domingo, 30 de enero de 2011

EL ORGULLO DE LAS MITRAS

El orgullo es un pecado. El desprecio, una degradación de quien lo ejerce. El complejo de superioridad encierra más complejo que superioridad. El falso dominio de lo absoluto es una miseria que empobrece a su poseedor.

En el centro del orgullo, del desprecio, del complejo, de la miseria se coloca a sí mismo el Obispo auxiliar de Madrid Juan Antonio Martínez Camino. Con una soberbia vergonzante sale a la plaza pública para condenar, ejerciendo de inquisidor, el matrimonio civil.

La Iglesia se ha apoderado de todas las actividades vitales y las ha sacralizado sin respetar el valor que encierra cada una de ellas en sí misma. El hombre, la mujer, la capacidad intelectual, la investigación, el sexo y sobre todo el amor son soportes insustituibles por su propia presencia sin necesidad de ser referidos a dios alguno. La vida, la muerte, el tiempo se mantienen sobre su propia médula como realidades no referenciadas a deidad ninguna. Las rosas dan elegancia al mundo aunque nadie disfrute su perfume. La humanidad no es un apéndice de la divinidad. La laicicidad es la desacralización de la vida para situarla como respuesta al misterio que somos.

Pero la Iglesia sólo contempla una conclusión blasfema: todo lo que no sea revestido de esa sacralización es maldad. En consecuencia la sociedad civil es buena o mala, moral o inmoral, si se inserta o no en los designios de una enseñanza dictada desde el sinaí tronante de las mitras. Porque además a Dios se le atribuye lo que es nada más que la elaboración preceptiva del episcopado. Los Obispos se han apropiado de Dios, lo suplantan, ejercen un dominio absoluto sobre él y en su nombre proclaman guerras santas, votos políticos y directrices sociales. Lo que no está pasado por el tamiz de las mitras no es bueno en absoluto. Fuera de la Iglesia no hay salvación. Son incapaces de entender que la laicicidad no es anticristianismo, sino autonomía de la existencia como valor en sí misma.

La historia de la Iglesia no ha sido un ejemplo a lo largo del tiempo. No siempre ha estado en condiciones de reivindicar su enseñanza como un arquetipo de realización humana. Basta con repasar la historia. No todo lo que hoy se proclama como cristiano ha sido tenido por cristiano en el pasado. Desde Constantino hasta ahora las alianzas con el brazo secular han sido constantes. Se ha hecho por la fuerza la implantación doctrinal en tierras conquistadas y se han defendido directrices que con el paso del tiempo se han visto erróneas. Hay mucho Galileo anatematizado.

Con soberbia, orgullo y desprecio, el Obispo Camino ha comparado el matrimonio civil con un contrato de telefonía móvil. “El matrimonio es la unión de cualquier ciudadano por tres meses y a los tres meses ese contrato puede ser disuelto por cualquiera de las partes, sin dar ninguna razón, es decir, es un contrato mucho más leve que contratar un servicio telefónico o de telefonía móvil, que usted tiene muchas dificultades para rescindirlo, para celebrar uno nuevo” El portavoz de los obispos tacha de “irracionales” y “perjudiciales para el bien común” las leyes que regulan las uniones en España.

Desde el pedestal de quien posee toda la verdad, de quien hace de Dios una propiedad absoluta, desde el poderío económico, el portavoz del episcopado humilla a todo aquel que se acoge a la legislación surgida de unos órganos elegidos desde la concordia democrática, con la responsabilidad de quien se siente autónomo en su conciencia frente a manipulaciones externas.

Los Obispos tienen derecho a expresarse libremente. Pero cuando esa expresión comporta una evidente falta de respeto a cualquier decisión personal se exponen a ser juzgados por lo menos con indiferencia.

¿Serán capaces los Obispos de preguntarse alguna vez por el pecado tan repetido de usar el nombre de Dios en vano?


sábado, 29 de enero de 2011

LOS CAMINOS DE LA SANGRE

El tiempo no empapa la sangre. La sostiene en la piel de la memoria, sangre amante para el beso, la caricia, la ternura. Sangre profanada por el barro, la pisada, el mal trato. Siete años cumplirá la sangre en marzo. Vientre mestizo la mañana del 11. Rumanos, españoles, marroquíes, colombianos, peruanos. Hijos únicos del mundo único. Pluralidad enraizada en la misma pacha mama. Dios viajaba en un tren de cercanías. Al fondo, el Ministerio que organiza la rentabilidad de las rosas.

Algunos se empeñan en desangrar la sangre, en segarla inmadura para tener un pan maldito, envenenado alimento de urnas próximas. Votos manchados de trenes explotados, pero votos. Basta borrarles la procedencia y contabilizarlos como voluntad recuperada.

