recordaba. La llevaba adherida a la memoria como una caricia, como una cicatriz, como una condecoración. Es verdad que andaba como una mariposa. Sin embargo cuando la tenía a mi lado en las noches de besos y lunas frías, me invadía como sólo invade el mar. Eran envolventes sus manos de espuma y acero. Tenía la fuerza de un monte en sus pechos y era un río boca abajo su cuerpo hasta los pies. Piel trigal. Cosecha de estrellas en las ingles. Hermosa como una pirámide, delicada como una alhambra, íntima como una mezquita.

Un día se fue a Londres. Quería encontrar un trabajo de acuerdo a sus estudios universitarios. Había prometido escribirme. Y lo hizo. Le constaba que yo no hablaba inglés, que no la entendería y que no sería capaz de buscar un traductor por miedo al contenido. La mariposa se hacía águila cuando hablaba de amor. Y entonces inventaba un diccionario de términos excitantes que no me atrevo a repetir, pero que erizaban la piel cuando las susurraba al oído.

Volvió pródiga de nostalgia y me buscó en el café. Me besó en las mejillas y conversamos del trabajo, del paro, de las dificultades de millones de ciudadanos para llegar a fin de mes. Una conversación propia de un bar donde se arregla el país declarando solemnemente lo que cada uno haría si tuviera el poder. Llenaría las cárceles y acabaría con la corrupción. Los parados a construir carreteras sin sueldo y acabar así con una sangría de dinero. Me entiende lo que le digo? Me repugnaba esa pregunta mil veces repetida, oída cada vez que alguien encontraba las directrices que mejorarían la situación de muchos.

Se levantó de repente. Acercó su vientre hasta mi cara. Tomó mi cabeza entre sus manos y me besó. Con ternura, con ansias, con deseo, con hondura, con avidez, con pasión, con pasado, con futuro, con todo lo que guardan unos labios que te invaden como un mar, con la fuerza de un monte. Como entonces, cuando las noches se envolvían en sudor y gemidos, en manos de espuma y piernas entrelazadas como olivos.

Se fue de prisa, huyendo de sí misma, de mí, de una distancia infinita que volvería a separarnos porque, según me dijo Antonio, el camarero, llevaba otras caricias entre sus pechos y otros suspiros en su espalda.

Hacía años que no fumaba. Antonio sabía lo que me había costado. Pero se acercó, como tantas mañanas antiguas, y me ofreció ya encendido un rubio, regresando a costumbres antiguas. Era un sabor extraño, pastoso, mareante. Pero aguanté hasta el final, hasta el filtro coloreado como pulmones pintados de nicotina.

Antonio recogió la propina, me echó la mano por el hombro y puso cara de tanatorio. Yo estaba, tal vez para siempre, de cuerpo presente.


domingo, 21 de septiembre de 2014

SOY ARENA



Soy arena
con  espuma dentro,
mares,
amaneceres,
atardeceres.
Arena,
con lunas dentro,
con huellas,
con ausencias,
con recuerdos.
Arena
con cuerpos olvidados,
besos abandonados,
despedidas,
encuentros.
Arena
con castillos infantiles,
con barquitos,
con cometas de colores,
peces que cantan valses
y sirenas imposibles.
Arena,
con muslos de quince años,
con pechos frutales,
con árboles entreabiertos
para cipreses plantados.
Arena
con mucho ocaso,
con mucha noche,
con mucha luz amaneciendo.
Arena,
entre tus manos
haciendo mundos,
continentes que se encajan
como los cuerpos
en el sudor y el gemido
Me alegra ser arena
en tu vientre,
en tu pubis,
en tu puerto
para mi barco de arena,

para mis sueños.
LA VIDA TIENE UN AMANTE


Iba la vida por una calle cualquiera. Hermosa a veces. Alegre a veces. Festiva a veces. Iba la vida por una calle cualquiera. Mal vestida a veces. Triste a veces. De luto a veces. Pero era siempre vida. Y tenía los que la amaban. Por egoísmo tal vez. Por miedo tal vez. Pero siempre tenía amantes. Grupos numerosos. No sabían contarlo las empresas especialistas, ni las fuerzas del orden, ni los obispos. Muchos. Eran muchos y eso se ponía delante de los ojos de quienes, al parecer, eran enemigos de la vida, y se blindaba como un argumento irrefutable. Ellos eran los amantes al parecer excluyentes de la vida. Lo decía un slogan que corría de boca en boca por las aceras de una calle cualquiera. Eran sus defensores, los que pedían dimisiones y exigían cumplimientos de programas electorales porque coincidían con sus propias concepciones. Contra el aborto y en defensa de la vida. Los que no estaban con ellos por una calle cualquiera, eran sentidos como aprovechados de la vida, pero no amantes ni mucho menos defensores.

