lunes, 31 de marzo de 2014

LOS ABUELOS


Los viejos siempre han sido un compendio de méritos hasta el punto de que en ciertas fases de la historia han sido dignos del respeto de la tribu y disfrutaban de una autoridad que les otorgaba su personal vivencia.  Y no es que hoy no se exija ese venerable respeto a los ancianos. Pero el vaquero, la camisa de flores, la viagra, el bañador marcando paquete, han conseguido que se conviertan en colegas y haya pasado a la historia su “abuelidad”

Uno ya no tiene claro la edad en que se empieza a vivir la jubilación. Ni siquiera tiene claro si existe esa etapa gloriosa de la alegría. Ser viejo es instalarse en el gozo de existir hasta que la muerte nos separe de esta novia con altibajos que es la vida. La artritis, la hipertensión, el corazón cansado de amor y de entrega hacen que un día se te vaya a chorros la vida en la cama de un hospital o en la habitación del abandono de una residencia. Y entonces se desea el alzheimer como una forma de suicidio mental. Uno quiere olvidar porque escuece el abandono del hijo, del amigo, de la familia que no tiene tiempo para besarlo, acariciarle el rostro y cubrir de piel nueva el corazón con un pañuelito de cariño. La soledad quema y es mejor olvidarlo todo para sólo acordarse de ese vientre de tierra donde dormiremos para siempre.

Los abuelos de ayer. Venerados. Ejerciendo una gerontocracia. Todavía los gitanos. Menos los payos. Ciertas tribus. Hay núcleos que respetan profundamente la ancianidad. Pero los abuelos ya no son lo que eran.

El, ella, tres hijos, hipoteca. Una familia cualquiera. El parado. Parada ella. Sin ingreso alguno. Una familia cualquiera. Sembrando el aire de curriculums, frecuentando la oficina del INEM antiguo como si fuera la segunda residencia. Una familia cualquiera. Cuarenta y ocho años él. Treinta y nueve ella. Ya le avisaremos. Y vuelta empezar. Que me han dicho que ya me avisarán. El de recursos humanos se quedó mirando mis tetas. A lo mejor me llama. Y él celoso. Y él desechando una erección porque están los niños delante. Y él mordiéndose las ganas, pero aguantando porque tiene que tragarse las ganas de partirle la cara al de recursos humanos que le miró las tetas a ella. Pero hay que aguantar porque más cornás da el hambre.

Y aquí aparecen los abuelos. Seiscientos euros de pensión. Que dice Báñez que los pensionistas viven bien en este país. Que su gobierno les aumenta los ingresos cada año una barbaridad. Creo que un 0,25%. Que añadidos a los quinientos de pensión da para mucho. Que si Benidorm, que si un crucero, que si París para revivir una luna de miel que nunca tuvieron porque había que segar, que recoger la uva, la aceituna, el algodón. Y ahora con el aumento, pues que ya pueden. Que para eso lo ha hecho el gobierno generoso del Partido Popular.

Y a él que no lo llaman. Y tampoco a ella, pese a la lujuria sucia del de recursos humanos. Y hay que ir a donde los abuelos. Aunque sea en el salón. Y los niños en el pasillo. Si Cáritas nos da un colchón, nosotros nos apañamos con el sofá. Y si hay una tortilla, pues para ellos. Que aguanten hasta que coman en el cole. Y ustedes y nosotros pasamos con cualquier cosa. Es que con 500 euros, incluso contando con el aumento que dice Báñez, no da para mucho. Pero la abuela se las arregla. Patatas, zanahorias, un poco de pimentón que siempre da color al guiso pobre y hasta un toque de elegancia. Y mañana y pasado y al otro…Patatas, zanahorias…

