martes, 30 de septiembre de 2008

HUELGA Y CHANTAJE

¿Se acuerda alguien del “caso Juan Guerra”? Surgía en la Sevilla de los calentitos, del mollete con manteca colorá, del café con leche. Uno pedía una tostá y le servían el caso Juan Guerra humeante y con azúcar. Andaba yo por aquellos pagos, entre azahares y limoneros. Leí un artículo que advertía: No trata de Juana Guerra.

Últimamente en todo se ha mezclado a De Juana Chaos. Se ha hablado hasta la saciedad, se ha escrito hasta el hartazgo, se ha opinado en tertulias, en manifestaciones sobre este repugnante sujeto. Pero sobre todo le ha servido a algunos para intoxicar, falsear, dramatizar, mentir y otros parecidos verbos que el lector puede aportar. Y se ha jugado con un concepto peligroso: el gobierno ha sucumbido al chantaje del terrorista. Porque su huelga de hambre –se argumenta- encierra un chantaje. Y cabe preguntarse: ¿Se da alguna huelga que no lleve dentro el chantaje como compañero inseparable? Un gremio concreto pide una subida salarial. Y advierte que si no se atienden sus reivindicaciones no habrá tal o cual actividad y la comunidad sufrirá las consecuencias. En esa huelga va implícito el chantaje. Y nadie se sorprende. Es admitido como parte inseparable de un derecho constitucional.

De Juana también concibió su huelga de hambre en estos términos: o se me da la libertad o que todos se atengan a las consecuencias de la negación. Y ahí estaba el chantaje. Pero ni más ni menos que en otras actitudes similares. De ninguno nos extrañamos, pero nos escandalizamos hasta la desmesura ante el planteamiento de un etarra.

Y el gobierno, por boca del Ministro del Interior, cambia la disyuntiva: ni muerto, ni libre. Vivo, aunque en otras condiciones a las mantenidas hasta ahora. Y todo bien nacido tiene que empezar a digerir la repugnancia que le causa esa disyuntiva por tratarse de quien se trata. Pero si mantenemos la serenidad necesaria para objetivar la cuestión, tal vez lleguemos a la conclusión de que estamos supervalorando la situación y que en puro análisis tenemos que concluir que la dosis de chantaje inscrita en la huelga es, mutatis mutandis, el núcleo que sustenta toda actitud huelguista.

Por parte de una minoría de la sociedad se trata de convencer a una mayoría de que la cesión al chantaje de este terrorista es una liquidación del estado de derecho, una rendición de la patria a las pistolas, el cumplimiento traidor y traicionero por parte del gobierno de condiciones impuestas por una banda armada. Y ciertos Obispos prestan su palabra para condenar, ellos siempre condenan, el diálogo. Y se utiliza el dolor de las víctimas para atrincherarse en su dignidad, en su memoria y lanzar anatemas miserables contra la legitimidad de un gobierno constituido por las urnas. Y se habla de la compraventa de Navarra. Y de Neptuno a Cibeles viene por toda la ría, sábados a partir de las cinco de la tarde. Y el preso de la habitación del hospital pasa a ser el protagonista de todas las historias y no se puede abrir un periódico o sintonizar una emisora sin que se yerga la figura de cuyo nombre no quiero acordarme.

Siempre añorando esqueletos y despreciando la hermosura carnal de la primavera.


HOMBRE DE POCA FE

Aznar, que un día se autoproclamó como el nuevo Carlos V, y sus fieles escuderos Rajoy, Acebes y Zaplana, perdió la fe junto con las elecciones de 2.004. Desde entonces todos desconfiaron de las investigaciones policiales entorno al 11-M. Los expertos fueron incapaces de realizar bien su trabajo y por eso no encontraron relación entre el terrible atentado y ETA. Los jueces y fiscales encargados de la instrucción no son dignos de credibilidad porque sin duda están manejados por un gobierno irresponsable. Los testigos no son creíbles, a excepción de Agustín Díaz de Mera, porque son manipulados por el Gobierno. Navarra está en venta aunque lo niegue reiteradamente Rodríguez Zapatero. Se dan negociaciones entre Gobierno y ETA posteriores al atentado de la T-4 aunque hayan sido ampliamente desmentidos. Y podríamos seguir así hasta el infinito, saltando de mitin en mitin. Rodríguez Zapatero ha fortalecido a ETA, sus crímenes se llevan a cabo ayudados por el Ministro del Interior y el Presidente no puede ser creído en absoluto ni cuando afirma, ni cuando niega, ni cuando habla, ni cuando calla.

Menos mal que ante este pavoroso panorama donde no había un punto para apoyar la fe, aparece el periódico Gara. En él creían sólo un grupo de pistoleros y algunos secuaces más. Pero ahora, como un kempis profano y un evangelio glorioso, revela que el Partido Socialista mantuvo negociaciones con la banda terrorista en 2.002. Veinticinco reuniones desleales, secretas, conspiradoras, de compra-venta de España. Y el nuevo Carlos V y sus escuderos han recuperado la fe perdida. Y en Gara se apoyan para defender la tesis de Miguel Angel Rodríguez: un grupo terrorista -no los votos de las urnas- llevó a Zapatero a la Moncloa. Por fin, entre la incredulidad que nos merece el gobierno y la veracidad demostrada por un periódico pro-etarra, tenemos la tranquilidad de disfrutar de la verdad. Ha valido la pena atravesar los caminos de la duda, el desierto de la incertidumbre, porque al final ETA y sus medios de comunicación nos han puesto delante la verdad en la que creer ciegamente.

Y el emperador Aznar, su discípulo amado Rajoy y compañía se han lanzado a los cuatro vientos para desenmascarar a Zapatero y darnos a los demás la tranquilidad de no volver a dudar de la palabra de ETA, porque donde se ponga ETA que se quite un gobierno mentiroso, estraperlista y top-manta de una España robada, nunca legítimamente adquirida.

ETA es así de voluble. Un día se entendió con el PSOE para adueñarse de España y ahora se la devuelve al PP. para que el emperador se pasee gloriosamente por la historia.





HACER HISTORIA

El mundo está estremecido. Es una burbuja abandonada, trémula de espanto. Ha olvidado su movimiento de rotación y traslación y sólo le queda el temblor de quien se siente continuamente amenazado.

Por decisión del gobierno de los Estados Unidos, los presos en Guantánamo (auténtico campo de concentración) no tendrán derecho a apelar ante ningún tribunal. Esta decisión se toma contra el criterio del propio Tribunal Supremo.

El Imperio persigue a los que sospecha (aunque sus sospechas sean evidente falsedad) que tienen armas de destrucción masiva. Sin embargo se siente en el derecho de bombardear con NAPALM la región de Faluya.

Blair, un hombre supuestamente de izquierdas, defiende la necesidad de detener preventivamente durante noventa días a los sospechosos de terrorismo. Hasta sus propios correligionarios votan en contra.

El capitalismos más duro condena al hambre y hace de la muerte una costumbre abominable.

En la Europa libre se va sembrando la mentalidad de que hay que sacrificar derechos en beneficio de la seguridad. Se desliza la idea de que se debería controlar el correo electrónico, los mensajes y las llamadas de telefonía móvil.

El terrorismos fanático de Al Qaeda siembra de cadáveres Nueva York, Amann, Madrid, Londres.

El mundo se sienta en una acera cualquiera y le duele el mar estremecido. Y el hombre nacido libre experimenta el acorralamiento. Todas las fuerzas están convocadas para arrinconarlo contra su propia impotencia. Le duele el terrorismo esperado y le duele sobre todo el inesperado. Porque le cuesta trabajo imaginar que los hombres que proclaman con fuerza democracias, constituciones, libertades, respetos, simultaneen sus proclamas con el aplastamiento de los derechos más elementales. Es previsible la bomba que explota en la taza de café con leche del bar, en el bocadillo del albañil, en la rosa que lleva una mujer entre los labios. Pero cómo duele la hipocresía de quien ofrece seguridad a cambio de controlar hasta el calor de los besos. Qué comercio más pornográfico el que ofertan muchos políticos.

Se impone una resurrección. Es urgente que nos pongamos de pié y que gritemos contra las bombas de Ben Laden y de Buhs. Es urgente la redención de los enormes guantánamos conocidos y los esparcidos por el este de Europa bajo carceleros americanos. No podemos homenajear a los supervivientes de los campos nazis mientras consentimos la existencia de campos actuales donde se tortura, se mata y se niega la voz a los que los habitan. Tenemos que despreciar a todos los que ponen al mundo contra la pared. Una corte de Jefes de Estado se disputan un saludo del Presidente de Estados Unidos. Son simplemente cómplices. Si supieran mirarse las manos… Porque la sangre se contagia, como el sida. Y la sangre queda ahí, en las grutas del alma, escondida, como el sida. Y al final dará la cara. Y la vida se nos llenará de coágulos negros.

La política no debería ser el arte de lo posible, sino la realidad de lo imposible. Que se apeen del quehacer público los que no se atrevan con ese reto. Chávez y Castro no están dentro de la historia. Pero desde sus márgenes le estropean el banquete al imperio. A lo mejor necesitamos algunos locos que ejerzan de conciencias vivas, proféticas, revolucionarias.

HABEMUS PAPAM

Papeletas de votación mezcladas con paja humedecida habrán dado la noticia al mundo: HABEMUS PAPAM. Y en esa primera persona del plural indicativo, ¿quiénes están incluidos? Al parecer, todos. Y esta es la primera sorpresa. Porque habrá mil cien millones de humanos afectados directamente por esa elección. El resto, en principio, no. Con la elección del Presidente de los Estados unidos sucede algo similar. Al mundo entero le van a condicionar las decisiones del imperio. Ninguna época, desde la Revolución francesa, se ha caracterizado tanto por la proclamación de los valores de independencia nacional. Tampoco la preeminencia de la individualidad había sido tan exigida como distintivo de la univocidad personal. Y es indiscutible que a cada nación y a cada persona le corresponden estos derechos inalienables que nadie, en nombre de nada, debe sojuzgar. Pero a todo ser humano le interpelan sus circunstancias y forman parte de su ser. Y en ese sentido a todos, lo queramos o no, lo sepamos o no, nos afecta en mayor o menor medida, la elección de un Papa.

Cuando Pablo VI acudió a la O.N.U afirmó que iba despojado de todos sus títulos tradicionales: Cabeza de una Iglesia, líder de católicos, Jefe del estado Vaticano, etc. Vengo, dijo, “como experto en humanidad”.

Hoy, cuando el hombre quiere ser más hombre, la mujer aspira a ser más mujer y todos aspiramos a ser más humanos, las manipulaciones de los grandes poderes espirituales y políticos tienden a impedirlo por motivos absolutamente inconfesables, pero que están ahí.

Yo le pediría al nuevo Papa que abandonara los añadidos acumulados por inercia secular, y asumiera con todas sus consecuencias el de “experto en humanidad”. Encabezando la búsqueda de la verdad, con el cansancio y la humildad que ello significa, y no con la certeza de poseerla de antemano. Conscientes todos de que la verdad, como utopía, contiene lo hermosamente prematuro, lo bellamente inalcanzable. Denunciando la injusticia en el mundo como el pecado fundamental por la falta de amor que entraña. Afrontando un cristianismo liberador y transformador de la realidad como signo de resurrección humana. Un cristianismo interpelado por el hambre, el sida, la opresión del poderoso, la sed física, el estómago que grita su angustia.

Esta es la auténtica teología de la liberación, cuya terminología constituye en sí misma un pleonasmo como he escrito en otras ocasiones. Porque la teología o es liberación o se convierte en opio anestesiante. Y habrá que tener la valentía de admitir que con demasiada frecuencia se ha preferido repartir opio y evitar el esfuerzo de roturar caminos.

Yo le pediría al nuevo Papa que asumiera, con todas las implicaciones que ello encarna, el VALOR MUJER. No como ayuda de, como sostén de, como apoyo de, como brazo de. Sino la MUJER COMO MUJER Y EN CUANTO MUJER. Los humanos estamos en el mundo a través de nuestro cuerpo. La percepción exclusiva del mundo a través del varón mutila la realidad. Juan Pablo II pidió perdón, menos veces de las necesarias, por algunos pecados cometidos en el pasado. Tal vez el primer arrepentimiento del nuevo Papa debería consistir en pedir perdón a la mujer por su decidida condena al ostracismo, su personificación evidente del pecado, su reducción a sexualidad estéril y por haberle negado la existencia. Hay holocaustos sangrientos que deben abolirse y sobre los que la Iglesia tiene urgencia de llanto. Sería elegante un ramo de rosas sobre tanta mujer sacrificada.