Iban también por una calle cualquiera. Marea blanca le llamaban a todos los que exigían una sanidad que abarcara a todos, que se ocupara de todas las dolencias humanas, que atendiera sanitariamente a todos. Los enfermos no querían ser mercancía, aunque de vez en cuando un nefrópata hubiera deseado ser autopista o Cajamadrid para que alguien lo rescatara. Unos kilómetros de asfalto valen más que yo, pensaba el dependiente en silla de ruedas. Hay dinero para sacar ese asfalto de la ruina del tiempo, pero no hay dinero para que alguien me saque de esta silla y me meta en la ducha.

Por una calle cualquiera, una marea verde. Chavalería hilvanando futuro. Padres rumiando un pasado. Profesorado implicado en el mañana de la muchachada. Apretados. Sin becas que llevarse al talento. Sin posibilidades de seguir estudiando porque los andamios se hundieron con la crisis y los padres albañiles se habían venido abajo.

Por una calle cualquiera un oleaje asqueado. Los que con cuarenta años son viejos para trabajar y jóvenes para ser arrojados de sus casas, atados por el cuello por una hipoteca vitalicia. Un oleaje de parados. Millones. Con la desesperación en los ojos, en las manos. Con el hambre de sus hijos crucificando los estómagos. Con el amor de pareja amargado porque la desesperanza se nutre con caricias olvidadas, con besos archivados, con piernas herméticas para el amor de cada noche.

Por una calle cualquiera un puñado de viejos. Ya no son jubilados, ya no son los alegres. Los han degradado a la categoría de viejos. Empotrados en la duda entre comprar comida o copagar el tavanic para la neumonía. Que dice el médico que es necesario el antibiótico porque la tos, porque la expectoración, porque la asfixia… ¿Pero no será también necesaria la tortilla francesa?  Y los nietos y el yerno y la hija en paro que ahora viven con ellos. ¿Qué hacen esos viejos con las bocas jóvenes que tienen nuevamente  a su cargo?

Por una calle cualquiera los que exigen que les devuelvan la dignidad. Porque los sanitarios, los estudiantes, los parados, los viejos, los dependientes, no sólo se han quedado sin las coordenadas que constituyen la vida. Es que además les han robado la dignidad, arrancada de cuajo como una piel, porque sin dignidad todos se someten más fácilmente. El estudiante renuncia al futuro. El parado sucumbe al chantaje de la propuesta de trabajo a ocho euros la hora porque más cornás da el hambre. Y los viejos tienen miedo a que le disminuyan los euros de la pensión porque va a faltar el caldo caliente para todos. Sí. Les han quitado la dignidad.

Y eso amantes de la vida exigen que no se prodiguen más “asesinatos” aunque no les importa que la vida de estudiantes, dependientes, parados, enfermos, viejos, desahuciados carezcan de ella. Les obsesiona, como a Gallardón, los no nacidos, pero olvidan a los que exigen seguir viviendo y que sólo piden un trabajo, una medicación, la posibilidad de un futuro, la alegría de ser viejo, la dignidad de vivir.


Uno se echa a andar por una calle cualquiera. Proclama su amor a la vida. Y siente ganas de llorar o de romper cristales o de besar o de pegar. Porque uno está vivo, aunque no le importe a nadie.
ERES LLUVIA



Me llueves
y crece una hierba azul
sangre arriba,
por las paredes del alma.
Me humedeces
la sombra
y florecen amapolas
en mi espalda.
Nos diluviamos,
nos nevamos
y apagamos
un rescoldo de luna
que moja los labios.
Desnudo estoy
para las gotas de tu lengua
Desnuda te quiero
para destilar en ti
el zumo salado de mi fruta.
Lluéveme noche a noche.

