sábado, 29 de junio de 2013

QUIERO APRENDER



Quiero aprender a definirte,
a ponerle rostro
a esa forma de respirar
cuando besas.
Necesito saber cuanto antes
por qué lloras
los lunes por la tarde
lágrimas paralelas
a las gotas de lluvia.
Explícame tus ojos,
para que asuma las esquinas de tu alma,
tus calles interiores,
los jardines de tu sangre
y la hermosa plaza de tu sexo.
Quiero aprender a tocarte
para nombrar tu piel sin lastimarla,
para ser torre perpendicular a tu estructura,
a tu cuerpo abierto como un grito.
Quiero aprender a descifrar
el relieve de tus pechos,
la vía de escalada hasta tus cumbres
para plantar recuerdos y nostalgias.
Me urge que me expliques
por qué besas como besas,
por qué se agita tu lengua
como una despedida a corto plazo.
Tengo la prisa de quien huye
de la muerte que tienes en la espalda,
de la muerte que toco
cuando abrazo tu sombra,
tu sombra de cintura asustada
de nuca estremecida,
de muslos asombrados
que sostienen la gótica ojiva de tu sexo.
Quiero aprender si eres,
si no has sido nunca,
si eres el siempre,
el ahora,
el después,
el tal vez,
la eternidad

o el tiempo.

viernes, 28 de junio de 2013

QUIERO INCENDIAR.


Quiero incendiar la luz
para quemar los besos que sobraron
aquella noche.
Quiero abrasar la piel en que nos envolvimos
para protegernos de los labios
que llovían aquella noche.
Guardo aquí las palabras
que nos besamos,
que nos acariciamos,
que nos desnudamos
aquella noche.
Voy a devolverle a la luna
aquellas lanzas erectas
que nos clavamos
aquella noche.
Voy a resucitar la madrugada,
cuando para siempre se hizo olvido
aquella noche.


miércoles, 26 de junio de 2013

BUNGA, BUNGA




Se ha comprado (Berlusconi lo compra todo) un ramo de margaritas y juega a los amores: ¿Me quieres?  ¿No me quieres?  Italia es elegante hasta geográficamente. E Italia lo ha venido queriendo durante tiempo y tiempo.

Inhabilitado de por vida. Berlusconi en el cuarto de los trastos viejos. Con los juguetes rotosde los que fueron niños y no quieren perder su infancia. El aspirador desahuciado pero que sigue ahí por si acaso. Cama primitiva, cuando el amor fresco, cuando los pechos radiantes, cuando los mulos sostenía la catedral de aquel cuerpo. Y tirado como un desecho, Berlusconi. Hasta que un día cualquiera pase el camión de los trastos viejos y se lo encuentre junto al contenedor de lo no reciclable. Le han quitado las pilas del bunga bunga. Lo han vaciado de carne fresca y juvenil. Se ausentaron los mandatarios de virilidad erecta pero ridícula. Han perdido al cliente las putas de lujo. Y hay como una orfandad de las que gustaban palacios y son ahora carne de camionero.

Tres mujeres como juezas. Tres mujeres togadas que le escuecen a Berlusconi en el alma. Tres mujeres diciéndole que su lugar es el trastero, que no vale para político, que no sirve para la convivencia del país, que mejor está en la cárcel, entre machetes criminales y ladrones de alto copete.

Italia siempre fue cambiante. Estrenaba primer ministro con la frecuencia de quien respira aire fresco a tantas inspiraciones por minuto. Italia es la historia de Europa, el arte de Europa, la elegancia de Europa. Todos somos un poco italianos. Por eso nos dolía Berluconi. Porque nos estiraba la piel con cirugía, porque recogía cosecha de millones, porque nunca sería calvo, porque nos dolió la catedral de bronce contra la cara reconstruida.

Tarde o temprano (muy tarde para mi gusto en este caso) los pueblos se sientan en una acera cualquiera, piensan, acarician su pasado, miran a los ojos del presente y se plantean el futuro. Y entonces empiezan a recuperar su dignidad. Porque la condena de Berlusconi es la condena de quienes le votaron una y otra vez y se hicieron cómplices de su orgullo mafioso, de su desvergüenza política, de su vientre reptil por los lodazales de la historia. Hay mucho berlusconi condenado, inservible, desahuciado en el trastero, a punto de que se los lleve el camión del material no reciclable. Demasiado votante implicado, demasiada papeleta manchada, demasiadas urnas-ataúdes de podredumbre.