Yo le pediría al nuevo Papa que no obstaculizara doctrinalmente las investigaciones biogenéticas. La dignidad humana radica precisamente en eso: en aumentar en humanidad, en su progresividad theilardiana, en su marcha evolutiva por caminos abiertos. La ciencia es también verdad amorosa, parida con dolor y proyectada hacia una maduración siempre provisional. La ciencia es luz enamorada de toda la claridad que brota en otros ventanales de la vida. Sólo la luz, venga de donde venga, puede sustentar el futuro con garantías de identidad. El auténtico tradicionalista, dice Ortega, es el que mira al pasado en su auténtica categoría de pasado. Hay que distinguir de una vez por todas historia y pasado. La historia es un vientre fecundo. El pasado es un lastre. La historia se sigue pariendo con dolor, impregnándola de madrugadas azules hacia su fecunda plenitud. El pasado, sin más, es el meconio que todo lo mancha. El hombre se soporta y se crea al mismo tiempo en una dialéctica creadora. Es la visión del hombre que tiene Laín Entralgo como poesía y pasión. La confrontación siempre encarna lucha. Sólo el abrazo es fecundo. Sin miedos, sin vértigos. Apostando con la decisión de quien se sabe acompañado en la tarea.

El descubrimiento del pobre, de la mujer, de la capacidad científica. De los pobres porque de ellos es la revolución del mundo. De la mujer porque entonces empezaremos a percibir la realidad como plenitud no amputada. De la ciencia como apuesta por lo humano y humanizante.


GUERRA CIVIL

Uno viene de lejos. Mochila cuajada de caminos. Sombra de recuerdos. Uno viene de lejos. Pan moreno con aceite. Pan blanco de Corpus con aceite. Hambre de estómagos fríos y auxilio social de caldos con cartilla. Y ausencias. Muchas ausencias.

Uno viene de lejos. Sin raíces de padres fusilados. Con madres solas a solas con su pena. Viudas de pañuelos negros, de lutos vitalicios, porque la muerte nos ha separado. Niños crucificados con tres balazos certeros, para el resto de la vida la metralla en el costado.

Uno viene de lejos. De posguerra civil, de crujidos nacionales, de chasquidos de montes derrumbados. Setenta años después de brazos en alto al paso alegre de la paz, cuando nuestros muertos resucitan con una luminosidad de conciencia, aparece el generalísimo Aznar, profeta de la historia, perito en guerras y nos profetiza que Zapatero está repitiendo el esquema que llevó a los españoles a su destrucción fratricida. Y uno que viene de lejos, experimenta el temblor de la luz, el escalofrío de aquellos muertos lejanos ante este Queipo de Llano, peatón de un odio primigenio, destronado por la libre voluntad de unos electores.

Uno viene de lejos y no quiere pararse ante este Moscardó de alcázares toledanos. A Aznar le bullen añoranzas de pistolas y le afloran los primos de ribera, correajes cruzados sobre el pecho sujetando cartucheras humeantes de tapias y cementerios.

No fue un gobierno republicano quien inició la guerra civil. Fue un general sanguinario, mesías como Aznar, visionario como Aznar, salvapatrias como Aznar, quien nos hundió en las cunetas de la historia, del dolor, del hambre, del aislamiento. Fue un golpe de estado nunca condenado por una derecha cerril, hermética, sin proyección de futuro. Fue la sublevación de las pistolas ante un gobierno legítimamente constituido, como el que ahora nos gobierna, salido de las urnas, contra el que se levantó un general de derechas, apoyado por una Iglesia apóstata de sí misma, concubina de una cruzada manchada de sangre inocente, desplegando palios sacrílegos, regando de rosas de paz el paso de un dictador, pétalos empapados de inocencia caída.

Y todos los dictadores colocan ante el paredón infame de la elección la nobleza de los pueblos: o conmigo o contra mí. “Los votos que no sean para el Partido Popular van destinados a colocar a los terroristas en las instituciones”

Fuera de Aznar no hay patria. El ocupa por completo España. Más aún: España es él. Desde el destierro, a los demás sólo nos queda saludar al César por el que vamos a morir.

Y junto a nuestros cadáveres, Rajoy, el centrista, Gallardón, el moderado, Piqué, el atrevido y todos los vilmente sometidos a la tizona de Aznar.

“Hay que apuñalar al adversario hasta que sangre” dice Jiménez Losantos. Y refuerzan este brazo de Abraham los Roucos, los Cañizares, Los Martínez Caminos. Otra vez la Iglesia consintiendo cruzadas justicieras.

Otra vez la sangre como necesidad excitante de los vampiros de la historia.


GUANTANAMOS EUROPEOS

La Unión Europea quiere expulsar de su territorio a ocho millones de inmigrantes ilegales. No importa el ser humano. No importan las causas de su venida. No importa el trauma que significa la lejanía. No importa la nostalgia, el recuerdo negro de una Africa cercana o el calor de un poncho americano. Está por encima de todo la ilegalidad. El hombre tiene una unión hipostática con sus papeles.

No es fácil repatriar ocho millones de inmigrantes. Y mientras esa meta se alcanza, hay que legislar en el Parlamento europeo (para darle visos de legalidad a lo inhumano del gesto) la forma de aglutinarlos en recintos donde permanezcan aislados sin contaminar la elegancia europea, sin que a nadie le roce el hedor que produce el hambre, sin que nuestra posición de aventajados economicamente se vea perturbada por la presencia siempre incómoda de los sin techo. Nosotros sabemos fabricar nuestra propia miseria sin necesidad de importarla. Vamos a encarcelarlos (aglutinar le llaman ahora) sin derechos, sin concesiones al grito, sin oportunidad a la autodefensa. Vamos a construir nuestros guantánamos europeos.

España –dice el Gobierno- va a votar a favor de la medida, pero no va a aplicarla nunca. Ultimamente se da un paso adelante: “aunque tengamos que acudir a esa reclusión, siempre respetaremos los derechos humanos” ha dicho Rubalcaba.

Europa siempre cristiana. Defensora siempre de los valores de Occidente. Madre y maestra de pueblos conquistados, convertidos al cristianismo, tatuadora de cruces. A esta Europa, vividora de esas conquistas y parásito frecuente de sus colonias, le estorban los inmigrantes. Superamos nuestros campos de concentración tan recientes y ya estamos añorando el modelo de Guantánamos americanos.

Deberíamos recobrar la memoria. Hemos olvidado las alpargatas de esparto, ahora que calzamos mocasines italianos. Delante de nuestros platos mediterráneos nos repugna el calor de la sopa de castañas que comíamos ayer. Ante las grandes catedrales del consumo preferimos sacudirnos el auxilio social, y las cartillas de racionamiento y el estraperlo. ¿Hace tanto que fuimos pobres? ¿Hace tanto de Alemania, de Bélgica, de Suiza, de Argentina, de México? ¿Fuimos siempre “legales”? Rotundamente no. Pero teníamos que huir de una guerra, de una dictadura atroz. Y eso justificaba la fuga –legal o ilegal- de nuestros poetas (Alberti, Machado), de nuestros albañiles, de nuestros campesinos. Y cuando viajábamos nos encontrábamos lágrimas españolas, morriña española, añoranza de sevillanas y jazmines. Algunos volvieron con el sudor chorreado de su frente. Otros sembraron Galicia, Cantabria o Guadalajara bajo la sombra de un quebracho.

Pero lo hemos olvidado. Nos hemos construido un presente prometedor de futuro. Somos ricos. Lo tenemos todo. Dentro de poco incluso –qué alegría- hasta disfrutaremos de nuestros propios guantánamos.

viernes, 26 de septiembre de 2008

GUANTANAMO AZUL

A la muerte le gustan las almohadas. Se coloca una junto a otra, paralelas al dolor, a la angustia, al abandono vital. Vuelves la cabeza y te encuentras con una muerte hisquémica, una muerte cerebral, una muerte cardiorespiratoria. Y cuando se entrelazan entre ellas, masticas un espeso vacío de ti mismo, palpas la sombra de la vida y ya todo es distante, infinitamente distante, aunque no se sepa de qué ni de quién. La muerte coloca al hombre en la lejanía de sí mismo.
Hasta ese día todo era un espléndido asombro: asombro de estar enamorado, de archivar rosas en la memoria, de coleccionar pájaros en la sangre. Asombro de dolor crecido, de pena acostumbrada, de angustia mecida, irremediablemente mecida. Y hasta ahí la vida.
De golpe, la cercanía de la muerte te prohibe un derecho que creías intocable. Y otro. Y otro. Y dejas de apretar la mano de tu hijo. Y abandonas el beso de la mujer que siempre ha estado a tu lado. Y olvidas el rostro de los geranios. La muerte te coloca brutalmente en su absurdo GUANTANAMO NEGRO. Una sábana basta. Un metro y medio de tierra que va sobrando poco a poco porque los muertos adelgazan. Y una fecha.
A lo mejor entonces, colgados de una estrella, los muertos adquieren la resurrección de la sonrisa. Y pueden mirar a la riqueza sin bajar los ojos, y a los dictadores sin doblar la espalda y discutirle las fronteras a los dueños de la tierra. A lo mejor los muertos, sólo los muertos, tienen la soberanía de no tener nada, de no añorar nada. A lo mejor los muertos, sólo los muertos, prefieren el amor a la posesión, la entrega a la exigencia, la palabra a la eficacia. A lo mejor la muerte es la suprema elegancia de la vida.
Pero llegará una brisa nueva. Las flores convocarán un mitin. Se convertirá el aire en asamblea. La primavera en redención anunciada. No triunfará la crucifixión indefinida de las estrellas. La esperanza transformará los ejes negros en músculos transparentes y el hombre se alimentará para siempre de luz resucitada.
Nos quedará entonces la palabra como donación propia, como recepción del otro. La fraternidad será un estilo y nos citaremos, de pié sobre la vida, en la plaza envolvente de un GUANTANAMO AZUL.

FUNERAL NARANJA

Andaban muriéndose los muertos. El aire corbata negra. De negro el mar valenciano. Negra espuma en las solapas. Ni un minuto de silencio por tanto Acebes, Zaplana, Astarloa y Esperanza. Historia abajo se fueron, hasta el estómago del tiempo. Fagocitados de olvido. Allí estaban las Marías, las Isabeles, los Laras y los Orejas. Los Elorriagas y Arísteguis. Y Aznar, emperador degradado, sin armadura Carlos V, telonero de un Buhs precipitado. Formando todos la masa viscosa de un ayer vociferante, calumniador y blasfemo.

Los muertos se abrazan entre sí. Soportan mejor el olvido si hacen de su muerte una unidad de destino en lo universal. El hombre es un ser en el tiempo y cuando el tiempo se acaba se hace postura, inmovilidad absoluta como catedrales expuestas al turismo de sombrero y zapatillas.

Y en esas estaba Rajoy. Sembrando naranjales por las tumbas. Y limoneros azules para que a sus difuntos les chorreara la amargura propia de la traición. Apoyando el mediterráneo en el Fraga atlántico de siempre. Fraga de centro-reformista, democratizando el franquismo antidemócrata, malabarista de lo imposible, ovacionado porque nadie le ha descubierto el truco de la reconversión de la historia.

Está cansado Rajoy. Demasiada Castellana paseada arrojando terrorismo a Zapatero, echándole en cara la sangre de muertos traicionados, de complicidades inconfesables, de contratos de Navarra vendida de estraperlo, de navajazos a una España descuartizada. Cansado de escombros de T-4 con ecuatorianos dentro, de Alcaraz avinagrado escociéndole calumnias, de banderas heréticas. Cuatro años cargado con féretros, regando conspiraciones, reconstruyendo atochas de dolor infinito. Está cansado Rajoy.

“Dios mío, qué solos se quedan los muertos” Se lo dijo Béquer al oído mientras Cospedal y Soraya, Arenas y Pons le sostenían los brazos para aguantar los mandamientos nuevos del centrismo. Quedaba atrás la derecha montaraz y anacrónica. “Rajoy entierra el aznarismo”, escribía Soledad Gallego. Por fin el centro. Equidistancia conseguida, aunque nadie sepa con respecto a qué extremos de referencia. Tal vez del abrazo acogedor al inmigrante al internamiento de diez y ocho meses por ser hombre ilegal. De la concepción degradante de la homosexualidad al enaltecimiento de las células madre. Del patrioterismo garboso y chulapón de Madrid al pluralismo de una España diversamente rica. Del boicot a los espumosos catalanes a susurrar la lengua de Maragall por lo menos en la intimidad.

Rajoy ungido presidente. Oficiando el funeral de un pasado prostituído. Hará falta tiempo y esfuerzo para que el pudridero haga su labor. No obstante recordarle, Don Mariano, que algunos proclaman convencidos la resurrección de los muertos.