Yo nevaré tus madrugadas.

sábado, 20 de septiembre de 2014

AQUELLA CARTA



Te escribí aquella tarde.
Estaba triste.
Me pesaban los besos y la sangre.
Te hablaba de los árboles
crecidos en los ojos,
de otoños en las ramas,
desnudos como muchachas limpias
sin ayer, sin nunca,
a punto de troncharse.
Te decía que abrazaba la nostalgia,
hueca, líquida, sin cuerpo
como una luna herida
que encara su muerte en un espejo.
No sé si te llegó mi lejanía,
el gemido de un sexo naufragado,
sin tu cuerpo entreabierto a los envites
cuando las noches eran zumo de cerezas.
Te mandé los recuerdos en un sobre cerrado,
para siempre cerrado
como un río doblado en cuatro partes,
papiroflexia acuática que encierra los secretos.
Para ti los jardines, las palmeras,
la yedra de tu pubis y la espuma
de mi sexo regando tu ternura.
Te escribí aquella tarde
para decirte lo que no supe decirte
cuando bailaban las piernas en tu vientre,
en mi vientre,
el vals más hermoso
de amaneceres y arena.
Te firmo con la huella de mis manos
como cuando tu piel certificaba
que éramos dos soledades albergadas
en el hueco del tiempo.


Post data.

Se me enredó una luna entre las manos.
La cuelgo en tu sonrisa

y me marcho al vacío absoluto de mí mismo.

viernes, 19 de septiembre de 2014

NO SE DONDE PONER



No sé dónde poner la vida,
esos restos de tiempo que sobraron
de fabricar el vacío.
Dónde poner la tristeza
de una historia clavada
en la grieta izquierda del costado.
No sé dónde poner la sangre
que brota en cada beso
si la cruz es el volumen completo,
panorámico
de una espalda flagelada.
No sé qué hacer con el sexo
que la leyes taparon con la niebla
para que nadie supiera
la dirección de los labios.
Te regalo la mitad de mi nostalgia
y la mitad de la angustia
que contamina la sangre.
Pero dime,
dónde tiro el escombro
del hombre inacabado,
provisional que soy

mientras bebo la muerte poco a poco.

jueves, 18 de septiembre de 2014

DIOS TIENE UN PROGRAMA


En aquel tiempo, Gallardón se vistió de progresía. No encontró un traje de pana y no le valía el de Alfonso Guerra porque  era mucho más delgadito. Felipe lo había reciclado porque los consejeros delegados de los ricos del mundo no pueden vestir de pana. Gallardón se colgó entonces una vestimenta de progresía que encontró en una tienda de disfraces carnavalescos y se lanzó a la M-30, M-40 y todas las M de asfalto. Casó a dos homosexuales, cenó con Bono-socialista-socialista-católico-socialista-izquierda-izquierda y se instaló en Cibeles para tener cerca una diosa con quien hacer el amor cada mañana. Se peleó con Aguirre (esa pelea era más de izquierdas-año-82) y terminó siendo ministro en el gabinete de Rajoy señalado por el dedo erecto de Aznar en un acto de onanismo sin precedentes.

Gallardón no sabía qué hacer con su ministerio. Pidió consejo entonces a Rouco Varela y a Utrera Molina. Y estuvieron de acuerdo. Utrera recordó a Pilar Primo de Ribera y confesó su admiración por la mujer que lava, plancha y se pone un pichi pudoroso para que su marido vaya guapo por el mundo o engendre hijos si su testosterona busca  de noche una entrepierna. La mujer, le dijo, es más mujer si es madre. No permitas el aborto. Franco siempre lo habría prohibido porque era católico, apostólico y romano. Y Rouco asintió. Los socialistas son asesinos que traicionan el nacionalcatolicismo que hizo de España una, grande y libre.

Gallardón se vistió de gris marengo como un  Cid Campeador del Corte Inglés y empezó su cruzada. No haría otra cosa en sus próximos años de ministro. Ejercería de matrona gubernamental para velar por el nacimiento de todos en contra incluso de los derechos de las madres. Las mujeres no tienen derechos sobre su vagina, ni su útero, ni su cuerpo. La mujer es propiedad del capricho de los espermatozoides y si mientras él se fuma un cigarrillo poscoital uno de ellos se enamora de un óvulo, allí está Dios, asegura Rouco, insuflando un alma y ya podemos comprar el trajecito azul-rosa, dependiendo.