Y Cáritas denunciando. Cáritas es de extrema izquierda, antisistema, compañera de ciertos grupos sociatas y herri batasuna. Cáritas anda por ahí en las manifestaciones rompiendo lunas de bancos usureros, farolas que cuestan un riñón como dice Botella, contenedores. Suma entre todo 600.000 euros. Y González-presidente-Madrid sabe que son neonazis y amanecer dorado (un contraste de posibilidades que sólo él sabe reunir). Y Montoro exigiendo a Cáritas que no siembre de miedo y falsedades las estadísticas. Que es mentira el hambre, el paro, la sanidad convertida en negocio, la bajada de salarios, el copago, los seis millones de parados, los dependientes abandonados. Todo mentira. Y Cáritas no debe ir levantando calumnias contra un gobierno que lucha para que en España empiece a amanecer.


Los abuelos sin Benidorm, sin luna de miel en París. Rebuscando en la plaza papas, zanahorias y un poco de pimentón que da elegancia al guiso pobre de lunes a domingo. Abuelos-brotes-verdes. Abuelos-recuperación. Abuelos-hotel de pasillo y sofá en el salón. Abuelos-lágrimas-de-noche. Acurrucados los dos, apretando entre las arrugas los quinientos euros más el aumento de pensión de la ministra Báñez.

domingo, 30 de marzo de 2014

EN TU PIEL


Envuelto en tu piel,
en el líquido amniótico
de tu vientre de luz,
en el útero dulce de tu ser.
A punto de existir,
voy tentando la vida,
descubriendo el tiempo,
respirando el instante
que me toca en el reparto.
De ti surjo
como un río
entre las piernas del mundo,
como el trigo
entre los muslos del barro.
Permanecer en ti,
sin nacer,
como tu sangre
siempre dentro
caminando la infinitud de tu carne.
Eso quiero.
Nacer para qué
si en tu piel me posees,
si en tu piel te poseo.
Somos uno,
ósmosis genital suprema,
luz dentro del agua,
arco iris que anuda
los cuerpos fundidos,
confundidos,
misterio religioso casi,
resumen cósmico,
sin la propiedad que pervierte
la distancia posterior
de una noche con luna.
Envuelto en tu piel,
en tu vientre rendido
como una eternidad
desentendida del tiempo.


sábado, 29 de marzo de 2014

INSEGURIDAD


No estoy seguro
No sé si en ti comienza todo
o termina.
No sé si la lluvia nace de la tierra
como el trigo.
No sé si eres frontera con la nada,
Si me llega la muerte prematura
engendrada en tu vientre,
No sé si la certeza es una duda elegante.
No me atrevo a pronunciar el río
porque tal vez sea sólo un árbol boca arriba.
No puedo creer en Dios.
Nadie me asegura que no es una creación del capital
para rescatar la riqueza del mundo,
para consolar  estómagos vacíos,
la oscura ceguera de los ciegos
cuando se apague el aplauso de la farsa.
No estoy seguro de esta inseguridad
que salta en los relojes.
No estoy seguro.
Por eso necesito tu cuerpo cada noche,
penetrarte y perderme en tu interior.
Porque tocar tu piel es la fe que poseo
porque el beso es la última esperanza,
porque eres lo más definitivo.
Sólo encuentro mi nombre
cuando tú me nombras.
Sólo soy cuando tus manos me forman.
Existo porque existes.
Eres el mundo,
el tiempo,
el útero caliente
donde grito para que siempre sepas
que  nazco en ti,
sólo en ti.


viernes, 28 de marzo de 2014

AQUEL ENCUENTRO




Te encontré aquel día
cuando regresaba hacia mí mismo.
Llevabas una tristeza azul sobre los hombros
y los labios mojados de recuerdos.
Yo iba camino de mi nombre,
para aprenderme, saberme, interrogarme.
Tú venías, azules los ojos,
rubio el pelo, colgado de tu espalda.
Fue una suerte aquella acera estrecha
donde no cabían dos soledades.
Nos cedimos el paso
por aquello de la buena educación.
Fue entonces cuando tú,
cuando yo
rozamos el nosotros.
Nos dimos las manos
y ha sido imposible recuperar su propiedad.
Tú tocas la vida con mis dedos
y yo aprendo caricias
que venían incluidas
en el regalo de aquel mayo lluvioso.
Y vivimos
con el encuentro de entonces en los ojos
con la distancia amarga
que sabe a cercanía,
con lo imposible  para siempre imposible
como si no hubiera existido aquel encuentro
en la acera estrecha
donde no cabrían nunca
dos soledades solas.