FRANCISCO JOSE ALCARAZ

Francisco José Alcaraz es el presidente de la Asociación de Víctimas del Terrorismo (AVT). A Alcaraz le duele mucho la vida. Creció salpicado de pistolas, chorreado de bombas asesinas. Hizo un nido caliente con su pena y albergó el dolor de muchos que llegaron manchados de hijos muertos, de viudas plantadas boca arriba, de hermanos abandonados de hermandad. Y se echó a caminar buscando un olivo ancho para beberse la sombra y rehacer todas las venas rotas frente a una vida de colores.

España llenó los balcones de banderas, de tricornios tronchados, de rosas civiles. Y alfombró la pena de las calles para llevar en andas una custodia laica de claveles.

De una parte, los muertos. Enfrente, los verdugos. En medio, una sociedad con espasmos vertebrales, con la conciencia siempre provisional. Todos necesitamos terminar con esta angustia, PORQUE TODOS SOMOS VICTIMAS. Y Alcaraz debería ser consciente de esa universalidad de la sangre, del dolor, de la muerte. Todos estamos enterrados. Todos estamos mutilados. Todos somos huérfanos. Porque a todos nos llegó el odio que explota en racimo y se expande matando.

Si Alcaraz asumiera la premisa anterior hasta las últimas consecuencias, llegaría a la conclusión de que no es legítimo hablar en nombre de las víctimas haciendo caso omiso, de forma consciente, de la totalidad. Y la AVT no encuadra la totalidad. Todos debemos situarnos en la humildad de ser sólo lo que somos. Comprendo que es duro, pero es así. No se puede exigir en nombre de unos cuantos, por respetables que sean, comprensión, diálogo, comunicación, sin tener en cuenta que hay que reclamarlo para todos porque todos sufrimos. La confianza otorgada por el Parlamento, que representa a un país-víctima, no puede ser negada por Alcaraz en nombre de la asociación que preside. Y esas víctimas, que gozan del inmenso cariño de todos, no pueden condicionar decisiones que tal vez exoneren a este país de la angustia permanente del terror.

Por otra parte, es lícita la vocación política. Y Alcaraz tiene derecho a ejercerla. Es comprensible aspirar a puestos de decisión. Pero esto se gana en las urnas, en limpia competencia, con los votos de los vivos, pero sin la concurrencia de los muertos. Acabo de publicar un artículo titulado precisamente así: "Mis muertos" Exigiendo que nadie reniegue de ellos, pero reclamando al mismo tiempo que nadie monopolice su holocausto.

Los demócratas debemos hacer lo imposible para acabar con el terrorismo. Alcaraz, y detrás de él el Partido Popular, hacen hincapié en que un estado de derecho no puede dialogar con los terroristas. ¿Acaso la palabra está excluida del estado de derecho? ¿No será, por el contrario, la principal herramienta del quehacer humano dentro de la democracia? Un estado de derecho descansa, es verdad, en la justicia, en la acción policial, en una legislación coherente y en otras muchas cosas. Pero debajo de todo eso, como sustrato nutriente, está la palabra. Y quien la excluye añora regímenes donde ella no tuvo ciudadanía, donde se la persiguió como a un inmigrante sin papeles. O la palabra está vigente o su ausencia nos ilegaliza a todos.

Alguien en este país debe examinar su concepción de la democracia, del estado de derecho y darle, de una vez por todas, la bienvenida a la palabra.


FRAGA, ¿DEMOCRATA?

A Fraga le cabe el Estado en la cabeza. ¿Qué Estado? ¿El franquista, reducido al tamaño de la bota militar de un general golpista, o el ancho de la democracia donde el pueblo decide su destino?

En recientes declaraciones a El País, Fraga justifica el golpe de estado del 36 cargando toda la culpa de la guerra civil española sobre las espaldas de los políticos republicanos del momento. Fraga no está acostumbrado a pensar que cuando un gobierno legítimamente elegido no cumple con su quehacer es el pueblo soberano, y sólo el pueblo, el encargado de sustituirlo por otro. Que la irrupción de los generales salva patrias es un atropello desde todo punto de vista incalificable. Pero Fraga encuentra justificación para ese golpe de estado y en consecuencia la derecha de este país, heredera de semejante demócrata, no necesita condenar la actitud mas antidemocrática que llevó a un golpista al poder durante cuarenta años.

Todos necesitamos justificar nuestra historia. Y Fraga no tiene otro remedio que blanquear un ayer colaborador de una dictadura infame.

Más adelante, y en las mismas declaraciones, Fraga asegura que si ETA comete un atentado será culpa de la banda terrorista, pero también de quien negocia con ella. Durante el franquismo ETA llevó a cabo numerosos crímenes, culminados por la eliminación de Carrero Blanco. Se ejecutaron penas de muerte contra varios etarras (D. Manuel sabe mucho de eso) y la banda siguió matando. Pero Fraga, pese al fracaso de las ejecuciones, sigue siendo más amigo del tiro de gracia que de la gracia de la palabra. Zapatero es responsable de los atentados futuros que ETA pueda cometer por haber intentado la paz respaldado por el Parlamento español. Fraga es a lo mejor responsable de los atentados ya cometidos por haber respondido a la violencia con la violencia (algo que no enseña el evangelio del que D. Manuel se siente orgulloso).

Y por fin, Fraga se declara admirador de una Jerarquía católica que impugna la Educación para la ciudadanía, alabando una nacionalcatolicismo que no tenía reparos en apoyar y adoctrinar con la Formación del espíritu nacional. Una Jerarquía que durante cuarenta años bendijo un régimen de terror, que aplastó los derechos más inalienables de la persona, que colaboró en los desmanes sanguinarios de un franquismo que nos cerró al mundo e hizo que el mundo nos odiara, que propició la fuga de intelectuales y disidentes. Una Jerarquía concubina del poder más abyecto de nuestro último tramo histórico es elogiada por Fraga. ¿Qué Iglesia le cabe a Fraga en la cabeza? Tal vez la Iglesia cómplice de la que se avergüenzan los propios cristianos.

A Fraga le cabe el estado en la cabeza. Ojalá le cupiera la fuerza salvadora de la palabra.

FRAGA DEVUELVE GALICIA

Uno, que va cumpliendo años, recuerda que alguna vez fue universitario, y que los grises disolvían a los jóvenes que se agrupaban alrededor de una tortilla española. Y Fraga estaba allí. Nunca supe qué ley prohibía besar a la novia en el parque del Oeste, pero me pidieron el carné y me advirtieron que aquello atentaba contra la moral. Y Fraga estaba allí. Y a Carlitos, a mi amigo Carlitos, lo remataron en Somosaguas. Y Fraga estaba allí. Franco murió en Noviembre, el mes en el que no crecen los claveles. Y Fraga estaba allí. Y uno pensaba: a lo mejor los nuevos vientos, los rumores de libertad, el orgullo de nuestro coraje recuperado consiguen…Y Fraga estaba allí. Y de la dictadura pasó a la democracia. A una gran mayoría nos costó sangre, puñetazos, fotocopias. Nos costó hacerla y nos dejamos heridas en las manos. El, con sus zapatones, se plantó casi de repente en un ministerio democrático. Nosotros, los recientemente libres, debíamos caminar por la acera, porque la calle era suya. No fue un regalo del Caudillo. Fue una usurpación indiscutida y por supuesto indiscutible.

Le Cabía el Estado en la cabeza, decían algunos. Con el tiempo sólo le cabe galicia. Y lo siento. Porque este verano quería irme a las rías y comerme unas vieiras. Pero Fraga está en las olas y en las langostas y en los percebes. Te comes una mariscada y te deja regusto a Fraga.

Y últimamente nos lo ha advertido: ESPAÑA ESTA EN PELIGRO. Y me ha crecido el miedo de que aparezca el santiago matamoros y se plante en Madrid para arreglarnos el cuerpo. Y a lo mejor nos prohibe los besos, y la alegría pequeña alrededor de una tortilla española, y se nos imponen las caricias como pecados no recomendable.

Quédese, Sr. Fraga. Confíe en las artimañas de que dispone para ganar las alecciones. Pero no se apropie de las estrellas gallegas, hermosas como mujeres, de las rías huidizas, como zagalas rubicundas. Déjenos a todos lo que es de todos. Y rece no monte do Gozo, ligero de equipaje y dispuesto a hacerse camarada de Santiago. Nosotros, aunque Vd. no se lo crea, nos apañaremos solitos.

jueves, 25 de septiembre de 2008

EXHUMACION

La búsqueda de la verdad dignifica al ser humano. Pero el hombre debe ser consciente de que busca la verdad hasta que es encontrado por ella. Ella es la sorpresa definitiva que sólo encontraremos en la muerte. La muerte es así la consagración de la vida. De la verdad no se parte. A ella se llega. Cuando hago de la verdad el argumento de mi discurso estoy atenazándola, haciéndolo mi propiedad y tiranizando con ella todos los alrededores de mi existencia.

A los abogados del juicio 11-M empeñados en la conspiración de ETA como autora, más aún como coautora del gobierno en la masacre de Atocha, se les ha ocurrido, desde la ceguera más absoluta, la necesidad de exhumar los cadáveres para poder comprobar así la existencia de un explosivo que acreditaría la autoría real y no la ficticia que se está atribuyendo a un grupo de islamistas.

Necesitan saber la verdad. Todos necesitamos saber la verdad. Más aún, se nos debieron brindar todos los elementos de juicio desde el primer momento para que de inmediato hubiéramos tenido acceso a esa verdad. Pero Aznar se empeñó en exigir a la ONU que condenara el terrible atentado de ETA. Y exigió de los medios informativos y diplomáticos que se afirmara con rotundidad que el terrorismo etarra estaba detrás de tanto dolor. Y Acebes recibió una información de los medios policiales y nos trasmitió otra. Se fabricó una colosal mentira, una denigrante mentira, y ahora hay que sostenella y no emendalla, aunque para ello haga falta resucitar el dolor de las familias mutiladas.

Hay que demostrar la simbiosis asesina entre el gobierno que surgió de las urnas el 14 de marzo y unos asesinos que llevaron a Zapatero a la Moncloa como afirma ese patán de la política que es Miguel Angel Rodríguez. Alguien nos quiere llevar al fondo de la ciénaga. El Mundo y la COPE con sus talibanes de turno y bajo el silencio cómplice de unos Obispos carentes de categoría humana y moral suficientes para desmarcarse de la parte alícuota de odio que les corresponde, nos convocan cada día a participar de esa orgía de la falsedad que denigra la calidad de búsqueda de la verdad que dignifica al hombre.

Y ahora, cuando la luz que emerge de un estado de derecho, ilumina los caminos del dolor y de la sangre, dice Zaplana que hay que agotar todos las posibilidades. El, acostumbrado a sólo charcos de podredumbre, hermanado con un Acebes miserable, sin dignidad, necrófilo por vocación, y Pujalte y del Burgo y Astarloa y un Rajoy bailarín de marioneta.

Quien tenga decencia que acune a los muertos, nuestros muertos, los de todos. Sobra calor a los bien nacido para besar tanto dolor, para llevarlo en volandas por tanta madrugá de viernes santo.

EUROPA, ¿CRISTIANA?

Desde numerosos ámbitos católicos, y siguiendo el deseo expresado por Juan Pablo II, se exige que la Constitución Europea haga una proclamación explícita de las raíces cristianas de la Europa nueva y democrática.

Ciertamente el término “democracia” es un concepto político y no científico. Y esta afirmación deberíamos tenerla muy en cuenta en la verbalización cotidiana de la vida. Pero es igualmente cierto que el cristianismo no se deduce de la política ni de la ciencia. . Tampoco lo religioso, y más concretamente lo cristiano, engendra el dato político o científico. La secularización la explicó en estos términos y de forma clara Harvey Cox hace ya tiempo. La fe es un atrevimiento que trasciende ambas posiciones y se nutre de la donación graciosa del Tú, que es sorpresiva para el hombre y ante la que él se abre.

Deseando aportar una visión incluyente y menos dogmática de lo habitual, me permito reflexionar con la sencillez de quien busca la verdad con la angustia salmantina de Unamuno o bracea hacia el amor con la utopía luminosa de San Juan de la Cruz.