Mariano cenó con Arriola. Arriola le aseguró que si Gallardón seguía ejerciendo de matrona, arrancaba derechos a la mujer y exigía la maternidad, aunque ella trajera niños malformados y enfermos, los votos de la mayoría se irían por una cloaca nadie sabe a dónde. Había que exigir a Gallardón que se bajara de Babieca, que entregara su Tizona y se dedicara a añorar la alcaldía y las carreteras de circunvalación. El aborto es un asesinato, dijo Mariano. Me lo ha dicho Rouco esta mañana de parte de Utrera Molina. Los votos bien valen un asesinato, respondió Arriola. Mariano no lo pensó. Arriola siempre tenía razón. Y ni Benigno Blanco, ni la Conferencia episcopal podrían revocar su destino de reelección para una nueva presidencia. Hay que cumplir el programa electoral, decían públicamente Pons y Floriano, esos talentos que rivalizaban con Marhuenda en su papel de bufones mayores del reino. Sanidad, educación, pensiones, estado de bienestar…tampoco lo hemos cumplido y ahí estamos, condenando la herencia recibida. Hemos hecho de Zapatero un narcotizante de la historia y carga con todas las culpas. Zapatero es como un toro de Tordesillas. Si no cumplimos con la promesa de renovar la ley del aborto es porque Bibiana Aido nos dejó un legado perverso. Y total, si admitimos el asesinato que rechazábamos, la Blanca Paloma nos lo perdonará.

Quedaban en pie los Obispos. Y los Obispos proclamaban contra toda lógica política, que los programas están para ser cumplidos. Había por tanto que hacer del aborto un hito de defensa de la vida, de ese instante en que Dios al pie de la cama infunde un alma y hace de la plenitud amorosa un niño rubio de ojos azules. Los Obispos no exigieron que se creara empleo, que no se desahuciara por humanidad, que se atendiera sanitariamente a los sin papeles porque también ellos son angelitos negros, que se echara una mano a los dependientes, que no sufriera mermas la educación, que las pensiones fueran dignas para que el júbilo fuera la alegría que le término encierra, que el empleo fuera sinónimo de dignidad, que los homosexuales tienen derecho al amor porque los besos buscan labios acogedores, que las mujeres maltratadas merecen el respeto de una caricia amorosamente universal.

Nada de eso exigieron los obispos. Ni Benigno Blanco. Ellos comprendían que esa herencia maldita imposibilitaba el crecimiento económico repartido con justicia distributiva. Por eso exigían que por lo menos respetaran a los no nacidos ya que no se respetaban los derechos de los ya nacidos.

Dios tiene un programa. Dios quiere ser reelegido. Dios cumple y proclama que los pobres serán acogidos en el reino de los cielos.


SIENTO A VECES


Pierdo a veces tu nombre
como pierdo entre los árboles una primavera.
Entonces la memoria
es un río de lava
que purifica el camino
y me regresa a tus costas.
A veces me extravío
y no alcanzas
la orilla de mis labios.
Siento a veces tu cuerpo
recostado en mis ojos
como un sauce cansado
de recuerdos sin tiempo.
Echo a veces de menos
los amaneceres de tu piel,
los jardines de tu luna,
los ocasos ocultos en tu pelo.
Atame a tu nombre,
a tu columna de ternura sin vértebras de hueso
donde enlazas el triunfo de la caricia,
donde quiero existir
cuando sea imposible mi existencia.
Recupérame entonces,
sobrevíveme.
Déjame que recueste en tus ojos
mi cuerpo como un sauce cansado
de recuerdos sin tiempo.


miércoles, 17 de septiembre de 2014

RECORDAR



Recordar es pasar la vida por la memoria del corazón. Hoy quería recordarte, dejar que nuevamente habites ese nido, caliente entonces, frío hoy tal vez. Tenerte delante como eras, como seas hoy. Inventar tu luz en mi sombra para darle perfil al ayer que fuimos, que no sabemos si somos.

Quisiera saber si me recuerdas, si todavía me encuentras cuando bajas a la hondura de ti misma. Si alguna vez me has encontrado allí, donde tú eres únicamente tú, donde nadie más habita, sola en tu sola soledad.