jueves, 27 de marzo de 2014

NECESITO UN MUERTO



No hace tanto tiempo, el terrorismo era una necesidad para unos cuantos. Mayor Oreja, ministro que fue, eurodiputado que es, ha demostrado que no sabe hablar de otro tema. Jamás nadie le ha oído hablar de economía, de medio ambiente, de sanidad. Tiene una incapacidad total para otras parcelas de la vida. Y si desaparece el terrorismo, se convierte en una barba blanca que no sabe qué decir. Como Gallardón, que se resume en unas cejas, dando tumbos, recortando que es fácil, amputando derechos que es fácil, como un macho cabrío frente a la mujer que es fácil. Y lo mismo le pasa a Isabel San Sebastián, a Alcaraz y ahora es el alimento único de ese nuevo partido que se llama VOX.

El 22 de Marzo se celebró el día de la dignidad. Porque un estómago vacío, un niño con hambre, un dependiente sin ayuda, el hijo de un obrero sin universidad, el enfermo convertido en mercancía, el anciano alimentando a su hijo de 50 años, el desahuciado, el parado sin posibilidad de trabajo, el cliente de Cáritas en busca de una bufanda para el niño o un plato de lentejas para calentar la soledad, el emigrante que tiene que exiliarse en busca de trabajo, todo ellos forman circunstancias que recortan la dignidad que nos pertenece. Y el 22 de Marzo el pueblo se echó a la calle a exigir dignidad. 4.000 dijo Telemadrid. 40.000 permitió el miope Marhuenda. 350.000 la policía municipal. 2.500.000 los organizadores. No entro. Los que estuvieron en la calle y los que no, exigimos a gritos que es urgente que nos devuelvan la dignidad. Porque tal vez podamos vivir sin otras cosas, pero nos negamos a durar (no es lo mismo que vivir) sin ella.

Y al final pasó lo que pasó. Gente que golpea a gente. Policías contra civiles. Civiles contra policía. Violencia maldita que apuñala la reivindicación justa, constitucional, la exigencia ineludible de una dignidad arrancada a jirones. Y un gobierno que reduce a violencia el grito indignado. Y una Delegada del gobierno, una Alcaldesa torpe, que abrevian el hartazgo de un pueblo y lo estuchan en una cajita que sólo guarda golpes. Y unos Marhuendas, Merlos, Terchs, Cuestas, González, Los Santos que, miopes absolutos, sólo vieron desmanes que hay que condenar y que yo también condeno. Y un Presidente de la Comunidad de Madrid que palpa nazismo y amaneceres dorados porque tiene los ojos sucios, empañados de Esperanza Aguirre, empeñada en destronar a Rajoy.

Estaba de cuerpo presente un cadáver de dignidad histórica: Adolfo Suárez. Y explotaron su grandeza para pisotear la grandeza de los que en la calle gritaban libertad,  libertad sin ira, libertad, como unos Jarchas de 2.014.

Y en los balcones de Castellana, asomados a un fanatismo ciego, unos opinadores repartiendo calificativos. Filoetarras, miembros de Herri Batasuna, radicales de izquierdas, nazis, amanecer dorado. Con la boca llena de odio, de parcialidad, de vómito pestilente. Eran 50, 100, 500. No entro. Porque por encima del número que se asigna había un número infinito de personas necesitadas de dignidad, pidiendo auxilio a la vida para que nadie le arranque esa piel que da elegancia a la existencia, sentido, coherencia.