Obama, Merkel, Zapatero, Aznar…Todos se dejaron besar y todos besaros la piel acartonada de Berlusconi. Aznar ahora lo llama delincuente. Pero ese delincuente no pudo faltar junto a Correa, Bárcenas y el bigotes-barbas a la boda imperial del José María Primero de Irak.

Pero siempre hay un momento en que los pueblos, como pródigos, regresan a su dignidad y prometen vivir en ella. Tienen que renunciar a muchas cosas, pero le empiezan a sacar gusto al pan caliente de la honradez y dejan de ser cómplices para convertirse en ciudadanos corresponsables de la marcha de su país.

Hay quienes necesitan una democracia de plazos. Cada cuatro años uno tiene derecho a sentirse demócrata mediante una votación. Es la gran fiesta de la libertad. Y cuando la jornada electoral termina, cada uno vuelve al anaquel de descatalogado y se limita a criticar lo que él mismo eligió, sin necesidad de descolgar su empuje ciudadano para hacer el bienestar de las res-pública. Allá los políticos. Para eso los hemos elegido. Y entonces el votante se convierte en cómplice de quienes demonizan al pueblo, de quienes destruyen lo conseguido con mucho esfuerzo y al que despóticamente se le echa en cara una mayoría conseguida gracias a esos que ahora deben permanecer al margen de cualquier decisión.

Nuestros políticos nos condenan. Nos convierten en berlusconis arrinconados, nos olvidan en el trastero, nos dejan sin bunga bunga, y nos inyectan sumisión anestesiante para sajarnos el alma con el menor dolor posible.

A lo mejor es la hora de recuperar nuestra dignidad, de cambiar el camino para divisar la utopía, de vivir la desnudez de la libertad, el vértigo de la responsabilidad para sentirnos hacedores permanentes del futuro. Hay que salir del trastero, gritar nuestra iniciativa y decirle a quien corresponda que somos ciudadanos, que el poder es  nuestro, que la palabra nos corresponde como propiedad inalienable, que la democracia somos ante todo nosotros. Y que el Congreso de los Diputados es nuestra casa. Y que la Moncloa es nuestra residencia. Que todas las instituciones son patrimonio de la ciudadanía.

Renuncio al bunga bunga, a la carne fresca de prostitutas azules, a erecciones presidenciales de vigorexia imposible, al corazón mafioso  que todos llevamos en los talones. Renuncio a ser Berlusconi, a sus pompas y a sus obras.

Me exijo ser imposible para que sea posible el mundo que fue sueño, que fue sueño, que fue sueño…tan real como el mar que hay debajo de los adoquines de la vida.




martes, 25 de junio de 2013

RECUERDO TU VIENTRE



Recuerdo tu vientre.
Era un planeta de lunas oscuras,
sombras configuradas
para indicar el camino
inaccesible de tus montes.
Recuerdo tu vientre
de viento abierto,
piel de agua,
tacto de fruta,
arbol central
para beberse la sombra-
Recuerdo tu vientre
como el perfil de un mar,
como el grito de un mar,
como el incendio de un mar.
Recuerdo tu vientre
llamando a los cipreses por su nombre
para saborear una cosecha de alegría.
Recuerdo tu vientre con campanas
de amanecer, de atardecer,
de noches entre sábanas.
Recuerdo tu vientre
como quien recuerda un recuerdo
y olvida el olvido
de un tiempo sin tiempo.


sábado, 22 de junio de 2013

NO ME CABE…


No me cabe la muerte en esta herida
Taponada con asco y desaliento.
No es fácil la muerte
encajada en la nada desde ayer,
cuando la casualidad nos puso en pie
sobre el reloj oxidado y sin historia.
No es fácil sostenerla
sobre los escombros de desecho
del hombre destruido.
Nunca fuimos respuesta.
Duda tal vez. Negación. Sólo pregunta..
Nos besamos. Nos amamos. Nos dormimos
dentro el uno del otro
para ahuyentar el miedo,
exigiendo la libertad mordida
por los caminos del sexo.
No me cabe la muerte,
esa hemorragia embistiendo
la femoral que recorre
como un río mi estatura.
La muerte es un sobrante inaugurado
cuando el beso se somete
al destino imposible
de un vaso que se rompe.
Entonces nos ponemos boca abajo
para cavar el tiempo
y creer que vivimos
con un desprecio alquilado.