Sabes?  He sonreído rehaciendo tu voz. Decía “te quiero”  como nadie lo ha dicho. Pedía “bésame”  como nadie lo ha pedido. Abrazaba envolvente como nadie  ha abrazado nunca. He sonreído, sólo sonreído, porque la sonrisa es la elegancia que precede al suspiro hondo de la melancolía.

No sé dónde vives. No sé en qué punto de tu historia estás. No sé si te besan, si te abrazan, si te quieren. Pero hoy, rehaciendo tu voz, clavándola en mi interior, puedo asegurarte que te beso como entonces, que te abrazo como entonces, que te quiero como entonces. Me empuja tu voz, la de los atardeceres junto al río, la de los amaneceres entre sábanas, lunas y gemidos.

Hoy quería recordarte. Mis manos se han llenado de tu espalda, de tus nalgas planetarias, de tu vientre ajardinado. He detectado el latido de tu sexo, de tu boca entreabierta ofreciendo su cielo, de tus ojos cerrados para guardar la intimidad del momento.

Te he recordado. Como eras antes de que de que el otoño fuera otoño, cuando el invierno chorreaba de los árboles, cuando todavía eras líquida como el canto de un mar en la arboleda.


Hoy quería recordarte. Conseguir que la memoria se recostara en el corazón. Y te he recordado. Quédate un rato. Vamos a brindar por lo que fuimos y ya no somos, por lo que somos y nunca fuimos. Quiero abrigarme el alma con tu voz, ahora que me anochecen las fuerzas. Vamos a besarnos. Me acuerdo de tus labios y quiero  cuando muera que me entierren en el cielo de tu boca.

martes, 16 de septiembre de 2014

DESPEDIDA



Tengo que aprender a despedirme,
a vaciarme de ríos poco a poco
para que se acostumbren a ser mar.
Tengo que cerrar las lunas
por fin de temporada.
Están mayores las estrellas
y les duelen la luz
de tanto tiempo vivido.
Necesitaba Machado
un equipaje ligero,
tal vez unos pañuelos
para colgarlos del viento
y que vayan diciendo adiós por las esquinas.
No es fácil despedirse,
sentir el vértigo de una soledad infinita,
el frío de las ausencias clavadas
para siempre en las manos,
sin tu piel, sin tus pechos,
sin el perfil de tu beso entre mis labios.
Te siento como si fueras
mi espalda,
la que no veré nunca.
A lo mejor olvido poco a poco tus ojos,
el color de tu risa,
la desnudez de tu voz
cuando pronuncia mi nombre.
Cántale nanas a las flores
para que acunen mi sueño,
nanas de pan y cebolla
para que sacien el hambre que sentiré de tu carne.
Déjame un manojo de caricias
cada domingo por la tarde
como cuando el río,
la hierba
los cuerpos rodando
cuando atardecía por tus montes.

Tengo que aprender a despedirme.

domingo, 14 de septiembre de 2014

LLUEVE DESPACIO




Llueve despacio,
como si la lluvia fuera
la explicación de un misterio.
Llueve mundos diminutos
para seres pequeños
como tú,
como yo.
Llueve despacio
para alojar la soledad esférica
y la oscuridad redonda
que nos define como humanos
en cada cereza de agua.
En esa gota estamos,
en el líquido amniótico
del vientre que engendra
tus dudas y las mías.
Venimos rodando desde el vértigo.
Nos llovemos
en el mar infinito.
Nos fundimos
y empezamos a ser

lo que nunca soñamos.
DESNUDA Y FRIA


Desnuda. Fría.
Nieve caída ahora.
Ternura y copos.
Hierba de algodón.
Desnuda. Fría,
pero abrazada
a mi fiebre,
al calor de mi cuerpo
que te funde
y te hace agua.
Desnuda y fría.
Mujer horizontal.
Luna entre los pechos.
Jardín de margaritas púbicas.
Piel de primavera.
Cuerpo de pájaros
desordenados en tu pelo.
Mujer, sin más.
Mujer, sin menos.
Mujer sólo,
un sueño.


sábado, 13 de septiembre de 2014

ESA ESCOMBRERA


Ahora resulta que tal vez haya que cerrar el Museo Reina Sofía porque no hay dinero para pagar a la compañía eléctrica la luz que consume. Ahora resulta que no tendremos la posibilidad de contemplar el Guernica porque al museo le cierran los ojos y estalla una guerra civil que tritura las nucas visitantes. Un museo ciego no es un museo, es una escombrera de cultura sin principio ni fin, sin volumen de elegancia, de historia, de creación humana. Wert cree que la cultura es una diversión inútil y Rajoy le ha dicho que no se puede encumbrar la cultura por encima de nuestras posibilidades.