A muchos les hubiera venido bien un muerto porque no querían ver el muerto que estaba gritando en la calle. Hubieran necesitado un policía muerto, un manifestante muerto para justificar su actitud de náusea incontenida. Por suerte no murió un policía, ni un manifestante. Pero me preocupa que nadie vio ese pueblo al que están matando poco a poco, inyectándole miedo para que se conforme con una esclavitud laboral, para que se mueran a tiempo los enfermos sin gastar demasiado en medicación cara, en que no se alargue la vida porque se nos llenan los jardines de viejos improductivos, de mujeres que se empañan en no hipotecar su útero en el banco malo de Gallardón, en ser dueñas del misterio hermoso de su cuerpo.

Nuestros gobernantes necesitaban tal vez un cadáver fabricado por esa ley mordaza del ministro-opus, de Bánez-blanca-paloma, de Alberto-Rouco-mitrado, sin darse cuenta que el país está lleno de muertos de hambre, de muertos sin esperanza de futuro, de muertos sin un mañana, sin esperanza, sin trabajo, asqueados de ser cadáveres que se suicidan no porque los vayan a suicidar sino porque están cansados de ser cadáveres rentables para la bolsa, para la prima de riesgo, para la deuda, para la banca usurera.


Atocha, El Prado, Recoletos, Cibeles. Cadáveres sembrados en cunetas, como en otros tiempos. Ya no hace falta un policía muerto. Ni un manifestante. Puede ser que basten 4.000, 40.000…2.500.000. Una cosecha  que el capitalismo lleva en parihuelas mientras canta un responso por la dignidad enterrada.
ISLA


Isla tal vez.
Rodeada de soledad salada,
de memoria de espuma,
de un cerebro de olas.
Isla tal vez.
Sin manos que busquen mi cuerpo,
sin labios para mis labios,
sin calles,
porque nadie camina
ni se come la vida
apoyado en mis palmeras.
Soledad cercada
como todos los hombres.
Grito insular,
finitud acorralada
contra la sombra y la nada.
Me asomo al vértigo
y no hay tiempo.
Sólo una tela de araña
para envolver la soledad
y que no se derrame el dolor del desencuentro.
Si hubiera otras islas,
si fueran verdad las fallas del terreno
que auguran los geólogos profetas,
a lo mejor los siglos
me llevarían a ti.
Seríamos dos islas sin palabras,
dos soledades incomprensibles,
dos mitades de un todo inexistente.
No vale la pena la esperanza,
ni la espera,
ni el futuro.
El tiempo es otra isla disuelta
sin dimensión,
una simple costumbre
que permite decir hasta mañana
sin que haya una mañana
donde anclar el encuentro.


miércoles, 26 de marzo de 2014

QUIERO


Nombrarte
como nadie te nombra.
pronunciarte,
piel río, tú,
para acercar mis manos
y sentir la corriente de tu sangre
convertida en sangre
de mí mismo.
Quiero decirte
lo que no dije nunca
porque se esconde la palabra
cuando tú la tocas.
Quiero emigrar desde esta caracola
hasta el mar que tienes
en tu espalda,
hasta el oleaje superior de tus piernas,
hasta la gótica ojiva de la vida
y guardar la espuma que me brota
entre la hierba azul de tu memoria.
Quiero poner mi voz
en la cima nevada de tus pechos,
en la voz de tus ojos,
en el mirar de tus labios
y enseñarte mi nombre
para que deletrees mi vida en la redimas.
Quiero nacer cada día en tu memoria
como un grito,
con la fuerza de un monte,
pero con la ternura
de un niño fundado entre los labios.
Quiero decir tu nombre
por las calles
para que el aire se llame como tú.