CARNE O LUZ






No sé si eres carne o luz.
Nunca conocemos el rostro de la bruma.
Inexplicable eres
como los ojos de las rosas.
Una pregunta,
espalda de omóplatos fundidos,
misterio escarbado en el olvido de un sótano.
No consigo descifrar tu piel
por más que la paseo entre mis manos.
No puedo identificar los besos
aunque palpe tu labios cada noche.
Ni siquiera sé si necesito
que seas carne o luz,
negación, afirmación o simplemente duda.
Tiempo inequívoco,
madurez frutal,
zumo de pechos que chorrean
como aquellos relojes que nombró Dalí.
A lo mejor carne de mar,
luz de piedra
sostenida en un andamio distante,
en un esqueleto de amapolas.



jueves, 20 de junio de 2013

NO TE QUIERO ARBOL



Tallado tu nombre
en el perfil del aire.
Como una estatua de agua
esculpida en el río.
Tu desnudez grabada
en la boca del viento.
Te quiero de carne,
fuego que grita
en las ingles de la luz.
Tus oquedades plenas,
sombras iluminadas
perfilando el camino
para iniciar la ruta
de los montes encinta,
de las lunas preñadas
que te habitan los ojos.
Cuando un árbol se muere
se suicida la sombra,
y se pudre la sombra,
y se comen la sombra
los ángeles de luto.
No te quiero árbol.
te quiero piel,
 instante te quiero,
caricia te quiero,
tacto integral.
Frente a frente los cuerpos,
cuerpo dentro de cuerpo,
ahondando los surcos
de tu alma de tierra,
de mi alma de tierra,

con el mar en las manos.

martes, 18 de junio de 2013

NOVIEMBRE




En noviembre se ensanchan los hombros de los montes.
Subirán los ríos a sus cumbres
para sostener lunas apócrifas,
luces de cuando el mundo
se engendraba a sí mismo,
cuando tu carne y la mía
eran intuición oscura
entre la hierba anónima.
Por eso se ensanchan los hombros de los montes
y se hacen elásticas las clavículas del viento.
Hay que aguantar el peso
del cuerpo sobre el cuerpo
cuando el amor habita
el centro de las ingles.
En noviembre se ensanchan los hombros de los montes
Para alojar el agua seminal,
agua testicular
que brota de ese sol
disfuncionalmente erecto
olvidado del ritmo
de los cuerpos ardientes.
En noviembre seremos lo que nunca hemos sido:
Esqueletos sin nombre
con la muerte asombrada
recuerdo de una carne
construida de besos
de labios en los labios.


domingo, 16 de junio de 2013

PROSTATA




Tú no eres un cáncer de próstata. Tú tienes un nombre, una mujer, unos hijos, unos nietos. Paco, por ejemplo te llamas. Setenta y dos años se te han echado encima como una pared, como un árbol, como un pantano de compuertas abiertas. Tinto en la terraza del bar. Las miras pasar. Van hermosas. Faldas cortas. Pechos como giraldas horizontales. Labios entreabiertos para que bese el viento pulmones color de rosa. Y tú recordando. Muchos años atrás. Cuando las ingles gritaban y ellas te respondían con una mirada oblicua, como quien no mira, pero deseando tus ojos mientras compraban el pan caliente.

Hoy te has vuelto opaco, gris marengo. Tienes el alma oscura, Caídos los párpados, como anocheciendo. No pasan las muchachas. A lo mejor ni existen. Guardaron las minifaldas, los pechos hierba segada, pequeñita, sólo para que se posen mariposas azules. Ella haciendo la sopa. Sesenta y nueve tiene. Tres hijos. Cinco nietos. Y ella haciendo la sopa con dos euros cincuenta porque no da para más la pensión.