Lo exigía Miguel Angel Rodríguez: “Zapatero nos tendrá que explicar algún día qué grupo terrorista lo llevó a la Moncloa” Pronto elecciones. Javier Horcajo advierte ante el silencio cómplice de Elvira Rodríguez: “Estos accidentes se pueden provocar otra vez” Pedro J. sentenciando que no tenemos la verdad de nada. Como Pons: “Hay una verdad oficial, una verdad judicial, pero falta una verdad política” Arenas-palabra-de-honor: “Levantaremos los obstáculos, nunca le volveremos la cara a la verdad Si hay un Gobierno del PP, se intensificarán las pesquisas” “Es prácticamente imposible que un terrorismo foráneo intervenga en un país sin tener contacto con el terrorismo interno” ETA convertida en necesidad. ETA-amante-odiada-pero-amante. Aznar-Cospedal queriendo saber toda la verdad, asegurando que los autores de tanta muerte “no están en montañas lejanas ni en desiertos remotos” Ella quiere hurgar en la femoral sangrante, para siempre sangrante, del 11-M. E invoca el dolor de las víctimas, de los muertos y de los que siguen vivos porque a veces la vida se hace costumbre, inercia, goteo inocuo. Y víctimas fuimos todos porque todos llevamos salpicada el alma.

Aznar, Zaplana, Acebes, Astarloa, Mayor Oreja, todos corearon la complicidad de ETA en el atentado del 11-M. Mintieron al pueblo español y al mundo sobre la responsabilidad de aquel infinito surtidor de sangre.

Esperanza Aguirre apoya con toda sus fuerzas cualquier medio que investigue el horror de Atocha. Los periodistas deben profundizar en sus causas. La justicia ha hablado pero no es suficiente. De aquí a las próximas elecciones hay que ahondar para que no decaiga la inseguridad, para sembrar dudas sobre el estado de derecho que Zapatero quiere destruir, para constatar que sólo eligiendo a Mariano Rajoy se repondrá la serenidad en los anaqueles de la historia.

La justicia ha hablado y ha desvinculado a ETA de aquella masacre. Ha encontrado a los responsables y los ha condenado. Y los trenes se han quedado en vía muerta en los andenes del alma de una España con luto en la mirada. Pero no se oculta la extraña necesidad de seguir implicando a ETA. La centrada Cospedal respalda la conspiración de la COPE, del Mundo, de Luis del Pino y de tantos otros. “Su grupo, y no los demás, han defendido la libertad de este país sin claudicar ante los enemigos del estado” Exigirán, incluso después de la sentencia, luna luz que otorgue complicidad con las sombras..

Y en estas llega Inma Castilla de Cortázar. Presidenta del Foro de Ermua. Del Opus-cristianísimo, con Escrivá tatuado: "La única razón que justifica la supervivencia del Foro de Ermua como asociación es la de dar la batalla definitiva: oponernos a las más que probable pretensión de Rodríguez Zapatero de escenificar, como logro electoral, la derrota de ETA, pactada con ETA" Hay que derrotar a Zapatero. ETA puede esperar.

Rajoy calla. “El no es un comentarista sino un gobernante” Lo ha dicho y lo practica. Rajoy-empresario en el chiquero, azuzando caballos picadores y banderilleros de luces. Arenas y Pons cuajando faena. Rejoneadora ella, María Dolores. “En los carteles han puesto un nombre…” Habano en el callejón. Enfermería cerca. Que alguien se encargue de que no salte el toro. Puede romperse la tarde y sangrar por la femoral la brisa.



lunes, 24 de enero de 2011

LA TORRE DEL ORO AL FONDO

Sevilla es hermosa. Tan vertical la Giralda. Tan cintura el agua. Tan suspiro el Guadalquivir suspiro. Y al fondo, Torre del Oro. Sevilla es una inmensa foto. Para colgarla en la orla de la historia, en la pared del tiempo. Pons, Camps, Aguirre, Cospedal y Mariano. Arenas, Mato, Soraya. Escoltado Rajoy-Presidente. La torre del Oro al fondo. España cabe en Sevilla, se construye en Sevilla, se hace alegría en Sevilla. La España inviable de Aznar. Autonomías insostenibles. Sevilla-Madrid en AVE. Regresada, centrada y centralizada de nuevo. Circunvalada de M-30 y más.