martes, 25 de marzo de 2014

EN VOZ BAJA


En voz baja
como habla la hierba que crece
sin que lo sepa el viento.
En voz baja
como el agua que va despacio
aconsejando a las flores.
Suave la voz como esa piel
que te nace
cuando el amor ruega de amor
y pregunta el camino
hacia el hueco de tu alma.
En voz baja
como un silencio asustado
cuando descubre que tiene
un corazón entre las manos.
Voz baja en ti,
sin grito,
sin señales,
poniéndole nombre al tacto,
al roce de seda de tu vientre
para que no se inmute
la paloma oscura de tus montes.
Sin un gesto apenas.
En voz baja.
Que sólo tu sangre sepa
que estoy,
que vivo de tu aliento,
que son una fiesta los gemidos
de tu cuerpo encubriendo mi cuerpo.
En voz baja
como esa primavera que nos crece
beso a beso.


lunes, 24 de marzo de 2014

NIEBLA


Entre la niebla
luna.
Entre la niebla
sombras.
Entre la niebla,
luz.
Dentro de la niebla
la palabra,
el silencio,
la voz,
el eco.
En el vientre de la niebla,
naciendo,
creciendo.,
la forma geométrica
esférica del mundo.
Dentro de la niebla
el tiempo
con relojes blandos
de Dalí loco y cuerdo.
Dentro de la niebla
el hombre perdido,
sin camino,
desnortado,
sin  brújula
que indique las estrellas.
En la niebla
la muerte,
sorpresa última,
definitiva,
ruptura.
En la niebla,
la duda,
vereda bifurcada,
curvatura
envuelta en sí misma,
absurda,
sin principio ni fin.
Entre la niebla,
pregunta.
Ahondé en la niebla
y estabas,
existías,
eras respuesta,
seguridad,
certeza,
marcando rutas.
Palabra para mi barro,
insuflando aliento
como el dios del principio,
cuando la nada compacta.
Ahora soy
porque amas la tierra de mi hechura
porque la siembras
de hierba y amapolas,
de mar y caracolas.
Soy porque me haces cada día
cuando bendices mi carne,
cuando amas mi carne,
cuando comes mi carne
como una eucaristía.
Amor me haces
a tu imagen
porque amor eres
Y aprendimos a amar
más allá de la distancia,
de la ausencia,
del vacío,
del tú,
del yo
para siempre impares.
Ya no sabré morirme

mientras tú me quieras.

domingo, 23 de marzo de 2014

SI FUERA  ENTONCES



Se vestía despacio. Encajaba sus pechos en las copas del sujetador. Blusa blanca. Falda negra. Sin más. Tuve la tentación de preguntarle si omitía la ropa interior. Si la olvidaba hoy o siempre. Me miró despacio. No sé si con displicencia u odio. Cerró la puerta tan de prisa que le hizo daño al beso que venía por el aire desde su boca a mis labios.

Fumaba sentada en un banco del jardín. Una mujer fumando revela cómo acaricia, cómo besa. El cigarrillo es un cuerpo entre sus dedos. Y el humo, un abrazo imposible al mundo. Una mujer fumando es un universo que convoca.  En su cuello, percibí el chanel número cinco. Entendí por qué no disimulaba nada bajo su falda. Puse la mano en su muslo y el perfume me indicó el camino.


Aquella noche soñamos. Desnudos. Abrazados a la luna. Soñamos. Soñamos y todo se hizo distancia.
SOY TU  PALABRA



Me queda la palabra,
huella última de tu pié..
En mi vida, tú
como un río que va
él sabe a dónde.
Conciencia eres
creadora de la existencia que soy.
Me haces,
porque adecuas
a tus manos mi ser,
porque moldean tus dedos
la sombra inseparable
que te sigue.
Dependo de tu aliento,
del gozo que infunde tu presencia,
del momento en que me alumbras
y me pones en el mundo
con el dolor bendito de tu vientre.
Soy porque eres tú.
Estoy porque me nombras,
porque me piensas,
porque alimentas mi carne
con la costilla exacta de tu pecho.
Divisé la vida
en el balcón luminoso de tu útero,
fruto de tu respiración honda,
de tu esfuerzo
en un paritorio de hierba.
Me lavaste con la luz de tu saliva
y vigilaron tus ojos
las dudas de mis pasos,
mis pies desorientados.
Vivo todavía
porque vives,
porque anudas el tiempo a mi cintura
y me trazas una escolta
en el camino que soy.
Si sólo existe lo amado,
eres amor que ama,
que me concibe en el tiempo
para que viva consciente
que pervivo en tu piel

tan sólo hasta que quieras.