Tiene cáncer, Paco. Exploración rectal. Alto, muy alto el PSA. Cáncer, Paco. Pero tranquilo. Operamos. Tratamiento y puede durar mucho. Dijo la palabra exacta. Puede durar. No confundir con vivir, pensó Paco. A lo mejor inútiles las caricias de ella, la cercanía de sus muslos marchitos, sí, marchitos pero de ella, de aquel amor de siempre, de aquellos labios de siempre, de aquellos abrazos de siempre.

Lo apuntó en un papel y lo deletreaba. Era un nombre difícil: hiperplasia prostática que ha degenerado en cáncer. Tienen los médicos que justificar sus honorarios, sus estudios, su paso por la universidad con nombres imposibles. Paco lo explicaba a sus compañeros de cartas. Se pone grande la próstata y te jode para el resto. Te la quitan, te dan una “medecina” que te deja calvo y a durar lo que dures.

Vamos tirando, respondía veinte veces al día Paco. Veinte preguntas. Veinte respuestas fotocopiadas. Vamos tirando. Y seguía su paseo en busca de la sopa de dos euros y medio para los hijos parados, para las nueras paradas, para los niños con pelotas de trapo como en aquellos tiempos.

Hoy Paco ha ido al hospital. Tiene que empezar con la “medecina” que lo dejará calvo. Es una medicación muy cara, Don Francisco. Le han llamado Don Francisco, tal vez por primera vez en la vida. Tan cara, Don Francisco, que no la tenemos. Ha dicho el gobierno que no hay dinero, que hay que recortar gastos sanitarios. Lo decía a todas horas la tele. La crisis, la prima de riesgo, los mercados, la deuda, el déficit. Todas esas palabras envueltas en papel de estafa querían decir una sola cosa: No se le puede dar esa medicación. Si quiere, cómprela. Se la receta su urólogo y se la compra, Don Francisco. ¿Y cómo hago para comprarla con una pensión de seiscientos euros, tres hijos parados, tres nueras paradas y los nietos con pelotas de trapo? ¿Qué solución me da usted? Yo no tengo la solución, Don Francisco. Sólo puedo aconsejarle que la compre. (Se me está ocurriendo la solución única: muérase cuanto antes. Un infarto, un aneurisma, una hemoptisis…La he pensado, pero me la callo)

Paco se marchó despacio. Setenta y dos años. Arrugas de campo, de camionero, de andamio. No vio a nadie por el camino. Ni muchachas hermosas de minifalda, ni amigos que preguntan, ni nietos saliendo a su encuentro.

Y ella: ¿Ya tienes la medicación?  Y él: Que dice la “dortora” que no era tan mala la cosa y que no hace falta que tome nada. Y me alegro. Me iba a ver muy raro sin mi pelo de siempre. Y los hijos y las nueras y los nietos. Todos pensando lo que no quieren pensar. Y los pequeños contentos porque su abuelo se ha puesto bueno.

Paco se acostó aquella noche. Se acurrucó junto a ella y se puso a llorar por dentro. A lo mejor la muerte era eso: un llanto en silencio para humedecer la eternidad y que no te haga daño al rozarla.

No tengo la solución, Don Francisco. El farmacéutico no lo volvió a ver. A veces se preguntaba si se habría muerto ya. Era lo que aconsejaban la prima de riesgo, el déficit, los mercados, la deuda, todo aquel bolo alimenticio envuelto en papel de estafa.



sábado, 15 de junio de 2013

LA PIEL DE LA PALABRA





Busco el término exacto
para decirte lo que sólo la palabra dice.
Busco un término gris,
indeformable, de acero
que almacene en su vientre el término concreto.
Expulso de la boca a la Real Academia
de antónimos, sinónimos.
Quiero el término exacto,
que sólo a ti te diga
lo que quiero decirte
en el silencio espeso
del nombre no encontrado.
La palabra busco
desnuda, en carne viva
como la última noche
de amor en el portal.
Palabra con aristas,
si hacen falta,
de colores austeros
para que no confundas el canto de los pájaros.
La palabra busco
despojada de lunas,
tan sólo iluminadas
por rectas absolutas
de pura arquitectura.
Llevo tiempo excavando,
 dejándome las uñas
en esta tierra seca,
persiguiendo raíces
de aire sopesado,
de gramos concretos
sin más peso
de cantidad estricta
que precisa una palabra.
Pero tal vez renuncie,
sitiado de cansancio,
ante la piel imposible
erizada de púas
que recubren la carne
del viento y la palabra.
Reniego a la distancia,
al camino y al mar,
a la austeridad desértica
del término exacto.
Regresaré vencido
a besarte los ojos,
a rozarte los labios,
a olvidarme en tu vientre
de la palabra oscura