Algo es raíz de algo cuando lo contiene y es capaz de explicitarlo. Pero ni temporal ni nominalmente el cristianismo da a luz a Europa. Ni siquiera su nombre pertenece a la mitología cristiana (dicho sea le término “mito” en el sentido que le dan Bultman o Cullman). Proviene más bien de una mitologización griega y por tanto anterior, también en el tiempo, a la proclamación cristiana. El cristianismo no está para crear pueblo ni estados, ni siquiera el estado Vaticano. Pero Constantino está ahí, la historia es la historia, los acontecimientos son los acontecimientos y las cosas son como son, aunque eso no signifique que deban seguir siendo así. Todo deviene, todo llega a ser, desde Alfa a Omega. Y en el tiempo el hombre tiene sabor a muerte y resurrección, y le amarga su quehacer y le ilumina la esperanza. La conciencia de provisionalidad, de la que hablaba Gregory Baun, equivale a la conciencia de fracaso histórico de quien se asoma a la tumba sin entender la explosión luminosa de su vacuidad. Sólo desde la humildad de lo hondamente humano se puede pretender la luz gratuita de las estrellas.

Pero además, cuando se habla de las raíces cristianas de Europa, ¿de qué cristianismo estamos hablando? ¿De la bienaventuranzas o del derecho canónico? ¿De la desnudez de Francisco de Asís o de la rigidez de Torquemada? ¿De Agustín de Hipona y de Teresa de Avila o de quien no quiere ser francesa porque quiere se capitana de la tropa aragonesa? ¿De fray Bartolomé de las Casas o de los Reyes Católicos? ¿De María de Nazaret o de una Macarena que ciñe el fajín de Capitán General que le impuso Queipo de Llano? De los Obispos Romero y Pedro Casaldáliga o de los dictadores que caminan bajo palio? ¿De los que luchan por el pan y la libertad o de los generales que triunfan en cruzadas innombrables pero bendecidas. ¿De Hans Küng, Leonardo Böf, Rhaner? ¿De los que conciben la teología como liberación y por eso se les margina y persigue y proscribe o de los que imponen normas morales encorsetadas que anquilosan toda iniciativa humana? ¿No es un pleonasmo tener que hablar de una “teología de la liberación”? ¿Si la teología no es intrínsecamente liberación, no se convertirá en anestesia y opio del pueblo? ¿De los que predican a los pobres la resignación, la conformidad con lo que tienen, es decir, con su pobreza, con su hambre, con su incultura, porque ya serán saciados en el cielo, o de los que espolean el mundo con una actitud crítica contra el racismo, la opresión del hombre por el hombre, la sumisión ante el poder que unos pocos ejercen criminalmente contra una mayoría? ¿De los que condenan el sexo como pecado casi único de la humanidad con el consiguiente desprecio de los homosexuales y se hacen de rogar para condenar tibiamente las guerras, el hambre, la desigualdad? ¿De las Conferencias episcopales obsesionadas con las aportaciones de los estados nacionales a sus cuentas bancarias? ¿Hablamos de un cristianismo cómodamente instalado en la ontología o del que acompaña la aventura humana como palabra, del que hace de la esperanza una espera o del que convierte la espera en esperanza?

No resulta válida la respuesta de que el cristianismo auténtico es el que emana del evangelio. Porque del evangelio bebe, supongo, Ratzinger y bebió, sin duda, Helder Camara. Y son dos visiones paralelas, si no contrapuestas, que nunca llegarán a encontrarse. ¿Por qué esa necesidad de ciertos sectores de sentirse depositarios exclusivos de la verdad? ¿Convicción, orgullo, complejo? ¿Por qué la urgencia de identificar unidad con uniformidad? ¿Por qué la arrogancia de hablar siempre en nombre de la totalidad? ¿Si el hombre es la eterna pregunta sobre sí mismo, por qué el cristianismo habría de ser una respuesta unívoca? Su grandeza radica en el misterio que incluye. Se es humano en la medida en que se lucha por llegar a serlo. La empresa de ser hombre (Laín Entralgo) deviene en horizonte. Tal vez la muerte sea el supremo y gozoso encuentro consigo mismo, con la verdad de la historia y con la respuesta jubilosa ante tanto interrogante existencial. La verdad no puede ser “poseída” porque ello equivale a violarla. Es ella quien debe poseernos para sentirnos amados para siempre.

La Europa actual es una asociación de mercaderes. Bien está la proclamación de los derechos humanos, de la libertad de expresión, la libre circulación de personas. Pero ante todo se trata de la libre circulación del capital. La adhesión de nuevos socios se hace con vistas a la disponibilidad de mayor número de consumidores, a la progresiva rentabilidad del dinero. En esta realidad no se suponen raíces cristianas o el cristianismo es para algunos puro economicismo. Si Europa es sólo Europa en la medida en que es cristiana, tendremos que cerrar sus puertas a países como Turquía o bien exigirles una conversión o resucitar a Santiago Matamoros. Seamos claros: no se trata de una acogida humanista, sino de una aportación beneficiosa deseada económicamente por ambas partes. Y por lo visto, en las anaquelerías de ese gran consumo, quieren muchos que figure, como fuente original, lo cristiano. A lo mejor aparece alguien, látigo en mano, y expulsa a los vendedores. Tal vez entonces el cristianismo vuelva a la intemperie de la noche y pueda respirar el aire puro y limpio de las estrellas. Tal vez entonces vuelva a peregrinar de la mano de los pobres en busca de la verdad siempre provisional de lo humano.

EUROPA A LA FRANCESA

Hace pocos meses los españoles dábamos el SI al Tratado por el que se establece una CONSTITUCION PARA EUROPA. Vino precedido de una campaña en la que se habló del terrorismo de ETA, de la guerra de Irak, de la inseguridad ciudadana, del precio de la vivienda, del Plan Ibarretxe, del tripartito catalán, etc. Incluso los que propugnaban nuestra adhesión a esa Constitución discutían y montaban los mítines en torno a temas bastante ajenos a dimensión europea. Se consiguió sacar adelante el voto afirmativo, se cerró un capítulo del que nadie se acuerda y todos tuvimos la impresión de que nada había cambiado.

Ahora le toca a Francia. Fabius y Jospin aspiran a la presidencia de la República. El pueblo está en desacuerdo con las medidas del actual gobierno y todo puede quedar en un plebiscito contra los actuales dirigentes. Borrell ha sido muy expresivo: “No deis una patada en el culo de Europa para propinársela a vuestro gobierno”.

¿Pero por qué cuando de Europa se trata los debates se convierten en temas de estricta dimensión nacional, a favor o en contra de nuestros líderes políticos? Tal vez porque tenemos una visión bastante pesimista de lo que Europa es y tengamos una visión bastante negativa de los caminos por donde anda. Por más que en el Tratado de Constitución Europea se hable de libertades, derechos, amplitud de fronteras y respeto a la individualidad de cada país, todos somos conscientes de que la Europa política que en él se dibuja es de facto un gran mercado con millones de consumidores. Y el capital es lo que manda. No mejora el mercado laboral. Se tiende a abaratar el despido. Los contratos basura son moneda corriente. La vivienda sube escandalosamente de precio. Y todo para gloria y honor de los grandes capitales que ya no conocen fronteras.

En Francia, en estos momentos, hay grandes luchas partidarias, aspiraciones encarnizadas, enfrentamientos grupales. Y unos quieren apoderarse de la afirmación frente a Europa y otros pretenden apropiarse la negación para apoyar su situación electoral. Se habla de baja participación. Las encuestas, parece ser, dan una ventaja a los defensores del sí. Por la mínima, pero ventaja. Francia tiene entidad, peso, dinamismo interior suficiente para crear un problema a Europa.

Europa pasó por España de puntillas. A lo mejor se “afrancesa” al pasar los Pirineos.

ETO ´ O

Me gusta ver un partido de fútbol. Sin apasionamiento. Necesitando que gane el mejor. Ejerciendo un acto de justicia. Distinguiendo el deporte del gran negocio. Desoyendo a los que afirman que el futbolista es el único que gana dinero por pensar con los pies. No. El fútbol necesita control, visión. El juego se argumenta y se ejerce dibujando un ramo de aire, una rosa de los vientos, la cruz de Sur o una Osa Mayor. Ojalá el fútbol fuera sólo esta filigrana.
La sociedad tiene hoy organizados sus mercados de esclavos: los despreciables y despreciados que son explotados como mano de obra barata por famosas firmas comerciales y los admirables y admirados a los que adoran los bancos, se les pagan grandes cantidades por publicidad y se les compra y vende por sumas astronómicas.
El negro subsahariano que llega en patera no nos merece ningún respeto. Es un inmigrante, un ilegal, un posible delincuente, un usurpador del puesto de trabajo que no queremos los españoles. Viene vestido de hambre, con hipotermia de cariño, ahogado en recuerdos y añoranzas.
Al morochito sudamericano le tiembla el charango, le chorrea la chacarera o se le arremolina la zamba mientras pita un chala. Ama la pacha mama, saluda al sol y extiende la mano como quien regala la vida. Pero es un inmigrante al que se le aplican adjetivos irrepetibles por decencia.
En Barajas aterriza un negro o un sudamericano. La prensa lo abarrota todo. Los fotógrafos forman una alfombra. El negro y el sudamericano pasan por la sala de autoridades para hacer la primera aparición. La policía les forma un pasillo para que la afición no moleste. El negro sonríe. El sudamericano sonríe. Suenan los aplausos hasta el mercedes que se pierde camino del hotel de lujo y la suite caprichosa.
No es el color. Es la pobreza la que nos asusta. Es el olor a mar contaminado o el perfume lo que los distingue. Hay inmigrantes ilegales y galácticos rentables. Unos lucharán por un permiso de residencia y un contrato en la fresa de Huelva. A otros se les ofrecerá de inmediato la nacionalidad española. Unos serán perseguidos por la policía y otros llevarán escolta.
El hambre es un desprestigio. El balón de oro un orgullo. Los hombres todavía nos diferenciamos por el olor. Hay una zanja insalvable. Unos cotizan en bolsa. Otros son un lastre económico. Unas gotas de dinero perfuman toda una existencia
Algunos trabajarán hoy como negros para vivir mañana como blancos. Dramático, Samuel Eto ´o. Te aseguro que a muchos se les negará hasta la posibilidad de tan odiosa metamorfosis. Los claveles morenos no pueden aspirar a ser rosas blancas.

¿ETA, UNA NECESIDAD?

El Partido Popular necesitó la implicación de ETA en la masacre del 11-M para manchar las elecciones de 2.004 y sigue necesitando a la banda terrorista para lograr desbancar, no al terrorismo propiamente, sino al gobierno salido de aquellas urnas. Y en ese paréntesis de dolor abierto y cerrado sólo le cabe una calumniosa repetición de los mismos esteriotipos: traición a los muertos, desprecio a las víctimas, cesión al chantaje, entrega y liquidación del estado de derecho. Cuando el principal partido de la oposición sólo gravita sobre el mismo pivote, tenemos que llegar a la conclusión de que consciente o inconscientemente, nos quiere llevar a un empobrecimiento repugnante de la política. ETA siempre ha deseado romper al gobierno que tiene enfrente mediante los resultados más abyectos: los muertos. Si el PP. pretende destronar al actual gobierno convirtiendo en bandera única a esos muertos, la conclusión es lógica: se da una coincidencia de fines y medios. Ambos se necesitan para un mismo objetivo.

La política de esta derecha está construida fundamentalmente sobre la muerte. De la muerte sólo pueden emerger vértices de odio fratricida. Los muertos, nuestros muertos, los de todos, deben ser una cosecha de espigas buenas que nos alimenten para crear futuro. De lo contrario, se convertirán en una losa que recuerda a los caídos por Dios y por España. Si además los envolvemos en un sudario de falsedades, como se ha pretendido hacer con el 11-M, estamos momificando la historia, privándola de su dinamismo creador.

Desde las elecciones generales de 2.004, la oposición se ha opuesto o abstenido en momentos tan importantes como la ley de protección a la mujer, muerta y maltratada por los dientes testiculares del macho ibérico, la ley de dependencia, la resurrección de derechos civiles como el matrimonio homosexual. Hay un instinto vampiresco que sólo se excita con la sangre. Y no hay otro tema de preocupación que Otegui o De Juana.

Un partido político tan dependiente de ETA, tan necesitado de su existencia, no tiene categoría de alternativa. Esta dependencia obsesiva del terrorismo resulta paralizante. El momento presente está urgido de grandes soluciones. El tercer mundo, como interpelación permanente a un capitalismo feroz, los fenómenos migratorios, el cambio climático que sufrirán nuestros hijos, las grandes plagas como el sida, guerras diagramadas en los despachos porque cotizan en bolsa, nos están requiriendo una creación poética.

De los mausoleos sólo brota nostalgia anquilosada.








ETA, ESA AMANTE

El ser humano es capaz de amar y rechazar simultáneamente una misma situación. Conviven con frecuencia en nuestra intimidad un amor oculto, escalofriante, que perfuma los tallos de la sangre, y un amor paseado de domingo a domingo que nos mima las penas cuando las penas son soledad soleada. Amor y amor paradoja. Temblor y vértigo. Sudor y frío enamorados. Siempre existiendo en el vértice demostrándole orgullo al precipicio.