Ahora resulta que se programa la muerte de los enfermos de hepatitis C porque el medicamento al que tienen derecho es caro y el gobierno no cumple con el deber de pagarlo. Y entonces va la muerte y desarrolla su misión y, nombrando por orden de gravedad a esos enfermos, los programa para que mueran en el día y hora señalados.

Y ahora resulta que esos seres dependientes que necesitan que alguien los duche, los vista, les alimente, les empuje la silla de ruedas para mirar al aire de frente, huelan las flores del parque o disfruten de la calle, resulta que van esos que plantan raíces vigorosas y les cortan la manos que los duchan, los visten, los alimentan o le empujan la silla para tutear la brisa mañanera.

Y resulta que los cuatrocientos euros de la pensión del abuelo tienen que alimentar a la hija, al yerno, a tres chavales con hambre de chavales porque los abuelos son en la actualidad la reserva económica de occidente.

Y resulta que ya no hay enfermos. La ministra Mato ha conseguido que desaparezcan y que esos que se creían enfermos con su cáncer a cuestas, con su diabetes a cuestas, con su leucemia a cuestas que eran seres inútiles por su incapacidad productiva, se conviertan en mercancía y produzcan beneficios a la sanidad privada y cumplan con el deber de ser fuente de riqueza para unas pocas sociedades médicas que gozan de perfecta salud gracias al dolor que Ana Mato les envía en ambulancias pagadas por los familiares. Estar enfermo es ser más español porque se aporta bienestar a la parte rica del país.

Y resulta que no basta con trabajar para poder comer, para pagarle al chaval la universidad, para denunciar a algún estafador porque Gallardón ha puesto precio a la justicia. Resulta que al trabajador le cambian de turno, le eliminan los convenios para que el capricho organice la vida del laboral, que el chantaje es el final de la entrevista de trabajo. Obrero por horas. Parado por días, por meses, por años. Y ahora el verano y camarero él, que terminó ingeniería. Y escobilla y lejía en los servicios ingleses ella, que estudió enfermería. Y los que se van, los que ejercen movilidad exterior, que diría, como una blasfemia Báñez, pero que no se van al extranjero porque, según Pons, Europa es tan España como la casa de los tíos carnales. Y los empresarios repitiendo que menos da una piedra, sin ser conscientes de que el ser humano no sólo vive de pan sino también, y sobre todo, de dignidad.

Y resulta que la mujer sólo es mujer si accede a la maternidad. Lo dice Don Alberto, ese ministro que hace el amor con sombrero para que no se entere su suegro Utrera Molina ni  le clave en los testículos las flechas de falange. Y además se apropia de vaginas y úteros y se los ofrece a Rouco como trofeos que le endulcen la jubilación de su mitra.

Y resulta que el hambre de miles de niños es una invención de Cáritas, porque Rajoy ha decretado que este es un país grande, cuyo idioma hablan millones de personas en el mundo. Y somos tan solidarios que un andaluz puede vivir con el corazón de un catalán. Un descubrimiento fundamental para la humanidad que creía, como Mariló Montero, que los trasplantes de órganos era peligrosos porque injertaban la maldad del órgano de origen. Y por eso, decía ella, algunos sufrirán una contracción cerebral si es su cerebro el trasplantado.

Y resulta que se va consiguiendo que se agrande el abismo entre pobres y ricos y se ha logrado que haya el doble de supermillonarios a base de crisis (por favor, que nadie le llame estafa). Y los ricos a los 55 años están en plenitud de vida, pero un albañil está acabado. Porque el dinero rejuvenece y el hambre mata.