sábado, 22 de marzo de 2014

MI HORA


Eres la hora en punto,
el minuto exacto,
del tiempo que soy.
Vivo colgado de la muerte,
nido definitivo
donde cobijar la angustia
de haber vivido.
Dejaré un día de ser tiempo
para ceder el puesto
y serás la hora en punto,
el minuto exacto
de otros labios.
Entonces el olvido
será el último abrazo

que nunca nos dimos.
ALEMANIA, PROVINCIA DE CEUTA



No hace mucho escribí un artículo titulado LA MALETA DE CARTON. Fue por entonces. Nos pisaba el cuello la dictadura. Era la miseria, el hambre, el abandono. Vacíos los estómagos. Ellos en las plazas de los pueblos. Por si el señorito precisaba alguien que ordeñara, que hiciera surcos, que recogiera aceituna o algodón. Y venía el señorito. Los miraba de arriba abajo y elegía como cuando en el motel de carretera elegía a la puta de muslos morenos y ojos que le tocaban la entrepierna.

Y se quedaban los otros, con la tristeza a cuestas, con el vacío a cuestas, con el hambre a cuestas. Y a medio día decirle a ella que igual que ayer, que antes de ayer, que desde hace tiempo, y que los niños vayan a pedirle a la abuela y que tú y yo no comeremos, como ayer, como antes de ayer.

Y otro día sin que el señorito se fije en su estómago y piense en el estómago de ella, en el de los hijos. Y la abuela ya sin nada que darle a nadie. Y el hambre que no espera. Y un amigo se lo propone. ¿Y si nos vamos a Alemania? ¿Está muy lejos? Sí, está muy lejos, pero hay trabajo y dicen que comen todos los días y que desde allí pueden alimentar a la parienta y a la chavalería.

Llenó la maleta de recuerdos, de nostalgias, de soledades, de ausencias. La maleta de cartón. Atada con unas cuerdas. Y les dijo adiós desde la tercera clase de un tren con humo infecto. Asiento de madera enrejada. Como si empezara un cautiverio. Por miles se fueron. Alemania, Bélgica, Holanda, Francia. Camareros alegres, simpáticos, rápidos. Mecánicos de puntualidad exquisita. Albañiles de andamio metálico, sin tortilla a media mañana ni piropos a una mujer hermosa. Y lavar la ropa. Y tenderla en aquellos pabellones prefabricados sin sol español. Y a fin de mes el giro de dinero para que ella se ponga guapa y los churumbeles estrenen  pantalón azul marino.

Fueron nuestros emigrantes, nuestros exiliados. Europa estaba poblada de hambre española, de miseria española, de honradez y soledad y nostalgia españolas. Y en verano, vuelta al pueblo. A abrazar a los niños, a besarla furiosamente a ella, a decirle a los paisanos que se pasa mal, que Manolo Escobar, que Julio Iglesia, que El Fari, que Antonio Molina. Pero que no había más remedio. Que más cornás da el hambre. Y que a lo mejor podían comprar un seat 6oo. Que a lo mejor podían alquilar una casita y llevase a la mujer y a los niños. Que a lo mejor, quién sabe, sucede y pasa y se llega a…Y se protagonizaba el cuento de la lechera porque de algo servía para sobrellevar la angustia.