¿Corresponde esta forma de actuar también a los partidos políticos? Proclamo el profundo convencimiento de que el Partido Popular rechaza desde la profundidad de sus entrañas el terrorismo etarra. Pongo este convencimiento como premisa fundamental para que nadie pueda echarme en cara que dudo de su raigambre democrática. El PP. está desposado con estos ideales de vida. Su “situación está legalizada”

Pero durante los cuatro últimos años, sus líderes han paseado a las víctimas de ese terrorismo echándole en cara a un gobierno igualmente ligado a valores democráticos de paz, de derechos sociales, de diálogo, el desprecio y la traición a los muertos, la identidad de fines con ETA, la cesión al chantaje, la entrega y liquidación del estado de derecho. Y en esas manifestaciones se ha condenado más al Presidente Zapatero que a las negras pistolas que han disparado el dolor contra las nucas honradas de todos los españoles.

Aznar, Zaplana, Acebes, Astarloa, Mayor Oreja, todos corearon la complicidad de ETA en el atentado del 11-M. Mintieron al pueblo español y al mundo sobre la responsabilidad de aquel infinito surtidor de sangre y hasta hay quien afirma que a Zapatero lo llevó a la Moncloa un grupo terrorista. A cambio de dinero lo va repitiendo por las tertulias políticas Miguel Angel Rodríguez.

La justicia ha hablado y ha desvinculado a ETA de aquella masacre. Ha encontrado a los responsables y los ha condenado. Y los trenes se han quedado en vía muerta en los andenes del alma de una España con luto en la mirada.

Pero no se oculta la extraña necesidad de seguir implicando a ETA. La centrada Cospedal respalda la conspiración de la COPE, del Mundo, de Luis del Pino y de tantos otros. “Su grupo, y no los demás, han defendido la libertad de este país sin claudicar ante los enemigos del estado” Exigirán, incluso después de la sentencia, la verdad de lo acontecido. Pese al tan proclamado respeto al estado de derecho, ponen en duda la autonomía del poder judicial, la honradez de los Cuerpos de Seguridad del Estado y la decencia de los que nos atenemos al veredicto de la ley.

Soraya Sáez asegura que seguirá preguntando y espera que las respuestas no se demoren. Rajoy, Pons, Aguirre, Gallardón guardan silencio. Espeso y duro silencio. Cómplice silencio que guarda el sitio a la amante.

ETA es la amante. Odiada y querida al mismo tiempo. No hay posibilidad de divorcio. Manda la legalidad y hay que llevar de la mano a la libertad, la paz, la justicia. Elegante domingo por la tarde. Gris oscuro el traje, corbata roja y gualda, tirantes a juego.

Amante oculta, ilegal, pero excitante. Para presumir los sábados, Castellana arriba hasta Sol. Arrojándole al Gobierno chulería despechada. “ETA tiene cogido a Zapatero por los vagones” Años de orgullo macho paseado, exigiendo la verdad, mientras se oculta-desvela la amante en el perfume de una camisa vieja.

ETA ES INOCENTE

Once de Marzo 2.004. Reventada Madrid. La primavera rota por Atocha. Arboles chorreados de dolor Amor decapitado en los raíles. Besos estrangulados. La muerte tendida en las aceras.

Aznar Presidente. Acebes Ministro. ETA asesina. Miserable quien lo dude, dice Acebes. Aznar imponiendo a los medios de información: “Digan que ha sido ETA” Aznar imponiendo a los embajadores: “Convenzan a los gobiernos que ha sido ETA” Aznar exigiendo a Naciones unidas: “Condenen a ETA como autora de tanta sangre”. Aznar gritándole a Europa: “ETA ha matado en Madrid”

Acebes llenando las urnas electorales de ETA, inyectándola en las conciencias. No tienen razón los servicios secretos españoles, ni la policía, ni los analistas. Hay que disfrutar la alegría de una autoría etarra. No preguntará el pueblo. La derecha siempre ha despreciado al pueblo. Asimilará sin dificultad que la tradicional asesina de cuarenta años haya ido lejos, muy lejos, hasta alcanzar ciento noventa y dos muertos e infinidad de heridos.

Pero el pueblo preguntó. En la misma manifestación de repulsa, preguntó. COPE, Mundo, Peones Negros, Obispos, Alcaraz. Todos culpando. Conspiraron. La sentencia no la aceptaron los que a cada paso reclaman su adhesión inquebrantable ( ¿a qué me suena la frase?) al estado de derecho. ETA es la costumbre de la muerte. A mil españoles les ha dejado sin la alegría de la vida. ETA tenía billete de cercanías.

Nueve manifestaciones acusando a Zapatero de fabricar víctimas de terrorismo. Su presidencia descansa en 192 muertos. Lo ha dicho Alcaraz. Lo repite por las tertulias Miguel Angel Rodríguez. ETA no desprecia a los muertos, no los humilla, no les falta al respeto, no les miente. Zapatero, sí. La muerte de dos guardias civiles en Francia es más obra de Zapatero que de ETA. Lo ha dicho un alcalde abulense amigo de Acebes.

En el congreso de “ciertas víctimas” del terrorismo no ha habido ni una sola queja contra ETA. Porque el culpable real es el Presidente. Aznar, limpia trayectoria de hombre veraz, acusa a Zapatero. Este Felipe II sin monasterio de Yuste, con escoriales nupciales en el chaqué, abuelo del infante Pelayo, alcalde cómplice si Gallardón termina despeñándose, ejerce de mayorista del odio, del rencor y del cinismo. Alcaraz, pordiosero irremediable de la sangre, obedece y acusa a Zapatero. Rajoy, nunca líder, siempre conserje mayor de FAES, promete imponer al Congreso lo que el Congreso puede negarle. Pero es que a Rajoy no le importa el Congreso. Basta con que se lo mande Aznar, Acebes y Zaplana. Ante esa trinidad se inclina mientras Esperanza pisa con garbo su capa.

En España empieza a amanecer. Rajoy Presidente. Zapatero culpable. ETA inocente.

ETA AL HABLA

ETA ha emitido un comunicado que deja muy clara la causa de la ruptura del proceso de paz. ETA asegura que se ha roto ese diálogo que podía haber terminado con su violencia porque el Gobierno sólo buscaba la desaparición de la banda terrorista sin acceder a ninguna de las exigencias por ella planteadas.

Y uno recuerda, historia abajo, sin querer, sin pretenderlo, la cosecha de cardos que han rodeado el camino que intentaba honradamente llevarnos a la paz. Una paz deseada, fruto de la palabra honrada y por honrada despreciada por ETA y por un partido de oposición irresponsable, sacrílegamente unido a una Jerarquía afincada en el ayer, sin visión de futuro, con turbios mañanas sin esperanza.

“Si no hay bombas es porque se ha accedido a las peticiones de los etarras”, había argumentado miserablemente Rajoy en el debate del estado de la Nación. Acebes, repitiendo hasta la saciedad que ETA y Zapatero tenían los mismos fines. Y María San Gil, añorando la paz de Franco. Y Alcaraz, pordiosero de penas reconvertidas en euros. Y el caudillo Buesa, robándole serenidad a Ermua. Y Esperanza, generala de Madrid. Y Astarloa y Jaime del Burgo, guardavías de Atocha. Y Zaplana, moreno guía del dolor, Castellana abajo hasta Sol los sábados por la tarde.

Y por doler, a uno le duele hasta el aliento, como al viejo Miguel. Se ha luchado por devolverle la dignidad a la palabra, por ponerla como ofrenda blanca frente a las balas asesinas. Y a la palabra la han ejecutado ETA y los que nunca han creído en ella. Aznar se avergüenza de haber iniciado un diálogo con el ejército de liberación vasco. Pero llena de sangre la cara de un Presidente que ha creído en el diálogo porque tiene fe en la democracia. Ser demócrata es tener fe en el hombre, en todos los hombres. Es auparse por encima de las pistolas para indagar el horizonte, crearlo cada amanecer para que un país disfrute de la luz, para que cada ciudadano pueda tomarse una copa con la alegría en la terraza del viento.

Debería bastarnos mirar con honestidad a nuestros muertos sin comerciar con ellos, acunándolos con el recuerdo caliente del agradecimiento, sin convertir las tumbas que los guardan en urnas prostituidas. Se pueden ganar unas elecciones sin apoyarse en las nucas donde los terroristas apoyaron un día las pistolas. Sólo hay que ejercer una honradez democrática. Pero esa honradez no se improvisa. Hay que madurarla desde la cuna en las bodegas del alma. Se dan, es cierto, las conversiones. Sólo hay que atreverse a caer del caballo y superar un ayer. De crear un futuro sobre la palabra se trata

Cuidado, candidato Mariano. ETA no sólo mata. Resulta ser indigesta.


ESTADO DEL BIENESTAR

"HAY QUE DESMONTAR EL ESTADO DEL BIENESTAR"
(Alfredo Sáez. Consejero-Delegado Banco Santander Central Hispano)


Los pobres no tienen arreglo. Se han pasado la vida tratando de llegar a ricos. No han adquirido, a lo largo de los siglos, la conciencia de que son necesarios porque, en cuanto pobres, son fuente de riqueza para otros. Se les ha pedido que perseveren y hagan de la resignación una virtud: cada cual, siempre y cuando sea pobre, debe conformarse con su situación. Los poderosos, por el contrario, no deben atenerse a esa consigna. Su existencia consiste en aspirar a más. Con esta división los papeles quedan claros. Pero cuando los pobres se empañan en dejar de serlo, el equilibrio se resiente. Y debe ser el poderoso el que ponga las cosas en su sitio. No se debe pretender tener un trabajo, aunque lo diga la Constitución. No se debe pedir una vivienda digna, aunque lo garantice la Constitución como derecho. ¿Por qué la universalización de la sanidad? La salud para quien la pague, igual que el chalé, o la tierra, o las fuentes de producción. La cultura debe volver a ser patrimonio de unos pocos. ¿Para qué quieren los pobres la educación? ¿Qué hace un pobre con una carrera universitaria? Un pobre educado y culto es siempre un desclasado con todo lo que eso conlleva. La gratuidad de la educación no es buena. Lo que se regala y no se compra carece de valor. El dinero imprime una bondad a lo adquirido. Y no debemos prescindir de ese plus para no dar oportunidades a la inteligencia. La oportunidad hay que brindársela a la cartera.
Las hipotecas están bien, pero que muy bien. Treinta años de hipoteca significan beneficios estupendos para la banca. El hipotecado se morirá de asco, de enfisema, de infarto o de hartura de lista del paro. Y la vivienda será subastada por el SEÑOR USURERO que facilitó el dinero. Los pobres son ingenuos. Besan la mano de su benefactor sin percatarse de la trampa en la que se envuelven.
¿Para qué construir residencias de la tercera edad si se ha comprobado sobradamente que los ancianos saben morirse solitos sin que nadie les eche en falta?. ¿Por qué abaratar los transportes a los pensionistas si algunos de ellos cobran HASTA 250 € ? La gratuidad de los museos, los precios económicos de los polideportivos, las bibliotecas públicas, los cursos para analfabetos, los talleres ocupacionales. Alguien debería explicarnos para qué tanto derroche, tanto despilfarro.
Todo ese ahorro debería estar destinado a sanear los sueldos y las pensiones de algunos altos cargos de empresas. Se debería privatizar la seguridad y que cada cual se pagara sus escoltas como hacen algunos Consejeros Delegados. Y así sucesivamente hasta desmantelar un estado del bienestar que debe estar siempre en fase de crecimiento para mejorar las condiciones de vida de los más humildes. Cómo le cambiaría la vida a ciertos Consejeros Delegados, como el Sr. Sáez, si se impusiera una visión economicista sobre una solidaridad horizontal.
Algunas propuestas dan pena y nauseas y asco. Cuánto nazismo de gomina y corbata. Cuánta mirada perdonavidas. Cuánto desprecio insultante.
Les aseguro que no es mi estilo. Acepto de antemano que alguien me llame demagogo. Créanme si les digo que este artículo me clava los tacones en el alma. Pero a veces no hay más remedio que guardar las estrellas, las lunas y darle salida a la palabra preñada de tristeza, de melancolía porque alguien, tal vez un Consejero Delegado, intenta fusilar un puñado de rosas.



ESQUIZOFRENIA EPISCOPAL

Murió el dictador un 20-N. Pervivieron otros muchos dictadores. Por eso resultó difícil la transición. Exigíamos el paso de súbditos a ciudadanos. Y requirió esfuerzo, empeño, lucha. Se necesitó músculo. Pero lo tuvimos. Habíamos creído en la esperanza y se hizo horizonte entre la niebla de un 20-N.