que busqué tantas veces.
NO TENDRÁN MIS MANOS






No tendrán mis manos de piedra
tu cuerpo de agua.
No han sabido mis ojos descifrar
el argumento de tu mirada
deslizada por el esófago azul
de mis sábanas.
No conoces la historia de mis manos,
bajando por tu vientre,
hasta el centro del mundo.
Quiero informarte que mis besos
tienen una historia de olvidos olvidados
hasta que editaron el roce de tus labios,
hasta que me vendaron el aliento
y lo abandonaron a las afueras de tu espalda,
en el centro de tus muslos
encargado de sembrar las rosas negras
y azules de nostalgia.
Quiero notificarte que mi cuerpo
se me rompió aquel día
en que se despeñó por la memoria
de un río vertical.
Te advierto que vengo
de lunas destruidas,
de vientos arruinados,
de estrellas cansadas
de tanto pisar huellas
y dibujar vías lácteas.
Debes saber la biografía de mis manos
para que no sospeches nunca
de quien sostiene tus pechos,
de quien anilla tu cintura
y te pone los besos
a la altura de tus ojos.
Ahora tengo músculos de musgo
para apretar tu silencio
Sin dañarte la piel,
Sin herirte los sueños.


jueves, 13 de junio de 2013

PRESTAME




Préstame tu silencio
para nombrar tu boca,
para hacer de tu vientre
el grito que reclame
mis árboles erectos.
Préstame tu silencio
para que el mar aúlle
por las ingles
ardientes de la arena.
Préstame tu silencio
doblado en cuadriláterios
de aire enamorado
para hacer vendavales
que levanten la falda de la luna.
Préstame tu silencio
para que el tiempo ladre
a los montes de la muerte
y pueda vivirte
y puedas vivirme,
y pueda beberte
y puedas beberme
hasta convertir la sed
en una caracola
preñada de rosales.
Préstame tu silencio
para hacerme silencio
en los labios de un mundo

de lengua suicidada.