Ana Mato está segura: Camps es una víctima del PSOE. "Lo han intentado todo contra él –afirmó Mato. El PSOE ha utilizado las peores artes, lo que no ha impedido que todos los sondeos apunten a que el PP repetirá mayoría en esa Comunidad. Tiene la palabra nuestro querido amigo Paco Camps”. Gürtel entre limoneros. Plantados, abonados, podados por el PSOE. Florecidos a base de Correa y Bigotes. Naranjales con trajes a medida. Camps pasaba por allí. Lo asaltó el PSOE. Rubalcaba se supone. Alfredo sabe de estados policíacos, de terror, de persecuciones contra María Dolores-pareo de espumas blancas. De consejeros agredidos, cara rota. No hay duda, dice Cospedal. Hieren porque las encuestas hablan de ganancias electorales. Y Rubalcaba parte caras antes de que le mojen la oreja.

Domingo de Ramos sevillano. Cabalgando, Rajoy-presidente. Vivo. Restando privilegios a senadores y diputados. Con un partido para siempre unido, aunque Aguirre no quiso compartir café con Isabel asturiana, porque se intercaló Alvarez Cascos llevándose a militantes excomulgados por Fraga. Cascos ha sido infiel a sus mujeres, dice D. Manuel.

Rajoy victorioso. Ascendido a los cielos de Moncloa. Reconstruido desde que Mayor Oreja denunció que el PSOE prodiga una cultura de la muerte. El tabaco no mata, ni el cáncer, ni la enfermedad pulmonar obstructiva crónica. Los españoles nos morimos de cultura tratada en el alambique de Zapatero en sus ratos libres. Inoculada en dosis perfectamente estudiadas termina helándote el corazón. Sin pelotones de fusilamiento, sin tiros finales con responso y ataúd. Cultura de muerte. Da escalofríos pensarlo. Tanto cree Mayor Oreja en la familia que ha unido indisolublemente la muerte y la cultura ante el supremo Zapatero.

Zapatero, amigo de las pistolas negras, socio de etarras, debilitando España, depositándola a los pies del terror como fruto de su cultura de muerte. Lo dice también Mayor. Rajoy callado. El siempre calla cuando le preguntan por Bárcenas, por Matas, por Camps. Cascos es pasado. Calla y mira al futuro. Por eso no habla de Irak: la sangre de hoy es ya pasado. Ha quemado sus barcos y en pocas brazadas habrá alcanzado la alfombra que esconde la cultura de la muerte. “Jaime Mayor Oreja es un político de mucho fondo que no dice las cosas por casualidad” Lo sabe Pons. Está cansado D. Esteban de que le pidan que rectifique. “A mí no se me ocurriría pedir que se desautorice a un portavoz socialista” Es mejor que destituyan a sus cargos. Al Delegado en Murcia, por ejemplo. No hace falta que rectifiquen. Que lo saquen de su puesto porque ha dicho Cospedal que tiene pruebas (¿o no?) de que azuzó al descerebrado que le rompió la cara al consejero, Alberto Cruz. Este consejero sabe algo de la cultura de muerte: El PSOE es cómplice en la matanza del 11-M y la ley de memoria histórica es una artimaña para mantenernos en el pasado y “rescatar huesos de criminales de guerra”

La Torre del Oro al fondo. Echándole la mano por el hombro a la foto triunfal de Rajoy triunfal, de Soraya triunfal, de Arenas triunfal. No está Aznar. Se quedó para siempre en las Azores, junto a Bush triunfal, a Blair triunfal. Estremece esta operación triunfo de la que están expulsados unos cuantos y nominados Zapatero y Rubalcaba.

Sevilla lleva en andas a Rajoy. Tan vertical la Giralda, tan cintura el río, tan suspiro el Guadalquivir suspiro.

sábado, 22 de enero de 2011

LA INOCENCIA DE LOS SANTOS

En mi niñez la santidad era otra cosa. Los santos vivían en el extrarradio del mundo. Contaban de algunos que se habían negado a alimentarse con el pecho materno para no contaminarse con la carne siempre pecadora de la mujer. Eran muchos los que morían sin haber mirado nunca un rostro femenino, ni siquiera el materno. Y las mujeres santas jamás conocieron varón. Lo masculino era ocasión de pecado para ellas. Era una santidad blanca, de gorettis y teresitas de Lisieu, de bendita sea tu pureza y eternamente lo sea. Juntos a Papas opulentos de tiaras coronados había hombres de boina y mujeres de delantal sopero.

Hoy los santos son otra cosa. Viajan en AVE, Concorde, coches blindados, con escolta policial, con reyes y mandatarios de rodillas besando anillos. No hay obreros de la Fiat ni empleadas de hogar. Si acaso alguno, como para despistar.