Pervivieron muchos dictadores. Compañeros del general, comparsas de fajines, socios macabros de cuarenta años de terror, sembradores de balas en las paredes, testigos de muertes honradas. Y sobre el granito, ya para siempre granito de la sierra madrileña, pretendieron sostener la cruz de la sacrosanta cruzada. Funerales de mitras alargadas, de capas pluviales negras y dalmáticas doloridas. Catafalcos de añoranza por el hijo de la Iglesia condecorado de palios sacrílegos. Pero también Tarancón, Iniesta, padre Llanos, Díez Alegría, por las Vallecas-suburbiales. Y hombro a hombro paseamos la libertad por los barrios encalados de Andalucía como una Macarena laica. Elecciones. Constitución. Caminos abiertos para hacernos responsables del destino.

Pervivieron muchos dictadores. Los que todavía hoy prohíben la palabra a Sobrino, Casaldáliga, Küng, Marciano Vidal. Los que beatifican a mártires de un bando en guerra, pero no están interesados en Helder Cámara, en Mons. Romero, en los Ellacurías de todos los días. Los que abren las puertas de las catedrales a los Pinochets de turno, pero clausuran parroquias de Vallecas, chiqueros de perseguidos por las cornadas de la vida. Los que niegan a la mujer un valor en sí misma y le cierran las puertas de un ministerio de la palabra para convertirlas en sirvientas de plancha y almidón, artesanas de pecado y perdición, traductoras de serpientes paradisíacas.

Perviven muchos dictadores monopolizando la verdad absoluta otorgada desde arriba en exclusividad para su explotación comercial a través de las ondas. E invistieron de odio y consagraron pontífice de la infamia a Losantos para que predicara el Apocalipsis de la destrucción a los cuatro vientos. Y estos dictadores, enemigos de la libertad de expresión en la Iglesia, defienden ante la sociedad española y sus instituciones más altas la libertad del resentimiento de unos tertulianos a los que pagan en abundancia y a quienes entronizan como chamanes del esperpento. Entre los teólogos de la liberación y P.J, Amando de Miguel o Nacho Vidal está clara la elección.

Perviven muchos dictadores que siguen disparando a la nuca de la palabra. Y que nadie se defienda de una falsa persecución. Los Obispos, tan dados a ese complejo de martirio ficticio, nunca hubieran imaginado la delicadeza con que serían tratados por un gobierno socialista. Franco, el católico Franco, puso en la frontera a Mons. Añoveros. Ciertos Obispos se niegan ahora a quitar de las fachadas de sus Iglesias inscripciones referentes a los caídos por Dios y por Españas. Hay quien tacha a Zapatero de terrorista y anticristo. Hay quien ha compaginado el generalato con el episcopado. Hay quien exige que se vote falangismo. Hay quien llora sobre el granito, ya para siempre granito, del Valle de los Caídos.

La esquizofrenia mal tratada secuestra la libertad de los hijos de Dios.

ESQUELA


El periódico EL MUNDO publicaba hace unos días una esquela mortuoria en nombre de la amistad hispano-chilena invitando a todos a una misa por el eterno descanso del Excelentísimo Sr. D. Augusto Pinochet, Presidente de Chile y Capitán General de los ejércitos.

En parecidos términos se convocaba a los fieles a un funeral por Franco en el mes de noviembre pasado.

¿De verdad excelentísimos señores Pinochet y Franco? ¿Corresponde el adjetivo a fórmulas esteriotipos o a convencimientos sinceros? Sea como sea, resulta incomprensible que a la vista de las figuras nombradas un periódico de un país democrático exalte con esos calificativos a dos opresores, que se hicieron con el poder mediante la sublevación más abyecta y que hicieron de la muerte de sus ciudadanos el alimento más repelente. Por el contrario, España y Chile retomaron su camino hacia la libertad el día en que cada uno de sus dictadores se encontró con la muerte. La libre autodeterminación de los pueblos hace incompatible el ejercicio de la democracia y la jefatura dictatorial de una bota militar. Se dice que la República española era un caos y que el gobierno de Allende llevaba a su país a la ruina. Sin entrar a valorar la veracidad de estas afirmaciones, sí hay que afirmar rotundamente que son los propios pueblos los que pueden y deben rectificar las directrices de sus gobernantes mediante el voto libre en las urnas. Nunca está justificada la intervención militar para deshacer el camino civil emprendido por la voluntad soberana de los pueblos.
Miles de muertos, de desaparecidos, de libertades estranguladas, de exiliados. Poetas muertos al amanecer. Versos tronchados. Poemas ahogados. Aperturas cerradas. Hermetismos conseguidos. Aislamientos logrados. Desprecio internacional ganado a pulso. Asco mundial acumulado. Obra de dictadores “excelentísimos” Con tipografía grande en las páginas de un periódico en un país democrático. Dictadores despreciables encumbrados hasta catafalcos eclesiásticos que bendicen los restos aplastados por granito definitivamente inviolable. Amistad hispano-chilena, mitras blancas, incensarios apóstatas. Franco se gloriaba de morir en el seno de la Iglesia. Pinochet proclamado cristiano ejemplar. Y Dios, me lo imagino, por los caminos del tiempo, prójimo de cruz pobre, creador de historia humana, interrogante suprema, utilizado como anestesia, como opio, cómplice de caudillos ególatras, de cruzadas asesinas, de verdades absolutas y excluyentes. Estrellas de ocho puntas, glorificadas para que se ponga firmes la historia, para que se cuadren las estrellas al paso alegre de la paz. Montañas nevadas, helando las cunetas de la sangre, las cunetas del miedo, las cunetas del olvido. Y los muertos, y los huérfanos, y las viudas, y las canciones de Víctor Jara, y los versos ahorcados. Todo condecorando el pecho de los excelentísimos señores, cristianos ejemplares, fotografiados en las escuelas para moldear los horizontes educativos, para que aprenda heroicidad la chavalería, presidiéndolo todo junto al crucifijo para hacernos grandes y libres. Enmarcados ahora en la finitud negra de una esquela mortuoria en las páginas comerciales de un periódico democrático. Por los siglos de los siglos.

ESPAÑA SIN ESPERANZA

Al fondo del balcón, ella. Alguien le prohibió asomarse. Lo dicen lenguas malas. Lenguas que acuchillan antes de que ella desenfunde su cuchillo de liga negra.

Del brazo de Zaplana, ella. Zaplana también navajero, buscando a Gallardón por los sótanos de Génova.

Aceves saludando. Elegido puntual. No electo para siempre. Amigo junto al amigo. Disimulando cuchillos.

Rajoy haciendo triunfos. Promulgando victorias al paso alegre de la paz. Banderas como gaviotas regresando de una Moncloa lejana, demasiado lejana.

Rajoy que se queda. ¿Hasta Junio? ¿Hasta 2.012? España viviendo hasta junio, hasta 2.012 sin esperanza.

Podríamos vivir sin Rajoy. Pero esperanza no puede vivir sin esperanza. Ella se necesita a sí misma. Se alimenta de sí misma. Por eso mandó a Gallardón a los suburbios descentrados. Por eso proclamó que se podía ser oposición de la oposición. Por eso estaba preparada para guardar un minuto de silencio ante el cadáver de Rajoy y hasta a hacerle un homenaje de crespones negros y lágrimas enlutadas.

Abrazada a Losantos, a Pedro J. a Cañizares (con perdón), a Rouco (más perdón) a Martínez Camino (perdona a tu pueblo, Señor) siendo esperanza única para una España desesperanzada.

Pero va Rajoy y dice que se queda. Se le clavan los aplausos en la espalda. Lo protege Elvira, la esposa de mirada perdida. Lo cuida. Lo protege. Y Mariano se siente campeador. Ganando guerras después de muerto. Tomando nota de los puñales. Registrador al fin y al cabo.

España sin esperanza. ¿Quién le va a devolver la unidad a este país descuartizado, balcanizado? ¿Quién va a pagar el rescate para que ETA nos permita ponernos de pié después de tanto tiempo arrodillados ante ella? ¿Quién va a recuperar una Navarra entregada, malvendida a los terrorista? ¿Quién va a devolver la dignidad a las víctimas agredidas por el gobierno socialistas? ¿Quién va a desagraviar a los muertos traicionados por Zapatero? ¿Quién va a condenar al Presidente “accidental” por su complicidad con la sangre de Atocha? ¿Quién va a reinsertarnos en el mundo de las personas decentes si no hemos sido capaces de llegar a una mayoría que ponga a Mariano en la Moncloa? ¿Quién nos va a solucionar los problemas “actuales” si seguimos pensando que los muertos de Irak no son pasado porque mueren cada tarde?

Mariano se queda por el bien del Partido Popular y de España. Caudillaje de gaviotas el PP. Campeador de mayorías en 2.012. Once millones se han cargado el presente. Rajoy cabalga hacia el futuro con una niña madurándole en el pecho.

Rouco, capa pluvial y mitra negra, reza por la resurrección de la esperanza.



ESA NIÑA.

La niña nació de madrugada. Los tricornios de charol descubrieron tres estrellas fusiladas por la espalda, una luna chorreando en la cuneta y dos rosas con un tiro en el vientre. Los del charol sospecharon -siempre sospechan- de una explosión de luz y mandaron analizar el ADN del viento.
La niña nació de madrugada. Certificando el milagro de la vida, apostando por la esperanza, relevando el odio por la paz. Aprendiendo a acariciar, buscando un cuerpo cercano, estrenando tiempo nuevo, dibujando futuro.
La niña nació de madrugada. Se miraron los padres asombrados, dominados por la ternura, descubriendo el amor como posibilidad fecunda, imaginativa, creadora. Allí estaba el fruto de una entrega, de una pasión constructiva, de un proyecto válido. Allí no dormía una ideología castrante, ni un odio homicida. Sólo existía una niña que nació de madrugada.
Cerca, los regalos: un ramo de balas rojas, una cuna pequeña de pistolas, munición del 38, obscuro rencor de años. Regalos de amigos que nunca comprenderían a la niña que nació de madrugada.
El encendió un cigarrillo con el placer de quien coloca una bomba en el coche del vecino del quinto. Cuántos chiquitos compartidos con Joseba, su mujer y su hijo. Pero eran otros tiempos y la vida es como es. Y a Joseba lo tenía ahora delante, mezcla trágica de hierros, sangre y músculo vencido. Quedaba una mujer ensanchando el mar con su llanto y un niño preguntando por las calles limpias del cariño. Pero la vida es como es, pensó. Y soltó el humo de los pulmones como un coágulo negro.
Ella durmió el cansancio del parto sobre una almohada de cadáveres y soñó con banderas envolviendo ataúdes de tricornios charolados.
Sólo ella, la niña que nació de madrugada, era una bandera blanca, un ramo de besos blancos, hierba blanca de orilla blanca, río, y mar, y monte de blancura, y pan ofrecido, compartido para que la sangre del mundo fuera pura y limpia como un encuentro amoroso.
Sin embargo, la niña que nació de madrugada tendrá que preguntar por sus raíces. Y le responderán las nucas reventadas. La soledad más sola de las
viudas. Los niños enterrados boca abajo. Los pechos de luto de las novias. Los muslos explotados de las jóvenes. Las ingles preñadas de metralla. Las ilusiones que nunca serán esperanza. La esperanza que nunca será beso.
Comprenderá tal vez la niña que nació de madrugada que sus padres sólo fueron artesanos de la muerte, delineantes de la muerte, arquitectos de la muerte. Que nunca supieron que la vida es un girasol hermoso. Que las estrellas no mueren fusiladas por la espalda. Que el vientre de las rosas es más fuerte que un tiro. Que la luna es eterna aunque chorree en las cunetas. Que ellos nunca le dieron la vida porque cargaron de muerte sus espaldas.
Mikel Albizu Iriarte, ANTZA y Soledad Iparraguirre, ANBOTO parieron una criatura. Nos regalaron la belleza de un misterio, ellos, tan empeñados en destruir el misterio de la belleza. Hoy están en la cárcel. Allí el fanatismo endogámico del terror carece de espejos donde mirarse. El terror acaba así consigo mismo.
El mundo, fecundado por el amor, cuidará vuestra criatura. Comprenderá tal vez que la palabra es una plaza con sol. La llevaremos de la mano a los trigales para coger amapolas y brindárselas al río.

ENERO

A Mary, mi compañera, mujer, que ayer fue espera,
que hoy es única esperanza




He visto amanecer muchos eneros. Eneros de hambre negra. Reyes magos con capas de delantales cocineros. Eneros de pantalones cortos y pelotas de trapo.