Y resulta y resulta y resulta…Y uno va palpando una realidad angustiosa. No hay ni ganas de salir a la calle a exigir pan, derechos, libertad, trabajo, futuro, dignidad. No, no quedan ganas. Somos material desechable y el país una gigantesca escombrera.
HUBO UN MONTE




Había un monte
dentro de cada gota de lluvia.
Llovían hierbas azules
y cosechas de copos,
trocitos de  tu  ausencia,
olor a tu nombre,
partículas de la piel de tu ternura.
Había un arco iris
en cada ramo de pestañas
que dejabas como homenaje
a los pies de mis labios.
Había oasis
con cintura de soledad
en los besos colgantes
de mi boca y tu boca.
Y por fin nos hundimos
en el vientre del agua.
Fecundamos las rosas
con abejas de chocolate blanco
y nos fuimos rozando poco a poco
en cada gota colgada
en los andamios del viento.
Se despidieron los montes,
cargaron sus lunas a la espalda
y guardaron las lluvias con sus gotas
y los adioses dentro
para siempre

y el siempre tenía la forma de tu cuerpo

viernes, 12 de septiembre de 2014

EN CUATRO


Doblado en cuatro el viento
como un río
para guardarlo entre labios.
En cuatro,
la luna,
abrigándola
del invierno líquido.
En cuatro,  tu cuerpo
Desde tu nuca a tus pies
y ese cometa de piel
que te vuela
con escala en tus pechos.
En cuatro, las cuatro
esquinas de tu cama
con ángeles morenos
de Fuente Vaqueros y Lorca.
Cuatro nanas de Miguel,
pan y cebolla,
cuatro besos rodando
de mi boca a tu boca.
Cardinales los puntos
de tu brújula umbilical
señalando el territorio
de tus caderas,
la torre de luz
que ahondo en tu vientre.
Cuatro montes,
cuatro espigas,
cuatro planetas tu carne,
cuatro suspiros,
cuatro mares,
cuatro manos,
un adiós.
Desde mí para siempre
hasta tu nunca.


miércoles, 10 de septiembre de 2014

 MUY DESPACIO




Despacio,
como si las rosas
fueran a algún sitio.
Despacio,
como si las flores
juntaran  latidos
para fabricar un corazón
Despacio,
como si las margaritas
preguntaran
si te quiero, no te quiero.
Despacio,
como se besan los ríos
cuando se encuentran en el mar.
Despacio,
como te desnuda
cada noche la noche,
como cae tu ropa al suelo
si tus labios y mis labios,
si el tacto busca
caminos en tu piel.
Despacio, muy despacio,
como andan tus ojos
las calles de mi sangre.
Despacio,
hasta que te instalas
en mis balcones de geranios
Despacio, muy despacio,
como se adentra la muerte
por las grietas
del aire respirado.
Despacio, muy despacio,
Ordenando la espuma de tu boca
en cestitos de jazmines
Despacio, muy despacio,
como aprendo tu nombre,
y lo clavo en mi nombre
para que la noche tape
tus labios fundidos en mis labios.
Despacio, muy despacio,
acostumbrando a vivirme
a morirme

en el hueco de tus besos.
DESCALZA



Descalza,
pisando silencios,
hojas de otoño y sombra.
Descalza.
andando los labios.
Descalza,
dibujando alas
 a las mariposas.
Descalza,
animando la hierba
pintada de amapolas.
Descalza,
masticando espigas
de pan rubio, caliente.
Descalza,
para andar la piel,
para hacer caricia del encuentro.
Descalza,
para convertir los ríos
en un puñado de  aliento.
Descalza,
para no llagar la carne
con pañuelos de despedida.
Descalza,
para dejar en el mármol de mi muerte

un ramo de recuerdos.

martes, 9 de septiembre de 2014

DIGNIDAD DE MERCADILLO


Hace unos meses los ciudadanos salieron en masa a la calle exigiendo al gobierno la dignidad necesaria para vivir humnamente. Porque el gobierno nos permite durar, hace de nosotros una costumbre de reloj que camina mientras no le fallan las pilas. Pero vivir es otra cosa. Vivir es ser dueño del propio destino libremente elegido para llegar a la meta de una plenitud de nosotros mismos. Y esa dignidad que nos corresponde por el mero hecho de existir se desangró de raíz cuando el gobierno implantó una reforma laboral que confunde trabajo con esclavitud, que hizo del hambre un programa, de la dependencia una amargura, de la educación una condecoración al dinero, del cuerpo de la mujer una propiedad del Gallardón-macho, de la libertad de expresión y reunión un ejercicio del miedo. La ciudadanía salió a la calle a exigir su dignidad porque se le iba desangrando por los antidisturbios, por leyes que ahogaban derechos, por ciudadanías amparadas por Fernández-Díaz.opus-dei, porque rodear el Congreso era invadir el Congreso, porque ir por la calle es un peligro que puede llevar a cargarse la democracia, porque los radicales de izquierda, porque son amigos de los etarras, porque buscan romper la democracia que tanto le costó a Fraga traer a este país. Y sufrieron las aceras, y los ventanales de los bancos, y los parietales de manifestantes y policías. Y la dignidad salió cara, muy cara, por el empeño de minorías subversivas que sólo buscaban descuartizar el consenso primoroso que habíamos soñado. La dignidad se vendió cara aquella tarde.