Häring, Congar, Küng, Pagola, José María Castillo, Arregui están excluidos de sus cátedras. Pusieron su esfuerzo creador al servicio del evangelio, indagando caminos nuevos, acercando la cruz al hambre, haciendo del hombre Jesús una projimidad en la construcción de un mundo más humano, más libre, más justo. Pero estorbaban a los Bertones, los Cañizares, los Roucos, los Ratzinger. Acercaron la teología a la humanidad, a sus preocupaciones, a sus aspiraciones de dignidad. Dicen los apologetas de Benedicto XVI que el Papa actual es un gran teólogo. Simplemente, no. Es más bien un conocedor de la historia de la teología. El teólogo auténtico, como cualquiera que destaca en su disciplina, es un creador, un poeta. Ratzinger es un repetidor y eso no da estatura intelectual.

¿Habrá que decir algo sobre la teología de la liberación? Siempre se me antojó un pleonasmo esa superposición terminológica. ¿Es posible una teología que no sea liberación? No. Pero es más cómoda esa otra pseudo elaboración por opiácea, por anestesiante, por alienante. Y en esa estamos. Condenemos el sexo, excluyamos a la mujer, anatematicemos la dignidad de la muerte, prioricemos la misa dominical sobre el amor comprometido, disfrutemos de recibimientos apoteósicos de papas viajeros, encumbremos a balagueres-opus-argüellos ajenos al preservativo, al amor homosexual y hagamos del derecho canónico un sustituto amortajado del evangelio vivo. Es más productivo el dios-castigador que esparce sida, resignación en lugar de justicia, conformidad en lugar de rebelión.

Pronto Polonia de fiesta. Gloria de Bernini escalada por el hombre que nos vino del comunismo decrépito del Este. Deportista, dijeron. Atleta, dijeron. Robusta figura. Guapo, incluso. Viajero sobre todo. Kilómetros de nubes blancas, ruedas de prensa de altura, condenas sin paracaídas sobre Cardenal ministro-poeta nicaragüense. Amigo de sus amigos (qué frase más anticristiana), de Balaguer-Opus, de Maciel-Legionarios, de neocatecumenales-Argüello.

Pronto Polonia de fiesta. Gloria de Bernini en la gloria, ocultando el Vaticano II, constriñendo libertades, segando iniciativas de la ciencia, de la investigación, de avances humanos y humanizantes. Juan Pablo II inquisidor también, Ottaviani de otros tiempos, Cañizares actual, Rouco contemporáneo, Camino-Obispo vigente. Juan Pablo II olvidado de Monseñor Romero, de Casaldáliga, de Helder Camara, de Obispos perseguidos por dictaduras argentinas, chilenas. Encumbrando mártires de la cruzada española, de caudillos victoriosos, santas camisas azules. Sin condenar a los que condenaron, los tiros de gracia, los olvidos sacrílegos. Pero santo casi a partir de Mayo, junto a un Dios extraño, entre vírgenes por los siglos de los siglos, entre santos que nunca miraron el rostro de sus madres, que nunca bebieron la hermosura de la leche femenina, que nunca sintieron el escalofrío del beso.

Son los santos de siempre, los que condenaron el mundo porque nunca lo amaron, los que vivieron una sobrenaturalidad porque nunca tuvieron el coraje de ejercer en el descampado de la duda, sin más palio que las estrellas, sin más refugio que la intemperie. Los que siempre fueron de la mano de Dios porque no tuvieron la elegancia de pasear la vida abrazada por la cintura.

La misma santidad expatriada de mi niñez. Superpuesta, no albergada en los adentros de la existencia. A lo mejor es que sólo soy un niño.



jueves, 20 de enero de 2011

LA PIEL OSCURA DEL MIEDO

Muchos de nosotros nacimos bajo el miedo. Lo masticábamos como el queso-butano y la leche en polvo de los americanos compasivos con la dictadura del azúcar moreno, el aceite de estraperlo y la cartilla de racionamiento. Hemos pasado mucha vida con miedo inyectado como un suero siniestro capaz de convertir la sangre en un chorro de amargura.

Un día nos bebimos toda la alegría de un noviembre primaveral y todavía nos quedan tragos suficientes para hacer de la vida un balcón de libertad.

Pero hay a quien le escuece esa alegría y añora la oscuridad de la ceguera impuesta, la piel oscura del miedo. Y andan por ahí sembrando angustia suficiente para lograr una cosecha de llanto que nos amargue el camino emprendido, el hermoso camino de hacer camino al andar.