Eneros adolescentes, soñando niñas con trenzas y calcetines de colegialas. Besos degollados por Herodes de mitras pontificales que perseguían el amor porque el amor podía salvar el mundo, y la salvación en realidad no interesaba a nadie.

Eneros de hombro apretado, sacudiéndose botas dictadoras, reclamando la legitimidad de la palabra, del quehacer, del pensamiento.

Eneros de libertad recién conseguida, calientes de tromboflebitis, de coágulos de cuarenta años, de noviembres entubados para que España respirara por fin estrellas puras.

Eneros de besos abiertos como rosas de artesanía. Caricias regaladas con el aire por testigo, con el mar por testigo, con la esquina por testigo. Sin tricornios que incautaran el cariño que tomaba café en la rosaleda.

Eneros con el primer hijo nacido bajo un proyecto mutable, porque sólo lo mutable es bello, porque sólo existe lo imposible, porque crea futuro y hace del pasado una estría en los vientres de la luna.

Eneros de oscuros enfisemas, de humos marrones, desorientados en los bosques pulmonares, equivocando los caminos ortodoxos de la vida. Eneros hospitalarios:


“Se muere fácilmente si el aire se entretiene
en las puertas del alma a coger mariposas”

Eneros con ella, siempre cercana, que me ofreció su tienda de campaña y todavía está ahí, habitando los adentros, haciendo pan de la carne, de las venas caminos luminosos. La misma de las fresas de Huelva, de Sierpes y Trajano, de Lorca y Neruda. Ella que supo ser espera y hoy es única esperanza.

Quiero Eneros sin marzos, sin julios, sin setiembres que tienen muertos en su memoria. Sin invasiones, sin bombas de racimos, sin guantánamos, sin muchachas abiertas, fecundadas tan sólo de metralla. Sin niños abrazados a una maternidad perdida, a una inocencia perdida, a una esperanza perdida. Perdido todo: el ayer, el hoy, el mañana. Niños sin tiempo que están sin existir.

Quiero Eneros fértiles, erectos, seminales de estrellas y de rosas. De mañanas azules y tardes marítimas. De trigales acunando los cuerpos revolcados, mientras siembran de besos la cintura del río.

Quiero Eneros cubiertos de caminos, de razas ecuménicas, de mariposas laicas, de magnolias agnósticas, de girasoles ateos.

Quiero morirme un viernes por la tarde, con un tiro de luz entre las sienes, para proclamar su existencia innombrada y hacerla epifanía. Quiero, por fin, dormirme entre sus manos y despertar otro enero si es que el mundo aún existe.

EL TERROR DEL HAMBRE

Fueron olas llenando los estómagos. Espuma alimentando el hambre negra. Y distancia. Ocupaba sitio la pena en la patera. Mucho sitio ocupaba. Y había que tirarla borda afuera. Cada vez la madre más lejanFa. Más lejana la esposa. Hijos lejanos, más y más cada vez. Pena afuera. Por la borda. Ahogada de salitre. Pena de pulmones marítimos devorada por peces de colores. Solo consigo mismo el inmigrante. El ministro Corbacho no admite la reagrupación. Ni con la pena siquiera. Un hombre sin su pena es menos hombre. Más ilegal por tanto.

España está sembrada de ladrillos inútiles, de inútiles puertas para siempre cerradas, de ventanas sin soles amigos, de persianas cómplices de intimidades íntimas. Casas destruidas por empujones de usura. Sonriente Botín, ganador olímpico de seis mil y pico de millones amasados al semestre. Bancos y Cajas donde guardar tragedias de techos subastados. Hogares con camas de caricias, de hombres erectos, de muslos entregados, de hijos erguidos para jugar a la vida en barrios verticales. Entregado todo al mejor postor. Reconversión a euros de sueños pagados, mes a mes, a costa de pan y leche.

Veranean los banqueros en yates brillantes. Veleros guardaespaldas y músculos de gafas oscuras que cuidan al “vip” mientras éste degusta caviar iraní de amantes y amantes desnudas de Armani. Respetables banqueros, constructores rentables, vendedores al tres mil por ciento de cartera. Llevan a España a hombros, meciéndola en el parqué de la Bolsa, decorándola con Ibex 33, para que sea grande y libre. Y España los venera porque crean precariedad productiva, riqueza selecta guardada en las bodegas de los yates. Allá por finales de agosto organizarán una fiesta benéfica. Para los niños sin padres, por ejemplo. Y tranquilizarán sus conciencias. De gala el Obispo diocesano bendiciendo canapés, repartiendo sedantes para las almas buenas, bienhechoras de niños sin padres, por ejemplo.

Pujalte estaba entre ellos. A la derecha del capital, siempre a la derecha. Junto a los buenos. Mezclado con el dinero todopoderoso. Ellos hacen país. Llevan euro en la solapa. Alfiler-de-corbata-euro. Gemelos-euro para camisas de seda. Sabe dónde está Pujalte.

Y desde la atalaya del lujo, Pujalte avisa. Cuidado con los inmigrantes. La seguridad está amenazada. Desde el trabajo usurpado a los españoles de bien, los inmigrantes son una amenaza de piel oscura, con acento suave latinoamericano, salteadores del sistema, usurpadores de beneficios, de camas hospitalarias, de indemnizaciones por despido, de figurantes del INEM. Se lo dijo Cañete un día: estos camareros no saben servir una tostá con manteca colorá. Y además son un peligro, remachó Pujalte.

Pujalte-ordenanza-de-Zaplanas-lejanos. Pujalte-palmero-de-guerras-irakíes. Pujalte-conspirador-de-mochilas-ferroviarias. Pujalte con galones chusqueros para el Caiga quien Caiga. Pujalte-vigía-de-Occidente. Camarada si hace falta de banqueros. Frontera, si hace falta (que hace falta) contra el hambre inmigrante oscura y delincuente.

EL VALOR DE LA PALABRA

ETA declaró un alto el fuego indefinido. El Presidente Rodríguez Zapatero pidió al Congreso de los Diputados autorización para entablar un diálogo con la banda terrorista cumpliendo ciertas condiciones. Y todos los partidos dieron su aprobación a excepción del Partido Popular.

Desde ese momento, la derecha empezó su oposición más radical contra el gobierno hablando en nombre de todos los españoles. La derecha siempre tiende a adueñarse de la totalidad del país como una propiedad monopolizada por ella.

Y vinieron las manifestaciones y los reproches. El gobierno despreciaba y traicionaba a los muertos, entregaba el estado a la banda terrorista, comerciaba con Navarra, balcanizaba España, dejaba que ETA impusieran sus condiciones, fragmentaba el territorio nacional, etc, etc.

Y pobló las calles de manifestantes envueltos en banderas no siempre constitucionales. Alcaraz subastaba su dolor al mejor postor y vendía lágrimas a precio de rebajas. Se pidió la dimisión de Zapatero, se le llevó al paredón, se le injurió y deseó que fuera fusilado como su abuelo. Y todo en nombre de España porque Franco y Fraga se la regalaron como dote a Aznar, Rajoy, Aceves y Zaplana. Y por ahí paseaban, Castellana arriba y Ramblas abajo. A los terroristas hay que derrotarlos mediante el estado de derecho entendiendo por tal las fuerzas de seguridad, la justicia y las cárceles. Era lo que querían los españoles: terroristas de rodillas, nuca ofrecida a tiros de gracia, cadáveres rodando por los adoquines del pueblo.

En ningún caso la palabra, excluida siempre de la visión que la derecha tiene del estado de derecho. Franco y Fraga supieron andar sin ella porque a todo dictador le resultó siempre un estorbo. España y los españoles todos, así monopolizados, detestan su existencia y la conciben como un adorno superfluo. Si durante cuarenta años hemos sido un gran país sin la palabra, por qué ahora nos vamos a empeñar en darle cabida en nuestro quehacer político.

Y ahora resulta que según una encuesta realizada por el Instituto GESOP para un periódico catalán, el 76% opina que el final dialogado con ETA es la única vía posible para terminar con el terrorismo.

Deben reflexionar los terroristas y tener en cuenta que las pistolas no son el medio pensado por la ciudadanía para llegar alcanzar ninguna meta. Y debe reflexionar la derecha porque sin la palabra nos situamos, como ETA, en la dialéctica de las pistolas. Se acercan ambas posturas, pero se alejan del deseo humano y humanizante de la mayoría de los ciudadanos.

EL SINDICATO DEL CRIMEN


Vamos tan de prisa que se nos queda atrás, infinitamente atrás, el ayer más inmediato. Estaba Felipe González presidiendo el país. Se habían acumulado errores tras errores. Pese a todo, no era previsible una derrota electoral. Luis María Ansón, al que algunos llaman maestro, aunque ignoro los méritos para ese apelativo, capitaneó lo que él mismo llamó “sindicato del crimen” Puso en movimiento una maquinaria de calumnias y con ella fue allanando el camino que llevaría a Aznar a la Moncloa.

Uno tiene la percepción de que la maquinaria ha vuelto a funcionar. Desde el empecinamiento de cargar sobre las espaldas del ejecutivo la masacre del 11-M hasta la posibilidad de que el PSOE gobierne en Navarra con la ayuda de Nafarroa, todo un despliegue táctico para derrotar a un Presidente legítimamente surgido de las urnas. Un conjunto de fuerzas opositoras, desde la ultraderecha hasta la jerarquía de una Iglesia anclada en la más pura nostalgia franquista, pasando por un Aznar despechado con el desamor de España, un Rajoy-Aceves-Zaplana-marionetas-de-la-COPE, ese recalificador de penas que es Alcaraz y los foros de los Buesas, las Rosas Díez, los Sabater envueltos en la enseña patria de Iniestrillas hasta los Pujaltes, Roucos y Cañizares, empujando todos a una para derrotar un gobierno vigente por la gracia de los votos del pueblo.

La emisora de los Obispos, cargada del odio que emana diariamente de Rouco, Cañizares, Gascó y otros, destila calumnias y falsedades más propias de un talibanismo afgano que de un mensaje evangélico. Y que no se den por ofendidos estos Obispos aduciendo, como argumento explicativo, que se disiente de su discurso porque se persigue un cristianismo que aporta luz y verdad. No son ustedes perseguidos por nadie ni en función de las bienaventuranzas. Simplemente son muchos los cristianos que se sienten humillados, desesperanzados y desorientados cuando se les quiere identificar con ese cristianismo farisaico, falseado a conveniencia y digno de ser expulsado del templo como mercaderes, traficantes y maquilladores de la verdad de Jesús desnudo en la cruz. Ciertos Obispos y sus empleados mercenarios no son, nunca debieron ser, servidores de la palabra. Son más bien sacrílegos vendedores de nostalgias cortesanas de un nacionalcatolicismo nunca digno del mensaje de un Jesús honesto, sincero que plantó su tienda entre nosotros y con nosotros se hizo caminante y prójimo en la búsqueda dolorosa de la verdad.

Y al calor de estos Obispos una derecha sacralizada que no sabe vivir sin víctimas. Unos y otros necesitan, como dioses paganos, el olor de la sangre. Viven políticamente de continuas trasfusiones y muere su discurso sin esa trágica hemodiálisis.

Ver enemigos por todas partes constituye una patología visual. La mayoría de los españoles estamos preocupados por el paro, la hipoteca cada vez más alta, la muerte de mujeres a manos de machos olvidados de la hermosura del beso, de mejor asistencia sanitaria, de escuelas capaces para nuestros hijos y de un mañana posible en la medida en que lo construyamos entre todos. Jesús, señores Obispos, hizo hermandad de la enemistad. Ustedes por el contrario están empeñados en enfrentarse hasta con la elegancia de las rosas. Y ustedes, señores políticos, despréndanse de la erótica del poder y construyan una sociedad presente preñada de futuro. Es más sublime caminar hacia la utopía que apoyarse en los barandales de lo inmediato. Prueben a vivir sin sangre. El aire limpio es más tonificante que el hedor de las tumbas.


EL REY Y LA PALABRA

Lo dijo el Rey: “Había que intentarlo”. Uniforme de Capitán General. Dirección de la Guardia Civil. Y brotaron los exegetas constitucionales. Respetuosos la mayoría. Mastines otros con el silencio cómplice –siempre el silencio- de los Obispos. A lo mejor es que la figura de la monarquía no está clara o no encaja en una democracia y resulta ajena a un sistema participativo como el nuestro. Pero no quisiera entrar en este tipo de discusiones.

Una cosa deberíamos tener clara: el Rey dio relieve a la palabra, como valor intrínseco, como elemento constitutivo de nuestro quehacer político. Dicho de otra forma: sin la palabra un sistema democrático no tiene sentido. Y esto sí que tiene capital importancia.