Dos millones de españoles están en estos momentos sufriendo como emigrantes. Ahora llevan maletas Adolfo Bachiller o de loneta con ruedas, rebajas de Carrefour, un portátil con Skype para besarse a distancia, acariciarse a distancia, abrazarse a distancia, encenderse a distancia. Y un móvil  para que la abuela sin casi vista le oiga al nieto. Y se van los sanitarios, los maestros, los investigadores. Aquí sobran. Porque otra vez es como entonces. Niños que se marean en el colegio porque no han desayunado. Casas sin calefacción por aquello de la pobreza energética. Familias donde no entra un euro. Matrimonios que se dividen entre la casa de los padres de ella y de él. Colchones separados. Desahuciados que duermen mirando a la luna, trabajadores intoxicados de miedo aceptando condiciones de esclavitud. Y se van. Y la ministra no le llama emigración porque le da vergüenza y habla de movilidad exterior. Y Pons blasfemando que irse a Alemania es como trabajar en España porque somos Europa. Y nos quejamos del mal trato que a veces reciben los Pacos, los Manolos, los Pepes  por el delito de ser inmigrantes. No nos hemos dado cuenta que Alemania es provincia de Ceuta. Como Méjico, Argentina, Francia o Bélgica.

En Ceuta hemos instalado un muro de cuchillas para que se desgarre la carne negra del hambre, de la miseria, del olvido.  En Ceuta disparamos al aire pero las balas saben el camino de la nuca. En Ceuta levantamos muros de espinas para coronar la cabeza de la miseria, para que quede claro quiénes son los ricos y quiénes los pobres, para que sepamos distinguir el sudor del loewe. Hemos explotado sus tierras, sus riquezas, sus minerales. Los hemos conducido a la sombra del universo mediante el eufemismo de una colonización que debía llevarles a la civilización y en nombre de la cruz hemos destruido sus costumbres, sus ritos, sus bailes gloriosos para dioses que son sus dioses. Los abandonamos (el lenguaje eufemístico le llama reconocimiento de su independencia) cuando ya no tenían nada que nos enriqueciera.

Muros de la vergüenza de los que ya no nos avergonzamos. Les llamamos fronteras necesarias de un país, el nuestro. Dos millones de españoles enseñando su carestía, su miseria, su hambre por el mundo, no nos ruboriza como nación porque trabajar en Europa es como hacerlo en España, porque no es emigración, sino movilidad exterior.


Hay que aprender nueva geografía y saber que Alemania es provincia de Ceuta
PREGUNTARLE AL AIRE






Quiero acercarme al aire que te envuelve.
Quiero saber qué siente
cuando su piel toca tu piel
Preguntarle por qué es un es un privilegio ser aire.
Por qué puede vivir en tus pestañas,
colgar su nido en tus ojos,
crear la primavera en tu mirada.
Por qué ser aire incluye
ahondar tus labios,
instalarse en tu boca
ser río en la hierba de tu lengua.
Por qué sabe acariciar tus pechos
sin desabrochar tu blusa.
Por qué sabe el camino
hasta el bosque abreviado de tu sexo.
Necesito saber por qué planta su tienda
y se queda dormido entre tus piernas
con la música azul de tus gemidos.
Saber si recuerda tu espalda,
la nuca perfilada
en el misterio rubio de tu pelo.
Por qué sabe su  cuerpo la superficie de tu cuerpo,
la dimensión exacta de tu estatura de mar.
A qué huele el recuerdo de tu vientre,
la geometría de tus piernas,
los planetas cóncavos de tus nalgas.
Quiero preguntarle al aire
si necesitas respirarme,
si algún día serán tus manos conscientes
de la decisión de convertirme en sombra,
de mutilar la cercanía de los besos.
Quiero saber si recuerdas
el caminar de tu aliento por mi aliento.
Saber si extrañas la distancia
Que va de tus labios a mis labios.
Si has conseguido
el olvido olvidado de mis dedos.
Sólo quiero preguntarle al aire…