Hermann Tertsch en ABC: "Están nerviosos. Porque el plan era quedarse. Abolir la alternancia entre los dos grandes partidos por medio de una alianza permanente con todo el espectro secesionista. Que expulsara al Partido Popular del sistema". “La traca final de esta legislatura puede helarnos a todos el corazón”, porque el Gobierno “no asume la derrota” y es “capaz de todo”, especialmente tras la “llegada de Rubalcaba alarmando”, que “marcó el final del tiempo en el que apostaban por un vuelco gracias a una recuperación. Ahora llega el tiempo del miedo. Están dispuestos a utilizar todos los medios del Gobierno y el Estado para acabar con el rival”. “Sepamos lo que se nos viene encima. Un puro delirio totalitario. Son las armas que el Gobierno prepara para intentar impedir la alternancia democrática. No perdamos los nervios. Pero sepamos la que se nos viene encima”, concluye Hermann Tertsch.

Uno siente aquel viejo escalofrío. Vuelta al totalitarismo de fajines y charreteras. Otra vez las cartucheras amontonando cadáveres contra los amaneceres. Tiros de gracia contra las tapias blancas de cementerios de pueblo. Pero esta vez es un presidente elegido en urnas trasparentes, surgido de un partido constitucionalmente constituido, nacido de una pluralidad libre. “Una de las dos Españas ha de helarte el corazón” Y otra vez Machado con su muerte exiliada a las espaldas. “Ahora llega el tiempo del miedo” Lo ha dicho Hermann Tertsch. “Un puro delirio totalitario. No perdamos los nervios, pero sepamos la que se nos viene encima”

Alfonso Ussía en La Razón: “La ola de odio y de impotencia” que “ha llegado a Murcia”, que sintetiza en un término: “La trituradora”, o sea, la “nueva izquierda del pasado siglo que ha reinventado Zapatero. El presidente del Gobierno, el más mentiroso, incompetente y gamberro de nuestra Historia reciente, ha fracasado y asiste, con estupor, a su deterioro paulatino. Harán lo posible para que el batacazo no se produzca. Cuentan con la colaboración de los sindicatos, sus mejores clientes subvencionados. Y son maestros en la organización y convocatorias de actos intimidatorios” De una horda judeo-masónica se trata. Cuenta la “trituradora” con la colaboración de los sindicatos apesebrados, inquebrantablemente leales, fabricantes de olas de odio y de impotencia.

Uno siente aquel viejo escalofrío. Camino de 2.012. Plazoleta de El Pardo. Guarda mora. Zapatero sufre un trombo. Martínez Bordiú no está de guardia en La Paz. Se han exiliado Llamazares, Carrillo y Rubalcaba. Cándido Méndez y Fernández Toxo sufren celda de castigo en la Carabanchel reconstruida. José Blanco llora: españoles, la izquierda ha muerto.

Hemos enterrado por fin el odio, la impotencia, la trituradora. La derecha lleva a la derecha a hombros hasta la Moncloa. Hemos hundido el totalitarismo. Rouco de pontifical garantiza su condena eterna. La izquierda no tiene derecho a la resurrección de los muertos. De nuevo la cruzada, el nacionalcatolicismo, seis mil millones de euros seguramente aumentados, sagrado corazón de la COPE en vos confío.

Cautivo y desarmado el ejército rojo…


domingo, 16 de enero de 2011

LA INOCENCIA DE LA PALABRA

La democracia brota de la palabra. Por eso cada vez que sustentamos el estado democrático exclusivamente sobre el poder judicial, legislativo y ejecutivo, exiliamos la palabra como raíz y se nos estropea la libertad entre las manos.

Se equivoca Tomás Gómez manteniendo en su puesto de organización del Partido Socialista de Madrid a Trinidad Rollán condenada en los tribunales por prevaricación. Se equivoca argumentando que no se ha lucrado económicamente y que en consecuencia no hay corrupción. La prevaricación encierra un falseamiento de la palabra, de la verdad que siempre debe entrañar, actuando de espaldas a esa palabra, falseándola, degradándola. Y esa comporta una corrupción más grave que la ganancia económica que se deriva de otro tipo de actuaciones. Es verdad que así actúa el Partido Popular en casos similares. Pero ese envilecimiento no puede permitírselo un partido de izquierdas aspirante a gobernar la comunidad de Madrid.

María Dolores Cospedal hiere de muerte la palabra cuando proclama, sin pruebas que la capaciten para acudir a los tribunales, que desde el Ministerio del Interior se vigilan los teléfonos de la oposición contraviniendo la privacidad de las conversaciones a que tenemos derecho todos los españoles.

Y prevarica José María Aznar, el milagrero que no logró santificar a España, cuando trocea la dignidad de un país del que fue presidente, y con su mostrador ambulante a cuestas la vende por el mundo al mejor postor como estraperlista de harina blanca de posguerra. Tan consustancial es la prevaricación a Aznar que ni siquiera es consciente de que envuelve su mercancía en la estraza de su propia indignidad.