viernes, 7 de junio de 2013

HASTA QUE LAS URNAS NOS SEPAREN


Franco llegó a finales de sí mismo. Lo enterramos fuera de la historia y el camino de la libertad se hizo tarea. Suárez venía del ayer pero se empeñó en inaugurar un mañana. Y echamos a correr alegría abajo, Constitución abajo, derechos fundamentales abajo. Nos dedicamos a inventar el futuro, a adueñarnos de nuestro destino, a sentirnos insustituibles en el quehacer. Nadie podría usurparnos nuestra capacidad de decisión. A nadie, ni siquiera a los que eligiéramos, le entregaríamos lo que sólo a los ciudadanos corresponde en propiedad inalienable.
La democracia es el poder del pueblo. Deberíamos clavar este cartel por todas las esquinas, en todas las puertas ciudadanas y en los balcones de los gobernantes. De esta forma nadie podría hacer dejación de sus dominios y ningún poderoso podría apropiarse de lo que sólo le ha sido entregado en calidad de administrador. No debo esconder la solidaridad de cooperar al bien de la comunidad, ni “los de arriba” pueden caer en una “democracia dictatorial”  Y ambas posturas son más frecuentes de lo permisivo. Abdicar de mi iniciativa como actor democrático significa situarme en las afueras de la conciencia colectiva. Que un gobierno, por el hecho de haber sido elegido, se crea con capacidad de actuar al margen de las aspiraciones sociales,  significa que el uniforme de otros tiempos se ha cambiado por la corbata cuyo nudo ahoga tanto el cuello de los ciudadanos como las cachas oscuras de otros tiempos.
La capacidad de elegir gobernantes cada cuatro años no exime a nadie de la obligación de permanecer en la empresa de la democracia construyéndola día a día. La capacidad de ser elegido no otorga un poder omnímodo para convertir esa elección en la apropiación del devenir. Ni siquiera cuando la cantidad de votos recibidos otorga una mayoría absoluta.
Sobre una campaña de promesas vendidas al por mayor por todas las esquinas, el pueblo eligió no hace mucho a un gobierno del Partido Popular. Y lo elegimos para que hiciera realidad aquellas promesas. En medio de una situación de oleaje nos hablaron de puestos de trabajo, de sanidad, de impuestos, de educación, de pensiones. Se le echó en cara a Rodríguez Zapatero el no haberse enterado de  una crisis que le estalló en los ojos. El Partido Popular, pese a ser consciente de lo que no había reconocido Zapatero, prometió y prometió y prometió. Dejó bien claro que España debía hacer frente a Europa para no desestabilizar el estado de bienestar porque había líneas rojas que no se podría atravesar ni por imperativo de la princesa Merkel.
Rajoy y su gobierno se han dado una enorme prisa en derrumbar ese estado de bienestar. Sanidad, educación, servicios sociales…España es una escombrera de materiales de derribo. Y la enorme hemorragia se quiso taponar con otra falsedad: no conocíamos la herencia que nos tocaba, es decir, no sabíamos el estado de la cuestión. A zapatero pudo sorprenderle la crisis y cierto es que no actuó de acuerdo a ella. Pero culpar a la herencia o a la ignorancia del estado de cosas es de un cinismo escalofriante.
¿Y qué puede suceder cuando se da esta situación?  ¿Qué solución existe si un partido, sea el que fuere, engaña conscientemente a su electorado y una vez elegido da la espalda a sus promesas y lleva al país a toda prisa hacia la ruina, hacia un cambio de situación por motivos ideológicos?  Porque poniendo como pantalla una crisis que es en realidad una estafa, lo que está haciendo este gobierno es poner en vigencia una ideología en la que se diferencian dos clases de ciudadanos separados por el abismo podrido del dinero. La sociedad “debe” dividirse en ricos y pobres y los primeros proliferarán a costa de los segundos. Y según ese modelo, la sanidad, la enseñanza, la atención a la dependencia, la infancia, los maltratados, la seguridad, la justicia y todo aquello que configuraba el estado de bienestar pasa a ser patrimonio de quienes pueden pagárselo y se expropia de ellos a los que carezcan de dinero. Se rescata a los bancos y se despoja a los que tienen una hipoteca, se entrega la sanidad a empresarios capaces de hacer negocio, podrán apelar a una tribunal superior los que se lo puedan pagar y podrán abortar en Londres los que gratuitamente no puedan hacerlo en la seguridad social.
Es necesario entonces un “golpe de estado civil y pacífico” Que nadie me llame nazi, ni filoetarra, ni antisistema, ni anti demócrata, ni por supuesto violento. Que tome nota quien deba tomarla de que no puedo permitir que se me engañe, que estoy en mi derecho de obligar a cumplir lo que se me prometió, que el voto es algo muy serio y que en serio se lo deben tomar sus destinatarios.
El matrimonio con las urnas debe tener vigencia hasta que las urnas nos separen. Lo cual no puede significar esperar, como algunos proclaman, a una próximas elecciones al final de la legislatura. Significa que hoy, aquí y ahora se nos debe devolver el poder usurpado con la falacia cínica y faisaicamente ejercida.


jueves, 6 de junio de 2013

SOY UN DELINCUENTE.


Cuesta Trabajo mirarse al espejo y aceptar el propio rostro. Vas por la vida sombreado de misterio, soportando la interrogante abierta y nunca cerrada por la respuesta, con tu complejo de bondad, de hermosura, de vocación de entrega, y de repente te miras al espejo y llegas a una dura conclusión: soy un delincuente. A lo mejor tu amante, tu amigo, tu hijo se inclinan ante ti y agotan el diccionario ensalzando tu valía. Pero el espejo es neutral, como dicen que es la justicia, Hacienda o la muerte que nos nivela a ras de intimidad nunca confesada. El espejo pasa por encima de tu pelo, de tus ojeras medias lunas, de tus labios perfilados para el beso y te lo grita hasta la afonía de su luz superior: es usted un delincuente.