Pero el gobierno de Rajoy que tanto ha hecho para que este país salga de la crisis a velocidad de crucero, que ha conseguido una espectacular creación de empleo, que ha logrado no tocar la sanidad, la educación, el estado de bienestar, sino que por el contrario ha llevado a la cúspide toda esa tarea, ha logrado también un abaratamiento de la dignidad.

Y aparece Monago allá por Extremadura. Casco de gala y manguera de exhibición de fiesta patronal. Va de gala Monago, huérfano de una madre dignísima sin duda, a la que no pudo agradecer todo lo que ella había luchado por las libertades del país. Y desde el recuerdo emocionado a ella, como un día fue desde el recuerdo emocionado a Franco-Viva-el-Rey en aquellas cortes con alma de luto y cuerpo presente del caudillo, Monago ha sucumbido a las mujeres extremeñas a las que como en el resto del país tanto tenemos que agradecer todos por su callada aportación a la lucha por la democracia. Mujeres humilladas por Queipo, rapadas, violadas, fusiladas como un manojo de rosas, zurcidoras calladas de calcetines viejos, hacedoras de pantalones para el colegio del niño, mujeres enclaustradas en las casas como si fueran Bernarda Alaba, mujeres atadas por los celos de Bodas de Sangre lorquianas. Mujeres en la siega, llevando tarteras calientes a sus hombres que aprovechaban los zarzales para levantar las faldas y hacer un hijo caliente de agosto. Mujeres de guerra y posguerra, fuertes como montes, enlutadas con pañuelos de viudas perpetuas, pelando patatas y haciendo migas que llenan mucho. Mujeres ante las que había que arrodillarse y rezarles porque parieron el grito de una España condenada al silencio

Lo sabe Monago redentor, Monago peregrino al santuario de la memoria histórica, Monago artífice de justicia contra injusticia, Monago orfebre de una dignidad que les fue arrebatada, robada como les robaban los hijos la monjas que hacía estraperlo con niños nacidos de vientres pobres.

Mujeres que entonces cayeron en paredones blancos de cementerios, mujeres durmiendo balas incrustadas en la nuca, mujeres en cunetas sembradas como espigas de pan bueno. Pero mujeres también que sobrevivieron a todo y que hoy tienen setenta y tantos…Coquetas hoy, con peluquería algunos sábados, con nietos que acarician arrugas, con modelitos de rebajas Corte Inglés. Y Monago descubriendo esa grandeza de resistencia, de supervivencia. Y Monago que les va a regalar 82 céntimos de euro al día, nada menos que durante todo el año. Esas mujeres se merecen 82 céntimos para que se sientan premiadas en su dignidad, como acto de justicia por su lucha, como cumplimiento de una ley de Memoria Histórica de la que dice Rajoy que no interesa a nadie, que abre heridas, que rompe cicatrices y es guerracivilista según Floriano.

Monago sabe que las directrices económicas del gobierno han hecho que se abaraten los artículos de consumo. De Guindos se ha esforzado y lo ha conseguido. Y gracias a esa economía lanzada por Rajoy y la prima de riesgo y los fondos de buitres y muchas cosas más, hoy es posible abaratar la dignidad para que las mujeres tengan su parte. Monago se la regala. Y Monago, caballero cortejador de damas, les va a regalar 82 céntimos de euro para que recuperen la dignidad empeñada en el monte de piedad. Dignidad a precio de mercadillo.


Por fin alguien cumple la ley de Memoria histórica sin que se produzca un 18 de Julio. Monago, caudillo de la derecha por la gracia de Dios.