Frente al terrorismo y contra él colocan algunos el estado de derecho. Y con razón. Pero del estado de derecho no puede excluirse la palabra, sopena de mutilarlo y reducirlo a la nada. Debemos contar con la acción policial, la judicial, la penal. Pero con sólo estos elementos estamos renunciando a la infinita riqueza de la palabra, del diálogo. El franquismo luchó contra el terrorismo con esas solas armas y fracasó. Llegó incluso a la ejecución de la pena de muerte y puso así de relieve su propia fragilidad argumental reforzando indirectamente la vigencia de las pistolas. Si el terrorismo desea liquidar el estado de derecho, lo consigue cada vez que los demócratas nos empeñamos en exiliar la palabra y dejarlo reducido al puro músculo. Todos los gobiernos han acometido esta labor, aunque algunos se avergüencen ahora de haberlo hecho y nieguen una realidad, que debidamente asumida, los dignificaría.

Cuando se dialoga no se pone en peligro la democracia, ni se rinde el estado de derecho, ni se cede a ningún tipo de chantaje. Muy al contrario, se robustece la democracia porque la palabra es el alimento del que se nutre. El estado de derecho nace de la palabra y sin ella se convierte en fuerza bruta equivalente a la empleada por los terroristas. Fuerza contra fuerza, muerte contra muerte, terminamos igualándonos. Sólo la palabra nos sitúa en el terreno del derecho y de la razón.

Nos cuesta, después de una larga costumbre de silencio dictatorial, acomodarnos a la frágil postura de la palabra. Es difícil decirle a nuestros muertos que en su honor y por cariño hacia ellos vamos a poner la palabra frente a las balas. Pero ellos, estoy seguro, lo entenderán. Ojalá lo asumieran muchos de los que están vivos.

El Rey entendió el valor de la palabra: “Había que intentarlo”

EL PUEBLO COMO CONCIENCIA

Un pueblo es algo más que una yuxtaposición de viviendas. Algo más incluso que un dato demográfico. Definirlo sobre la base de estos elementos es cosificarlo. Y toda cosificación excluye la historia, la amputa como superflua y detiene el devenir. El pueblo no es las afueras del hombre, los suburbios del hombre. El pueblo es ante todo lo humano como apertura, como empresa, como devenir.

Y aquí surge lo político, lo auténticamente político, en cuanto orientado hacia lo humano como destinatario último. Todo lo demás serán planificaciones del mundo para que el hombre pueda mantenerse de pié, erguido, soportando y construyendo al mismo tiempo su propio quehacer.

No invirtamos el orden: la ley, la economía, el trabajo, etc. son para el hombre. EL HOMBRE NO ES PARA NADA. Todo está es función de la humanidad o de lo contrario todo está en contra de la humanidad. Lo genuinamente político consiste en darle al hombre la posibilidad de serlo. No en brindarle cosas como quien regala una limosna. Nadie nos otorga la libertad, la anchura existencial. Cada uno la forja desde sus raíces. Absténganse los políticos de encorsetar lo humano con leyes. Destruyan toda economía cuyo horizonte sea el bienestar del mercado. Las bolsas suben aupadas en los hombros de los hambrientos. Y el trabajo debe ser una creación solidaria, porque de lo contrario se convierte en explotación.

Un planteamiento políticamente serio parte de una visión humanista. ¿No habrá que buscar en esa falta de visión el desencanto político, la indiferencia, la hartura, el poco atractivo que ejerce sobre la juventud?. Un pueblo es el reflejo de su propia conciencia, de su propio saberse, de su propio ser, de su propia aventura. Un pueblo no limita con nada. Es verticalidad, altura, utopía. ¿Por qué nos da tanto miedo la palabra utopía?. ¿No será que estamos renunciando al ruedo ancho de la luna por la circunferencia pequeña de un plato de lentejas?.


EL PESQUERO QUE FUE PROJIMO

Llevan olas en las manos y una colección de vientos en la sangre. Redes siempre arregladas para que admire la luna la artesanía del aire. Sobre la popa los hombres. Rumiando soledades espesas y mujeres acunadas en los sótanos del alma. ¿Cómo estarán los hijos? A lo mejor en la escuela, pintando mares futuros. Y las novias, con su fidelidad atada a la cintura, esperando abiertas el barco del regreso.

Pesquero. Barco pesquero que no va a ninguna parte. Que sólo quiere estar de vuelta. Porque en la vuelta están ellos y ellas varados en la alegría del reencuentro. Pero hay que navegar, soledades aparte, añoranzas aparte, desgarros aparte. En el mar están los trigales dorados de los atunes y hay que segar el pan de los peces marineros. Bancos de plata para pagar los banco de oro de los botines y los gonzález, de los santanderes y los bilbaos que usurparon el pesquero para siempre. Marisco sudado para estómagos perfumados de hipotecas vitalicias. Pesquero. Barco pesquero que no va a ninguna parte, sólo abriendo camino para los yates de la usura. Y si los atunes no han echado raíces y no hay cosecha de trigos en las olas, pues habrá que arrimarse al hambre y esperar junto a la miseria para pagar la letra de miserable de intereses.

De golpe, la patera. Fletada por el abandono y el olvido de los ricos. Con un puñado de ilusiones cayéndose por la borda. Hombres más pobres que los pobres. Con el hambre colgada. Con el desarraigo colgado. Colgada la desesperación. Hay que llegar a la patera e izar la bandera de la ruina para que alguien la vea. Para que alguien comprenda. Para que alguien sea prójimo. Y ahora nadie los quiere. Estorban los pobres. Para qué quiere Europa pobres. Ella sabe cómo fabricarlos sin necesidad de importarlos. Europa la cristiana, la de los valores de occidente, la de la cultura guardada en museos, monopolizadora de civilizaciones, evangelizadora del amor, la que se acostó con América y Africa hasta dejarlas preñadas de miseria. Europa no reconoce esos hijos y les niega el apellido, porque vaya a ver el A.D.N. prostituido que les anda por las venas.

Pesquero. Barco pesquero que olvida su quehacer. Pesquero samaritano de hombres rudos. Con callos en la sangre. Con cicatrices de lunas grises de tantas noches negras recosiendo las redes. Y hay que hacerse cargo de esta cosecha humana, cosecha de trigos negros, de negros juncos juncales. Cosecha de oscuros miedos, con hambres, muchas hambres en los ojos asombrados.


Pero nadie los quiere. Y se quedan como una isla. Rodeados de guardacostas por todas partes, encargados de negarles el pan y un pedazo de tierra que llevarse a las bocas de la esperanza. Deberían morirse todos: los del pesquero con su misericordia, los pobres con su pobreza. La misericordia y la pobreza son unos residuos que deben tirarse al mar, aunque contaminen. Lejos de las playas con bikinis que enmarcan muslos morenos. Allá las olas con su conciencia y con sus responsabilidades el viento. También los peces necesitan una ración de muerte cada día.

Van a condecorar al pesquero. Se vestirá chaqué de brisas verdes. Pajarita de estrellas relucientes. Y andará entre la espuma con una jefatura de olas blancas. Medalla para el hambre compartida, para la miseria fraternal, para el amor repatriado

EL PERFUME DE ITALIA

Italia es elegante hasta geográficamente. Siempre a punto de entregar la cintura al amor de la espuma. A punto siempre de ser sirena, de convertirse en historia marítima de las olas. Cuando te despiertas en Italia, hay un perfume verde de gentes que hacen de la alegría un estilo de estar en el mundo.

Y en estas llega el olor del hambre. De Africa viene. De Rumanía. De Polonia. Olor a hombres perseguidos por dictaduras asesinas. Derrotados seres que se dejan la sangre en el camino, buscando un trozo de pan, un trozo de alegría, de serenidad. Pero huelen a hambre acumulada, rancia, casi costumbre. Y pisan rutas romanas sin lavarse los pies porque ni agua tienen. Y manchan la acera del Coliseo, y las escaleras de la Plaza de España, y la fachada pantocrática del Vaticano.

Y junto a los inmigrantes, las prostitutas. Muslos rubios bajo visones. Junto a hogueras invernales. En círculos. Haciendo pecadora a Italia. Tan pontifical ella. Tan pectoral de oro y pedrería. Tan tafetán cardenalicio. Tan vertical de mitras virginales. Tan Italia de Césares Augustos.

Filippo Berselli y Carlo Vizzini, del PDL, tienen el propósito de incluir a las prostitutas en el mismo grupo que los vagabundos, los traficantes y vendedores de drogas, los proxenetas o los explotadores de menores. Las prostitutas, como los inmigrantes, resultan sujetos peligrosos para la seguridad y la moralidad.

Berlusconi está preocupado por la estética de Italia. Y dispuesto a perfumarla, a hacerle la estética para que recobre una belleza ahora mancillada por la inmigración y las prostitutas. Y para eso luchará a favor de la moralidad. El mismo es un ejemplo vivo de reconversión quirúrgica. El adonis pulcro de chaqueta cruzada, engominado, con sangre estirada de quirófano y piel de pergamino, está empeñado en hacer de su país una ofrenda pura, santa e inmaculada. Hostia de primeros viernes-Sagrado-Corazón-en-vos-confío.

De la mafia no hay que preocuparse. Al fin y al cabo son cossa nostra y contribuyen con su esfuerzo al producto interior bruto manteniendo la inflación en su justa medida. La camorra napolitana purifica con la sangre derramada las venerables catacumbas y serena el ánimo de unos dioses ávidos de sacrificios y gólgotas.

Pero urge eliminar el hambre. Hay que repatriarla a sus países de origen. Y con el hambre se repatrían las penas, el dolor, el abandono. Los inmigrantes son seres descatalogados, descolgados de la historia, destructores de la belleza. Y hay que desterrar a las prostitutas para que de los balcones sólo cuelguen jazmines y azahares, claveles y olas mediterráneas.

Europa está satisfecha. Tiene por fin un quijote de quincalla y mercadillo.

EL PARTIDO CIRCULAR

Al círculo pertenece por definición una oquedad en su interior. En el centro no hay nada. Esto ha sido siempre, y hoy más que nunca, el Partido Popular. Desde su ficticia conversión a partir de Alianza Popular hasta ahora, todos sus líderes se han empeñado en hacernos creer que caminan hacia el centro. Pero nunca lo han encontrado. Por eso hoy como ayer, se han quedado en la periferia.

Teníamos una visión clara de Fraga y Aznar, visión que se ha ido confirmando a lo largo del tiempo. Cuando Rajoy llegó a la presidencia (no al liderazgo), todos los comentaristas se apresuraron a hablar de un hombre moderado que podría centrar al Partido. Y se equivocaron. Su dependencia de Aznar le ha prohibido el viraje. Y pienso que él mismo engañó a muchos y nunca fue el hombre moderado que algunos presintieron.

Se pusieron entonces los ojos en Gallardón. Aún hoy son muchos los que alaban su moderación. El Partido Popular ha hecho una oposición nauseabunda basada en el tema terrorismo. Ha creído poder erigirse sobre la sangre de los muertos y ha utilizado a las víctimas como trampolín para el futuro. Ha convertido a los muertos en un monopolio hasta el punto de quedarse sin argumentos cuando ha proclamado, falsamente, que se desprendía de él. El Partido Popular no sabe qué hacer sin los muertos. Y Gallardón no se ha separado nunca claramente de esa infame campaña. Cuando el 13 de Enero los sindicatos convocaron en Madrid una manifestación bajo el lema PAZ, VIDA, LIBERTAD, CONTRA EL TERRORISMO, Rajoy dijo que no entendía (he aquí la capacidad de entendederas de Rajoy) que fuera una condena clara del terrorismo y que por tanto no asistiría el Partido Popular. Se condenaba el atentado de la T-4 donde habían muerto dos ecuatorianos. Y Gallardón, el centrista, el moderado, el Alcalde de Madrid, no participó. Prefirió “sus” muertos a los muertos de todos.

Se decreta el boicot contra una red de comunicación y se cae en brazos de la COPE, hasta el orgasmo más humillante. Se prescinde de Piqué y se nombra a Sirera, colaborador de Libertad Digital. El errático discurso de Rajoy, el bochornoso conferenciante Aznar, la sanguinolenta postura de Acebes y Zaplana hacen del Partido Popular (por lo menos de sus dirigentes) una rueda centrípeta. Nadie puede ocupar el centro de un Partido Circular.

España necesita una derecha laica, moderna, con líderes de estatura política suficiente como para admitir y animar el desarrollo de derechos civiles, desprendida del lastre ignominioso de un pasado dictatorial e independiente de una Jerarquía eclesiástica que frene el devenir de la historia. De lo contrario la derecha se convertirá en el mito del eterno retorno.