Vivimos una democracia. La inauguramos un día allá por el setenta y tantos. Llenamos las aceras de urnas y fuimos metiendo nuestra voluntad de gobierno por una ranura estrecha, como en una hucha de libertad, para que nadie volviera a quebrarla, a fusilarla a romperle el cráneo con un tiro de gracia. Y se acuñó aquel slogan: las elecciones son una fiesta de la democracia. Por fin el pueblo era el dueño de su destino, el administrador de su palabra, de su soberanía, de sus decisiones.
Pero tengo la impresión de que los políticos equivocaron su función. Desarrollaron un sentido de la propiedad y arrinconaron su papel de administradores, simples administradores, que tienen que ejercer con la pregunta permanente en su quehacer. Son depositarios, no dueños. Todos tendemos a la apropiación, todos tendemos, aunque sea levemente, a un cierto grado de absolutismo, de postura dictatorial.

Tampoco los ciudadanos nos podemos librar de la responsabilidad de ser auténticos depositarios de las decisiones que construyen la democracia. Sólo un pueblo muerto puede delegar su propio quehacer en otros. Mientras estamos vivos, debemos afrontar la construcción del país como una tarea irrenunciable. Refugiarse en la votación cada cuatro años para rehuir la tarea del día a día es apostatar de nosotros mismo, renunciar a nuestra dignidad ciudadana. Apearse de esa responsabilidad es conceder a los gobiernos la potestad de erigirse en la tremenda contradicción de autoproclamarse “dictadores democráticos” Y entonces, amparados en el hecho de haber sido elegidos y tal vez en la numérica ostentación de una mayoría parlamentaria, ejercer esa delegación ciudadana convirtiéndola en dominio absoluto no lejos de un  despotismo ya descatalogado de la historia.

Se asombran los actuales políticos de que surjan movimientos sociales de rechazo a las decisiones de un gobierno democráticamente elegido y que tiene mayoría absoluta. Pero no se plantea que esa elección y esa mayoría se apoyaban en unas promesas vendidas al por mayor y que han sido traicionadas. Y su soberbia numérica les lleva a tachar de anti demócratas a quienes se rebelan contra el incumplimiento que se pregonó con un infinito descaro. Trabajo, sanidad, enseñanza, pensiones, sueldos, impuestos…Se construiría todo aquello que el desgraciado gobierno precedente había destrozado. No podría Europa imponer sus criterios a un país soberano que fue capaz de conquistar un mundo, que llevaba en procesión el brazo incorrupto de Santa Teresa y la Tizona del Cid. El nuevo gobierno sería capaz de mirar a los ojos a las decisiones del Fondo Monetario Internacional, al Banco Central Europeo y sobre todo a la emperatriz Merkel. Así se pidió el voto y así se construyó la mayoría.

Después vino la cobardía sartriana: el infierno son los otros. Y se echó la culpa a la herencia recibida, a los mercados, a la deuda, al déficit, a Bruselas, a la prima de riesgo, al rescate, a la situación bancaria…Y crece  el paro a zancadas largas, nuestros niños se desmayan en las escuelas porque van en ayunas, los padres se alimentan de un trozo de pan para que sus hijos coman el arroz que les ha proporcionado un banco de alimentos, los viejos se han cansado de ser viejos, los enfermos no tienen un analgésico, la sanidad se regala a empresarios, se pone contra la pared la enseñanza, se convierten los dependientes en inútiles, se amputa el futuro de los jóvenes, se obliga a los profesionales a marcharse al extranjero como cuando los sesenta.

Y cuando vemos que los elegidos nos tiran al precipicio, todavía persisten quienes afirman que hay que esperar a las urnas para desbancar a quienes nos han engañado. Ningún gobierno había conseguido la difícil tarea de sacar a la calle a todos los estamentos sociales. Se llenan las ciudades de descontento, frustración, desencanto.

Pero si todavía soy capaz de quedarme anestesiado en el sillón del salón, entonces también yo soy un delincuente.


lunes, 3 de junio de 2013

LA MALETA DE CARTON


Lo ha dicho González Pons: Trabajar en Berlín es como trabajar en España porque Europa es la patria común. Pons construye frases ingeniosas hasta para pedir filetes en el supermercado. Pero el ingenio no pasa a veces de ser una estupidez elegante.