Al Consejero de Cultura de Murcia le han destrozado la cara unos seres despreciables, sean quienes sean. Y aparece inmediatamente Mariano Rajoy, el que “está en el futuro” mientras Cascos es “historia pasada”, el que guarda silencio con la gürtel delante, culpando a Rubalcaba de las lesiones padecidas por el sobrino de Valcárcel: "La agresión sufrida por Pedro Alberto Cruz es el último y más grave episodio de una campaña de acoso contra el Gobierno de Murcia que se ha venido desarrollando en los últimos días ante la pasividad del Ministerio del Interior” ¿No viola la inocencia de la palabra María Dolores Cospedal acusando a cargos socialistas de fomentar “comportamientos virulentos” que “han creado un clima de alteración social absolutamente impropio de una democracia”?

Y ataca mortalmente la esencia de la palabra Jaime Mayor Oreja cuando predica por todas las tertulias afines que el comunicado de ETA es un documento pactado por la banda terrorista y el gobierno de Zapatero para debilitar a España y entregarla a la banda terrorista cuanto antes y con más facilidad. Y lo grita sin un Rajoy que lo desmienta, con una Cospedal evasiva, con un Pons escurridizo y un Aznar consentidor.

La democracia se siente herida por el dinero indebidamente adquirido que merece el reproche más absoluto y la justicia más severa. La corrupción económica debería bastar para que hoy algunas comunidades no tuvieran los candidatos que tienen ni los apoyos que eso candidatos ostentan. Ese dinero tiene un sabor amargo que repugna a la conciencia democrática. Pero la democracia se fundamenta en la palabra y cuando se viola esa palabra se ataca su dignidad en las raíces mismas de su ser. Reducir la corrupción a la apropiación indebida o soterrada de dinero es apostatar de la hermosa tarea de sentirnos responsables de la construcción de un país orgulloso de su dignidad.

Es urgente redimir la palabra, devolverle la transparencia que nunca debió perder y respetar los derechos que la hacen vertebración insustituible de lo humano. Restaurar la inocencia a la palabra nos convierte en hacedores de un futuro ancho como el mar.



martes, 11 de enero de 2011

SE BUSCA UN LOCO

Los Estados Unidos de América se ufanan de vivir una democracia antigua, asentada y ejemplar. Pero duermen en casa muchas balas, demasiados proyectiles en la almohada. Cada bala amamanta un muerto en sus adentros. Sólo espera la orden y ella sola camina al corazón, a la nuca, a los pulmones. Y mata porque ese es su destino, su meta, su horizonte. Después las balas se tiran a la basura manchadas de muerte sucia y nacen otras con hambre de corazón, de nuca, de pulmones.

Dos palabras han ocasionado las mayores matanzas de la historia: apunten-fuego. Lo ha dicho Felipe González en una luminosa y reciente entrevista. Las balas siguen la trayectoria que les marcan las palabras.

A Gabrielle Giffords le han atravesado el cráneo. Un loco, dicen. La congresista figuraba enmarcada en una diana de muerte. Sólo había que buscar al tirador que ejecutara la sentencia de terror contra su vida. Señalaban los cobardes. De enloquecer la locura se trataba. Los locos son necesarios. La sociedad se echará a las espaldas una esquizofrenia abandonada, una mezcla de coca con ginebra y fabricará una explicación anestesiante que permita besar los labios del viento y acariciar palomas bajo una blusa de seda. Un poco de serrín taponando la sangre del asfalto y una manguera callando el grito del silencio. Ya se puede reanudar el tráfico. Hay que consumir petróleo porque la inflación, la deuda externa, las primas de riesgo…

Giffords tenía una postura clara sobre la investigación con células madre, la reforma sanitaria, la inmigración, el aborto. Defendía unas ideas diametralmente opuestas al Tea Party. Y el obsesivo fundamentalismo de sus enemigos (no simples adversarios políticos) la empotró en una diana junto a otros demócratas. Desde ese momento estaban arrojados al corredor de la muerte. Era cuestión de tiempo. Faltaba encontrar un loco. Siempre es práctico tener un loco a mano.

¿Hay Tea Party en España? Hay una extrema derecha en la Iglesia, agazapada en algunos partidos, en los medios de comunicación. Desde algunos púlpitos se anatematizan las ideas que defendía la congresista americana. Desde algunos medios de comunicación se siembra el odio, el desprecio. Desde algunos partidos se miente, se calumnia, se corrompe la palabra, con la conciencia clara de quien viola la democracia contra una pared. Periódicos, radios, cadenas de televisión donde se diseña el asco, se escupe el rencor y se infecta la libertad de vómito y rabia negros. Hay tertulias seudopolíticas que suenan a golpes de estados, a tejeros de plasma-cuarenta-pulgadas. Mesas de discusión donde se acusa sin fundamento, acusaciones de traición a los muertos, a destrucción intencionada del estado de derecho, a acusaciones contra fiscales y jueces, contra fuerzas y cuerpos de seguridad, a complicidades de un gobierno elegido con terroristas para entregarles el país, a roturas de España, a sitiar por hambre y sed a autonomías concretas, a implicaciones en el atentado de Atocha, a falta de voluntad para esclarecer la sangre derramada el 11-M.

Se espolvorea el odio. Se reparte puerta a puerta. Se busca un loco. Se cargan las palabras de explosivo. Y después se guarda un minuto de silencio.

Algunos se empañan en reventar la femoral. Quieren volver a la cornada que chorrea el orgullo salvaje de algún toro. Si lo consiguen, comeremos las espigas amargas de una cosecha negra.

Que se callen los profetas del odio. Las plañideras que añoran las nucas desnucadas. Los que han matado la palabra por la espalda, los que portan conspiraciones en mochilas, y tantos y tantos que mastican el rencor. Dejen libre el aire para que respire la alegría. No colaboren con la rabia a la muerte que dictan las pistolas.

Escribo sin nombrar. Sembrando un poco de poesía, hasta que la muerte me resucite en la palabra. Hasta la paz más íntima. Sentado junto al invierno dando migajas de amor a las rosas volanderas.


sábado, 8 de enero de 2011

EL DOLOR DE LA MEMORIA

La Iglesia llora todavía la viudedad que le sobrevino con la muerte de Franco. Para treinta y tantos años va su nostalgia, su dolor, su soledad. El matrimonio a veces es costumbre, sólo costumbre. Pero da calor, bienestar de inercia, anclaje vital. La ausencia de una parte conduce, aunque sólo sea por egoísmo y defensa propia, al llanto, al luto de autoprotección, a añoranza lastimera. Pero puede servir también como recuerdo autocrítico. La Iglesia se ha refugiado en lágrimas sembradas por las esquinas, en nostalgia del apoyo perdido, en vacío doliente de lo que fue y pudo haber sido para siempre. No se ha preguntado por aquel adulterio. Ha preferido, por comodidad, el velo de su tristeza.

La Jerarquía se encargó con rapidez de desmontar el empeño de Tarancón de empujar una nueva conciencia, respaldada por sacerdotes comprometidos con la libertad y muchos cristianos de base implicados en la lucha democrática. La Iglesia exigía seguir siendo quien vertebrara la legislación surgida de la Constitución y cuando la izquierda instaurada por voluntad de las urnas clarificó el lugar que debían ocupar una sociedad civil responsable de su propia trayectoria, independiente y autónoma revestida de aconfesionalidad, frente a una Iglesia desposeída de su autoritarismo, su dogmatismo y su exigencia de conformar la conducta vital del país, la Jerarquía optó por un nuevo maridaje con la derecha continuadora de aquel franquismo trasnochado.

La Ley de la Memoria Histórica, imperfecta y falta de coraje, fue la oportunidad que muchos explotaron, entre ellos la Iglesia, para proclamar que con su puesta en marcha se buscaba un nuevo enfrentamiento entre españoles, que significaba un obstáculo para la necesaria cicatrización de las llagas dolientes y un resurgimiento del odio fratricida. Era la postura cómoda de quienes preferían desligarse de la propia historia con el subterfugio de mirar al futuro. Todos tenían miedo de tocar el dolor de la memoria. La Jerarquía, acostumbrada secularmente a no reconocer nunca su responsabilidad por acción u omisión en los acontecimientos de la historia, intentó también borrar su complicidad en el clima derivado de una guerra, de una dictadura y de una colaboración en muchos casos necesaria para el ejercicio de terror prolongado durante cuarenta años, ha preferido predicar el perdón, el olvido, la fraternidad, no como consecuencia de una paz auténticamente evangélica, sino como excusa para no ser investigada y que nadie pueda echarle en cara una participación explícita y condenable con la santa cruzada. La Iglesia sabe que le pesan demasiados cadáveres, demasiadas delaciones, demasiada conspiración que empotró a este país en las coordenadas del odio.

Galicia sabe de muertos. Por sus montes retumbaron tiros de gracia y sus olas se mancharon de sangre de libertad. Es invitado el Presidente de la Conferencia Episcopal española a participar en los homenajes a los “asesinados por defender la democracia” "Hemos invitado a Rouco de buena fe porque su participación sería un acto de dignidad" dicen en su carta enviada al Cardenal de Madrid. "Creemos que ya es hora que, en 2011, la Iglesia pida perdón públicamente por su apoyo a tantos actos de agravio".Lamentan los gallegos el papel de la institución que bautizó como 'Santa Cruzada' los actos de represión ya que "fueron cómplices del golpe militar de 1936, en el que desempeñaron una importancia vital". La Iglesia debe arrepentirse de sus palios encubridores, de sus saludos fascistas. Cinco mil nombres sembrados en tierras gallegas y sepultados en cunetas de odio y olvido exigen el sudario del recuerdo más íntimo y agradecido.