A uno ya le corre vinilo por la venas y vivió el entonces cuando todo era entonces. Ayer tal vez. Tal vez antes de ayer. Apostado Franco en el Pardo y España en el punto de mira. España con los ojos vendados y un cigarrillo de orgullo dispuesta a ser fusilada al amanecer.

Entonces Alemania, Bélgica, Holanda no eran patria. Eran sólo exilio, expatriación, destierro, emigración. No estaba González Pons para hacerle frases al caudillo porque el caudillo prefería las balas a las palabras.

Llevaban las lágrimas en una maleta de cartón. Se dejaban atrás los besos, las noches de orgasmos sobre colchones de hojas de maíz, la camisa limpia de los sábados y la misa de siete para que tuviera constancia el señorito de que la azada estaba bendecida por Dios Nuestro Señor. Cambiaban los niños cromos de Gento por canicas de cristal y las niñas saltaban a la comba sujetando la faldita para no propiciar erecciones cómplices.

Los españoles emigran por impulsos aventureros, dice la secretaria de estado de no sé qué…Y contradice a la ministra de trabajo para quien el término emigración es sinónimo de blasfemia que nada tiene que ver con su virgen rociera que ayuda a que España vaya bien como si la Blanca Paloma fuera un Aznar cualquiera. Se nos van los jóvenes, los investigadores, los médicos, el personal docente, sanitario, los licenciados. Huyendo del hastío, de la desesperanza, del hoy derrumbado sin mañana, del mañana sin nunca, del porvenir sin futuro. Buscando dignidad porque la miseria, como antiguamente Africa, comienza en los Pirineos. Porque vivimos aplastados por un país convertido en escombros. Porque no se sostiene el derecho al trabajo, ni a la enseñanza, ni a la sanidad, ni a las pensiones, ni a la dependencia. Porque se nos han venido encima todos los ladrillos, todas las vigas, todos los dinteles que apuntalaban la decencia, el quehacer honrado. Hay que trabajar más y ganar menos (Díaz Ferrán). Hay que imitar a los chinos que trabajan horas y horas sin descanso (Presidente de Mercadona). Hay que trabajar por debajo del salario mínimo interprofesional (Banco de España). Hay que aceptar los minijobs porque más cornás da el hambre (Rossell) Hay que disfrutar de la movilidad exterior (Fátima Báñez) Hay que formar para competir (Wert). No es tolerable que un enfermo crónico viva siempre a costa del dinero público (Viceconsejera de sanidad de Madrid) Hay que privatizar los hospitales porque ahí hay negocio seguro (Güemes). Hay que entregar a los empresarios la enfermedad porque ellos rentabilizarán el dolor (Lasquetty).

Un día quemamos las maletas de cartón. Enterramos la boina y la pelliza. Olvidamos liar el cigarrillo. Ahora tenemos el portátil, un móvil para besar en la distancia, cigarrillos con filtro. Hemos leído a Engels y  Sartre. Pero nos obligan a permanecer de rodillas prometiéndole a Merkel no volver a vivir por encima de nuestras posibilidades, a dejarnos esclavizar por los mercados, por la prima de riesgo, a venerar a la troika, a acostarnos con la deuda externa, a amar el déficit sobre todas las cosas, a tatuarnos el becerro femoral adentro, a besar los pies el FMI, del Banco Central Europeo, a idolatrar un terrorismo económico traje chaqueta y chanel.

Europa es el mercado donde se venden pobres al por mayor. Se les ha expropiado la dignidad, se les ha desahuciado de humanidad y, muertos y destripados, se exponen en el escaparate de un infame mercadillo. Y pasan los grandes, látigo en mano, blandiendo el miedo ante los estómagos vacíos, huecos como orfanatos del hambre, de la angustia, del sinsentido vital. Y se subasta la angustia, a tanto cuarto y mitad. Y se elige al más barato como a una puta barata porque sólo se la quiere para una felación del orgullo.

Otra vez estamos fusilados. Un cigarrillo entre los labios, un tiro de gracia en el costado y una mueca que irrita al pelotón de los que creen que los pobres no tienen una revolución entre los ojos.