Se fue hace poco el año. No sabemos a dónde. No sabemos con quién. Se fue. Se despeñó, tal vez. Se hizo añicos al fondo. ¿O nos explotó en las manos y nos voló la cara como si hubiera sido un atentado del tiempo? Se fue hace poco. Pero el tiempo nunca se va solo. Si se lleva la memoria, nos convierte en olvido, sólo olvido para siempre.




lunes, 3 de enero de 2011

LA AMARGURA DE LAS MITRAS

Tal vez España esté triste. La tristeza es la espalda de la alegría. Se intuye la belleza de los ojos por la elegancia que pasa a tu lado por la acera. Economía, paro, recortes sociales, estado de bienestar ahogado, bancos que asfixian la pobreza. Pero han tintineado los belenes, se ha poblado el aire de burbujas-Mas-President. Por las calles una monarquía de lunas, incienso y mirra. Padres aupando sonrisas infantiles para apretar la vida envuelta en celofán crujiente. Algo es verdad sencillamente porque es bello. Surge entonces la poesía como creación, la vida como aventura, el amor como utopía. Navidad, año nuevo, reyes. Brotando como un surtidor de asombro. España triste, no amarga. Elegante y bella, poniendo cascabeles a la pena.

Hubo un mitin de mitras por Colón. Bordadas en oro las casullas blancas. Anillos y pectorales de joyerías caras. Tafetán, organdí, fajines de muaré líquido, estolas de autoridad grecorromana. Rouco-Presidente de Obispos. General plenipotenciario de Dios Padre. Procesión episcopal de mocasín italiano. Lo tienen todo: Catedrales, palacios, Berruguete y Velázquez, Tizianos y Murillos por los siglos de los siglos. Ojivas góticas y románicas arcadas. Dignidades tienen, privilegios, manos de todopoderosos señores entre las suyas sagradas. Tienen, aseguran tener sobre todo, la verdad, toda la verdad, nada más que la verdad. En monopolio. En exclusividad. En propiedad privada para explotarla, imponerla y aplastar con ella las conciencias universales hasta el fin de los tiempos. Se sintieron así, cuando el mitin de mitras por Colón.

Lo tienen todo. Hasta amargura amarga. Agrios los ojos de los Obispos. Dios hizo el mar, los árboles, los pájaros. Vio que eran hermosos. Le gustó su creación. Dios artesano fecundando el barro, el vientre de la tierra, las caderas de las estrellas jóvenes, los hombros de una luna preñada de luz seminal. Y le gustó. Miraba con ojos limpios, con luz inaugural de mundo nuevo. Dios no parió la amargura, tal vez porque el amor sólo engendra belleza.

Mirada marrón de Obispos. Enfermo el mundo. Enferma Europa. Agonizante España. Familia hundida por socialismo anticristo. Por amor lesbiano consentido. Amenazando el divorcio. Por parejas que se aman, sólo se aman, nada más que se aman, sin cánones, sin vestidos blancos pronovias, sin ataduras sacramentales, con liturgia pagana de cordero lechal, marisco y puro regalado. Locura amarga de Obispos. Mujeres expuestas a la muerte por no obedecer al dios prefabricado de venta en el corte parroquial de las rebajas. Reig Plá lo afirma. Muy pronto la mitad de la humanidad programada de homosexualidad, sin sexo reproductor como dios manda (Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba). Europa vive “las horas más dramáticas de la historia, periodo de verdadera ceguera" en el que "se cuestiona y se niega la verdad del hombre y de la familia" “El aborto y la eutanasia son la manifestación de una crisis mucho más honda que el paro o la recesión económica” Rouco ronco de pena, penita, pena.

Los Obispos tienen los ojos llenos de espinas. Les sangra la realidad. Han despreciado tanto la hermosura por pecaminosa, que han terminado por extirparla del mundo. Han trasladado el infierno al aquí y ahora de la vida. Hubo un mitin de mitras amargas por Colón. Tal vez el ateismo actual consista en la apostasía del asco, de la herida ulcerada, del basurero humano donde el hombre es sólo una peste para el hombre.

Era difícil respirar rosas blancas bajo el altar de Colón envenenado. Hay que ayudar a los Obispos a terminar con un mundo asqueado y asqueante. Empitonaron la bondad las mitras hirientes de amargura.